Tesoros de la Unesco a un clic

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Cinco monumentos y cinco museos para una visita virtual

El confinamiento forzoso para frenar la propagaci¨®n del coronavirus ha descubierto un recurso no demasiado conocido hasta ahora: las maravillas que guarda la Biblioteca Digital Mundial (BDM), iniciativa de la Biblioteca de Estados Unidos, bajo el paraguas de la Unesco. Cuando estall¨® la crisis por la pandemia del Covid-19, empez¨® a circular por las redes sociales el mensaje de que la BDM abr¨ªa sus puertas (virtuales) para ayudar a sobrellevar la cuarentena. Falso. La biblioteca, creada en 2009, siempre ha sido accesible al p¨²blico (wdl.org/es). El bulo pill¨® por sorpresa a la propia Unesco, que, no obstante, aprovech¨® su viralidad para publicar un tuit: ¡°Es un buen momento para usar la Biblioteca Digital Mundial¡±. Nunca es tarde, vienen a decir desde su departamento de prensa, para disfrutar de su impresionante fondo documental: m¨¢s de 19.000 art¨ªculos sobre 193 pa¨ªses, con una antig¨¹edad que oscila entre el 8000 antes de Cristo (con pinturas africanas de ant¨ªlopes pintados del rev¨¦s, heridos o muertos) y el a?o 2000.

Entre sus joyas figuran las tablas alfons¨ªes, del rey Alfonso X El Sabio (entre 1263 y 1272), o la versi¨®n final de la Declaraci¨®n de la Independencia de los Estados Unidos de Am¨¦rica (1776), cuyas p¨¢ginas se exponen en el National Archives Museum, en Washington, actualmente cerrado por el coronavirus. Tambi¨¦n una edici¨®n pr¨ªncipe ¡ªprimera edici¨®n impresa¡ª del inicial volumen de El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, datada en 1605. Hay 158 socios (entre bibliotecas, museos y archivos) de 60 pa¨ªses que han donado a la BDM material en 145 idiomas. Manuscritos, diarios y revistas, peri¨®dicos, fotograf¨ªas y mapas; tambi¨¦n grabaciones de sonido y pel¨ªculas; por ejemplo, la primera reproducci¨®n, en 1898, de La Marsellesa o los primeros cortometrajes de los hermanos Lumi¨¨re, entre los que se incluyen im¨¢genes de corridas de toros y de la Semana Santa en Sevilla (1898).

Se puede navegar por la BDM en siete idiomas, espa?ol entre ellos; y buscar por lugar, periodo, tema, instituci¨®n, tipo de art¨ªculo (cada uno se presenta con una complet¨ªsima descripci¨®n), idioma e instituci¨®n. Tambi¨¦n hay l¨ªneas hist¨®ricas y mapas interactivos. Y la p¨¢gina de inicio incluye una secci¨®n de contenido recientemente agregado y dos m¨¢s con las instituciones y los art¨ªculos destacados, como una grabaci¨®n de algo m¨¢s de tres minutos sobre la llegada de emigrantes a la isla Ellis (Nueva York) en 1906 o un ¨¢lbum de fotos con los diferentes tipos de maquillaje para los personajes de la ¨®pera de Pek¨ªn (1851-1874).

Quienes anden a la caza de inspiraci¨®n viajera podr¨¢n encontrar el libro Los seis viajes de Jean-Baptiste Tavernier (1676), uno de los trotamundos m¨¢s famosos de la Europa del siglo XVII, o conocer c¨®mo era la Nueva York de 1900. Tambi¨¦n recrearse en mapas antiguos de ciudades, pa¨ªses y continentes de todo el mundo, como el Planisferio de Waldseem¨¹ller, impreso en 1507, el m¨¢s antiguo que se conserva con la menci¨®n de Am¨¦rica. Y pasar las horas navegando por una de las copias m¨¢s antiguas que existen de Los viajes de Marco Polo, de 1350, o entre las p¨¢ginas de un manuscrito fechado en torno a 1525 que cuenta, en franc¨¦s, detalles la expedici¨®n de Fernando de Magallanes alrededor del mundo y que se atribuye a Antonio Pigafetta, quien particip¨® en la aventura. Una manera de seguir descubriendo mundo mientras no podamos verlo con nuestros propios ojos.