Cienfuegos y Camag¨¹ey, dos sorpresas muy cubanas
Las dos ciudades vertebran un original y emocionante viaje por el coraz¨®n de la gran isla caribe?a al ritmo del mar, la historia, la m¨²sica y un importante patrimonio arquitect¨®nico

Cuba es m¨¢s que una isla del Caribe con espec?taculares playas y una naturaleza fabulosa. Tambi¨¦n mucho m¨¢s que su m¨²sica, o que el precioso centro colonial de La Habana Vieja que todo el mundo visita, o que la simpat¨ªa de sus gentes, o que la pol¨ªtica que todo lo marca. Para el viajero que quiera recrearse en sus valores m¨¢s aut¨¦nticos y tenga sensibilidad para observar, la isla guarda un tesoro patrimonial, arquitect¨®nico y cultural todav¨ªa por descubrir.

Es conocido que Cuba posee joyas coloniales como el centro hist¨®rico de La Habana y su sistema de fortificaciones, o Trinidad y su valle de los Ingenios. Tambi¨¦n fortalezas como la de San Pedro de la Roca, en Santiago de Cuba, frente a la cual en 1898 la flota del almirante Cervera perdi¨® la ¨²ltima colonia de Espa?a. Los tres, no por casualidad, desde hace tiempo son patrimonio mundial de la Unesco.
Pero adem¨¢s Cuba cuenta con ciudades de personalidad sorprendente ¡ª?hasta ahora solo lugares de paso en los habituales circuitos tur¨ªsticos¡ª, que en s¨ª mismas constituyen un destino. Ah¨ª est¨¢n la afrancesada y neocl¨¢sica Cienfuegos, ¨²nica de su tipo en Am¨¦rica por su urbanismo y due?a del paseo del Prado mayor del pa¨ªs; o la ganadera Camag¨¹ey, sexta villa cubana en orden del tiempo, producto de la tradici¨®n y representante de la Cuba no azucarera, ambas incluidas en el programa de patrimonio mundial en 2005.

Recorrer estas dos ciudades y disfrutarlas en un mismo viaje es una experiencia ¨²nica y reveladora. De las serpenteantes callejuelas y plazas de Camag¨¹ey, fundada por Diego Vel¨¢zquez como Puerto Pr¨ªncipe all¨¢ por 1514, al deslumbrante y perfecto trazado cienfueguero, en forma de damero, con elegantes y modernas l¨ªneas de fachadas neocl¨¢sicas corridas a manera de bloques, es este un fascinante viaje por la riqueza patrimonial de Cuba.
Cienfuegos
A 233 kil¨®metros del majestuoso palacio de los Capitanes Generales de La Habana, Cienfuegos no es el producto de una aventura audaz ni de los siglos, como las primeras siete villas fundadas en la isla por los conquistadores. Cienfuegos naci¨® en 1819 fruto de la Ilustraci¨®n: es una ciudad so?ada, planeada y construida por la voluntad de los hombres siguiendo un proceso de reflexivas medidas.
Cuando la Unesco incluy¨® 70 manzanas y 1.521 inmuebles del centro hist¨®rico en su lista de patrimonio, tuvo en cuenta como raz¨®n de mayor peso que la ciudad era el primer y m¨¢s ¡°notable ejemplo de conjunto arquitect¨®nico y urban¨ªstico en el que se plasmaron las nuevas ideas de modernidad, higiene y urbanismo surgidas en Am¨¦rica Latina en el siglo XIX¡±.

Basta desembarcar en su antigua plaza de Armas, hoy parque Jos¨¦ Mart¨ª, para darse cuenta de ello. Pasan los bicitaxis con mujeres que vienen de la compra mientras unos ni?os juegan con sus patinetas frente al monumental Palacio de Gobierno, coronado por una majestuosa c¨²pula toscana al estilo de la famosa catedral de Florencia, levantada por los cienfuegueros con el prop¨®sito de servir de hito visual en la ciudad. Justo enfrente se encuentra el elegante teatro Tom¨¢s Terry, inaugurado en 1890, donde ensaya un grupo de danza en el mismo escenario en el que han actuado Enrico Caruso y Anna Pavlo?va. A su lado est¨¢ el antiguo colegio de San Lorenzo y Santo Tom¨¢s, hoy escuela secundaria, otra joya de estilo neocl¨¢sico rematada por un front¨®n de hipn¨®tica geometr¨ªa, de donde salen grupitos de estudiantes con uniforme blanco y mostaza haciendo bulla.
En ese mismo espacio urbano conviven en perfecta armon¨ªa la catedral de la Pur¨ªsima Concepci¨®n, con una singular irregularidad en sus dos torres, y el antiguo Casino Espa?ol, hoy museo, donde uno puede encontrarse desde restos de ind¨ªgenas siboneyes hasta armamento de las guerras de independencia y pistolas revolucionarias. Est¨¢ tambi¨¦n la casa del fundador de la ciudad, el teniente coronel Don Lu¨ªs De Clouet y Favrot, militar espa?ol de origen franc¨¦s ¡ªCienfuegos es un caso singular al haber sido dise?ada bajo la Corona espa?ola por colonos franceses¡ª, y la maravillosa arquitectura ecl¨¦ctica del palacio Ferrer, residencia del comerciante y hacendado catal¨¢n Jos¨¦ Ferrer Sir¨¦s, construido entre 1917 y 1918 con un singular mirador que es uno de los emblemas de Cienfuegos.

En la plaza hay conexi¨®n wifi y all¨ª uno habla de la vida con los j¨®venes ¡ª¡°Hoy hay buena la se?al, aproveche, ma?ana nadie sabe¡¡±, dice un adolescente llamado William¡ª, cuando de pronto te das cuenta de lo bien que est¨¢ pensada la ciudad a partir de este espacio fundacional, del doble de tama?o que cualquier otra plaza de Armas de Cuba y ¨²nica en la isla con un Arco de Triunfo. Aqu¨ª se conjugaron incre¨ªblemente las funciones residenciales, de gobierno, docentes, religiosas y de distracci¨®n p¨²blica sin alterar la elegancia y uniformidad del conjunto.
Dice Ir¨¢n Mill¨¢n, el erudito conservador de Cienfuegos, que su ciudad fue un maravilloso experimento. ¡°Ya La Habana exist¨ªa y se conoc¨ªa, y Santiago, y la preciosa Trinidad, pero nosotros tuvimos la suerte de que los que llegaron aqu¨ª trajeron lo mejor de su cultura e hicieron una ciudad para disfrutarla. En Cienfuegos el m¨¦rito fundamental es el espacio p¨²blico, que se convierte en escenario de una vida social que palpita a trav¨¦s de sus elegantes calles, paseos y alamedas¡±, cuenta.

Cuando uno sube a tomar una cerveza o un refresco al bar del ¨²ltimo piso del hotel San Carlos, o al Roof Garden del hotel Uni¨®n ¡ªotra joya neocl¨¢sica de finales del siglo XIX¡ª, es cuando entiende de verdad lo que es Cienfuegos. Si el paseo del Prado, de casi dos kil¨®metros de extensi¨®n, es su columna vertebral y la que reparte la ciudad a ambos lados, es el mar y su abrigada bah¨ªa lo que le da car¨¢cter.
Entra un crucero en estos momentos y alguien explica que por la bah¨ªa de Jagua la ciudad exportaba su riqueza, proveniente del az¨²car, y estaba al tanto de las ¨²ltimas modas y de qui¨¦nes eran en Europa y Estados Unidos los mejores arquitectos y escultores. Un dato: a finales del siglo XIX, con 40.000 habitantes, Cienfuegos ten¨ªa 18 consulados extranjeros. Despu¨¦s lleg¨® a tener 12 teatros (dos de ellos chinos) y 30 instalaciones hoteleras, todo eso en gran medida debido al mar.

Desde la atalaya del San Carlos se observan al fondo las monta?as del Escambray ¡ªque esconde saltos de agua como El Nicho, una excursi¨®n por la naturaleza que no hay que perderse¡ª, y m¨¢s cerca est¨¢ el malec¨®n y las elegantes mansiones de Punta Gorda, con su Yacht Club y el maravilloso palacio de Valle, de estilo ecl¨¦ctico, en cuyos jardines se construy¨® el hotel Jagua, un hito del Movimiento Moderno cien?fueguero. Coger un bicitaxi al atardecer y darse una vuelta por la zona es uno de los placeres grandes, como visitar sus dos cementerios, ambos monumentos nacionales y entre los m¨¢s bellos del pa¨ªs.
En coche, a 25 minutos de la plaza de Armas est¨¢ la laguna de Guanaroca ¡ªreserva natural privilegiada desde donde observar las colonias de flamencos rosados¡ª, y un poco m¨¢s all¨¢, la playa de Rancho Luna, Caribe puro, un lugar ideal para pasar el d¨ªa. Si uno va con ni?os, tiene al lado un delfinario. Cerca se coge la lanchita que cruza el canal de entrada a la bah¨ªa y lleva a la fortaleza de Nuestra Se?ora de los ?ngeles de Jagua ¡ªde curiosa historia, pues fue construida 75 a?os antes que la ciudad¡ª. Se puede comer en La Milpa, desde donde se ve en su extensi¨®n la extraordinaria bah¨ªa y tambi¨¦n Cayo Carenas, Cayo Alcatraz y Cayo Ocampo, bautizado as¨ª por Sebasti¨¢n de Ocampo, quien realiz¨® el primer bojeo completo a la isla en 1509 y descans¨® en ¨¦l durante su larga traves¨ªa.

Cienfuegos realmente es un destino que lo tiene todo: mar, monta?a, una incre¨ªble arquitectura y la villa colonial de Trinidad a 80 kil¨®metros de distancia, con un precioso jard¨ªn bot¨¢nico de camino. La Perla del Sur, la llaman. Tambi¨¦n es la tierra de Benny Mor¨¦, el B¨¢rbaro del Ritmo. Y qu¨¦ decir de su historia: de la zona sali¨® Diego Vel¨¢zquez en 1514 a fundar Trinidad y Sancti Sp¨ªritus ¡ªno lo hizo en la bah¨ªa de Jagua porque no hab¨ªa oro¡ª, y tambi¨¦n un D¨ªa de la Asunci¨®n de 1515 de aqu¨ª sali¨® fray Bartolom¨¦ de Las Casas para pronunciar su serm¨®n del arrepentimiento, en el que renunci¨® a su encomienda y decidi¨® dedicar su vida a defender a los indios.
Camag¨¹ey
Llegar a Camag¨¹ey despu¨¦s de haber conocido Cienfuegos, o viceversa, impresiona. Camag¨¹ey es una ciudad hija del tiempo. Es tambi¨¦n la ciudad de las iglesias y la ciudad roja, porque no fue hecha de piedra sino de barro, como sus tinajones para almacenar agua. Es adem¨¢s cuna del pr¨®cer independentista Ignacio Agramonte, cuya huella est¨¢ por todos lados y da apellido a sus habitantes: agramontinos.
Como Lucky Luciano
Entre las joyas de estilo neocl¨¢sico de finales del siglo XIX que la Unesco mencion¨® por su nombre al declarar el centro hist¨®rico de Cienfuegos patrimonio mundial est¨¢ el hotel La Uni¨®n, donde se hospedaron figuras como la bailarina Anna Pavlova o el capit¨¢n general Arsenio Mart¨ªnez Campos, una instalaci¨®n que hoy administra Meli¨¢. La cadena espa?ola acaba de remodelar tambi¨¦n en Cienfuegos el hist¨®rico hotel San Carlos y hace lo propio con el Jagua, hito del Movimiento Moderno cienfueguero, donde se encuentra tambi¨¦n el ecl¨¦ctico palacio de Valle, mientras que en Camag¨¹ey comienza a gestionar este a?o otros dos hoteles joya: el legendario Gran Hotel, donde se hosped¨® el mafioso estadounidense Lucky Luciano, y el hotel Col¨®n, edificio de numerosos valores patrimoniales, mobiliario colonial y un atractivo patio interior.
La villa est¨¢ en mitad de la gran sabana camag¨¹eyana, lejos del mar (a 537 kil¨®metros de La Habana y a 362 de Santiago), pero posee el centro hist¨®rico m¨¢s grande y peculiar de la isla por lo irregular del entramado de sus calles, plazuelas, ensanches y esquinas: 330 hect¨¢reas de monumento nacional (80 manzanas son patrimonio mundial). La ciudad cuenta con un centro de interpretaci¨®n y una gran maqueta, y es este el mejor lugar para comenzar a explorar la legendaria Puerto Pr¨ªncipe, que se mud¨® varias veces hasta llegar a su actual localizaci¨®n en 1528. La maqueta est¨¢ en el mismo parque Agramonte, antigua plaza de Armas, que en los or¨ªgenes reuni¨® en su rect¨¢ngulo a la Parroquial Mayor, el Cabildo y las viviendas de los primeros vecinos notables, y sigue siendo hoy el centro del centro hist¨®rico. Al pasear y perderse por Camag¨¹ey uno se percata de que es esta la ¨²nica plaza de cuadr¨ªcula proporcionada; las otras seis principales, m¨¢s las 13 plazuelas que se encuentran en su coraz¨®n m¨¢s antiguo, nacieron en diferentes ¨¦pocas y se edificaron y enlazaron de forma caprichosa formando manzanas irregulares, multiplicando esquinas y encuentros de calles de modo an¨¢rquico.
Esta ausencia de orden puede explicarse a causa de su lejan¨ªa de las gobernaciones de La Habana y Santiago, lo que permiti¨® a sus vecinos actuar con m¨¢s independencia e ir construyendo la villa a su antojo, de acuerdo a sus necesidades de comunicaci¨®n, o bien para situar sus casas y templos en posici¨®n m¨¢s destacada, o para abrir desv¨ªos para escapar r¨¢pido de las persecuciones en los asaltos de piratas, cuenta el historiador de Camag¨¹ey, Jos¨¦ Rodr¨ªguez.

En bicitaxi o a pie, visitar una tras otra la plaza del Carmen, la de San Juan de Dios, la de la Soledad, la de los Trabajadores, la antigua plaza de San Francisco (hoy parque Mart¨ª), la del Cristo (con su cementerio) y el parque Agramonte es uno de los placeres principales que ofrece la ciudad. En cada una de ellas mandan sus iglesias, con sus torres, y todos son espacios distintos y reveladores.
Tomarse un caf¨¦ en una terraza de la plaza de los Trabajadores, al amparo de la iglesia de la Merced, es rito obligado: s¨²bitamente uno entiende que Camag¨¹ey no es ya una ciudad colonial, sino ecl¨¦ctica. En el exiguo espacio de su tri¨¢ngulo confluyen seis calles y se re¨²nen edificaciones coloniales, art d¨¦co, el fabuloso palacio ecl¨¦ctico de la antigua sociedad de recreo Santa Cecilia y, a su lado, un inmueble de estilo racionalista, todo en armon¨ªa.
Solo el 22% del fondo arquitect¨®nico del centro hist¨®rico es colonial, y es la plaza de San Juan de Dios, a la que se llega por intuici¨®n atravesando callejuelas embrujadoras, la que contiene el conjunto de edificios coloniales m¨¢s uniformes de la ciudad. Hay una buena paladar (restaurante) en la plaza y varios estudios de artistas en su entorno, y disfrutar all¨ª charlando y viendo la vida pasar frente al antiguo convento y hospital de San Juan de Dios es opci¨®n recomendable, igual que cenar en la plaza del Carmen.

Camag¨¹ey es tambi¨¦n la ciudad infinita: cada d¨ªa se descubre algo nuevo que sorprende. Desde el bar del ¨²ltimo piso del hist¨®rico Gran Hotel, donde se hospedaron el pianista Arthur Rubinstein o el mafioso estadounidense Lu?cky Luciano, se contempla la ciudad en su evoluci¨®n. Subiendo por la calle de la Rep¨²blica, verdadera arteria comercial y peatonal, se llega al barrio de La Vig¨ªa, asociado al ferrocarril, cuya construcci¨®n marc¨® el desarrollo y donde est¨¢ el antiguo Cuartel de Caballer¨ªa espa?ol ¡ªhoy el imprescindible Museo Agramonte¡ª, que en la ¨¦poca republicana fue hotel, donde se hospedaron Barber¨¢n y Collar tras realizar su hist¨®rico vuelo trasatl¨¢ntico Sevilla-Camag¨¹ey en 1933. En sentido opuesto est¨¢ el puente del r¨ªo Hatibonico, salida hacia el oriente de la isla, con su iglesia y plaza de la Caridad y el cercano Casino Campestre, parque urbano donde funcion¨® la primera feria ganadera de Cuba.
Hay m¨¢s. Est¨¢ la poes¨ªa de Gertrudis G¨®mez de Avellaneda y la iglesia donde fue bautizada; la casa natal del poeta Nicol¨¢s Guill¨¦n y la del doctor Carlos J. Finlay, descubridor del vector transmisor de la fiebre amarilla. Est¨¢n el Ballet de Camag¨¹ey y la m¨²sica de los Soneros de Camacho ¡ª81 a?os de vida musical, que cada jueves act¨²an en la Casa de la Trova¡ª, los ritmos afrocubanos del grupo Rumbat¨¢. Est¨¢n los patios interiores de las casonas camag¨¹eyanas, con sus techos de armadura y sus arcos multilobulados, y los aleros de tornapunta que ya han desaparecido de la mayor parte de las fachadas de Cuba¡ Un viaje por el patrimonio de Cuba dif¨ªcil de olvidar.
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