Bucarest, energ¨ªa renovada en la capital rumana
Una ruta entre anchos bulevares, el gigantesco Parlamento, los palacetes al norte de la calle de la Victoria y tabernas aut¨¦nticas en un centro hist¨®rico de sabor medieval
Tiene mala fama, para qu¨¦ negarlo. Y no ayuda el genial escritor Mircea Cartarescu, cuando insiste en repetir que Bucarest ¡°es la ciudad m¨¢s triste que se haya erigido jam¨¢s sobre la faz de la tierra¡± (Solenoide). Sin embargo, a la capital de Rumania se la conoc¨ªa como ¡°la peque?a Par¨ªs del Este¡±. No era ninguna ocurrencia. Todav¨ªa hoy los visitantes quedan boquiabiertos al descubrir sus anchos bulevares arbolados, sus palacetes belle ¨¦poque, el gusto afrancesado de sus viejos bistrots. A pesar de las bombas y dos terremotos (1940 y 1977), de los destrozos del dictador Ceausescu y la era comunista, la ciudad retiene algo de lo que tuvo. Y asiste a un despertar que recupera viejos inmuebles como hoteles o sedes corporativas, se empe?a en terminar la l¨ªnea 5 de metro o la Catedral de la Naci¨®n y convierte el Old Town de los turistas en el desinhibido Cartierul Creativ (barrio creativo) para los de casa. Y esto va a m¨¢s.
9.00 Arte en el Palacio Real
La plaza de la Revoluci¨®n (1) es la estrella polar para orientarse en el mapa urbano y sentimental de Bucarest. La revoluci¨®n es la de 1989, cuando Ceausescu tuvo que huir de la sede del partido en helic¨®ptero. Frente al monumento a los m¨¢rtires, extiende sus alas el antiguo Palacio Real, convertido en Museo Nacional de Arte (2). Sorprende la fabulosa colecci¨®n de maestros flamencos, italianos, espa?oles, franceses: de Rembrandt a El Greco, de Tintoretto a los impresionistas franceses. En otro ala de palacio, arte rumano hasta decir basta, desde iconos y frescos medievales hasta piezas vanguardistas de Brancusi. En un flanco de la plaza, el Ateneo (3), emblema de la ciudad, joya modernista consagrada a conciertos (tambi¨¦n se visita) con las efigies de dos gigantes de la cultura rumana, el poeta Eminescu en el exterior y el m¨²sico Enescu en el interior.
11.00 Delirios de grandeza
Junto al museo queda la iglesia Cretulescu (4), llamada as¨ª por el comerciante que la hizo construir en 1720, y que conserva frescos originales. Muy cerca, el parque Cismigiu (5), el m¨¢s antiguo de Bucarest, tiene un lago que en invierno es una pista de patinaje. Y ah¨ª asoma ya la cresta del segundo edificio m¨¢s grande del planeta (despu¨¦s del Pent¨¢gono de Washington): la Casa del Pueblo (Strada Izvor, 2-4). La mole fara¨®nica que Ceausescu empez¨® a construir sin reparar en gastos. Inacabada a su muerte, se opt¨® por terminarla (era m¨¢s caro demolerla) y convertirla en Parlamento (6) y sede de otros organismos, como el Museo de Arte Contempor¨¢neo (7). Sitio hay de sobra, pero Ceausescu no viv¨ªa all¨ª, sino en el Palacio de la Primavera (8) (junto al bulevar de los Aviadores), con m¨¢s de 80 habitaciones. Contigua al Parlamento, lleva a?os en obras la Catedral de la Naci¨®n (9), de rito ortodoxo. La iglesia y palacio del Patriarcado (10) quedan a la derecha del bulevar de la Unificaci¨®n, la gran avenida que parte de la Casa del Pueblo y que el dictador quer¨ªa asimilar a los Campos El¨ªseos de Par¨ªs. Cruzando el r¨ªo Dambovita y la plaza de la Uni¨®n se llega al antiguo barrio jud¨ªo; all¨ª la Gran Sinagoga (11), rococ¨® y colorista, recuerda a m¨¢rtires locales del Holocausto. La historia de los jud¨ªos rumanos es larga, con figuras relevantes como el poeta Paul Celan, el m¨²sico Gy?rgy Ligeti o el escritor Mihail Sebastian.
13.00 Cerveza artesana y un mici
La calle de la Victoria es el eje hist¨®rico que enhebra el Viejo Bucarest con el barrio de palacetes afrancesados m¨¢s al norte. En torno a esa arteria y en el Old Town se concentran restaurantes que van de las consabidas cadenas de comida r¨¢pida a sitios tan singulares como dos posadas de ¨¦poca otomana: el Hanul cu Tei (12) o el Hanu¡¯ lui Manuc (13), este ¨²ltimo con m¨²sica en directo. Tambi¨¦n ofrece m¨²sica, baile y ruido, adem¨¢s de cerveza casera y las tradicionales mici o salchichas rumanas, Caru¡¯ cu Bere (14), un enorme y precioso palacio neog¨®tico. Otra cervecer¨ªa artesana, en la calle de la Victoria: F¨¢brica de cerveza Buna (15) (Calea Victoriei, 91). Y sirven comida rumana tradicional en Zexe Zahana (16).
15.00 Un parque y dos lagos
El tramo norte de la calle de la Victoria encadena palacetes y museos, como el de Colecciones de Arte (17) o el Museo Enescu (18), hasta llegar a la plaza de la Victoria (19). De la cual parte un haz de amplios bulevares. El de los Aviadores lleva a la plaza hom¨®nima y al mayor parque de la ciudad, con dos enormes lagos formados por el r¨ªo Colentina. Junto al lago y parque Herastrau (20) se extiende el Museo de la Aldea (21): re¨²ne al aire libre m¨¢s de 60 estructuras originales de madera (iglesias, molinos, casas, graneros) tra¨ªdas de diversas regiones. Tambi¨¦n es un mercado de artesan¨ªa, con muchos de los vendedores ataviados con los trajes t¨ªpicos.
17.00 Proyecto creativo en Old Town
El llamado Old Town o Viejo Bucarest es el kil¨®metro cero de una poblaci¨®n que empez¨® su andadura a orillas del Dambovita, all¨¢ por el siglo XV. De aquel tiempo queda poco, la llamada Corte Vieja (Curtea Veche) (22), apenas unas ruinas y la iglesia Domneasca. Peque?as iglesias hist¨®ricas salen al paso por el nudo de callejas de sabor medieval: la iglesia y monasterio Stavropoleos y su jard¨ªn convertido en lapidario, o las iglesias de San Dimitri o San Nicol¨¢s. Y sobre todo abundan nobles edificios del siglo XIX, algunos muy desconchados, pero otros ya restaurados y ocupados por bancos, empresas, restaurantes y hoteles con encanto (Concorde, The Mansion). Dos tiendas recomendables para discos, libros, cine o regalos: Carturesti y Diverta, ambas en la calle Lipscani (23). A este renacimiento se suma el proyecto Cartierul Creativ (24), que desborda los l¨ªmites del Old Town con una red de artesanos emprendedores, tiendas, caf¨¦s-librer¨ªa o galer¨ªas.
20.00 Noche para mel¨®manos
En el Viejo Bucarest se concentra la animaci¨®n vespertina y nocturna, con infinitas terrazas y ofertas para todos: desde locales de jazz o pubs de tipo irland¨¦s hasta bares canallas. Son muy aficionados al teatro (Odeon, Teatro Nacional, numerosas salas alternativas), pero el idioma puede ser una barrera que no existe para la m¨²sica: el Ateneo y la?pera Nacional (25) son dos grandes santuarios para mel¨®manos. Y en la calle de la Victoria, el nuevo casino, Palace Casino Bucharest (26), ocupa (c¨®mo no) un hermoso palacete.
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