Un ¡®spritz¡¯ con los florentinos
Librer¨ªas caf¨¦, una 'trattoria' dentro de un mercado, tiendas 'delicatessen' y m¨¢s propuestas para saborear la ciudad toscana lejos del trasiego turista
Visitar Florencia implica pasarse el d¨ªa entre museos y lugares ic¨®nicos de la historia del arte. Pero si necesitamos hacer un receso, descansar del s¨ªndrome de Stendhal tras ver tanta belleza, ?habr¨ªa alg¨²n otro quehacer matutino o vespertino? ?Alg¨²n local en el que comer rodeados de florentinos? Aqu¨ª van unas cuantas ideas que permiten experimentar las muchas facetas de la ciudad.
Es dif¨ªcil no sentirse turista en Florencia, pero no es imposible, sobre todo si nos acercamos a la zona de Sant¡¯Ambrogio. Al este del meollo hist¨®rico-art¨ªstico se despliega este barrio cuyo mercado est¨¢ lleno de vida. Adem¨¢s de puestos de queso con pistachos o de cuellos de gallo rellenos, aqu¨ª se encuentra la diminuta Trattoria da Rocco, que gusta a viajeros y locales por igual gracias a sus recetas de cocina toscana. A dos pasos est¨¢ el Mercato delle Pulci (mercado de las pulgas), un conjunto de locales de anticuarios y almonedas reci¨¦n inaugurado.
Si queremos alegr¨ªa, hay que acudir a comer a La Cucina del Ghianda. A mediod¨ªa funciona como tavola calda: a la vista de los comensales se ofrecen varios primeros y segundos platos con sus guarniciones para elegir, siempre a precios asequibles. Una buena oportunidad para probar la florentina pappa al pomodoro, una sopa templada que lleva miga de pan, tomate y albahaca entre sus principales ingredientes.
Otra opci¨®n es decantarse por comer en la calle: los food trucks en la ciudad italiana llevan toda la vida en boga. Tripperia Pollini es el m¨¢s popular; est¨¢ cerca del Mercato di Sant¡¯Ambrogio y a ¨¦l acuden en enjambre los florentinos a nutrirse de jugosa casquer¨ªa en forma de bocadillos de trippa y de lampredotto, primos cercanos de los callos espa?oles.
La gran instituci¨®n gastron¨®mico-cultural del barrio es Cibr¨¨o, que adem¨¢s de un restaurante ha abierto una gran tienda de delicatessen y objetos artesanales con una terraza en la azotea. Del mismo due?o ¡ªFabio Picchi, una celebridad en Florencia¡ª, es el Teatro del Sale, muchos de sus espect¨¢culos musicales est¨¢n liderados por la diva Maria Cassi, cantante y c¨®mica de tintes cabareteros. M¨¢s hacia el este encontramos el complejo monumental de Le Murate, una antigua c¨¢rcel y un convento revitalizados para los ciudadanos. All¨ª, en medio de la Piazza delle Murate, aguarda el Caff¨¨ Letterario, perfecto para beber c¨®cteles y participar en actos literarios y conciertos.
En el apartado de las compras, para evitar traer como recuerdo una estatuilla del David de Miguel ?ngel en colores fluorescentes, hay que visitar Pegna dal 1860, una tienda de alimentos inaugurada en ese a?o donde venden miel de toda Italia, chocolate con regaliz, mermelada de mandarinas sicilianas y mil delicias m¨¢s. O quiz¨¢, tras un par de d¨ªas en el pa¨ªs, ya sea el momento de atreverse a leer alg¨²n libro en italiano. Aunque no lo fuese, hay que visitar Todo Modo, donde tambi¨¦n se pueden encontrar regalos exquisitos para quienes aman los libros y la escritura. Atendida por los amabil¨ªsimos Pietro y Maddalena, florentinos de pura cepa, esta librer¨ªa, que tambi¨¦n es caf¨¦ y restaurante, es un punto de encuentro muy sabroso. A mediod¨ªa, el men¨² lo elabora una chef japonesa que hace gui?os a otras cocinas del mundo, por si uno se cansa de la italianidad.
Al sur del Arno
Florencia est¨¢ atravesada por el r¨ªo Arno. Los visitantes que van con prisas se centran en la parte norte, pero al cruzar el r¨ªo, en la zona llamada Oltrarno, tambi¨¦n hay mucho que ver. Sus principales puntos de inter¨¦s art¨ªstico son el Palazzo Pitti, el Jard¨ªn de B¨®boli y la iglesia de Santo Spirito, donde el joven Miguel ?ngel aprendi¨® dibujo anat¨®mico gracias a los cad¨¢veres del hospital perteneciente al monasterio. A pocos metros, esperan la librer¨ªa caf¨¦ La Cit¨¦ y el club de jazz NoF.
Cae la tarde, ?ad¨®nde ir? Se puede volver a cruzar el Arno y visitar la biblioteca p¨²blica del Monastero delle Oblate. Adem¨¢s de leer o escuchar m¨²sica en sus salas, en su claustro hay un caf¨¦ con vistas a la c¨²pula de Santa Maria del Fiore. Otra opci¨®n es ir al cine (a¨²n cerrado por la pandemia), pero a una sala de las de toda la vida, el Cinema Odeon, junto a la plaza de la Rep¨²blica. Todo, desde las taquillas al patio de butacas, tiene un encanto a?ejo cada vez m¨¢s escaso en el planeta.
Cuando dan las siete de la tarde comienza el ritual de la apericena: al pedir una bebida, que muy bien puede ser un spritz, muchos bares incluyen un sabroso buf¨¦ libre por unos 10 euros. Entre ellos destaca Soul Kitchen, cuyo nombre en ingl¨¦s puede despistar ya que dentro sirven recetas 100% italianas. Pero para estirar un poco el me?ique de puro refinamiento hay que entrar en la decimon¨®nica viner¨ªa Procacci, un local diminuto donde abundan las exquisiteces, en concreto sus famosos panini tartufati, unos micropanecillos rellenos de pat¨¦ de trufa. Y como fin de fiesta se puede tomar una copa en el imponente espacio de La M¨¦nag¨¨re, una antigua f¨¢brica de porcelana junto al Palazzo Medici Riccardi.
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