Sublime ma?ana lagarterana
Durante unas horas, el d¨ªa que se celebra el Corpus, el pueblo toledano de Lagartera viste sus mejores galas y se adorna con valiosas telas bordadas
Vestida (o vestido) de lagarterana: todos hemos usado alguna vez esa expresi¨®n, y seguro que inapropiadamente si quer¨ªamos referirnos a un atuendo estrafalario, demasiado llamativo o inadecuado para la ocasi¨®n. Porque es verdad que el traje de fiesta tradicional de las hijas (naturales o voluntariamente adoptivas) de Lagartera, en el Campo Ara?uelo, al oeste de la provincia de Toledo y cerca ya de la raya con C¨¢ceres, es llamativo, pero nunca demasiado. Y menos a¨²n estrafalario. Durante la celebraci¨®n de su famoso Corpus, que ya est¨¢ al caer (este a?o, el 23 de junio, el domingo siguiente al Corpus oficial), la riqueza y el colorido de sus corpi?os bordados, sus mangas de lino plisadas, sus medias, calzas y borcegu¨ªes y sus faldas superpuestas alcanzan precisamente mediante el exceso decantado sabiamente durante siglos de selecci¨®n y gusto colectivo una elegancia popular y suprema que deja sin aliento. Como dec¨ªa William Blake, ¡°el camino del Exceso lleva al palacio de la Sabidur¨ªa¡±, y algo de eso debi¨® adivinar Sorolla cuando pint¨® dos hermosos cuadros con mujeres de Lagartera ricamente ataviadas que se pueden ver en su casa-museo de Madrid.
Lagartera ya es, durante 364 d¨ªas, un bonito pueblo de la vega del Ti¨¦tar, en la comarca de Oropesa: es verdad que su n¨²cleo hist¨®rico, el Toledillo, recuerda en peque?o a la capital de la provincia con sus calles estrechas, sus sobrias casas de ladrillo y mamposter¨ªa y la imponente parroquia de granito del Salvador, g¨®tica tard¨ªa y con soberbios artesonados. Pero un d¨ªa al a?o, por la festividad del Corpus Christi y desde el siglo XVI, se transforma en una especie de ciudad encantada gracias a uno de los despliegues de arquitectura y ornamentaci¨®n ef¨ªmera populares m¨¢s impresionantes de Espa?a. Estamos ante la versi¨®n m¨¢s risue?a y delicada y menos torva de la propaganda espectacular de la Contrarreforma.
Por estas fechas, el calor aprieta ya en Toledo, as¨ª que lo primero es cubrir las calles del recorrido de la procesi¨®n de la Custodia con doseles y toldos que refresquen las calzadas. Tambi¨¦n refrescan el ambiente y perfuman el aire las carretadas de hierbas olorosas que se habr¨¢n segado la v¨ªspera en los campos de los alrededores y que se esparcen por calles y plazas de buena ma?ana: albahaca, hinojo, mistranza y hierbabuena que al humedecerse y pisarse ba?an todo Lagartera con un aroma a la vez refinado y popular, como el esp¨ªritu mismo de la fiesta.
Refrescan el ambiente y perfuman el aire hierbas segadas en los campos: albahaca, hijono, mistranza y hierbabuena
Los toldos tienen otra funci¨®n: proteger los riqu¨ªsimos pa?os y colchas bordadas (algunas con cuatro siglos de edad) que adornan esa ma?ana las fachadas de las casas y se guardan cuidadosamente en el arca familiar el resto del a?o. Cada familia compite por engalanar su fachada con las piezas m¨¢s ricas y lujosas, y en el dintel de cada puerta se arman peque?as arquitecturas ef¨ªmeras con m¨¢s telas bordadas: como tiendas de alg¨²n desierto encantado de Las mil y una noches, forman peque?as alcobas y antesalas cobijando altares sobre los que se sit¨²an tallas barrocas y alegres del ni?o Jes¨²s.
Van vestidos con versiones a escala, pero igualmente ricas, de los trajes de las mujeres de la familia. En su torno, por si fuera poco, se despliega todo el ajuar de utensilios de cobre bru?ido y reluciente, de jarrones de cer¨¢mica talaverana y de El Puente del Arzobispo llenos de rosas, claveles y todas las flores que tambi¨¦n ese mismo d¨ªa se han cortado en las huertas y los jardines.
Desde que sale el sol y antes de la misa de las doce de la ma?ana, el pueblo entero ya se ha transformado: las casas m¨¢s ricas abren sus patios y zaguanes para mostrar lo mejor de su ajuar y ofrecer refrigerios a los visitantes, y las mujeres pasean vestidas con el traje t¨ªpico enriquecido de generaci¨®n en generaci¨®n, a cu¨¢l m¨¢s espectacular. Tambi¨¦n son, en realidad, piezas de arquitectura barroca, ef¨ªmera y andante. Orgullosas, dejan ver de cerca sus detalles y dan, sin cansarse, una y otra vez las explicaciones que hagan falta. Y aunque cada vez hay m¨¢s turistas (para bien o para mal, pocas fiestas en Espa?a son m¨¢s instagrameables, y el Corpus de Lagartera est¨¢ propuesto a la lista de patrimonio inmaterial de la Unesco), el ambiente es real y genuinamente popular: junto a los bordados, los corpi?os y las tallas se desempolva y vuelve a respirarse, en pleno siglo XXI, un aire decantado de elegancia y se?or¨ªo popular con 400 a?os a las espaldas.
Visita de cortes¨ªa
Es f¨¢cil hacer la visita guiada, por llamarla as¨ª, de este museo ef¨ªmero y riqu¨ªsimo de arte popular: basta acompa?ar la procesi¨®n que, tras la misa, sigue a la Custodia desde la iglesia del Salvador por la Corredera de los Toros y las calles profusamente adornadas que la llevan sin p¨¦rdida de vuelta a la calle de la iglesia y la plaza que sirve de atrio a la parroquia, antes de ingresar de nuevo al templo. Se detiene ante cada uno de los altares provisionales para honrar a la vez la talla y realizar, como quien dice, una visita de cortes¨ªa a la familia que ha dispuesto la ornamentaci¨®n. Si vamos de los ¨²ltimos, veremos, como en los cuentos orientales de genios, c¨®mo a nuestras espaldas el palacio ef¨ªmero de ricas telas y flores se desvanece, desmontado por unos due?os que solo as¨ª han conseguido proteger piezas de bordados y deshilados tres o cuatro veces centenarias y las custodian convencidos de que durar¨¢n otros cuantos siglos m¨¢s.
Hacia las dos de la tarde, solo las calles alfombradas de plantas arom¨¢ticas ya mustias nos convencen de que no hemos so?ado esa ciudad fe¨¦rica superpuesta como por arte de magia al pueblecito toledano sobre el que vuelve a caer el sol de justicia y del que se resguardan en sus casas sus vecinos. Si nadie nos invita al almuerzo, queda la posibilidad de probar suerte en el excelente Llares, en pleno centro del pueblo, a la sombra de su patio emparrado o en alguno de los salones de esta antigua fonda tradicional. Y el plan completo es hacer noche en el cercan¨ªsimo parador de Oropesa. Es un castillo soberbio, pero sus lujos de canter¨ªa y pan de oro sabr¨¢n a poco despu¨¦s de los fastos a¨¦reos y la magia del breve encantamiento que durante unas horas al a?o transforman Lagartera.
Javier Montes es autor de ¡®Varados en R¨ªo¡¯ (Anagrama).
Gu¨ªa
Restaurante Llares (Doctor Fleming, 7. Lagartera)
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