¡®Foodtruck¡¯ de ostras en Set¨²bal
La ciudad costera, a 40 kil¨®metros de Lisboa, destapa una rica gastronom¨ªa, avistamiento de delfines y el vibrante paisaje del estuario del r¨ªo Sado

A menos de 40 minutos en coche desde Lisboa se encuentra la ciudad portuaria de Set¨²bal, de 125.000 habitantes. Las posibilidades que ofrece este destino, todav¨ªa un tanto desconocido, son ideales para desconectar y entregarse a un merecido descanso. Aproveche la llegada a la capital portuguesa ¡ªdispone de vuelos directos y econ¨®micos de la aerol¨ªnea TAP desde Barcelona, Bilbao, Gran Canaria, Madrid, M¨¢laga y Valencia¡ª para almorzar un estupendo rape con garbanzos en el restaurante Salsa & Coentros (Coronel Marques Leitao, 12) y, despu¨¦s, seguir hacia Set¨²bal en coche por el puente colgante 25 de Abril, el m¨¢s largo de Europa de su especie.
Merece la pena empezar la escapada en el Moinho de Mar¨¦ da Mourisca, un antiguo molino donde se organizan eventos y se puede tomar uma bica (un caf¨¦) en su terraza. Est¨¢ ubicado en una zona privilegiada de arrozales, ca?izales y marismas dentro de la reserva natural del Estuario del Sado, uno de los mayores de Europa con sus 23.000 hect¨¢reas de extensi¨®n, donde se avistan m¨¢s de 250 especies de aves. All¨ª, C¨¦lia Rodrigues, al frente de Neptun, explica los m¨¦todos sostenibles que emplea su empresa de acuicultura para la cr¨ªa de uno de los productos estrella de Set¨²bal: la ostra.
Una opci¨®n informal para degustarla maridada con una copa de vino espumoso la encontrar¨¢ en Ostras sobre Rodas, un foodtruck instalado en la playa de Sa¨²de, en la avenida de Jos¨¦ Mourinho. Del entrenador de f¨²tbol setubalense cabe recordar que su abuelo fue el presidente del Vit¨®ria, el equipo local, cuyo estadio Do Bonfim se avista desde las habitaciones del hotel Meli¨¢, una excelente opci¨®n para alojarse cerca del centro de la ciudad. D¨¦jese recomendar por su director, Jos¨¦ Brito, y regrese sobre sus pasos a Casa do Mar (avenida Jos¨¦ Mourinho, 74), donde podr¨¢ aficionarse al choco frito, exquisito calamar, y a sus dulces peras al moscatel. Si es seguidor de Juego de tronos puede acabar la noche en la taberna medieval Bardo (Detr¨¢s da Guarda, 20), donde j¨®venes locales piden supuestos elixires de alquimista (licores con mayor o menor graduaci¨®n).
Pocas cosas hay m¨¢s placenteras que perderse por las callejuelas del centro hist¨®rico de Set¨²bal. Desde el remodelado Convento de Jes¨²s, de estilo manuelino, se puede caminar hacia la plaza de Bocage, en honor al poeta del siglo XVIII (la otra gran figura local es la cantante de ¨®pera Lu¨ªsa Todi, que da nombre a un auditorio). Tras probar uno de los afamados pasteles de nata de la pasteler¨ªa Capri (Largo da Miseric¨®rdia, 38), llega el momento de descubrir las fachadas de los locales m¨¢s antiguos, seg¨²n revela Pedro Amado, gu¨ªa de Nature Affairs: el restaurante de comidas caseras Adega dos Passarinhos (Tenente Valadim, 17) o la pintoresca galer¨ªa P¨®lvora D¡¯Cruz (Augusto Cardoso, 37).

Entre azulejos y moscatel
Conviene dejarse llevar por la curiosidad en el animado Mercado do Livramento (Lu¨ªsa Todi, 163), con su fachada art d¨¦co y sus variados puestos donde diseccionan enormes piezas reci¨¦n pescadas o venden la pintarroja, un peque?o tibur¨®n gato irreconocible sin su ¨¢spera piel. Aqu¨ª no hay que dejar de admirar los grandes azulejos de Pedro Jorge Pinto que cubren toda la pared frontal. Si interesa el arte de la baldosa decorativa, una excelente opci¨®n es visitar S?o Sim?o, en Azeit?o, a 15 minutos de Set¨²bal, donde se explica el proceso de fabricaci¨®n manual y uno puede apuntarse a un taller para personalizar el suyo propio. En esta regi¨®n, donde el moscatel es el rey, deguste el Periquita y Alambre en la ic¨®nica bodega Jos¨¦ Maria da Fonseca. Tambi¨¦n se puede visitar el monasterio de Arr¨¢bida, un complejo de casas blancas en la ladera de la monta?a fundado en el siglo XVI.
Dejando atr¨¢s Azeit?o y de regreso a Set¨²bal, parada obligada resulta A Casa do Arrabidine, mucho m¨¢s que una degustaci¨®n de licores centenarios: aqu¨ª esperan tragos de Ginjeira (licor de cereza) y Bicabaga?o (caf¨¦ con aguardiente) en una peque?a bodega museo en la que se exponen cuadros de artistas locales. La mejor forma de abrir el apetito para enfrentarse a las generosas raciones de sardinas a la parrilla de Estrela do Mar (Estrada Dos Espanhois, Palmela), una tasca tradicional en medio de un vi?edo.
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La oficina de turismo local se aloja en Casa da Ba¨ªa (Lu¨ªsa Todi, 468), un edificio del siglo XVIII multidisciplinar donde, adem¨¢s, se puede probar un c¨®ctel de ginebra con moscatel, degustar un men¨² de conservas y comprar en su tienda gourmet (con vinos de 36 productores locales). Su directora, Paula Vieira, destaca la terraza donde hacen conciertos, decorada con un colorido grafiti de una gran tortuga, un mural con las bah¨ªas m¨¢s bonitas del mundo (junto a Set¨²bal aparece la de Santander) y una exposici¨®n dedicada a los delfines del Sado (emblema de la ciudad), uno de los ¨²ltimos h¨¢bitats de Europa donde viven una treintena de estos animales.
Su avistamiento es una excelente excusa para navegar por el estuario del r¨ªo Sado, la costa Arr¨¢bida y las playas de Tr¨®ia y de Comporta. Luego se puede cambiar barco por jeep y adentrarse en el parque natural de la Arr¨¢bida (17.000 hect¨¢reas) hasta el acantilado m¨¢s alto del litoral continental portugu¨¦s (380 metros), no sin antes hacer una parada en alguna de sus 10 playas (Galapinhos fue declarada la mejor en 2017 por su paisaje natural intacto); un autob¨²s gratuito permite desplazarse entre ellas. De regreso, la impresionante fortaleza de San Felipe, del siglo XIV, ofrece una inmejorable vista panor¨¢mica y el museo de la ciudad tienta a tomar una cerveza en su terraza. Y como punto culminante de la velada, una megadegustaci¨®n de sushi en el restaurante japon¨¦s Sushima (Barao do Rio Zezere, 6). Relaci¨®n calidad-precio, imbatible.
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