El Convento de Mave: descanso y embeleso a orillas del Pisuerga

Aquella hoster¨ªa taraceada por la familia Moral en un priorato benedictino del siglo XII entre frescas arboledas ribere?as al Pisuerga se ha transformado en uno de los establecimientos hoteleros m¨¢s deslumbrantes de Espa?a. El orden v¨ªtreo y met¨¢lico del arquitecto Jes¨²s Castillo Oli, referente en la rehabilitaci¨®n del patrimonio rom¨¢nico, ha devuelto al edificio su sesgo austero y espiritual, alineado con la demanda de reposo y embeleso que exige el viajero en estos tiempos. Los ¨²ltimos planos del espacio DCeres, acondicionado en una vieja nave de almacenamiento levantada por el padre de los hermanos Moral, confirman la tendencia de la multimodalidad en los alojamientos tur¨ªsticos que combina la naturaleza pasajera de las habitaciones de hotel con la hospitalidad de media estancia solicitada por quienes practican el teletrabajo.

Estos apartamentos, equipados con lo indispensable para cumplir con las necesidades de una familia o de un retiro laboral, tienen el acceso automatizado mediante una pantalla que, en la entrada, gu¨ªa al hu¨¦sped en los pasos a seguir: insertar el c¨®digo comunicado previamente por correo electr¨®nico, escanear la documentaci¨®n personal (DNI, pasaporte), pasar la tarjeta de cr¨¦dito y recoger la tarjeta de acceso, o bien introducir en un teclado el c¨®digo asignado. Mayor comodidad imposible.

El hotel se prolonga hacia la derecha del edificio, a trav¨¦s de un pasadizo interior o de una rampa iluminada que penetra en las entra?as del convento de Santa Mar¨ªa de Mave. Bego?a Moral recibe en el umbral, presagio de una ilustrada conversaci¨®n. Nacho Moral, en los fogones, ha convertido el refectorio en lugar de peregrinaci¨®n gastron¨®mica para degustar el lechazo al horno o la carrillera benedictina, que sigue una receta de los monjes que habitaron este lugar en el siglo XVIII.

Hay otras joyas arquitect¨®nicas para deambular el d¨ªa entero. El jard¨ªn ofrece un aspecto primoroso, encendido de flores casi todo el a?o. La cava de los vinos, arte en transparencias, lleva tambi¨¦n la firma del arquitecto. Hasta el aparcamiento merece un paseo. El antiguo claustro refleja desde el titilar del agua que hoy cubre su pavimento la vigorosa arquer¨ªa rom¨¢nica.

E imposible acostarse sin tomarse una copa en el bar Zenobio, admirando la doble espada?a de la iglesia.