Arcach¨®n, un para¨ªso para cada estaci¨®n
Antiguo refugio de la aristocracia y de celebridades de la 'belle ¨¦poque', la localidad francesa seduce con su arquitectura del siglo XIX y sus ostras

Gustave Eiffel, Alejandro Dumas, el rey Alfonso XII o la emperatriz Sissi son solo algunas de las celebridades de la belle ¨¦poque que pasaron por Arcach¨®n, la localidad balnearia de la costa atl¨¢ntica francesa en el coraz¨®n de las Landas de Gascu?a, a unos 65 kil¨®metros de Burdeos. Dada la tranquilidad de sus playas, es un destino a medida para familias, mientras que en los vecinos pueblos de Cap Ferret, a los que se puede llegar f¨¢cilmente en ferri, sigue veraneando la ¨¦lite del pa¨ªs.

El inmenso mar de pinos que rodea Arcach¨®n tiene su origen a finales del siglo XVIII, cuando se impuls¨® su plantaci¨®n intensiva para contener la erosi¨®n del litoral. Todav¨ªa hoy, la gran duna de Pilat ¡ªa 10 kil¨®metros del puerto¡ª sigue moviendo sus 60 millones de metros c¨²bicos de arena hacia el interior, y una gasolinera, asediada por el polvo, ha tenido que cerrar hace poco. Este extra?o paraje natural, uno de los m¨¢s visitados de Francia, parece recortado del S¨¢hara y pegado en mitad de Europa, y, al igual que el desierto, cobra una especial belleza al anochecer.
Sin embargo, el motivo por el que muchos han o¨ªdo hablar de Arcach¨®n no son ni las personas ilustres que pasaron aqu¨ª largas temporadas ni el paisaje singular de su bah¨ªa. Su mera menci¨®n evoca inmediatamente en el paladar de los m¨¢s sibaritas el sabor de las ostras, que desde tiempos de Napole¨®n III se cr¨ªan en las marismas cercanas, uno de los mayores viveros de dicho molusco que hay en el mundo. El enclave m¨¢s conocido a este respecto es la isla de los P¨¢jaros, que debe su nombre a la llegada peri¨®dica de miles de aves lim¨ªcolas, algunas de ellas procedentes del ?rtico, para invernar.

Al igual que las lim¨ªcolas, los primeros visitantes de Arcach¨®n llegaban los meses m¨¢s fr¨ªos del a?o, lo que dio origen a la Ville d¡¯Hiver. No eran turistas en busca de sol y playa, sino en muchas ocasiones enfermos a los que, seg¨²n las teor¨ªas del m¨¦dico irland¨¦s sir Dominic John Corrigan, les beneficiaba respirar un aire que es la mezcla perfecta de la sal del mar y la trementina. Todo comenz¨® cuando los hermanos Pereire, due?os de la Compa?¨ªa Ferroviaria del Midi, trajeron el tren desde Burdeos para impulsar una fruct¨ªfera operaci¨®n inmobiliaria en lo que hasta entonces hab¨ªa sido un humilde pueblo de pescadores. M¨¢s tarde se urbanizar¨ªan la playa y el puerto y nacer¨ªan la Ville d¡¯?t¨¦ (la villa de verano), la Ville de Printemps (de primavera) y la Ville d¡¯Automne (de oto?o), con lo que este resort tur¨ªstico, pionero en el oeste de Francia, pasar¨ªa a tener un barrio adecuado para cada estaci¨®n del a?o.
Durante d¨¦cadas, hasta su desaparici¨®n bajo las llamas en 1977, el Casino Morisco era el escenario de la vida social de Arcach¨®n. Rodeado de unos jardines que s¨ª se han conservado, combinaba elementos de la Alhambra de Granada y de la mezquita de C¨®rdoba. Sus salas de juego, teatro, caf¨¦ y biblioteca resultaban un pastiche orientalista muy del gusto de los visitantes del balneario, que deseaban escapar de las exigencias de la vida cotidiana. Aqu¨ª ven¨ªan a curarse o a descansar, pero tambi¨¦n a divertirse y a relacionarse con la crema de Europa.
Ese fue el caso de Alfonso XII, que en 1879, un a?o despu¨¦s de haber enviudado de Mar¨ªa de las Mercedes, viaj¨® a la localidad francesa para conocer a su nueva prometida, Mar¨ªa Cristina de Habsburgo-Lorena. Se dice que el rey no se fiaba de la descripci¨®n que le hab¨ªan hecho sus ministros y quer¨ªa juzgar con sus propios ojos la belleza de la joven. ¡°Te habr¨¢s dado cuenta de que la que est¨¢ bomba es mi suegra¡±, le dijo el monarca a un amigo nada m¨¢s finalizar el primer encuentro; aunque tres meses m¨¢s tarde se casar¨ªa con la hija tal y como estaba planeado. Siguiendo sus pasos tambi¨¦n visit¨® Arcach¨®n su madre, la reina Isabel II. Y, una d¨¦cada m¨¢s tarde, la emperatriz Sissi de Austria-Hungr¨ªa, que lleg¨® para serenar su alma tras el suicidio de su hijo Rodolfo. Se hosped¨® junto a la playa, en el Grand-H?tel ¡ªinaugurado en 1860 y a¨²n hoy abierto; grand-hotel-richelieu.com¡ª, donde unas d¨¦cadas despu¨¦s tambi¨¦n se aloj¨® la ¨²ltima reina de Madagascar, Ranavalona III.
El estilo ¡®arcahonnaise¡¯
Desde el mirador de Sainte C¨¦cile, una diminuta Torre Eiffel en lo alto de la localidad, se contemplan los tejados de muchas de las villas. Esta panor¨¢mica de 360 grados ofrece un inventario completo de la arquitectura del siglo XIX. Hay hoteles de inspiraci¨®n suiza, espa?ola, italiana e inglesa, pero la homogeneidad del conjunto ha hecho que en Francia se refieran a un ¨²nico estilo: el arcahonnaise.
Probablemente una de las m¨¢s espectaculares sea la Villa Marguerite. Su nombre es un homenaje a la ¨®pera Fausto, de Charles Gounod. Pero para los mel¨®manos el inter¨¦s de esta residencia es mucho mayor, porque en 1880 se aloj¨® aqu¨ª la baronesa Nadezhda von Meck, que no solo fue mecenas de Chaikovski, sino que, sin saberlo, contrat¨® para que diera clases a sus hijas a un pianista de 18 a?os llamado Achille-Claude Debussy.
A partir de la II Guerra Mundial, Arcach¨®n empez¨® a recibir un turismo de clase media. Es entonces cuando el litoral de Cap Ferret, justo al otro lado de la bah¨ªa, toma el relevo y se convierte en uno de los lugares m¨¢s exclusivos del pa¨ªs. Puede que el primero en descubrir el para¨ªso que rodea Arcach¨®n fuera el artista Jean Cocteau, que vio reflejadas en sus marismas ¡°las primeras edades del mundo¡±. En un hotel con aspecto de caba?a de pescadores pas¨® junto a su amante, el joven escritor Raymond Radiguet, los veranos de 1920, 1921 y 1923. Tal vez, adem¨¢s de disfrutar del mar y perderse en los pinares, visitaron la deliciosa capilla de los marineros, aneja a la neog¨®tica bas¨ªlica de Notre Dame y cubierta en su totalidad por exvotos populares de aspecto na¨ªf.
Y, adem¨¢s de arquitectura, gastronom¨ªa. Hay much¨ªsimos restaurantes en Arcach¨®n. Si se quiere pescado, Le Bistrot du Port (bistrot-arcachon.fr) tiene precios razonables. Para tomar ostras uno de los m¨¢s conocidos es Le Pitt (avenida G¨¦n¨¦ral de Gaulle, 2). Y para quien prefiera dejarse llevar por la fantas¨ªa est¨¢ Le Sherazade (calle Mar¨¦chal de Lattre de Tassigny, 43 bis), un marroqu¨ª muy casero a los pies de los jardines del Casino Morisco.
Ignacio Vleming es autor del ensayo ¡®Fisura¡¯ (Rua Ediciones).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.