M¨²sica entre la brisa del mar y la sombra de H¨¦rcules
Concert Music Festival organiza m¨¢s de 40 grandes conciertos en un antiguo poblado almadrabero de la costa de C¨¢diz
No es normal que los trabajadores de un festival hagan tantas migas con los marineros locales que ¨¦stos les regalen hasta pulpos y pescados. Ni que el sol muera ¨¦picamente tras un islote fortificado que fue templo de H¨¦rcules mientras Raphael, Gloria Gaynor o Estrella Morente cantan en directo. Pero celebrar m¨¢s de 40 actuaciones en un antiguo poblado almadrabero que se asienta en una pen¨ªnsula con vistas a las marismas de C¨¢diz es lo que tiene.
Son las singularidades que hacen al Concert Music Festival Sancti Petri, en Chiclana de la Frontera, uno de los grandes atractivos de ocio de estos d¨ªas de verano en el sur. El evento celebra este a?o su segunda edici¨®n con una intensa programaci¨®n que llenar¨¢ pr¨¢cticamente todos los d¨ªas, hasta el 30 de agosto, de las semanas de m¨²sica, humor e incluso actuaciones infantiles.
Tras Pablo L¨®pez, Izal (el 2 de agosto), Miguel Poveda (el 3), Morat (el 10), Salvador Sobral (el 21) o Aitana (23 de agosto) son algunos de los artistas que se subir¨¢n sobre las tablas de los dos escenarios de este festival de car¨¢cter heterog¨¦neo y familiar. Una zona de food-trucks y otra de restaurante ¡ªservida por el m¨ªtico restaurante local Antonio, de Zahara de los Atunes¡ª con vistas al atardecer de Sancti Petri completan esta oferta cultural que ha llenado de vida una zona mar¨ªtima habitualmente despoblada y solo transitada por marineros y pescadores.
El poblado de Sancti Petri
M¨¢s de 100.000 personas pasaron el pasado a?o por la que fue la primera edici¨®n de este festival, alojado en una peque?a pen¨ªnsula reconvertida en lugar de ocio. A medio camino entre el Atl¨¢ntico abierto y el ca?o al mar de las marismas chiclaneras, hace d¨¦cadas que el poblado de Sancti Petri no hac¨ªa gala de una vida tan intensa. Fue en 1929 cuando el Consorcio Nacional Almadrabero adquiri¨® los terrenos para levantar un peque?o pueblo que diera servicio a los almadraberos que, cada temporada, participaban de las tradicionales levant¨¢s de at¨²n rojo que a¨²n hoy se producen en otros puntos de la costa gaditana.
Una calle principal llena de palmeras articulaba la vida en el poblado en dos manzanas en las que se levantaban las viviendas de los almadraberos, la casa del capit¨¢n, una capilla e incluso un cine. De todo ese urbanismo del siglo XX poco queda ya: algunas casitas dispersas, la capilla y las? espigadas palmeras que hoy enmarcan uno de los dos escenarios que en estos d¨ªas de verano concentran el inter¨¦s del Concert Music Festival.
De toda esa vida de anta?o, tambi¨¦n dan cuenta los m¨¢s mayores del lugar que siguen viviendo en algunas casas o que frecuentan el puerto deportivo y las asociaciones de pescadores que subsisten en el lugar. Ellos son los que recuerdan las glorias pasadas del poblado a los m¨¢s de 50 trabajadores que, en estos d¨ªas, se afanan por velar por el correcto desarrollo de las actividades que se celebran en el festival.
¡°Estamos mimetizados con los marineros mayores. La acogida ha sido buen¨ªsima por su parte. Nos traen a veces pescados o pulpos que cogen. Se han volcado con nosotros¡±, explica D¨¦bora Casillas, responsable de comunicaci¨®n del evento. Y eso que los lugare?os tienen que compartir ahora su espacio con las miles de personas que pasan estas semanas por los constantes eventos organizados. ¡°Es un festival muy familiar y viene todo tipo de p¨²blico. Hay muchos asistentes de C¨¢diz, de Sevilla, del sur de Portugal, Madrid o Barcelona¡±, apunta Casillas. Para tan fren¨¦tico ir y venir de asistentes, la organizaci¨®n incluso cuenta servicios de autob¨²s directo desde buena parte de las ciudades de la provincia de C¨¢diz. Y superada la entrada a la peque?a pen¨ªnsula y su desembarco en el festival, les espera algo m¨¢s que la m¨²sica o las actuaciones programadas para el d¨ªa.
Parte del espacio del Concert Music est¨¢ destinado a disfrutar del entorno. Desde la zona de restauraci¨®n se puede disfrutar de esas bellas puestas de sol en las que el astro muere justo detr¨¢s del Castillo de Sancti Petri, una fortificaci¨®n construida en un islote sobre el mar a poca distancia del poblado. De esa construcci¨®n se dice que es la heredera de antiguos templos, primero al dios fenicio Melkart y luego, en tiempos romanos, a H¨¦rcules. Porque celebrar un festival en una pen¨ªnsula cuajada de historia y cultura es lo que tiene.
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