Moravia, tierra de so?adores
Sigmund Freud, Gustav Mahler, Adolf Loos, Milan Kundera... Un concentrado de grandes creadores nacidos en la verde y f¨¦rtil regi¨®n morava gu¨ªa esta ruta por el este de la Rep¨²blica Checa
Moravia, en la Rep¨²blica Checa, produce buenos l¨¢cteos; gran variedad de hortalizas; vinos blancos, preferentemente; cerveza; cristal en competencia con Bohemia; aguas termales y terap¨¦uticas; maderas; zapatos¡ En buena parte de sus ciudades se distinguen las chimeneas de sus industrias qu¨ªmicas y factor¨ªas de silicona para demandas inform¨¢ticas, lo mismo que los torreones de las iglesias se confunden con la estructura laber¨ªntica de las minas en lugares l¨²gubres como Ostrava. Pero a lo largo de los siglos, Moravia ha aportado al mundo un extraordinario metal precioso propio al que apenas dan importancia. Lo tratan como si fuera cosa natural y resulta ¨²nico en su ¨¢mbito: los genios universales.
Predominan entre la llanura de vi?edos que rodea Mikulov, una villa de corte medieval muy cercana a la l¨ªnea austriaca, y los montes de Valaquia, fronterizos (ya bajo el influjo pagano del dios Radegast), con la vecina Eslovaquia. Moravia es la regi¨®n que junto con Bohemia y Silesia del Sur conforma la Rep¨²blica Checa. Destaca por haber aportado al mundo un buen pu?ado de mentes creativas para la m¨²sica, la literatura, la ciencia, el arte, la arquitectura, la empresa, el deporte...
Asombra la proporci¨®n. En una superficie similar a la de la Comunidad Valenciana ¡ªapenas supera los 22.000 kil¨®metros cuadrados¡ª han venido al mundo m¨²sicos como Leos Jan¨¢cek, Bohuslav Martin? y Gustav Mahler (si hacemos algo de trampa con Kaliste, poblaci¨®n bohemia fronteriza con Moravia, aunque cuando naci¨® el compositor perteneciese a Moravia), el pianista Alfred Brendel, el gran Sigmund Freud¡ Literatos como Milan Kundera o Bohumil Hrabal, cient¨ªficos de la talla de Gregor Johan Mendel, arquitectos como Adolf Loos, artistas del prestigio como Alfons Mucha o, dentro del deporte, un genio del atletismo, el m¨ªtico Emil Z¨¢topek, inmortalizado en su novela Correr por el franc¨¦s Jean Echenoz, adem¨¢s de un tenista de la talla de Ivan Lendl.
A muchos de ellos los consideramos vieneses en nuestro imaginario global. All¨ª acabaron, en gran parte. Pero es que debieron moverse en su d¨ªa a la capital del imperio austroh¨²ngaro, cuando en realidad proced¨ªan de una regi¨®n alumbrada y v¨ªctima silente de su continuo desmembramiento. Se puede trazar un curioso itinerario a trav¨¦s de la regi¨®n con la ¨²nica gu¨ªa de esas casas natales donde todos ellos vinieron al mundo. Fue en ese territorio clave de la ruta del ¨¢mbar, que descend¨ªa desde el Mar del Norte o el B¨¢ltico hacia Italia, Grecia y Egipto en tiempos de escasa memoria para el origen de la presente civilizaci¨®n.
Si empezamos por Brno, la capital, encontramos all¨ª la huella de dos escritores: Milan Kundera y Bohumil Hrabal. Ambos tambi¨¦n han sido raptados por el imaginario de otro im¨¢n cercano e irresistible: la m¨¢gica Praga, donde se desarrollan buena parte de sus historias. Pero el hecho es que nacieron en esta ciudad, cruce de caminos y atravesada de consonantes. Kundera ha tratado sus ra¨ªces moravas en buena parte de sus novelas y ensayos. Entre La broma y Los testamentos traicionados, Moravia conforma parte del itinerario de su identidad cosmopolita con exilio voluntario hoy en Par¨ªs.
Incubadora secreta
Su tierra merece justicia po¨¦tica y geogr¨¢fica. Ha aportado una gran dosis de talento mundial entre sus escasos habitantes. Hoy la pueblan apenas tres millones de ciudadanos. La di¨¢spora se impon¨ªa en muchos de ellos para buscar cobijo a sus ambiciones creativas, pero conserva en sus ciudades, valles, cordilleras y paisajes el secreto de una esencia incubadora de talento.
Brno es un referente barroco. Pero tambi¨¦n una de las ciudades mejor adornadas por el art nouveau de la zona. Vertical y curva, con las torres de 84 metros que adornan la catedral neog¨®tica de San Pedro y San Pablo, desliza vida entre sus plazas, sus mercados al aire libre y sus callejuelas. Aqu¨ª dej¨® Mies van der Rohe una obra maestra, la Villa Tugendhat (1930). Es la segunda ciudad en importancia de la Rep¨²blica Checa y representa un cruce de caminos por el que durante siglos se han desatado tensiones entre el este y el oeste europeo. El r¨ªo Morava, antes de desembocar en el Danubio, conforma en la regi¨®n una de las fronteras naturales m¨¢s marcadas de car¨¢cter entre esas dos almas reconocibles checas: la eslava y la que mira m¨¢s a Occidente.
A pocos kil¨®metros de Brno, alrededor de la discreta Slavkov u Brna, tuvo lugar la batalla de Austerlitz. El choque que enfrent¨® en 1805 a Napole¨®n con una alianza de las fuerzas austroh¨²ngaras y rusas arroj¨® un saldo de 15.000 muertos y heridos pero puso de manifiesto el genio militar del franc¨¦s, que la gan¨® despistando al enemigo sobre su fuerza real. Un c¨®mico mu?eco sobredimensionado da cuenta del hecho en sus suaves laderas. All¨ª s¨®lo queda una tenue memoria de aquella sangr¨ªa. Puede que los moravos piensen que ya le hizo suficiente justicia Le¨®n Tolstoi inmortaliz¨¢ndola como escenario de ficci¨®n en Guerra y paz.
Moravia, por tanto, no s¨®lo aporta savia humana. Tambi¨¦n ha sido escenario fundamental para la Historia con may¨²sculas en medio de un balance tr¨¢gico a lo largo de los siglos XIX y XX. Un continuo jir¨®n que ha marcado el car¨¢cter esc¨¦ptico de su gente y que se hace palpable en lugares m¨¢s bien tenebrosos, como la castigada, dura y orgullosa Ostrava.
La ciudad fue anta?o s¨ªmbolo nacional checoslovaco. Se convirti¨® en referente de la miner¨ªa y la clase trabajadora, en vanguardia proletaria ejemplar, con proliferaci¨®n de f¨¢bricas que son hoy ruinas en mitad de un agujero negro. A la decadente din¨¢mica de la industria la consuelan hoy l¨²gubres tabernas donde sirven absenta y calles en que abundan luces de innumerables casinos. Pero Ostrava es el yacimiento humano de la regi¨®n. Algunos restos demuestran que la zona ha sido poblada sin descanso desde hace 25.000 a?os, aunque hoy rebose las cicatrices contaminantes de sus reservas de carb¨®n. Estas son aliviadas en parte por haber dado cuenta de la partida de nacimiento de un h¨¦roe local: el tenista Ivan Lendl.
Ostrava contrasta con la cuidada armon¨ªa y la buena preservaci¨®n de otras ciudades. Olomouc, antigua capital morava, es una muestra. C¨¢lida y amable, jovial por su ambiente estudiantil, destaca por esa exhibici¨®n que representa la columna de la sant¨ªsima trinidad: un rascacielos barroco que alcanza los 50 metros de altura y es patrimonio mundial.
Una rareza queda al sureste de Olomouc: Zl¨ªn, sue?o ut¨®pico nacido de una f¨¢brica de zapatos. Es la capital del imperio Bata, que lleg¨® a tener 100.000 empleados por todo el mundo antes de la llegada del comunismo. Hoy perdura la marca a nivel mundial. Pero lo curioso es su origen. Cabe dentro del apartado de los genios empresariales y el fen¨®meno fue descrito de manera gloriosa en ese manual del alma checa que es Gottland (Acantilado), de Mariusz Szczygiel.
Zl¨ªn ten¨ªa 3.000 habitantes cuando Tom¨¢s Bat¡¯a decidi¨® montar ah¨ª su f¨¢brica de zapatos. En 1932 ascend¨ªan a 35.000. Pero no apilados en barracones¡ El provecho que sac¨® el empresario a la convulsa etapa que rond¨® la primera guerra mundial (fabricando botas para los soldados del imperio austroh¨²ngaro) sirvi¨® para edificar una ciudad jard¨ªn que resultara habitable para sus empleados cuando lo eligieron alcalde.
La destreza y la originalidad arquitect¨®nica del proyecto fue tal que marc¨® corrientes. Hab¨ªa sido influido y, en cierto modo, apadrinado por el estudio de Le Corbusier. Cuando Tom¨¢s Bat¡¯a muri¨®, su hermano Jan Antonin se hizo cargo de la empresa. Multiplic¨® su presencia internacional e inspir¨® lugares parecidos a Zl¨ªn por todo el mundo.
Ante tama?a variedad de inspiraciones y conceptos, repartidos en una escasa geograf¨ªa, cabe preguntarse por un evidente magnetismo tel¨²rico, pero tambi¨¦n por el componente mineral que acaba conformando ese inmenso talento inventivo y emprendedor de los moravos. ?Qu¨¦ comen? ?Qu¨¦ beben? ?Qu¨¦ aprenden en sus primeros a?os para edificar as¨ª su constante riego creativo?
Cocinas abundantes, compuestas de verduras aut¨®ctonas, cerdo entre las carnes preferentes, con espacio para el gulash de ternera y el pato local. Caza y pesca, con cierta predilecci¨®n por las truchas y dulces aut¨®ctonos de postre. Es el caso del delicioso frg¨¢l, una especie de pizza de az¨²car, harina y levadura con 30 cent¨ªmetros de di¨¢metro en el que caben reques¨®n, frutos secos y de cualquier tipo o aromas de amapola...
Para beber, aparte del vino blanco que emana de Mikulov y alrededores, cerveza a granel y licores que hacen al tiempo de medicamento y calefactor corporal, como su providencial Slivovice, de 54 grados. No falta jam¨¢s en las casas. Previene los inconvenientes de los duros inviernos que asolan la regi¨®n, con temperaturas que pueden alcanzar los 20 grados bajo cero, pero tambi¨¦n cohesiona a base de brindis memorables y canciones las celebraciones familiares.
Austeridad freudiana
Sobre todo en las zonas m¨¢s monta?osas. Si nos desviamos a los contornos de Laquia y Valaquia encontramos all¨ª los lugares donde nacieron Freud, Mendel y Jan¨¢cek. El viaje vital del padre del psicoan¨¢lisis comienza en Pr¨ªbor, una peque?a localidad del extremo este checo. All¨ª se conserva su casa natal, entre paredes estrechas y cuartos de techos bajos. El hogar que cobij¨® a la familia de Jakob Freud, un comerciante jud¨ªo de lanas y telas, resulta un ant¨ªdoto contra la ostentaci¨®n, todo un ejemplo de austeridad propia de la zona.
Muy cerca, en esa misma ¨¢rea, desembocas en Hyncice, el pueblo donde vino al mundo Mendel, padre de la gen¨¦tica moderna. Ambos lugares conservan una sostenible paz de escasos sobresaltos y circundan los alrededores de Hukvaldy, la localidad donde naci¨® el compositor Leos Jan¨¢cek.
El paraje merece parada y paseo. La subida al castillo, que data del siglo XII, entre ra¨ªces de hayas y robles, conforma una ingenier¨ªa serpenteante de maderas entrecruzadas por donde merodean sin descanso manadas de corzos. Es un paisaje que sobrecoge en la misma medida que produce paz y sensaci¨®n de pacto con la naturaleza.
En Hukvaldy conservan la escuela donde se cri¨® el maestro, y monumentos que recuerdan algunas de sus ¨®peras, como La zorrita astuta. No parecen haber llegado hasta all¨¢ los ecos de su reconocimiento universal. Se le valora sobre todo desde finales del siglo XX y ahora, en pleno siglo XXI.
Tambi¨¦n permanece intacta la casa donde vivi¨® los ¨²ltimos a?os, provista de un discreto jard¨ªn y una robusta chimenea de porcelana. Fue por esos parajes donde encontr¨® tambi¨¦n su soplo de muerte. Se resfri¨® mientras buscaba por el bosque a Otto, el hijo de su ¨²ltima mujer, Kamila, y muri¨® a los pocos d¨ªas.
Probablemente por all¨ª, desde la vecina Koprivnice, su villa natal, se acercara corriendo alguna vez la locomotora humana. As¨ª es como llegaron a conocer a Emil Z¨¢topek sus contempor¨¢neos, cuando lideraba el atletismo de fondo en mitad del siglo XX. Z¨¢topek fue un triste s¨ªmbolo utilizado a diestro y siniestro al inicio de la era comunista. Gan¨® oros en las olimpiadas de Londres y Helsinki y llamaba la atenci¨®n por esa manera de correr heterodoxa, como un pato mareado. Entrenaba al aire libre y fue batiendo marcas mientras daba zancadas para llegar a tiempo al trabajo.
Z¨¢topek es una leyenda local y mundial, sobre la que se inspiran libros como el de Jean Echenoz, y hasta c¨®mics recientes. Un h¨¦roe contundente y discreto, que enorgullece las praderas de Valaquia. El aire all¨ª es fresco y las estaciones extremas. Los r¨ªos bajan abundantes de caudal y desaf¨ªan la curva de los montes eslavos.
El car¨¢cter aislado de estas tierras anda atenuado en el presente por la proliferaci¨®n de balnearios y algunos campos de golf. Pero existen restos y se?ales de un pasado enclaustrado y ajeno al mundo. Desde las laderas de Radhost se alza la estatua del dios pagano Radegast, a quien hoy se rinde m¨¢s culto por la marca que da a una cerveza local. All¨ª, uno vislumbra a sus pies los contornos de Doln¨ª Becva y Roznov pod Radhostem, centros de una enigm¨¢tica regi¨®n donde discurren leyendas, remedios locales y artes de brujer¨ªa. Al frente saludan los C¨¢rpatos eslovacos. Es la frontera.
Gu¨ªa
- Oficina de turismo de la Rep¨²blica Checa.
- Fundaci¨®n de Leos Jan¨¢cek.
- Museo de Valaquia en Roznov pod Radhostem.
- Museo de la Ciencia de Ostrava.
- Hotel Templ de la ciudad medieval de M¨ªkulov. y caf¨¦ Klentnice.
- Hotel Miura en Celadn¨¢.
- Villa Tugendhat en Brno.
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