Maldivas, los atolones mimados
Las 1.190 islas de Maldivas viven bajo la amenaza de la subida del mar. A la lucha clim¨¢tica se suman algunos de sus hoteles de lujo con la contrataci¨®n de bi¨®logos
Durante a?os, Marteyne van Well control¨® al detalle la vida de Antonio Banderas: su siguiente rodaje, el vestuario para un nuevo anuncio, el momento de la sonrisa en una alfombra roja. ¡°Su relaci¨®n con Melanie Griffith fue lo m¨¢s complicado de gestionar¡±, recuerda la holandesa de su etapa como asistente personal del actor. Alejada de Hollywood, hoy dirige en una isla privada de Maldivas un resort de lujo del que tambi¨¦n controla hasta el ¨²ltimo movimiento. No es exagerado decirlo: con una aplicaci¨®n vigila a diario si los pescadores que abastecen los restaurantes del hotel capturan especies protegidas. Si se pasan de listos, les incluye en una lista negra. Si respetan su acuerdo de pesca sostenible, compra su captura al precio m¨¢s alto del mercado. El hotel contribuye as¨ª a la sostenibilidad de un pa¨ªs que en 2022 cumple medio siglo de la apertura de su primer resort. Para celebrarlo, desde el 1 de enero, el Gobierno facilita la apertura de nuevas casas de hu¨¦spedes (ahora hay 695) para los viajeros con menor presupuesto que no pueden permitirse complejo de lujo en el pa¨ªs con mayor concentraci¨®n de alojamientos de este tipo en el mundo.
Para quienes s¨ª puedan pagarse el capricho, hoteles como el Six Senses, el de Van Well en el atol¨®n de Laamu, cumplen al detalle los mandamientos del para¨ªso: playas blanqu¨ªsimas, suites suspendidas sobre un oc¨¦ano ?ndico turquesa y un ej¨¦rcito de empleados que reciben al viajero con esa ¡°sonrisa profesional¡± que describi¨® David Foster Wallace en Algo supuestamente divertido que nunca volver¨¦ a hacer (1997), su sarc¨¢stico reportaje sobre el personal de los cruceros. La diferencia entre el resort de Van Well y cualquier caricatura vacacional se resume en dos palabras que han obligado a estos hoteles a reinventarse: cambio clim¨¢tico. Ah¨ª entra en juego el acuerdo con los pescadores y el sinf¨ªn de iniciativas medioambientales de los hoteles de lujo de Maldivas.
Preocupaci¨®n o conveniencia
Qui¨¦n sabe si por un arrebato ecologista o por darse un lavado de cara a la galer¨ªa, los resorts pretenden evitar la espantada de los clientes atra¨ªdos por atractivos como el buceo entre arrecifes de coral, mantarrayas y tiburones. Si las altas temperaturas contin¨²an esquilmando los fondos marinos, viajar a las 1.190 islas de Maldivas perder¨¢ su sentido. Por eso necesitan preservar el medio ambiente: para seguir haciendo caja.
La econom¨ªa del pa¨ªs vive entregada al turismo como casi ¨²nica apuesta y las iniciativas hoteleras se suceden: desde la contrataci¨®n de bi¨®logos en sus plantillas hasta la reciente apertura de Kudadoo Maldives, el primer resort que funciona ¨ªntegramente con los paneles solares de su cubierta. El complejo de Van Well, por ejemplo, ha unido al 30% de sus competidores para proteger 830.000 metros cuadrados de pradera marina, un ecosistema de plantas acu¨¢ticas, no precisamente instagrameables, contra el que hasta hace poco luchaban los hoteleros, temerosos del rechazo de los turistas. Lo hacen a trav¨¦s de su iniciativa Maldives Underwater Initiative y en colaboraci¨®n con The Manta Trust, Blue Marine Foundation y The Olive Ridley Project.
¡°Los que no se preocupan del medio ambiente por convicci¨®n lo hacen por no perder al turista que busca un hotel sostenible¡±, analiza la antrop¨®loga Philippa Roe, una de las 10 bi¨®logas contratadas por Six Senses, que cita entre los establecimientos concienciados a rivales como el hotel Gili Lankanfushi, que con ayuda de la ONG Parley convierte el pl¨¢stico en art¨ªculos deportivos y ha recuperado 220 l¨ªneas de coral submarinas, desaparecidas despu¨¦s de que en 2016 El Ni?o arrasase con entre el 50% y el 80% de los arrecifes del pa¨ªs. El fen¨®meno oblig¨® a otros hoteles, como Huvafen Fushi, a restaurar l¨ªneas coralinas pr¨®ximas para seguir presumiendo de ser el primero con un spa subacu¨¢tico con vistas a los corales.
Para el viajero concienciado
En Maldivas casi se puede saltar de isla en isla a trav¨¦s de sus resorts: en sus 26 atolones hay 188 islas habitadas por apenas medio mill¨®n de personas y cerca de 160 resorts. La cadena Soneva, propietaria de dos de ellos, renunci¨® ya en 2008 a importar agua embotellada y fue la primera en reciclar pl¨¢stico y recoger desperdicios en islas cercanas. Hoy recicla el 90% de sus desechos (la comida desperdiciada la convierte en compost) y en 2025 espera emplear energ¨ªa 100% renovable (hoy es el 12%). El listado de opciones en los que el viajero concienciado puede alojarse incluye hoteles que env¨ªan tortugas marinas heridas al centro de rehabilitaci¨®n propiedad de la cadena Four Seasons en el atol¨®n de Baa, reserva de la biosfera por la Unesco, y establecimientos como Joali, que en noviembre de 2021 abri¨® su ¨²ltimo resort y ha desarrollado tres santuarios de tortugas en colaboraci¨®n con la ONG Olive Ridley Project. Adem¨¢s, junto a la consultora en sostenibilidad EarthCheck, ha levantado una planta desalinizadora y de recolecta de lluvia.
Tras verle las orejas al lobo del calentamiento global, las hoteleras lideran las iniciativas para reducir la huella ambiental de un turismo que este a?o ha remontado de forma espectacular: si 1.702.887 viajeros visitaron Maldivas en 2019 y el a?o pasado, en plena pandemia, fueron 555.494, hasta el 22 de septiembre de 2021 sumaron 843.552, seg¨²n el Ministerio de Turismo, que sit¨²a a Espa?a en s¨¦ptimo lugar en visitantes (24.984).
La peculiar geograf¨ªa juega, sin embargo, en su contra. Es el pa¨ªs m¨¢s plano del mundo: su pico m¨¢s alto alcanza los 2,3 metros. Suficiente para el jugador de baloncesto Pau Gasol (2,15), pero preocupante para la tercera naci¨®n m¨¢s amenazada por la subida del mar, seg¨²n el Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim¨¢tico. A la mayor¨ªa de los hoteles les queda mucho por recorrer: la energ¨ªa verde que consumen alcanza en el mejor caso el 30%, sus restaurantes ofrecen productos que viajan miles de kil¨®metros y alojan cada a?o a miles de turistas llegados en transportes no precisamente ecol¨®gicos. El reto para los resorts consiste hoy en devolver a la naturaleza parte de lo que tomaron prestado de ella.
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