Madeira desde el pico Arieiro
La fadista Cuca Roseta nos descubre las mejores pistas en la isla portuguesa
La fadista Cuca Roseta, que participa en la 10? edici¨®n del Festival Internacional de Fado de Madrid, cantar¨¢ este s¨¢bado 26 de septiembre en el Teatro ?Real en un homenaje personal a Am¨¢lia Rodrigues. En sus giras por el mundo suele visitar diversos puntos de Portugal, entre ellos, la isla de Madeira.
?Qu¨¦ impresi¨®n le caus¨® Madeira la primera vez?
Me pareci¨® un lugar con mucha energ¨ªa. La naturaleza es exuberante y, c¨®mo no, el mar all¨ª es una presencia constante. Se ven delfines y ballenas con facilidad, y en el interior te salen al paso un mont¨®n de especies de p¨¢jaros y de mariposas.
?Recorri¨® la isla a pie?
S¨ª, porque en ella se encuentran algunos de los senderos m¨¢s lindos que conozco. Durante el trayecto siempre se aparece alguna monta?a imponente. Eso me hace sentir por una parte muy peque?a espiritualmente, pero al mismo tiempo muy fuerte.
Recomi¨¦ndenos una excursi¨®n.
No hay que dejar de ir tanto al pico Arieiro como al pico Ruivo. El recorrido entre uno y otro tiene lugar por zonas tan altas que a veces caminas por encima de las nubes y pareces estar volando. Por un lado ves el mar, y por otro, solamente nubes. Es incre¨ªble.
Para recuperar fuerzas, ?qu¨¦ suele comer?
He ido a menudo con los m¨²sicos a probar las espetadas, unas brochetas de carne que son la especialidad de all¨ª. Ahora ya no como carne, pero siguen gust¨¢ndome las lapas, un tipo de almeja de roca que se cocina con ajo y perejil y, por supuesto, el pescado fresco de la isla.
No nos dejemos Funchal, la capital.
Es peque?ita, casi como una aldea. Hay muchos mercadillos con puestos tradicionales, y se puede comprar ropas t¨ªpicas, las que suelen usar para bailar la danza tradicional llamada Bailinho da Madeira. Tambi¨¦n fabrican sombreros y gorros. Y una experiencia muy peculiar es subir en telef¨¦rico hasta lo m¨¢s alto. Despu¨¦s, como Funchal est¨¢ en una pendiente muy escarpada, la costumbre es bajar en unos trineos de mimbre tirados por dos carristas expertos.
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