El reino de la menestra
Su Museo de la Verdura recoge la tradici¨®n hort¨ªcola de esta villa riojana situada en el f¨¦rtil corredor del Ebro. Y en sus restaurantes, grandes ¡®delicatessen¡¯: apios, alcachofas y lechugas
Le apetece un calabac¨ªn rebozado de puerros y zanahorias pochadas? Del 22 al 28 de abril, en las Jornadas Gastron¨®micas de la Verdura de Calahorra, bares, restaurantes y panader¨ªas se vuelcan con el evento y preparan pinchos como el citado (en el Caf¨¦ Central), o un crujiente de coliflor con crema de manzana asada (en Las Vegas), o una fantas¨ªa de verduras de Calahorra (en el Asador Calagurris), o un pan de ma¨ªz y girasoles (panader¨ªa La Villareja). Ha habido hasta desfiles con trajes elaborados en la Escuela de Dise?o de Logro?o y recubiertos de lombardas, pimientos secos, guindillas, alcachofas, zanahorias, ajos y lechugas. En la segunda poblaci¨®n m¨¢s grande de La Rioja (unos 25.000 habitantes), la huerta es protagonista, y casi cien kil¨®metros de caminos, los Senderos de la Verdura, permiten deleitarse con los productos de la ribera y ver aves.
En el pasado, de Calahorra hicieron los romanos una urbe en toda regla, con circo, termas, teatros y templos. A poco de ser derrocados sus dioses, ya se alzaba la que llegar¨ªa a ser una gran catedral g¨®tica. Con muchos peregrinos de paso, jacobeos. La culpa de tanto traj¨ªn, la geograf¨ªa: Calahorra se encuentra en pleno corredor del Ebro, por donde adem¨¢s del cierzo feroz corren las mercanc¨ªas. Las aguas del Ebro y del Cidacos hicieron desde siempre que las huertas de este enclave fueran el motor econ¨®mico de la zona. Motor acelerado con la llegada del ferrocarril, en el siglo XIX, pues trajo pujanza a la industria conservera. Y en esas sigue Calahorra, hasta el punto de a?adir a su t¨ªtulo oficioso de capital de La Rioja Baja el de Capital de la Verdura.
9.00 ¡®Fames calagurritana¡¯
Lo mejor es empezar recogiendo mapas y folletos en la oficina de turismo (?ngel Oliv¨¢n, 8), que est¨¢ pegada al Museo de la Romanizaci¨®n (1). Porque Roma fue el comienzo, la que convirti¨® a la b¨¢rbara Kalakorikos en Calagurris Nasica Iulia. Despu¨¦s, eso s¨ª, de algunas batallas, incluso entre los propios romanos, como aquellas guerras sertorianas en las que la plaza fue sitiada y, muertos de hambre (la famosa fames calagurritana), dicen los escritos que tuvieron que ponerse a r¨¦gimen can¨ªbal; una matrona, con un trozo de brazo a guisa de filete, lo recuerda en el lugar donde estuvo el circo (paseo del Mercadal) (2). Queda alg¨²n resto del circo, de la muralla y unas cloacas romanas. M¨¢s todo lo que se ve en el museo, con la Dama Calagurritana como pieza emblem¨¢tica (un busto del siglo II aparentemente femenino, de 21 cent¨ªmetros de altura y labrado en m¨¢rmol blanco). En aquella urbe naci¨® el escritor y orador Marco Fabio Quintiliano, quien da nombre al parador y a una soberbia biblioteca de investigaci¨®n que dirige el latinista tuitero Emilio del R¨ªo. Cada a?o, en el fin de semana de Pasi¨®n, se organiza un Mercaforum que revive el ambiente ferial de aquellas calendas, con gladiadores y todo.
11.00 Palacio barroco
La catedral g¨®tica de Calahorra (3), mal conocida, alberga verdaderos tesoros. Como algunas de sus capillas, rejas o retablos de alabastro. Pero sobre todo una sacrist¨ªa cubierta de pinturas y un claustro plateresco convertido en museo con piezas sacras tra¨ªdas desde puntos de toda la di¨®cesis. A la salida, se ve enfrente el palacio episcopal, de estilo barroco.
12.00 Etiqueta verde
Subiendo esa cuesta de palacio se llega al Museo de la Verdura (4), ¨²nico en Espa?a. Es m¨¢s de lo que su nombre indica; en realidad muestra un poco la historia local (conservera) y las ¨²ltimas tendencias en la alimentaci¨®n humana, con secciones como El territorio y el hombre, La agricultura y Las conservas. Cada s¨¢bado hay mercado de verduras en la plaza del Raso y alrededores. En el Rasillo de San Francisco, la iglesia de San Francisco (5) ocupa la parte m¨¢s alta de la colina, all¨ª donde estuvo la acr¨®polis y el castillo del rey Enrique IV (el malo de la serie Isabel). El templo guarda los pasos de Semana Santa; por cierto, en Jueves Santo montan por la avenida de Valvanera una pasi¨®n viviente muy concurrida. Ah¨ª, en ese cerro, estuvo tambi¨¦n la juder¨ªa, en la cual vivi¨® sus ¨²ltimos a?os el tudelano Abraham ibn Ezr¨¢, literato y astr¨®nomo del siglo XII.
14.00 Comer verdura
No hay que andar mucho para dar con los bares m¨¢s codiciados a la hora del aperitivo. Por ejemplo, Las Vegas (6) (Toriles, 10), donde Ester y Cipri preparan unos pinchos que son obras de arte. Tambi¨¦n son de obligado tapeo el Bar Rioja (Paletillas, 1), The Swing (M¨¢rtires, 7) y La Comedia (Montecompatri, 8). Para comer ¡ªya se sabe, verduras en un punto sublime¡ª hay dos sitios muy especiales: Chef Nino (7), donde oficia Ventura, el hijo de Saturnino y Juli, que abrieron su primer local en 1975 (Padre Lucas, 2), y La Taberna de la Cuarta Esquina (8) (Cuatro Esquinas, 16), una referencia. Tambi¨¦n son muy recomendables Casa Mateo (9) (plaza del Raso, 15) y el parador (10) (paseo del Mercadal).
16.00 Tarde de relax
Se puede ayudar a la digesti¨®n yendo a buscar el postre: al torno de las madres carmelitas, en el convento de San Jos¨¦ (11) (Tener¨ªas, 12), que elaboran y venden dulces de pecado. O bien yendo a pasear al parque del Cidacos (12), al otro lado del r¨ªo, donde est¨¢n los padres carmelitas, en el santuario del Carmen (13), que tiene adem¨¢s cosas que ver. Tampoco ser¨ªa mala opci¨®n imitar a los antiguos habitantes, paganos, pero listos: pasar la tarde en las termas. Hay que echar un cuarto de hora en coche para llegar a Arnedillo (14) (o ir en bici por la V¨ªa Verde, v¨ªa f¨¦rrea jubilada). All¨ª se ba?aron los romanos (hay huellas) y hoy d¨ªa sigue funcionando un balneario (Hotel Spa TermaEuropa) con toda clase de tratamientos, masajes y mimos. Sale m¨¢s barato (pero no es lo mismo) recurrir a las Pozas Municipales, que est¨¢n al aire libre y son gratis.
20.00 Noche apacible
Las ¨²ltimas horas del d¨ªa, con la guardia bajada, pueden ser las mejores para animarse a comprar los buenos productos de la tierra: vino, aceite, frutas y verduras en conserva. En Fuertes Gourmet (15) (traves¨ªa de las Paletillas, 3) se puede adem¨¢s aliviar el tr¨¢mite con un chato y unas tapas. Hubo en tiempos, en Calahorra, dos teatros rivales. Hoy solo queda el teatro Ideal (16), reabierto en 2006, aunque data de 1925; all¨ª actu¨® la compa?¨ªa de Margarita Xirgu, se destap¨® la vedet Celia G¨¢mez, y lo mismo sirve ahora para teatro o zarzuela de gira que para conciertos. El d¨ªa que no hay funci¨®n puede servir de alternativa tomar una copa en Voch¨¦ (17) (plaza de Pe?a Philips) o Dolce Vita (traves¨ªa de las Paletillas, 5). Para dormir, el parador no parece muy seductor por fuera, pero es por dentro uno de los sitios m¨¢s acogedores y elegantes. Otra opci¨®n, sin alejarse del centro, es el hotel Ciudad de Calahorra (18) (Maestro Falla, 1). Si se quiere m¨¢s sosiego a¨²n del que brinda esta apacible ciudad, hay en Munilla (19) (a cinco minutos de Arnedillo) dos casas rurales dignas de un patricio, con nombre latino: Casa Vacatio y Casa Traditio.
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