Ara?as fritas y buen humor jemer
Visitar Camboya provoca un hechizo instant¨¢neo, sus atractivos son demasiados y el tiempo vuela. Ruta por Phnom Penh y alrededores, con valent¨ªa gastron¨®mica incluida
Phnom Penh es una ciudad de paso para viajeros que van hacia Vietnam. Antiguo refugio de turistas vividores y hedonistas que durante los a?os 90 poblaban una ciudad ¨¢vida de placeres inmediatos y acelerones de adrenalina, quien llega ahora a la capital de Camboya tiene, por curiosidad o accidente, la posibilidad de redescubrir una ciudad tranquila, apacible y sensorial, con m¨²ltiples rincones para relajarse y disfrutar de su folclore y cultura, que permanecen impermeables, para bien, a la injerencia occidental. La primera impresi¨®n del viajero es que Phnom Penh, que recibe su nombre de un imponente templo situado en una colina, no quiere convertirse en una postal para turistas. Su mayor patrimonio reside en el mill¨®n y medio de habitantes, camboyanos sonrientes y desprendidos con el reci¨¦n llegado.
La ciudad, en realidad, resulta poco frecuentada debido al poderoso im¨¢n, en medio de la selva indochina, llamado Angkor Wat, un templo gigante que atrae en masa a viajeros. La mayor¨ªa de los turistas occidentales llegan all¨ª con una excursi¨®n programada desde la vecina Tailandia y consumen su tiempo irreprochablemente en esta maravilla arquitect¨®nica de la civilizaci¨®n jemer y Patrimonio de la Humanidad. Este complejo religioso es la punta del iceberg de una vasta megal¨®polis que alcanz¨® el mill¨®n de habitantes durante el esplendor jemer (siglos IX al XV), y que actualmente es dominio de la frondosidad selv¨¢tica y la horda turista.
La panza es lo primero
Comer es un placer en Camboya, aunque el matiz es necesario. La gastronom¨ªa camboyana, influida levemente por la presencia francesa durante el per¨ªodo de protectorado, comprende muchos manjares, incluidos las ubicuas y deliciosas sopas de tallarines acompa?adas de pescado, cerdo, pollo o ternera. Pero la cocina camboyana se enriqueci¨® en mayor medida de su contacto con Tailandia, China o la India. Los franceses les dejaron, b¨¢sicamente, la baguette.
Para degustar de primera mano la comida jemer es preciso visitar uno de sus mercados. Los m¨¢s grandes de Phnom Penh son el Psar Thmei (calle 63), situado en un zigurat de estilo art d¨¦co, y el llamado Russian Market (calle 155). Sopas de arroz, fideos, caracoles, cangrejos de r¨ªo o camarones son solo algunas opciones. De postre, infinidad de frutas tropicales para elegir. Si se prefiere comida m¨¢s sofisticada, el lugar indicado es Frizz Restaurant (www.frizz-restaurant.com). Se puede empezar con un plato popular camboyano como el amok, un pescado cocinado con leche de coco y presentado en una hoja de pl¨¢tano. Otra comida t¨ªpica es loc lac, un salteado de ternera con cebolla roja fresca con una salsa de lima y pimienta negra. Los aficionados a la cocina pueden aprender los trucos de estos platos jemeres en la escuela gastron¨®mica del restaurante.
Pero tambi¨¦n hay que pedir en los chiringuitos callejeros, con cazuelas de aceite hirviendo de las que brotan ex¨®ticos tentempi¨¦s, aptos igualmente para valientes o incautos. Son curruscantes ara?as fritas, saltamontes negruzcos o enjambres de grillos. El coste es simb¨®lico. Los s¨²bitos retortijones tras la ingesta es, realmente, el precio que hay que pagar por esta incomparable experiencia. Eso s¨ª, Naciones Unidas recomienda desde hace unos a?os el consumo responsable de insectos. No hay excusa para dejar de probar y un buen lugar para hacerlo es en alguno de los puestos situados a lo largo de la ribera.
Luces de colores y tallarines
Para llegar a la ribera (avenida Sisowath Quay) se puede ir andando o montarse en uno de los omnipresentes tuk tuk, motos (con chofer) que te llevan a cualquier parte de la ciudad por un d¨®lar. All¨ª, junto a la confluencia de los r¨ªos Mekong y Tonl¨¦ Sap, hay un enredado de bulliciosas calles me mezclan casas de arquitectura colonial francesa y restaurantes con mucha vida y buena comida de toda clase y procedencia. El veterano FCC (Foreign Correspondents's Club, www.fcccambodia.com) tiene magn¨ªficas vistas sobre el r¨ªo. Un buen lugar para tomarse una copa mientras se recorre su particular galer¨ªa fotogr¨¢fica: im¨¢genes que rememoran el genocidio de los jemeres rojos en los a?os 70 y la presencia de la prensa internacional. Para comprender mejor lo que signific¨® la dictadura de inspiraci¨®n mao¨ªsta que acab¨® con dos millones de camboyanos, se puede visitar el antiguo centro de tortura rehabilitado ahora como Museo Tuol Sleng (calle 113) o el Choeung Ek Memorial, un centro de exterminio a 17 kil¨®metros de la capital.
Desde el FCC tambi¨¦n se divisa la espl¨¦ndida fachada del Museo Nacional (www.cambodiamuseum.info), que conserva una amplia colecci¨®n de vestigios de la civilizaci¨®n jemer y otras culturas precedentes. A su lado se halla el Palacio Real (calle 184), un complejo de monumentales edificios entre los que destaca la Pagoda de Plata. Otros lugares de inter¨¦s son el Monumento de la Independencia (avenida Sihanouk) y Wat Phnom (calle 92), el templo budista del siglo XIV que da nombre a la ciudad.
'Dolce vita' a la camboyana
Por la noche, hasta que el cuerpo aguante, la oferta de entretenimiento es m¨²ltiple y diversa. Inagotable. Aunque los reclamos m¨¢s populares siguen jugando con los excesos de testosterona, las actividades l¨²dicas y culturales a precios irrisorios crecen r¨¢pidamente. Un espect¨¢culo interesante es la tradicional danza jemer, en la que se interpretan varios personajes. El m¨¢s notable es la apsara, una ninfa de la mitolog¨ªa hind¨². Las bailarinas se contorsionan con la m¨²sica y hacen movimientos imposibles con sus manos. Una mezcla de sensualidad y exotismo con caracter¨ªsticas similares al mimo, pues nunca se habla o canta. El Sovanna Phum Art Association (http://shadow-puppets.org) hace representaciones regularmente.
La ruta de la farra camboyana contin¨²a pasada la medianoche en el m¨ªtico Heart of Darkness de la calle 51; antiguamente un peligroso tugurio sin ley, hoy en d¨ªa un local de moda para locales y turistas que se mueven a ritmo de m¨²sica electr¨®nica y ¨¦xitos occidentales. Un buen motivo para pasar la noche en blanco. Phnom Penh cuenta tambi¨¦n con una creciente escena gay, que tiene en el Pontoon Lounge (calle 108) uno de sus principales templos. Se trata de una discoteca alojada en un barco que encalla en el r¨ªo Tonl¨¦ Sap, cuyo ambiente relajado atrae a locales, turistas y expatriados.
La playa de Camboya
En Camboya hace calor (en serio) y no es aconsejable esperar siempre a que caiga un buen y monz¨®nico chaparr¨®n sobre Phnom Penh para aliviarse. Resulta m¨¢s agradecido retozar en calma bajo el sol en la playa de Sihanoukville, en el Golfo de Siam. A s¨®lo cuatro horas en autob¨²s de la ciudad, esta peque?a ciudad de la costa camboyana nacida en los a?os 50, recibe un turismo incipiente y en su mayor¨ªa local. No hay mucho m¨¢s que hacer salvo descansar, ponerse a remojo en las aguas del mar de la China Meridional o practicar alg¨²n deporte acu¨¢tico. Si se quiere intensificar el ejercicio de relax, una visita a la remota provincia costera de Kep puede resultar incluso peligrosa. No querr¨¢ volver a casa.
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