De Ankara a G?reme: un viaje por la historia, cultura y gastronom¨ªa turcas
Tras visitar los imprescindibles de la capital de Turqu¨ªa, la ruta lleva a conocer Hattusa, la gran ciudad de los hititas, pasando por los incre¨ªbles relieves en piedra del santuario de Yazilikaya e iglesias centenarias excavadas en la roca
El hotel Divan ?ukurhan se encuentra frente a la entrada principal de la ciudad antigua de Ankara. Este edificio de paredes de adobe, vigas de madera y un gran patio interior, lleva desde el siglo XV alojando hu¨¦spedes. Tiene acogedoras habitaciones y ecl¨¦cticos salones, decorados con objetos tra¨ªdos por la familia propietaria en sus viajes a ?frica y Oriente, que se mezclan con antig¨¹edades del propio pa¨ªs, grandes m¨¢scaras, caballitos y cuadros con barcos en los pasillos, todos ellos de madera. Se encuentra, adem¨¢s, en una localizaci¨®n ideal para recorrer la ciudad antigua, a un paso del Museo de Arte y Arqueolog¨ªa de Erimtan, del imperdible Museo de las Civilizaciones de Anatolia as¨ª como de Arslanhane, la mayor mezquita sely¨²cida con 24 pilares de madera que terminan en capiteles romano-bizantinos de m¨¢rmol.
Nos vamos rumbo al punto m¨¢s alto de la ciudad turca y la parte m¨¢s antigua, el castillo, y nada m¨¢s atravesar la puerta principal de la ciudad vieja llegamos a una peque?a plaza con coloridos locales para tomar caf¨¦ elaborado a la manera cl¨¢sica, alguna tienda con los t¨ªpicos ojos azules de la suerte y peque?as callejuelas con casas turcas tradicionales, muchas de ellas restauradas y alguna convertida en restaurante de comida local. As¨ª ascendiendo llegamos al mirador de Ankara, y es que desde aqu¨ª se ve la ciudad en su totalidad. Al caer la tarde se re¨²nen en este punto turistas y locales para ver caer el sol coincidiendo con el sonido de la llamada de la ¨²ltima oraci¨®n del d¨ªa.
Recorrido gastron¨®mico por la calle Tunali Hilmi
Bajamos a la Ankara moderna. Empezamos por la calle Tunali Hilmi, llena de vida, donde se puede probar, en su infinidad de tiendas, todo tipo de dulces y salados turcos. Partimos del peque?o parque de Ku?ulu, con cisnes y riachuelo incluido, muy popular entre sus habitantes y donde en una esquina se encuentra el local Kitir. Aqu¨ª sirven la comida r¨¢pida local: el Kumpir, una patata asada aderezada al gusto. Aydin, Burak y Onur son los tres j¨®venes que llevan este peque?o negocio en el rinc¨®n verde de la capital turca.
La siguiente parada es la pasteler¨ªa Bolulu Hasan Usta, con una inmensa variedad de dulces en su mostrador y donde se pueden pedir delicias con nombres tan curiosos como Ombligo de Dama, elaborado con miel y alm¨ªbar; Ekmek kadayifi, pan con alm¨ªbar; Tavuk g?gs¨¹, que se podr¨ªa traducir como pud¨ªn de pechuga de pollo; o decantarnos por el cl¨¢sico Baklava. En la misma calle hay tiendas de especias, frutos secos (kuruyemis), pipas reci¨¦n tostadas y hombres con cestos en la cabeza que venden los simit, panecillos redondos con semillas de s¨¦samo.
Seguimos bajando hasta encontrar el restaurante de falafel favorito de la gente de Anakara, el Kebap 49, que abri¨® sus puertas en 1949. Hoy Noyan, la tercera generaci¨®n de este negocio familiar, muestra la historia del local y la de su gran familia de empleados a trav¨¦s de las fotos que hay colgadas en las paredes de sus dos plantas. Aunque su carta es amplia, merece la pena probar, c¨®mo no, uno de sus falafel acompa?ado de un ayran, una bebida que resulta de la mezcla de yogur, agua y sal que aqu¨ª se bebe en gran cantidad en verano.
La calle termina cerca de la blanca mezquita de Kocatepe, que se termin¨® de construir en 1987 tras dos d¨¦cadas y es una de las m¨¢s grandes del mundo. Su espacioso interior, el juego geom¨¦trico de sus c¨²pulas, sus tonos suaves junto con una gran cantidad de peque?as ventanas, crean un ambiente muy agradable para el reposo y la contemplaci¨®n. Hay un peque?o armario en una de las entradas con pa?uelos que las mujeres pueden tomar prestados.
El viajero, sobre todo el primerizo, no puede irse de Ankara sin visitar el mausoleo de Mustafa Kemal Atat¨¹rk, fundador de la Rep¨²blica de Turqu¨ªa. Muchos turcos le llaman padre y le adoran, otros le acusan de extremista secular, y encontraremos su rostro por toda la ciudad en banderas, pero tambi¨¦n en forma de grafitis. Atat¨¹rk estaba obsesionado con la europeizaci¨®n de su pa¨ªs, hizo muchos cambios que fueron meramente simb¨®licos, pero es cierto que contribuy¨® mucho a la igualdad de la mujer en la sociedad turca.
Rumbo al santuario de Yazilikaya y a la capital hitita de Hattusa
Hay que salir de Ankara para empaparse de la cultura hitita. La primera parada es el santuario de Yazilikaya. Dabut es el responsable de la puerta de acceso y de la peque?a tienda de souvenirs donde se vende la gu¨ªa de esta excavaci¨®n y las artesan¨ªas que realizan 14 familias de los alrededores. ?l mismo con ayuda de un cuchillo est¨¢ dibujando en una piedra verde a los dioses hititas con una precisi¨®n asombrosa.
Este es el santuario de roca hitita m¨¢s grande conocido. Los perfiles en roca de las deidades en fila nos acompa?an a la entrada hasta llegar a la escena principal que forman los dioses Teshub y Hebat, Dios de la Tormenta y del Sol, respectivamente. Frente a ellos, el relieve m¨¢s grande de la c¨¢mara: Tudhaliya IV, el gran Rey de Hattusa. Su tumba se encuentra en la c¨¢mara contigua ¡ªa la que se accede por un estrecho pasillo¡ª que fue mandada construir por su hijo, Suppiluliuma II. Aqu¨ª un impresionante relieve de Tudhaliya IV acompa?a a los 12 Dioses del inframundo.
La capital de los hititas, Hattusa, se encuentra a pocos kil¨®metros de este lugar de culto. Patrimonio mundial de la Unesco desde 1986, sus excavaciones comenzaron all¨¢ por el 1906 por el Instituto Arqueol¨®gico Alem¨¢n y contin¨²an en la actualidad. El recorrido se suele realizar en coche, ya que cubre varios kil¨®metros, pero podemos parar siempre que queramos. Las paradas m¨¢s importantes est¨¢n se?alizadas con carteles explicativos.
Desde este alto promontorio se divisa gran parte de la antigua ciudad hitita; aqu¨ª se encuentra la puerta de los leones, la imagen m¨¢s conocida de Hattusa; unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢ se puede pasar por un t¨²nel que da una idea de la anchura de las que fueron sus murallas; y en lo alto del mismo espera la puerta de las esfinges; las originales se encuentran en el museo de la ciudad cercana, en el Museo Bo?azk?y, donde a trav¨¦s de estas y otras piezas halladas en las excavaciones uno puede llegar a entender c¨®mo fue capital del imperio hitita. Muestra objetos cotidianos, vasijas, vasos, esculturas, un sarc¨®fago de arcilla y tablillas, tambi¨¦n de arcilla, que cuentan la correspondencia entre Rams¨¦s II y Hattusili III y las buenas relaciones que ten¨ªan.
Otras paradas de la ciudad de Hattusa son la puerta del dios de la guerra, cuyo relieve original se guarda en el museo de las Civilizaciones de Anatolia en Ankara, y la c¨¢mara de culto, construida por el ¨²ltimo rey de Hattusa alrededor del a?o 1.200 antes de Cristo, llena de jerogl¨ªficos que se piensa pod¨ªa ser una entrada simb¨®lica al inframundo.
Entre ciudades subterr¨¢neas e iglesias en la Capadocia
Ya en la regi¨®n de Capadocia, la siguiente parada de la ruta es Kaymakl?, una ciudad subterr¨¢nea de 16 pisos, excavados, seg¨²n se cree, por los hititas y ocupados por diferentes culturas a lo largo de los siglos. Se visitan cuatro de ellos, y es incre¨ªble imaginar la vida de las 3.000 personas y animales en estas ciudades cuando ten¨ªan que sobrevivir encerrados durante meses a las invasiones de otros pueblos. Hab¨ªa cocinas comunitarias, establos, incluso cementerios, y en cada piso una zona para producci¨®n de vino, tal era su importancia. Estas cuevas ten¨ªan ventilaci¨®n con el exterior, pozos, canales de comunicaci¨®n entre los pisos y, en algunos casos, t¨²neles de varios kil¨®metros entre las diferentes ciudades subterr¨¢neas, como la vecina Derinkuyu.
A una media hora en coche espera G?reme. Sus m¨¢s de 1.000 iglesias excavadas en roca contienen las primeras pinturas murales de los cristianos, que usaban los frescos para ense?ar esta nueva religi¨®n hace 1.500 a?os, eran los seguidores de Basilio el Grande. El conjunto que forman las iglesias es tan bello por dentro como por fuera y se recomienda dedicar unas cuantas horas para poder entrar en las m¨¢ximas iglesias posibles y disfrutar de sus maravillosos frescos, en muchos casos reci¨¦n restaurados. La primera que aparece al subir la rampa es la iglesia de la Hebilla, es la m¨¢s antigua y la de mayor tama?o. Y as¨ª se suceden las iglesias, la de Karanlik Kilise o iglesia oscura con su pantocr¨¢tor, la iglesia de la manzana o Elmal? Kilise, con un fresco de la ¨²ltima cena, la iglesia sin nombre.
Nos trasladamos despu¨¦s al peque?o pueblo de ?avu?in, que fue una antigua ciudad grecoromana, para terminar el recorrido en el restaurante Bala Per. Frente a esta ciudad excavada damos buena cuenta de los rollitos de queso y verduras que son los B?rek, del delicioso platillo de yogur, pepino y menta que es el Cacik, para terminar con un cordero cocinado durante horas en una vasija sellada de barro.
Vuelta a Ankara
Tomamos la carretera de vuelta a Ankara y pasamos por el r¨ªo Kizilirmak o r¨ªo Rojo, el m¨¢s largo de Turqu¨ªa que tras un recorrido de 1.200 kil¨®metros va a dar al Mar Negro. La arcilla roja que le da nombre es muy preciada por los alfareros turcos y no es dif¨ªcil encontrar peque?os ceramistas que venden sus piezas a ambos lados de la carretera.
Desde el coche se suceden en la gran planicie las plantaciones de albaricoques, manzanos, trigo, calabaza o patata, as¨ª como las f¨¢bricas de cer¨¢mica y piedra p¨®mez.
Al otro lado de la carretera, el r¨ªo salado Tuz G?l¨¹, sagrado para los hititas, al cual dotaban de propiedades curativas. En verano se seca y se puede caminar sobre ¨¦l. De sus aguas se obtiene gran parte de la sal para las cocinas de todo el pa¨ªs y, si se tiene suerte, se ver¨¢ volar alg¨²n cern¨ªcalo o flamenco que suele anidar aqu¨ª.
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