Santa Catalina, en la azotea m¨¢s popular de Las Palmas

"A Royal Hideaway Hotel¡±, como la cadena mallorquina Barcel¨® ha querido clasificar su alojamiento m¨¢s venerable en Canarias, es un apelativo que no le hace justicia al edificio. Regio es por antonomasia, pero de escondido¡­ nada de nada. Al contrario, ocupa uno de los lugares m¨¢s visibles de la ciudad por su vecindad con el parque Doramas y porque sus jardines bien merecen un tratado de bot¨¢nica. Entre 1888 y 1890, un grupo de empresarios ingleses bien asentados en el archipi¨¦lago encarg¨® su dise?o al arquitecto escoc¨¦s James McLaren. Tras la Primera Guerra Mundial lo adquiere el Ayuntamiento de Las Palmas, aunque no se construye el nuevo inmueble hasta 1946, con tanto ¨¦xito que enseguida se convierte en reclamo imprescindible para personalidades de la ¨¦poca (Winston Churchill, Maria Callas, Agatha Christie¡­).

Reformado en 2019 por Barcel¨®, el Santa Catalina vuelve a ser el hotel m¨¢s se?orial y emblem¨¢tico de las islas. Lo atestiguan sus murales del siglo XIX, que se conservan intactos. Y su patio de las Tortugas, cuyo foso separador ahorra muretes que incordien. O los grandes candelabros de cristal de Murano que decoran el sal¨®n principal, conservado con el mismo lustre que anta?o tuvo, los mismos m¨¢rmoles, los mismos artesonados de escayola. Mimos del pasado que devuelven al estado actual la delicadeza de su equipo, devoto en atender a los hu¨¦spedes con nobleza, amabilidad y sentido de pertenencia a la historia del hotel. Empezando por el maestro anfitri¨®n Manuel Mart¨ªnez-Fresno, un erudito cronista de su ciudad con el elegante porte que definen a esos hoteles de toda la vida.

La oferta gastron¨®mica no se reduce al restaurante Poemas, a cargo de los hermanos Juan Carlos y Jonathan Padr¨®n (chefs que cuentan con una estrella Michelin). Se advierte tambi¨¦n en los aperitivos servidos en la terraza del bar Carabela, en los desayunos del jard¨ªn trasero y en todo lo que llega hasta las habitaciones, unas estancias que rememoran las grandes traves¨ªas atl¨¢nticas para traer a las islas la ca?a de Indias y los tul¨ªperos del Gab¨®n. La suite Royal merece una noche por contemplar la luna desde su terraza de triple vuelo. El sat¨¦lite y el oc¨¦ano es lo que se ve tumbado en las camas balinesas de la azotea m¨¢s popular de la ciudad, el Alis Rooftop, con su piscina de horizonte infinito, sus p¨¦rgolas geom¨¦tricas y los templetes que coronan este magn¨ªfico edificio.