La Graciosa, isla sin asfalto
Es la octava del archipi¨¦lago canario, para¨ªso para las bicis al que se llega desde Lanzarote
Hace tres a?os, en un mitin que dio en Las Palmas, Rajoy dijo que las Canarias son siete islas, y el p¨²blico le interrumpi¨® para explicarle que hay otra m¨¢s, que no es la isla fantasma de San Borond¨®n, sino una en la que viven 650 personas.
La Graciosa, que as¨ª se llama la octava isla, se halla en el extremo nororiental del archipi¨¦lago, separada de la punta m¨¢s norte?a de Lanzarote por un estrecho de poco m¨¢s de un kil¨®metro al que dicen El R¨ªo. Su ¨²nico acceso es en barco desde el puerto lanzarote?o de ?rzola, siempre que lo permiten las olas de hasta cuatro metros de altura. Bueno, tambi¨¦n se puede ir nadando. Pero no es muy pr¨¢ctico y tampoco resulta sencillo. Todos los a?os se celebra una traves¨ªa a nado entre las dos islas, y alguna vez ha sucedido que de los 600 participantes, 400 han sido arrastrados al mar por la fuerte corriente de El R¨ªo, teniendo que ser rescatados por los organizadores de la actividad.
Dos poblaciones hay en La Graciosa, las dos arrimadas a la costa meridional, mirando con amor, como la cr¨ªa mira a la madre, hacia la vecina isla de Lanzarote. Una es Pedro Barba, que, al decir de los m¨¢s viejos gracioseros, fue el primer asentamiento de la isla, surgido al calor de una f¨¢brica de salaz¨®n de pescado que funcion¨® hasta mediados del siglo XIX, y ahora es un bonito pueblo sin vida al que vienen a pasar el verano ¡°m¨¦dicos de Tenerife y otros ricos de afuera¡±, seg¨²n nos cuentan. La otra es Caleta del Sebo, donde se fueron mudando los primeros habitantes y hoy est¨¢n el puerto y la gente que vive en la isla de continuo, muchos de ellos viejos pescadores que a¨²n se tocan con los t¨ªpicos sombreros gracioseros y se sientan en la orilla al atardecer, delante de sus casitas blancas, a limpiar las capturas del d¨ªa y a evocar de buena gana para el forastero los tiempos no muy lejanos en que viv¨ªan sin electricidad (antes de 1985) y sin agua corriente (1990). Todav¨ªa hay quien recuerda los tiempos en los que en la isla solo se beb¨ªa de las aguadas (aljibes donde se recog¨ªa la poca lluvia) o del agua que se iba a buscar en barco a un manantial que brota al pie del Risco de Famara, el acantilado de casi 500 metros que se alza imponente en la otra orilla de El R¨ªo, la de Lanzarote.
Taxis todoterreno
Lo que sigue sin haber en La Graciosa, y no precisamente por falta de recursos, sino por exceso de conciencia medioambiental, son carreteras asfaltadas. Como no hay asfalto, tampoco hay coches, salvo media docena de taxis todoterreno que llevan de ac¨¢ para all¨¢ a los turistas con m¨¢s recursos. La opci¨®n m¨¢s l¨®gica y ecol¨®gica, por la que opta casi todo el mundo al llegar, es alquilar una bici de monta?a. Es la isla de las bicicletas.
Un buen lugar para ir pedaleando es la playa de las Conchas, que est¨¢ en el norte, a cinco kil¨®metros largos de Caleta del Sebo, y es la m¨¢s bella de la isla y una de las m¨¢s bonitas de Espa?a: 600 metros de arenas doradas, ba?adas por un mar de vibrante color turquesa y enmarcadas por el volc¨¢n Monta?a Bermeja y el islote Monta?a Clara, ambos rojos como ascuas. Desde all¨ª se puede volver dando un rodeo por la playa de la Lambra (que no es de arena, como parece, sino de min¨²sculas conchas) y por las soledades de Pedro Barba. En total son 15 kil¨®metros de recorrido, lo cual no es mucho, siempre que se lleve agua en abundancia, algo de comer y la adecuada protecci¨®n solar, porque fuera de Caleta no hay nada, ni un ¨¢rbol, ni una fuente y no digamos ya un chiringuito.
Otro d¨ªa se puede ir pedaleando a la punta contraria, la del Pobre (7,4 kil¨®metros desde Caleta del Sebo), para admirar las fantas¨ªas que Vulcano, Eolo y Neptuno han esculpido en las rubias calizas del volc¨¢n Monta?a Amarilla: toboganes, olas, espigones, ba?eras de gigantes¡ En Espa?a no hay nada semejante, salvo, quiz¨¢, algunas calas rocosas del almeriense cabo de Gata, que son un capricho de los mismos dioses.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
Informaci¨®n
? Dos navieras, L¨ªneas Mar¨ªtimas Romero (www.lineasromero.com) y Biosfera Express (www.biosferaexpress.com), hacen la traves¨ªa de ?rzola (Lanzarote) a Caleta del Sebo (La Graciosa). Sale un barco aproximadamente cada media hora desde el amanecer hasta la puesta del sol. El trayecto dura 20 minutos. Desde el aeropuerto de Lanzarote a ?rzola se puede ir en taxi o en autob¨²s.
??Turismo de La Graciosa (928 59 25 42; www.turismoteguise.com).
En cambio, a las playas que se extienden al suroeste de Caleta del Sebo (la del Salado, la de la Francesa¡) no se debe ir en bici, porque la pista es sumamente arenosa y las ruedas se hunden en ella cada dos pedaladas. El obligado paseo a pie, por la pista o por la misma orilla, es una buena ocasi¨®n para apreciar la riqueza de estos cielos (pardelas cenicientas, pa¨ª?os pechialbos, cern¨ªcalos, halcones de Eleonor, ¨¢guilas pescadoras¡) que junto con la de los fondos submarinos (la mayor biodiversidad de las Canarias) han hecho a La Graciosa merecedora de ocho figuras de protecci¨®n, desde parque natural hasta reserva de la biosfera. Al final, tras una hora de camino, se descubre la playa de la Cocina, la segunda m¨¢s bella de la isla, tambi¨¦n de aguas verdeazuladas, pero m¨¢s peque?a (360 metros) y recogida, resguardada del viento y el oleaje bajo las faldas color mostaza de Monta?a Amarilla.
Si uno se aburre de comer pescado fresco, de pedalear entre volcanes rojos y amarillos y de ver playas espectaculares y crep¨²sculos del primer d¨ªa del mundo, que todo puede ocurrir, en el puerto ofrecen salidas de buceo y excursiones en barco alrededor de La Graciosa y a las islas menores que forman con ella el llamado archipi¨¦lago Chinijo (peque?o, en la jerga local): Monta?a Clara, Alegranza, el Roque del Este y el del Oeste. Si uno se sigue aburriendo es que no est¨¢ hecho para el para¨ªso, como no est¨¢ hecho el asfalto para La Graciosa.
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