Canterbury, la ciudad de Thomas Becket
Sus verdugos salieron de la catedral el 29 de diciembre de 1170 al grito de ¡°?Los hombres del rey...!¡±. Recorrido por la encantadora poblaci¨®n inglesa, centro de peregrinaje
Desde su esquina suroriental, Canterbury, peque?a ciudad de unos 55.000 habitantes, fue central en la historia de Inglaterra. Lo atestiguan ruinas romanas, iglesias cristianas, murallas medievales y un sinf¨ªn de joyas victorianas. Fue meta de peregrinos atra¨ªdos por el santuario de Thomas Becket, y que tambi¨¦n se solazaban, como cont¨® Chaucer en Los cuentos de Canterbury, de finales del siglo XIV. El dramaturgo isabelino Christopher Marlowe, un indomable hijo de Canterbury, da nombre a un teatro ultramoderno de 1.200 localidades. Barcas planas (punts) dan paseos por el r¨ªo Stour, que se crece entre tanta historia y jardines de los m¨¢s c¨¦lebres de Kent.
9.00 Mares tormentosos
En la secci¨®n N del cementerio municipal de Westgate Court Avenue (1) yace Joseph Conrad con su mujer, Jessie Emmeline, y sus hijos, John Alexander y Alfred Borys. Sobre la grava blanca, un monolito recuerda al escritor polaco, nacido en Ucrania en 1857 y fallecido en 1924. En la l¨¢pida pone Joseph Teador Conrad Korzeniowski, con una errata en su segundo nombre de pila. Al pie alguien ha dejado una bandera polaca, blanca y roja, y un ramillete de flores. Como epitafio figuran unos versos de The Faerie Queene, de Edmund Spenser, que Conrad hab¨ªa utilizado en su ¨²ltima novela, The Rover (El pirata): ¡°Duerme tras el traj¨ªn, fondea tras mares tormentosos¡¡±. Entre los ¨¢rboles centenarios del cementerio hay un tilo (silver lime tree) que se cree plantado por el general Gordon de Jartum. Doscientas tumbas de militares recuerdan la vinculaci¨®n de Canterbury con el ej¨¦rcito, especialmente con The Buffs, el regimiento de East Kent.
10.00 Meta de peregrinos
La puerta de Christ Church (2), de un estilo g¨®tico perpendicular o rectil¨ªneo, sirve de acceso a una catedral (3) cuyas primeras piedras se pusieron en 597. Luego se convertir¨ªa en la iglesia madre de los anglicanos, confesi¨®n que tiene como cabeza a la reina de Inglaterra. Cerca de esa imponente puerta sigue el hotel Sun (4), frecuentado por Dickens y que aparece en su David Copperfield. Canterbury contin¨²a siendo meta de peregrinaci¨®n. El camino cl¨¢sico empieza en Winchester y atraviesa prados y colinas del sur del pa¨ªs. Desde Canterbury irradia a su vez un ramal del Camino de Santiago y la V¨ªa Franc¨ªgena, la que va a Roma por Francia (Reims).
10.30 El lugar del crimen
En el suelo del altar mayor catedralicio han puesto la rosa de comp¨¢s, dise?ada por Giles Bloomfield en 1988 para simbolizar el esp¨ªritu anglicano. Un alto mar de vidrieras llena el templo de colores que a veces recuerdan un fuego de San Telmo. En su cripta rom¨¢nica ense?an fragmentos de los cristales que estallaron con las bombas alemanas de la II Guerra Mundial. La tumba del arzobispo Thomas Becket, un santo imposible de escindir para muchos de las facciones del actor Richard Burton, est¨¢ en la capilla de la Trinidad. Han colgado una panoplia de espadas melladas y rotas en el lugar donde Becket fue asesinado el 29 de diciembre de 1170. Sus cuatro matadores, partidarios de Enrique II, escaparon de la catedral pidiendo paso con el grito ¡°?Los hombres del rey¡!¡±.
11.30 El oasis de Greyfriars
A escasos minutos de High Street, la bulliciosa y comercial calle Mayor de Canterbury, se abre un jard¨ªn (5) que infunde tranquilidad. El r¨ªo Stour riega una pradera llena de flores y se mete bajo las piedras de un peque?o monasterio franciscano del siglo XIII. Parecido a un molino, ese convento de los frailes grises fue disuelto en 1538 por Enrique VIII.
12.30 La ¨²ltima casa
A cuatro millas de Canterbury se encuentra Bishopsbourne (6), la aldea donde Conrad pas¨® sus ¨²ltimos cinco a?os de vida. Su casa, llamada Oswalds, fue antes la rector¨ªa de la parroquia de St. Mary. Tiene una fachada de cinco ventanas y techo de pizarra galesa, y hoy es propiedad particular. Tras mudarse por varios pueblos del sur de Inglaterra, Conrad dio con sus cansados huesos en una casa que si acaso gustaba a su mujer, Jessie: ¡°No es un lugar para un marino. No puedo ver sino campos y un muro de bosque¡±. Pero ten¨ªa la ventaja de estar cerca de Canterbury. Muchos objetos personales de Conrad se exhiben en el Heritage Museum (7) de la ciudad: libros, palmatorias, cajas de puros y de gemelos¡ Y una gum¨ªa ¨¢rabe que T. E. Lawrence le regal¨® a Conrad. El sal¨®n de actos municipal de Bishopsbourne tiene el detalle de llamarse Conrad Hall. En su tabl¨®n se anuncian desde cortadores de c¨¦sped hasta ense?antes de yoga. En los alrededores del pueblo destacan casas distinguidas como Charlton Park (8), que se alquila para bodas, y Bourne Park (9), mansi¨®n georgiana que se cree fue visitada por Mozart. Lo m¨¢s vivo del pueblo, de unos 260 habitantes, es el pub The Mermaid Inn (10), de 1861. Su anuncio ense?a a una sirena con un espejo en la mano. Dan huevos de pato fritos con lac¨®n y buenas cervezas amargas.
15.30 Los cuentos de Chaucer
Una representaci¨®n interactiva, con audiogu¨ªa, recrea un viaje medieval desde Londres hasta la tumba de Becket en Canterbury. En el marco de la vetusta iglesia de St. Margaret (11), convertida en teatro, se da vida a cinco cuentos de Geoffrey Chaucer sobre amor, infidelidad, intriga, cortejo y muerte. Solemnidades afinadas por el humor de Chaucer, el Boccaccio ingl¨¦s, con sus personajes rebosantes de ¨¢cidas baladronadas e ingeniosos escapes. Es la otra cara del peregrinaje, la licencia y la cr¨ªtica a la santurroner¨ªa. Pier Paolo Pasolini vio ah¨ª un material incitante para su pel¨ªcula Los cuentos de Canterbury, con la que gan¨® el Oso de Oro de 1972 en Berl¨ªn.
20.00 Variada comida inglesa
En The Old Weavers (12), restaurante enclavado en un edificio de 1500, ofrecen asados ingleses de buey, cerdo y pierna de cordero acompa?ados de pudin de Yorkshire. Otra especialidad son los pasteles (pies) de bistec cocinados con Guinness. Un ment¨ªs al clich¨¦ de la sucinta comida inglesa, que solo en Kent cuenta con ostras de Whistler, corderos de las salinas de Romney, cerezas y las no menos apreciadas flores de l¨²pulo.
Luis Pancorbo es autor de Al sur del Mar Rojo. Viajes y azares por Yibuti, Somalilandia y Eritrea (editorial Almuzara).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.