Del barrio al mundo: la solidaridad en tiempos de pandemia
Aunque Espa?a es uno de los pa¨ªses del la UE que m¨¢s apoya la cooperaci¨®n internacional, un estudio revela que este altruismo no se refleja en el compromiso pol¨ªtico y econ¨®mico
En muchos de nuestros pueblos estos d¨ªas se encogen los est¨®magos pensando en las familias saharauis, en los ni?os y ni?as que en verano nos visitan y que ahora sufren la guerra. Desde hace d¨¦cadas, la solidaridad de la ciudadan¨ªa espa?ola ha tenido en esta acogida una de sus expresiones; una de tantas. Estos d¨ªas, todav¨ªa con la resaca de un 8M extra?o, las calles guardan los ecos de voces que exigen un mundo en el que ser mujer no signifique tener menos derechos. Y de aqu¨ª a poco el morado dar¨¢ paso al verde y la gente joven volver¨¢ a repetirnos que as¨ª vamos mal, que el mundo no aguanta y que debemos poner freno.
?Qu¨¦ tiene que ver el apoyo al S¨¢hara con el 8M y con la defensa con el medioambiente? Tienen que ver que los tres son manifestaciones de solidaridad, de compromiso y trabajo colectivo en defensa de un mundo en el que vivir valga la pena. Todos los a?os la poblaci¨®n espa?ola encabeza la lista de solidaridad en Europa. Seg¨²n datos del Eurobar¨®metro, somos la ciudadan¨ªa que m¨¢s apoya la cooperaci¨®n internacional y la solidaridad. Una realidad que contrasta con un tibio compromiso pol¨ªtico que se arrastra desde hace a?os.
Datos que muestran un escaso compromiso pol¨ªtico
La Red de Coordinadoras Auton¨®micas ha realizado un estudio en el que se pone la lupa sobre los fondos que las comunidades aut¨®nomas destinan a cooperaci¨®n. La fotograf¨ªa presenta m¨¢s sombras que luces: con una media de 0,11 % destinado a cooperaci¨®n en 2019, el informe muestra que los fondos se encuentran muy lejos del compromiso del 0,7 %. Al echar la vista atr¨¢s, se observa una peque?a recuperaci¨®n desde 2015, aunque ni siquiera llega al mejor porcentaje hist¨®rico que se alcanz¨® en 2008, con un promedio de 0,28 %. Sin embargo, esa t¨ªmida mejora no responde ni al crecimiento econ¨®mico ni a las enormes necesidades del momento.
Otra de las cuestiones sobre las que el informe arroja luz es la debilidad de las capacidades de las administraciones p¨²blicas. Una cuesti¨®n que, sumada a la falta de un criterio homog¨¦neo para contabilizar los fondos, hace que la rendici¨®n de cuentas sea complicada. Todo ello hace que la fiscalizaci¨®n ciudadana sea sumamente dif¨ªcil. Por otra parte, las ONG de Desarrollo se ven obligadas a lidiar con cargas burocr¨¢ticas excesivas que las sobrecargan a ellas y a la administraci¨®n.
Mientras tanto, las necesidades van en aumento y la ciudadan¨ªa contin¨²a demandando un mayor compromiso pol¨ªtico. Una demanda que tal vez no viene de la mano de las acampadas de anta?o, pero que es muy evidente en las reivindicaciones que llenan nuestra pueblos y ciudades, y que exigen respuestas a problemas que son globales.
Una alerta y una oportunidad
Responder con rigor y responsabilidad a los retos que enfrentamos como humanidad exige entender que los problemas que condicionan nuestra vida est¨¢n enlazados en una suerte de red que conecta los rincones m¨¢s rec¨®nditos del planeta con nuestros barrios. El panorama que nos ofrece el informe demuestra que no se est¨¢ apostando con firmeza por ese enfoque. Damos la voz de alerta: corremos el riesgo de que la pol¨ªtica de cooperaci¨®n pueda ser utilizada de nuevo como moneda de cambio y que, con la torticera excusa de ¡°primero los de aqu¨ª¡± se reduzca significativamente. Ser¨ªa un grav¨ªsimo error porque, si algo ha demostrado la pandemia, es que saldremos de esto si sale todo el mundo.
Seg¨²n datos del Eurobar¨®metro, somos la ciudadan¨ªa que m¨¢s apoya la cooperaci¨®n internacional y la solidaridad. Una realidad que contrasta con un tibio compromiso pol¨ªtico que se arrastra desde hace a?os
Nos encontramos en un momento crucial por dos razones. Una global porque la crisis desatada por la pandemia afecta a todo el planeta lo hace de forma m¨¢s descarnada sobre quienes ya ven¨ªan sufriendo graves crisis. Y tambi¨¦n por una raz¨®n nacional: este a?o afrontamos la reforma del sistema de cooperaci¨®n, una buena oportunidad para construir una cooperaci¨®n que est¨¦ a la altura de los complejos retos que enfrentamos.
Entre otras cuestiones, es urgente recuperar los fondos y aprobar calendarios que obliguen al cumplimiento del compromiso del 0,7 %. Deben reforzarse las capacidades; no es posible continuar con las mismas que ten¨ªamos hace a?os. Otra cuesti¨®n que debe ser garantizada es la transparencia para conocer qu¨¦ fondos van destinados a esta pol¨ªtica p¨²blica. Tambi¨¦n es necesario homogeneizar criterios para contabilizar la Ayuda Oficial al Desarrollo auton¨®mica; no podemos analizar con rigor y perspectiva los datos si no contabilizamos de manera adecuada. Otra pieza clave que ha de garantizarse es la flexibilizaci¨®n de la burocracia.
La cooperaci¨®n descentraliza es una de las se?as de identidad del sistema de cooperaci¨®n espa?ol. Un reflejo de esas familias que acogen a ni?as y ni?os saharauis; de esas mujeres que defienden sus derechos y los de sus hermanas en Am¨¦rica Latina o ?frica; de j¨®venes que cuidan de nuestra casa com¨²n. Hoy, como hace d¨¦cadas, las personas exigen medidas pol¨ªticas que hagan de este mundo un lugar m¨¢s justo y humano. Hoy, como siempre, la solidaridad es una puerta que se abre para tejer una red global de cuidados que sostenga la vida. Ojal¨¢ que los y las pol¨ªticas de nuestros pueblos y ciudades sean capaces de verlo y actuar en consecuencia.
Irene Bello Quintana y Carles Xavier L¨®pez, segunda vicepresidenta y vocal de cooperaci¨®n descentralizada de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo.
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