El Poble Sec da un giro

Hay una manera bastante infalible de saber si una gu¨ªa de Barcelona est¨¢ anticuada: ver qu¨¦ dice sobre el Poble Sec. Si pasa un poco por encima del barrio y lo ignora en la secci¨®n de restaurantes, m¨¢s all¨¢ de citar al famoso templo de las conservas Quimet & Quimet (Poeta Cabanyes, 25), entonces esa gu¨ªa es una reliquia.

Hasta la muy actualizada web de Airbnb, que habla de los ¡°locales nocturnos de moda¡± del barrio y le adjudica las etiquetas de¡°vintage¡±, ¡°bohemio¡±, ¡°vermut¡± y ¡°murales¡±, entre otras, lo que destaca es que en el Poble Sec se puede encontrar ¡°la cerveza m¨¢s barata de Barcelona¡±.

Lo que es verdad hasta cierto punto. La zona sigue teniendo m¨²ltiples bares, y algunos muy recomendables, de toda la vida, regentados por distintas oleadas de inmigrantes ¨Cgallegos que llegaron en los sesenta y extendieron una tupida red del pulpo por toda la ciudad; latinos y paquistan¨ªes que arraigaron en los noventa¨C, pero la ¡°cerveza barata¡± ha dejado de ser el motivo por el que los barceloneses se est¨¢n volviendo a enamorar de este barrio que queda perfectamente encajonado entre la avenida del Paral¡¤lel y la monta?a de Montju?c. Una normativa que imped¨ªa construir en la zona para evitar los posibles proyectiles disparados desde el castillo de Montju?c marc¨® el car¨¢cter del barrio, que qued¨® fuera del Eixample ideado por Ildefonso Cerd¨¤. En lugar de los m¨¢s o menos nobles edificios del Ensanche, sus calles empinadas quedaron pobladas por las casitas que los obreros se construyeron a partir del a?o 1858 en una zona que sol¨ªa estar llena de huertos.

Hoy lo m¨¢s parecido a aquello es el envidiable jard¨ªn urbano, con tomatera incluida, que ocupa una de las terrazas del hotel Brummell (Nou de la Rambla, 174). El establecimiento (de tres estrellas que podr¨ªan ser cuatro) abri¨® sus puertas a principios de verano y confirma la transformaci¨®n del barrio. La ingeniosa reforma que ha encargado su due?o, el austriaco Christian Schallert, ha conseguido escarbar 20 habitaciones y dos apartamentos en lo que desde fuera parece un angosto edificio de finales del XIX. Dentro, los interioristas australianos Blank?Slate han creado un mini?oasis verde en torno a una apetecible piscina-alberca bas¨¢ndose en el estilo tropical-racionalista del arquitecto Geoffrey Bawa. Como manda la biblia del hotel moderno, el Brummell est¨¢ abierto a la ciudad a trav¨¦s de su restaurante, el Box Social, que ofrece un men¨² diario y bento boxes ¨Ccajas de p¨ªcnic¨C para llevar a un precio de 12 euros.

En la puerta contigua est¨¢ el Garage, el nuevo espacio de yoga que se desdobla como sala de exposiciones que ha abierto la modelo Ver¨®nica Blume, y un poco m¨¢s abajo, el Bar Seco (paseo de Montju?c, 74), una cantina que solo trabaja con productos ecol¨®gicos y que, como muchos otros locales del barrio, se ha renovado sin caer en la tendencia kawaii (en japon¨¦s, mono) que domina a veces demasiado en el vecino Sant Antoni. Tambi¨¦n queda cerca el Palo Cortao (Nou de la Rambla, 146), la taberna que toma el nombre de un vino rebelde de Jerez y que presume de ra¨ªces medio catalanas, medio andaluzas. O sea, arroz del Delta y fritos de C¨¢diz.

Quien busque a los art¨ªfices (o a los culpables, seg¨²n se mire) de la inevitable gentrificaci¨®n del barrio, tiene claro por d¨®nde empezar: por el Xemei (paseo de l¡¯Exposici¨®, 85) y por el m¨¢s reciente y muy celebrado Mano Rota (Creu dels Molers, 4). Ambos est¨¢n regentados por chefs fotog¨¦nicos y medi¨¢ticos, pero que nadie se asuste: las suyas son cocinas muy serias. El primero es la an¨¢rquica osteria veneciana de los gemelos Max y Stefano Colombo ¨Cojo: Patti Smith es fan, al igual que muchos chefs de la ciudad, como Albert Adri¨¤¨C, y el segundo, la criatura de un catal¨¢n formado en Per¨², Bernat Bermudo, y un venezolano, Oswaldo Brito. Conseguir mesa, o barra, en el Mano Rota y dar cuenta de su ajustado men¨² de mediod¨ªa (14 euros) o de su completo men¨² degustaci¨®n (11 platos, 55 euros¡­, por el momento) se ha convertido en una haza?a que nadie se resiste a documentar en su Instagram. Esas croquetas de yuca y scamorza hay que reportarlas.

Tapas y vermut

Antes de que esos locales y otros como la Hamburgueser¨ªa de Paula (Creu dels Molers, 65), que hace sus filetes rusos a la brasa y con carne de picanha cortada a cuchillo, ampliaran el mapa gastron¨®mico del barrio, ya exist¨ªa una muy consolidada ruta de tapas y vermut en torno a la calle de Blai. Esta tambi¨¦n se est¨¢ renovando con la llegada de espacios como el Koska (Blai, 8), regentado por un vasco y un argentino, o el Malam¨¦n (Blai, 53). ?Que por qu¨¦ lleva eneldo la ensaladilla? Pues porque su chef es sueco.

Conviene ir desvi¨¢ndose por las calles que cruzan para no perderse ni cl¨¢sicos como el citado Quimet & Quimet, que se mantiene abierto desde 1914, ni nuevas referencias como el Celler Cal Marino (Margarit, 54), una bodega que despacha tapas muy dignas como sus papas arrug¨¢s o su bocata de porchetta.

La zona tambi¨¦n ha visto resucitar a varios locales con mucha vida detr¨¢s, como la Gran Bodega Salt¨® (Blesa, 36), una centenaria tienda de vinos a granel reconvertida en desmadrado local nocturno, o el Sortidor (plaza del Sortidor, 5), el lugar al que los vecinos iban a comprar el hielo y que acaba de reabrir con nuevos due?os y con platos como los sonsos fritos o las habitas con morcilla.

La pregunta es: ?hasta qu¨¦ punto saben todo esto los ocho millones, mill¨®n arriba, mill¨®n abajo, de turistas que pasan por la ciudad cada a?o? Lo saben a medias (y solo si han consultado la gu¨ªa correcta). De momento, el Poble Sec es sobre todo una cosa de barceloneses. Categor¨ªa que, como bien saben aqu¨ª, incluye a los nacidos en Ourense, Islamabad, Viena, Malmoe y las dos C¨®rdobas, argentina y andaluza.

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