En ruta por los C¨¢rpatos termales
De los balnearios de aires modernistas de Truskavets a Lviv, la capital de la regi¨®n de Galitzia, viaje a la Galicia de Ucrania
Al pie de los verdes C¨¢rpatos, en plena Galicia de Ucrania ¡ªo Galitzia¡ª, Truskavets mantiene alto el pabell¨®n de balneario con toque austroh¨²ngaro. El rito es empu?ar un artefacto para beber agua salut¨ªfera. Es un peque?o botijo de cer¨¢mica, llamado poielka, con un largo pitorro que se mete en la boca. Las aguas termales de Truskavets se tienen por curativas para un amplio espectro de dolencias. Cientos de personas se agolpan cada d¨ªa ante los grifos de un edificio de altos techos. Hay que apretar un bot¨®n en una pared de azulejos blancos. Y la sorpresa es que algunas aguas de beber salen a 30 o 40 grados de temperatura. Encima tienen un olor y sabor azufrado, cuando no un cierto dejo oleaginoso.
A estas aguas se les llama naftusia, palabra que indica un ligero rastro de petr¨®leo o nafta. No hay otras iguales en el mundo, pregonan aqu¨ª. Aparte de tener tambi¨¦n aguas que contienen algo de cera o de sal (como las de Karlsbad en Alemania). Muchos oligoelementos que hacen las delicias de los adictos de este sanatorio, por usar el t¨¦rmino en boga durante la URSS para esta clase de establecimientos.
A un centenar de kil¨®metros de Lviv, capital de la Galicia de Ucrania, Truskavets se?ala el principio de unos C¨¢rpatos forrados de bosques. M¨¢s al sur se extiende la Zacarpathia, o Transcarpatia, donde se juntan cinco naciones: Ucrania, Polonia, Hungr¨ªa, Rumania y Eslovaquia. Un territorio salpicado de spas y, en invierno, de pistas de esqu¨ª. Las fuentes de aguas minerales m¨¢s famosas de Truskavets tienen nombre de mujer. Se llaman Marija, Barbara, Yuzia¡ Sof¨ªa es la que brota a m¨¢s temperatura, aunque, gracias al peque?o botijo, nadie se abrasa los labios.
Las fuentes tienen nombres de mujer. Se llaman Marija, Barbara, Yuzia¡ Sof¨ªa es la que brota a m¨¢s temperatura
Bastantes casas de Truskavets, construidas en madera, con amplios balcones, se inspiran en el aire del modernismo. Como balneario, Truskavets se fund¨® en 1907 y le tocaron los ¨²ltimos a?os dorados del imperio austroh¨²ngaro. El centro urbano parece una foto en color sepia del Tirol, solo falta que aparezca el archiduque. Pero al margen de lujos y polcas, el antiguo reino de Galitzia y Lodomeria, a?adiendo acaso el ducado de Volhynia, hoy en Ucrania, pasaba por ser la zona m¨¢s remota y deprimida del imperio austroh¨²ngaro.
Se cree que el nombre de Truskavets viene de truskawka, fresas en polaco. Lo que s¨ª es cierto es que hay una gran cantidad de frambuesas, que venden las agricultoras apostadas en los paseos. Tambi¨¦n ofrecen paquetes de setas blancas de ?zhgorod. Al lado mismo de las fuentes termales se extienden hayedos con ¨¢rboles de m¨¢s de 20 metros de altura. No es raro ver ardillas y p¨¢jaros carpinteros.
Lo mejor es que se vuelve a disfrutar en paz de la naturaleza en la Galicia de Ucrania, una regi¨®n que, al igual que su contraparte polaca, sufri¨® los avatares pol¨ªticos y b¨¦licos del siglo XX. Los jud¨ªos de la zona fueron v¨ªctimas de masivos pogrom (exterminios) por parte de los nazis. No puede haber un recordatorio m¨¢s sencillo e impactante que la placa que han puesto en una acera del cercano municipio de Drog¨®bich. Indica el sitio donde un agente de la Gestapo asesin¨® al escritor Bruno Schulz en 1942. Schulz, jud¨ªo de Ucrania que escrib¨ªa en polaco, nunca quiso abandonar su pueblo, donde trabaj¨® pintando murales y escribiendo relatos de altura como La calle de los cocodrilos.
Cosecha de sal
Ahora Drog¨®bich se enorgullece de Schulz igual que de sus paisanos el literato Ivan Franko y Yuri Kotermak, maestro de Cop¨¦rnico y rector de la Universidad de Bolonia. A este se le dedica una monumental estatua de bronce en el centro. Mientras, en las afueras, la f¨¢brica de sal sigue funcionando como hace siglos. Calientan con madera de abeto y haya unos estanques donde se evapora el agua hasta poderse recoger a paletadas la cosecha de sal. La sal de Galitzia, que lleg¨® a emular al oro en valor, sustent¨® un gran comercio entre el oriente y el occidente de Europa.
Gu¨ªa
- Truskavets se encuentra a hora y media en coche (unos 93 kil¨®metros) desde Lviv.
- Oficina de turismo de Truskavets.
- Oficina de turismo de Lviv.
- Turismo de Ucrania.
Eso y m¨¢s hicieron grande a Lviv ¡ªLivov, en ruso; Lemberg, en alem¨¢n, o Le¨®polis¡ª, la capital del rey Le¨®n (por Lev, el hijo de Danilo). Lviv, capital de la Galicia de Ucrania, rivaliza con Cracovia, capital de la Galicia polaca, en distinci¨®n y tono cultural. Tiene hasta cuatro catedrales y no hay d¨ªa sin un concierto de alg¨²n tipo de m¨²sica. Pero Lviv explota tambi¨¦n su punto ir¨®nico. Su gran Teatro de ?pera, semillero de grandes artistas, aloja un restaurante en su s¨®tano donde se oye la corriente del r¨ªo enterrado de la ciudad. Merced a unos altavoces escondidos.
Y frente al ayuntamiento de Lviv se alza un antiguo edificio en cuya primera planta se esconde, aunque poco, el restaurante Masonic. Se anuncia como el m¨¢s caro de la ciudad. Parece una broma que abra la puerta un hombre disfrazado de mendigo y que te ofrezca una sopa y unas patatas que tiene en la lumbre. Superado ese momento, el comensal entra en un comedor de nobles maderas con ventanales que llevan la escuadra y el comp¨¢s. Tras comer y beber, pasan una factura astron¨®mica, pero con truco: todos los precios llevan un cero de m¨¢s. Se quita el cero y ya se ha comido a niveles accesibles.
Luis Pancorbo es autor de Al sur del Mar Rojo. Viajes y azares por Yibuti, Somalilandia y Eritrea (Almuzara).
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