Urdaibai, la costa sostenible
20 pistas para visitar la reserva de la biosfera vizca¨ªna, enclave emblem¨¢tico de la naturaleza en el Pa¨ªs Vasco, que invita a un fin de semana repleto de diversi¨®n
No cabe mejor plasmaci¨®n del concepto de sostenibilidad que regresar a la joya de la costa vasca un lustro despu¨¦s y percibirla indemne en lo paisaj¨ªstico. La reserva de la biosfera de Urdaibai (Biz?kaia) contin¨²a siendo s¨ªmbolo de la mejor Euskadi verde. La que concentra en pocos kil¨®metros montes manchados de encinar cant¨¢brico y una geograf¨ªa de marismas cargadas de biodiversidad.
Modesta en playas y pr¨®diga en acantilados, Urdaibai dista de ser un parque natural: 45.000 almas buscan el equilibrio entre el desarrollo econ¨®mico y el respeto al bello estuario, consagrado este 2017 al a?o internacional del turismo sostenible declarado por Naciones Unidas. Sumemos alicientes faun¨ªsticos, culturales y gastron¨®micos.
1 El monte dormitorio
Lo que muchos hacen nada m¨¢s adentrarse en Urdaibai es pernoctar en el fastuoso monte Sollube (Bermeo). Pr¨®ximo a la cumbre, disfrutando de una vista que se desparrama hasta el Cant¨¢brico, se yergue el hotel rural Atxurra, espacioso, dotado de eco?etiqueta de sostenibilidad y Q de calidad tur¨ªstica: 12 habitaciones y 3 apartamentos. A media ladera se observa la cada vez m¨¢s afamada casa rural Lurdeia. En la categor¨ªa de mejor calidad-precio, se alz¨® en la web Tripadvisor con el noveno puesto mundial y el primero espa?ol, as¨ª como el tercer mejor hotel peque?o de Espa?a. ?El trato? Como uno m¨¢s de la familia. Acceso por Mungia y BI-631.
La casa rural Lurdeia, en el monte Sollube, ha recibido varias distinciones por su buena relaci¨®n calidad-precio
2 Al cabo
Sentir la fuerza de la naturaleza litoral (abrigarse bien) es privativo de Machichaco. No desciende abruptamente, como el com¨²n de cabos cant¨¢bricos, sino que se humilla hacia las olas en un prolongado deslizamiento. Donde estuvo el faro primitivo se han instalado paneles para identificar cet¨¢ceos con prism¨¢ticos; a ocho kil¨®metros, la plataforma Gaviota de almacenaje de gas. Andando hacia el oeste se abre la perspectiva prodigiosa del islote Aketxe y, detr¨¢s, la pen¨ªnsula de San Juan de Gaztelugatxe. Si trepamos por la veredita, nos alinearemos con la linterna farera, de estructura de fundici¨®n. De no ser por la cortina, el sol, a trav¨¦s de la ¨®ptica, achicharrar¨ªa los equipos.
3 Desde el mar
La ruta por las esculturas de N¨¦stor Basterretxea en Bermeo es anticipo de las estupendas traves¨ªas mar¨ªtimas de una hora que fleta Hegaluze. Por la ma?ana se zarpa rumbo a Elantxobe, orillando la isla de ?zaro ¡ªcolmada de gaviotas y cormoranes¡ª y el pe?¨®n de Ogo?o, alzado 318 metros, que lo dobla la embarcaci¨®n entre el regocijo y los selfies del pasaje. El regreso se ci?e a la playa de Laga, costea ?zaro por su banda meridional y entra en el puerto de Mundaka. La traves¨ªa de tarde ofrece una perspectiva diferente de la pen¨ªnsula de San Juan de Gaztelugatxe, en especial de sus arcadas de gran porte.
4 Cet¨¢ceos a las 10.00
Son singladuras de cuatro o seis horas que zarpan de Bermeo y cuentan con el asesoramiento de gu¨ªas-divulgadores de la ONG ?mbar. Con buena mar, se sumergen hidr¨®fonos con los que auscultar los silbidos y chasquidos de los cet¨¢ceos, mam¨ªferos de gran sensibilidad ac¨²stica. Hay muchas posibilidades de autorretratarse con delfines y zifios de Cuvier, en tanto que las reservas las gestiona el centro de actividades ambientales del Gobierno Vasco Ekoetxea Urdaibai. Del vaiv¨¦n del oleaje nos recuperamos en el estupendo parque de la Tala (Atalaya), decorado con 11 murales alusivos a la pesca ballenera.
5 La ola de Mundaka
Al ser de fondo arena, la ola de Mundaka, considerada la mejor ola izquierda de Europa, resulta muy irregular. ¡°La barra no cuenta este a?o con tanto aporte de arena, por lo que se aconseja ir durante marejadas, s¨ª, pero no fuertes¡±. Lo dice el australiano Craig Sage, propietario desde 1985 de la escuela Mundaka Surf Shop. El mirador de la Atalaya, junto a la iglesia, hace las veces de grader¨ªo.
6 Enoturismo memorable
Amunategi es ejemplo de bodega familiar de chacol¨ª: solo 12.500 litros anuales producen estos vi?edos arrebujados bajo colinas de frondoso encinar. El edificio conserva la dataci¨®n de 1849, y en la cuidada disertaci¨®n del viticultor Anton Aranburu, analizando el ecosistema y las pilastras que sosten¨ªan anta?o el emparrado, se desprende su pasado como jefe de biodiversidad del Pa¨ªs Vasco e hist¨®rico impulsor de la reserva de la biosfera. Amunategi es un vino muy sabroso y con el pellizco ¨¢cido del chacol¨ª cl¨¢sico. La visita incluye una degustaci¨®n.
Los enoturistas no pueden perderse la bodega oce¨¢nica que atiende Jon Andoni Rementeria en el restaurante Remenetxe.
7 Cultura de la biodiversidad
El centro de actividades ambientales del Gobierno Vasco Ekoetxea Urdaibai, en Busturia, a?adir¨¢ en junio a sus exposiciones y a la Torre de Madariaga una nueva funci¨®n como centro de informaci¨®n de la reserva de la biosfera de Urdaibai. De su programaci¨®n ¡ªuna invitaci¨®n constante¡ª entresacamos el itinerario guiado de dos horas por las marismas del humedal m¨¢s relevante de Euskadi.
8 Un ¡®Guernica¡¯ octogenario
Hace ocho d¨¦cadas, Picasso llevar¨ªa dos semanas pintando el mural antibelicista alusivo al bombardeo de la villa foral ocurrido un 26 de abril. Con su pincel extralargo y acompa?ado de un plumero, dio forma al icono del horror b¨¦lico. Lo entregar¨ªa el 4 de junio para ocupar un lugar destacado en la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937. Un Guernica cer¨¢mico, tama?o natural, se exhibe cerca de la iglesia de Gernika-Lumo. El Museo de la Paz, por su parte, exhibe fotograf¨ªas del proceso creativo a cargo de Dora Maar, a la saz¨®n musa y amante de Picasso. En otra sala, las figuras de un Guernica deconstruido comentan en 3D los derechos humanos. Hasta octubre se exponen reinterpretaciones del Guernica a cargo del grafitero estadounidense Ron English.
9 Conociendo Gernika-Lumo
La visita can¨®nica de Gernika-Lumo pasa por la Casa de Juntas, con su roble juradero, y el parque de los Pueblos de Europa, en el que brillan con luz propia esculturas de Henry Moore y Eduardo Chillida. De 16.30 a 19.30 suele permanecer abierto el front¨®n de cesta punta Jai Alai, claro exponente del Movimiento Moderno, proyectado en 1963 por Secundino Zuazo. Cada lunes se celebra en Gernika un importante mercado.
En el 1000 Kolorau (+34 946 25 76 19), m¨¢s que de pinchos habr¨ªa que hablar de cocina de calidad en miniatura, desde extrasensoriales chipirones de Elantxobe hasta crema de marisco. Su men¨² de cuatro pinchos calientes y postre cuesta 20 euros (bebida aparte).
La b¨®veda policromada de madera de la iglesia de San Andr¨¦s de Ibarrangelu alterna motivos sacros y profanos
10 El ¨¢guila pescadora
Pocas experiencias visuales y emocionales como la del ¨¢guila pesca?dora vista desde la torre y los observatorios del Urdaibai Bird Center.
Estas rapaces han llegado para quedarse hasta septiembre, y en julio y agosto se programan salidas para atisbarlas. Su blanco porte roba protagonismo a las esp¨¢tulas, que se atusan el plumaje en la laguna recuperada. El visitante est¨¢ asesorado en todo momento por personal que ilustra sobre las rutas europeas de la avifauna y sus principales aeropuertos. Este centro es la coartada perfecta para un d¨ªa borrascoso, mejor en horario de pleamar.
Cerca puede vivirse una experiencia relais & ch?teaux (club de calidad de establecimientos de lujo) en el hotel Castillo de Arteaga.
11 Cueva y bosque
La cueva de Santimami?e y sus pinturas rupestres se reproducen en 3D en la ermita de San Mam¨¦s, bien entendido que la visita a la cueva, tras cubrir 308 pelda?os, se circunscribe al vest¨ªbulo de la caverna, habitado hace 14.500 a?os. El Bosque Pintado de Oma es una propuesta de fusi¨®n de arte y paisaje, en este caso un pinar, perge?ada por Agust¨ªn Ibarrola, vecino de Oma. Prepararse para una caminata circular de 6,8 kil¨®metros, recomendada para d¨ªas encapotados, nunca lluviosos. Los ni?os prefieren la fauna de Basondo, un refugio para animales silvestres que habitan la zona.
12 Estelas solares
Desde el muro del cementerio de Kanala se contempla la r¨ªa de Gernika en toda su dimensi¨®n marisme?a. En las tumbas sorprenden a los viajeros las estelas discoideas de tradici¨®n pagana, elementos p¨¦treos de homenaje imbuidos de mitolog¨ªa solar. En las estelas lucen lauburus, esas cruces de brazos curvil¨ªneos que veremos por todo el Pa¨ªs Vasco. Para llegar, en el punto kilom¨¦trico 42, reducir la velocidad y subir por la izquierda la cuesta de pavimento marr¨®n.
Los delfines y zifios se avistan en las traves¨ªas guiadas, y con buena mar tambi¨¦n se pueden escuchar sus silbidos
13 Caminando la r¨ªa
Remando en paddle surf es como mejor se aquilata el humedal m¨¢s relevante de Euskadi. Contando con la sensibilidad de una pareja de arquitectos paisajistas, Eneko Cepeda y Eunate Torres, cartografiadores asimismo de las marismas de Urdaibai, que en castellano significa r¨ªo de jabal¨ªes. Se rema a lo largo de ocho kil¨®metros de aguas continentales y marinas, con la marea y el viento a favor, usando el cuerpo a modo de vela. Salida desde Laida.
14 Arenas adictas al ron
Como una barra de aluvi¨®n que triplica su superficie en bajamar, as¨ª es la playa de Laida. De hecho, su morfolog¨ªa arenosa var¨ªa a?o tras a?o; la ribera que da a la r¨ªa, con viento de componente sur, es coto de los kitesurfistas. Qu¨¦ decir del bar Atxarre, otra cita obligada, mejor entre semana o si el d¨ªa amanece desapacible. La tortilla de patatas poco cuajada disputa primac¨ªa a bocadillos que, por su tama?o, semejan ca?ones. Arriba, expuesta en vitrinas, la colecci¨®n de 1.150 rones procedentes de todo el mundo. A la azotea panor¨¢mica se accede por un fosterito, boca del metro bilba¨ªno dise?ada por el arquitecto brit¨¢nico Norman Foster.
En la habitaci¨®n n¨²mero 3 de la casa rural Ogo?o Mendi, en Elantxobe, el hu¨¦sped disfruta de la salida del sol por el mar
15 Laida conduce a Laga
Son tres kil¨®metros de carretera costera que dejan sin palabras. Mundaka, la isla de ?zaro a solo un kil¨®metro de distancia, la luz del faro de Machichaco caso de que anochezca. Y encaramado sobre un collado, el hotel Gametxo. Nos detendremos en los apartaderos de la izquierda para regalarnos la vista con Laga ¡ªmuy del gusto de los pintores¡ª. El ancho arenal, los pinos inclinados por la exposici¨®n a los temporales, la Roca del Amor, la escuela de surf, el Chal¨¦ del Franc¨¦s¡ forman parte del imaginario playero. El cabo de Ogo?o le presta hermosura, y el bar Toki Alai ayuda a combatir el frescor de la tarde con chocolate, pan tostado, mantequilla y mermelada.
16 El mirador sagrado
Urdaibai tiene a la ermita de San Pedro de Atxarre como una de sus mejores atalayas. A 312 metros de altitud, la ermita concede una percepci¨®n abarcadora de la boca de la r¨ªa, donde el r¨ªo Oka tributa sus aguas al Cant¨¢brico. Se atisba la isla de Txatxarramendi y el Urdaiferry, que va y viene de junio a septiembre entre Laida y Sukarrieta. En Akorda nos disponemos a caminar 40 minutos para cubrir un discreto desnivel de 126 metros. Al regreso, la antigua escuela reconvertida en taberna Akorda ofrece una carta generosa en la que no falta ni el pulpo a la gallega ni las croquetas de jam¨®n.
17 Arte vasco
La primera impresi¨®n es abrumadora. Una b¨®veda en roble y casta?o policromados que cubre desde 1563 ¡ªpalaciegamente¡ª la iglesia de San Andr¨¦s de Ibarrangelu. Esta magna obra, dise?ada con t¨¦cnicas aprendidas en la carpinter¨ªa de ribera, sugiere el estilo de Rodrigo Gil de Honta?¨®n. Alterna claves y enjutas de madera con trampantojo, motivos sacros y profanos. Adem¨¢s de mostrar la b¨®veda, en la Ruta de la Madera de Nueva Europa se incluye la explicaci¨®n del robledal de Atxubi y un optativo men¨² tem¨¢tico.
18 La plataforma
Si algo presta singularidad a Elantxobe, eso es lo escarpado de su caser¨ªo de 313 habitantes. En el barrio intermedio, donde los miradores de colores, al autob¨²s de l¨ªnea no le queda otra que dar la vuelta usando la plataforma giratoria. Y quien baje en coche al puerto ver¨¢ a la derecha, fijada en el pretil, una roca de 301 kilos justo en el lugar donde la elev¨® una tempestad en 1990.
En los muelles, muchos aciertan a ver una piscina sin socorrista, en lo que no es sino un dep¨®sito de disipaci¨®n que evita el reflujo de las olas los d¨ªas de mala mar.
19 La magia y una manta
Un ascensor imaginario une las chipironeras atracadas en el muelle de Elantxobe con la casa rural Ogo?o Mendi, sencilla, con terraza acristalada y atendida con calidez. Quien disfruta de la habitaci¨®n n¨²mero 3 goza del privilegio de ver la salida del sol por el mar; el resto de la clientela baja con una manta a disfrutar de ese momento m¨¢gico. Buena calidad ¡ªy precios en consonancia¡ª despliega el restaurante Itxas Etxea (La Casa del Mar), de estupenda terraza junto al muelle. A mediados de junio, el servicio a la carta (+34 946 27 66 27), donde sobresale el rodaballo a la brasa, se trasladar¨¢ al aleda?o restaurante Ogo?ope.
20 Oppidum de Arrola
El cierre de oro del itinerario nos eleva al puebl¨ªn de Nabarniz, cuyas alubias se guisan desde hace cien a?os en la taberna Aboitiz. Est¨¢n buen¨ªsimas, lo mismo que la menestra rebozada. El condumio se completa en verano con la subida en tren tur¨ªstico desde Nabarniz al Oppidum de Arrola (+34 688 85 66 89), enclave defensivo cuyo mayor auge se sit¨²a en torno al siglo II antes de Cristo.
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