Las Carolinas, hu¨¦spedes de aprendices en Santander

Viajar de cobaya puede no resultar confortable, pero contribuye noblemente a la experimentaci¨®n del turismo y a la formaci¨®n acad¨¦mica de aquellos que precisamente har¨¢n de la comodidad del viajero su vocaci¨®n profesional. A un hotel-escuela se va sobre aviso. Nada es, ni funciona, como en un hotel tradicional. Nada se presume fogueado, cursado, definitivo. Los recursos humanos son todav¨ªa recursos escolares, y el personal docente no est¨¢ para atender a la clientela, sino para instruir a los alumnos hacia una atenci¨®n profesionalizada de los clientes. Conviene, por tanto, ser comprensivos y premiar los inconvenientes con el t¨ªtulo que otorga todo fracaso como pedagog¨ªa del ¨¦xito.

A esta raz¨®n obedece la iniciativa de la Asociaci¨®n Empresarial de Hosteler¨ªa de Cantabria en gestionar un complejo docente cerca de donde el paseo del General D¨¢vila se cruza con el Camino Alonso Vega y el instituto de ense?anza secundaria Jos¨¦ Mar¨ªa de Pereda. Santander, en su zona alta, conserva todav¨ªa muchas de aquellas mansiones engrandecidas con aires indianos, como esta de 1864 cuyos 5.000 metros cuadrados de jardines son una tentaci¨®n para hacer pellas cuando hace buen tiempo. A la sombra de dos magnolias y un tejo milenario, el lapso entre clase y clase gana la edad de la arboleda.

Tres ¨¢reas de estudios y pr¨¢cticas conforman el centro tur¨ªstico. La escuela, donde se capacitan 1.300 alumnos cada a?o en un edificio anexo y en los s¨®tanos de la mansi¨®n principal. El comedor, en la planta baja, abierto ¨²nicamente en periodo lectivo, de lunes a viernes para las comidas y los jueves y viernes para las cenas, que deben reservarse con antelaci¨®n. Y las instalaciones hoteleras, con 13 habitaciones a las que no cabe suponer ning¨²n lujo ni comodidad reglamentaria, salvo la conexi¨®n inal¨¢mbrica a Internet. Todas ofrecen cuarto de ba?o y las hay tambi¨¦n que dan a una terraza con vistas al jard¨ªn. Pero urge acometer una reforma en profundidad o, por lo menos, insonorizar mejor las paredes, renovar los colchones y ampliar el kit cosm¨¦tico. El car¨¢cter noble del edificio lo pide. Y gran parte de la clientela tambi¨¦n, aunque al t¨¦rmino de la estancia muestre su solidaridad con el reclamo prioritario de la formaci¨®n profesional.

Pedro Vega-Hazas, director del hotel y de la asociaci¨®n c¨¢ntabra de hosteler¨ªa desde 1992, tiene por delante un gran desaf¨ªo.