Shanghai, colonial y vanguardista
La capital econ¨®mica de China combina en su populoso casco la esencia tradicional china, la herencia europea y los m¨¢s modernos rascacielos
El encanto de Shanghai, una urbe descomunal con el dudoso honor de ofrecer la misma cara que cualquier megal¨®polis del extremo Oriente, reside justamente en su capacidad para mezclar tres estilos de tres ¨¦pocas diferentes.
Una encantadora aleaci¨®n heredada de combinar la China tradicional con la arquitectura de vanguardia del drag¨®n econ¨®mico que despierta y atisbos de la ¨¦poca colonial y la presencia occidental en Asia.
Denominada de muy distintas maneras, como la perla de Oriente -por su omnipresente prosperidad- o la puta de Oriente -por la ¨¦poca de los burdeles y los fumaderos de opio-, Shanghai significa en realidad por encima (sh¨¤ng en chino) del mar (hai), del mar de China Oriental junto al que se ubica.
EL VIAJERO recomienda una ruta por las tres caras de la ciudad, estructurada en diez pasos imprescindibles:
1. El Maglev. La primera muestra del potencial vanguardista chino, tras poner el pie en el aeropuerto de Shanghai, es el tren Maglev. Se trata del medio de transporte m¨¢s r¨¢pido despu¨¦s del avi¨®n y recorre los 30 kil¨®metros que separan el aeropuerto de Pudong del distrito oriental de la ciudad en tan s¨®lo ocho minutos. Este tren de levitaci¨®n magn¨¦tica alcanza una velocidad superior a 430 km/h y el billete sencillo cuesta 50 yuanes (unos 5,4 euros), algo caro, por lo que no ha tenido el ¨¦xito esperado.
Desde luego que sigue siendo m¨¢s pr¨¢ctico, sobre todo sin conocer el idioma, mostrarle la direcci¨®n de nuestro destino escrita en caracteres chinos a un taxista -una carrera desde el aeropuerto al centro de Shanghai cuesta entre 100 y 200 yuanes (entre 10,8 y 21,6 euros), dependiendo del tr¨¢fico-. A¨²n as¨ª, merece la pena, al menos una vez, la experiencia de montar en el tren magn¨¦tico.
2. El Bund es uno de los paseos fluviales m¨¢s famosos del mundo. Cuando se piensa en Shanghai, todo el mundo tiene en la retina una inst¨¢ntanea: el skyline del distrito financiero de Pudong, especialmente espectacular cuando, al caer la noche, sus torres y edificios se iluminan dejando su reflejo en el r¨ªo.
No es de recibo abandonar Shanghai sin haberse retratado con ese fondo, ni prescindir del agradable paseo junto a los majestuosos edificios de hoteles y bancos de corte colonial y entre vendedores de relojes y plumas de imitaci¨®n y qui¨¦n sabe qu¨¦ m¨¢s.
Por mucho que las gu¨ªas de viaje insistan en ello, no es nada recomendable el t¨²nel mirador del Bund, una vagoneta acristalada que, por 40 yuanes (algo m¨¢s de 4 euros) -un poco caro para los precios de China-, cruza bajo el r¨ªo entre haces de luz multicolor y mu?ecos ciertamente infantiles.
3. R¨ªo Huangpu. Mucho menos decepcionante -y mucho m¨¢s barato- es tomar uno de los barcos transbordadores que cruzan de uno a otro lado del r¨ªo Huangpu. Ciertamente supone una experiencia aut¨¦ntica salirse de los recorridos m¨¢s tur¨ªsticos viajando durante cinco minutos rodeado de lugare?os que se suben al ferry a pie o en moto para acudir a sus quehaceres en la otra orilla.
Continuamente hay barcos que unen los muelles del Bund y Dongmen -m¨¢s cerca de la ciudad vieja- con el de Pudong.
4. Pudong. Al otro lado espera Pudong, el distrito financiero de la ciudad, s¨ªmbolo del apogeo econ¨®mico de Shanghai, donde destaca la torre de televisi¨®n Perla de Oriente, de 457 metros de altura.
Es posible subir para contemplar otro punto de vista de la ciudad. Sin embargo, puede ser mucho m¨¢s recomendable caminar hasta el cercano rascacielos del hotel Hyatt para tomar un caf¨¦ o un t¨¦ con vistas excelentes del barrio financiero.
5. Paseo por la ciudad vieja. De vuelta al muelle de Dongmen, lo mejor es deslizarse hasta Fangbang Zhonglu, la entrada al casco viejo de Shanghai, donde pueden encontrarse tiendas y puestos que venden desde variados alimentos hasta souvenirs para turistas.
Penetrando en la ciudad vieja, el viajero se topar¨¢ con el templo del Dios de la Ciudad y, m¨¢s adelante, con improvisados mercadillos de aves, peces y anfibios vivos.
6. Jard¨ªn Yu y bazar. Ubicado tambi¨¦n en Fangbang Zhonglu, el visitante llega a una de las zonas tur¨ªsticamente m¨¢s masificadas de la ciudad: el jard¨ªn Yu. Pero merece la pena su visita y, si lo que se quiere es disfrutar de la paz de un jard¨ªn tradicional chino, laber¨ªntico, con rocallas ming y lagos repletos de peces, lo mejor es madrugar.
En su exterior, la popularidad del bazar lo ha convertido en un lugar abarrotado de extranjeros y, por tanto, de precios caros, poco recomendable para adquirir recuerdos. Aunque puede ser toda una experiencia el ritual del regateo.
7. La Concesi¨®n Francesa. En 1854, el Gobierno brit¨¢nico negoci¨® un acuerdo con China que deriv¨® en la Concesi¨®n Internacional, una zona gobernada por extranjeros dentro de Shanghai. Sin embargo, Francia apost¨® por firmar un acuerdo que le diera una concesi¨®n independiente.
El resultado es una peque?a franja en las inmediaciones de Fuxing Zhonglu que cuenta con antiguas villas y estrechas callejuelas de aspecto franc¨¦s llenas de caf¨¦s, bistr¨®s y boutiques. Es el lugar perfecto para pasear en un d¨ªa soleado y tomar un buen caf¨¦.
8. Plaza y parque del Pueblo. En pleno centro del ¨¢rea metropolitana de Shanghai, se encuentran el parque y la plaza del Pueblo, s¨ªmbolos del poder comunista y una zona verde ideal para relajarse en el coraz¨®n de la ciudad, en el espacio donde a principios del siglo XX se ubicaba el hip¨®dromo.
9. Gran Teatro y Museo de Shanghai. Dentro de la plaza del Pueblo se encuentran tambi¨¦n otros dos emblemas de la modernidad y la cultura china. Se trata del vanguardista Gran Teatro de Shanghai y del Museo de Shanghai, cuya colecci¨®n supera las 120.000 piezas, con reliquias que se remontan al neol¨ªtico.
10. De compras. No muy lejos de all¨ª se ubican la peatonal Nanjing Donglu y Jiujiang Lu, las dos arterias comerciales de Shanghai y para¨ªso de los amantes de las compras. En estas dos calles, el viajero encontrar¨¢ tiendas de moda y centros comerciales donde se dan cita las firmas de todo el mundo.
Por cierto, existe la creencia de que China es un lugar barato donde adquirir por mucho menos dinero que en Occidente cualquier cosa que el visitante se proponga. Pero eso est¨¢ cambiando y, al menos en el caso de Shanghai, ir de compras ya no es tan rentable.
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