Li¨¦rganes y La Cavada, viaje por el antiguo esplendor de su f¨¢brica de ca?ones y la naturaleza de los Valles Pasiegos
Estos dos pueblos de la comarca c¨¢ntabra de Trasmiera despliegan un sorprendente universo arquitect¨®nico e hist¨®rico y un patrimonio natural con el r¨ªo Miera como protagonista
Las piedras que visten casonas, muros y molinos desbordan el tiempo. Al atravesar el puente del peque?o pueblo de La Cavada, la historia de la comarca c¨¢ntabra de Trasmiera empieza a desnudarse. El arco de Carlos III es la entrada a un viaje fascinante que vierte sus grandezas en el presente, pues esta portalada barroca levantada a finales del siglo XVIII era uno de los accesos a las Reales F¨¢bricas de Artiller¨ªa de La Cavada y Li¨¦rganes. A partir de aqu¨ª, y hasta m¨¢s all¨¢ de Li¨¦rganes, resulta imposible olvidar los dos siglos de actividad de la primera siderurgia de la Pen¨ªnsula, una imponente industria que proporcion¨® ca?ones a la Corona y riqueza a muchas familias. Ese legado que llen¨® la zona de fundidores llegados de Flandes tambi¨¦n dej¨® un rastro cultural y arquitect¨®nico que, en La Cavada, mantiene su tenue recuerdo en las presas del r¨ªo Miera, en el Museo de la Real F¨¢brica de Artiller¨ªa, en las ruinas disimuladas por la vegetaci¨®n y en la tradici¨®n anual de disparar salvas con un ca?¨®n del siglo XVIII de 48 libras de calibre y tres toneladas de peso.
Al salir del poblado a orillas del r¨ªo, tras atravesar prados y los enormes pl¨¢tanos que jalonan la carretera que el marqu¨¦s de Valdecilla contribuy¨® a reparar, llegar a Li¨¦rganes tres kil¨®metros despu¨¦s y adentrarse en sus callejuelas, el aroma de cuatro siglos de vida embriaga al visitante: casi se puede tocar su biograf¨ªa. Los or¨ªgenes industriales de estas tierras se recuerdan en un vericueto de la plaza de los Ca?ones, donde un peque?o homenaje honra a su fundador, Jean Curtius, as¨ª como a los canteros locales y otros compatriotas del financiero flamenco. Ellos levantaron aqu¨ª los primeros altos hornos tras recibir una real c¨¦dula en 1622.
Una arquitectura fascinante
El barrio del Mercadillo de Li¨¦rganes es el ombligo de este municipio incluido en 2016 en la Asociaci¨®n de Los Pueblos M¨¢s Bonitos de Espa?a, pero cuyo casco viejo hab¨ªa sido declarado Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) d¨¦cadas antes. En la plaza de los Ca?ones, donde el sol de la tarde apacigua una humedad que palpita en todo el cuerpo, se alza la casa de los Ca?ones, una construcci¨®n de piedra de siller¨ªa y balcones de hierro forjado que el secretario de la Inquisici¨®n mand¨® construir a principios del siglo XVIII. Las sendas piezas de artiller¨ªa que adornan sus esquinas son un homenaje a los d¨ªas de gloria de una f¨¢brica que pronto ampli¨® sus instalaciones a La Cavada y catapult¨® la econom¨ªa local. La tambi¨¦n llamada casa de los Cantolla est¨¢ rodeada de bonitas viviendas de piedra con balcones de los que descuelgan melenas de cola de caballo (Rhipsalis baccifera), esos caracter¨ªsticos cactus de color esmeralda que adornan el pueblo.
Entre edificaciones sobrias con capillas y escudos familiares tambi¨¦n hay viejas casonas como la de Ra?ada y Portilla, a unos pasos de la plaza. La riqueza arquitect¨®nica de Li¨¦rganes atraviesa varios estilos ¡ªclasicismo, modernismo, monta?¨¦s, barroco¡ª y motea todos los barrios la villa. En la cabecera del r¨ªo, por ejemplo, a¨²n se ven los restos de una f¨¢brica que se comi¨® los bosques y dej¨® los montes pelados.
M¨¢s abajo, acariciando Li¨¦rganes, se suceden mansiones, iglesias y palacios que escapan del cogollo hist¨®rico, como las casas del Intendente Ria?o o de Seti¨¦n, construida en el siglo XVI. A¨²n m¨¢s despampanantes resultan los palacios de La Ra?ada, en el barrio del mismo nombre, y de Elsedo, en la vecina localidad de P¨¢manes, del siglo XVIII. El interior de este ¨²ltimo alberga un museo de arte contempor¨¢neo con obras de Eduardo Chillida, Pablo Serrano y Mar¨ªa Blanchard, entre otros. Con estos antecedentes y una mezcla alborotada de siglos y habitantes, no es extra?o que muchos indianos eligieran levantar aqu¨ª sus palacios al regresar de Am¨¦rica con riquezas, nuevos estilos y semillas de magnolias que sembraron en sus jardines. La casa de la Giraldilla, uno de los edificios m¨¢s llamativos de Li¨¦rganes debido a su estilo modernista y una torre que recuerda inevitablemente al monumento de la ciudad de Sevilla, es hoy un restaurante y una posada rural.
Toda esta atm¨®sfera local, casi on¨ªrica en los meses m¨¢s h¨²medos y silenciosos, permite respirar su antiguo esplendor entre caminos laber¨ªnticos, huertas y molinos, como el que habita en las tripas del centro de interpretaci¨®n El Hombre Pez. La peque?a construcci¨®n fue un molino de harina edificado a los pies del Puente Mayor (1607) y junto a los altos hornos, cuyos restos se ven entre matorrales. Sobre la puerta se lee una alabanza al secretario de la Inquisici¨®n mientras que dentro se conservan los engranajes del molino y se explica la leyenda del hombre pez, aquel chico del pueblo que desapareci¨® en la r¨ªa de Bilbao y fue encontrado en la bah¨ªa de C¨¢diz. Hoy resulta imposible separar Li¨¦rganes del hombre pez, recordado en una estatua de bronce, en el nombre de una calle, en cafeter¨ªas y en las venas de la tradici¨®n.
Actividades en la naturaleza
Los legajos ya hablaban de las bondades de la Fuente Santa de Li¨¦rganes en 1670, y esas aguas termales que empezaron a atraer a los viajeros tambi¨¦n sedujeron a Alfonso XIII. El rey y su familia pasaron varias temporadas a remojo en unas aguas ricas en minerales que populariz¨® a¨²n m¨¢s el pueblo y que ahora, dentro del balneario de Li¨¦rganes ¨Dla estaci¨®n termal m¨¢s antigua de Cantabria (hay datos desde 1670)¨D, se llaman Piscina del Rey. El hotel est¨¢ rodeado de un jard¨ªn con inmensos ¨¢rboles, incluidas inusuales secuoyas, que condensan la belleza natural del exterior. Porque afuera la biodiversidad se desparrama bajo la mirada de los Picos de Busampiro. Al ascender los 400 metros de los tambi¨¦n conocidos como Tetas de Li¨¦rganes y barrer el horizonte en semic¨ªrculo, como la forma del nuevo mirador, se capta una panor¨¢mica de la costa oriental de Cantabria y el valle del r¨ªo Miera.
Esta atalaya natural es uno de los mejores lugares para enmarcar Li¨¦rganes, al igual que la cercana iglesia de San Pantale¨®n. Desde las espaldas del templo de estilo rom¨¢nico, a la que se sube por un camino entre eucaliptos, se otea un oc¨¦ano rojo de tejados; al girarse uno hacia el norte, por donde baja la corriente de agua alborotada que remonta alg¨²n salm¨®n, nos arropa la cercana sucesi¨®n de picos ¡ªPe?a Pelada, Pe?a Redonda, Pe?a Coba¡ª que siembran el valle del Miera. Ambos sitios, adem¨¢s, son un aperitivo de una serie de circuitos que tienen a Li¨¦rganes como punto de partida. La ruta de los Pozos de Noja, que sube hasta los 700 metros entre caba?as, o la que lleva a los Pozos de Valcaba permiten seguir el rastro de la central el¨¦ctrica y de la miner¨ªa que dio origen a las lagunas. Los m¨¢s atrevidos, por su parte, siempre pueden hacer la v¨ªa ferrata que surca el Pico Levante.
Tambi¨¦n hay alternativas para seguir el r¨ªo Miera, latido eterno de la comarca, como la domesticada senda fluvial de Li¨¦rganes o la caminata, cercana pero salvaje, que lleva al Pozo Negro de Rubalcaba. Las laderas chorrean agua y los bosques de robles, hayas y abedules a los lados del camino son tan h¨²medos y sombr¨ªos que el suelo se vuelve musgo. Una vez all¨ª, los remansos y las cascadas se enredan en el cauce, que en primavera baja furiosa y en verano, cuando las aguas tartamudean, sirven de piscina. El Miera es uno de los principales r¨ªos de Cantabria, memoria del pasado que surca un valle abrupto. En el Ecomuseo-Fluviarium de la Monta?a y Cuencas Fluviales Pasiegas se ahonda en la etnograf¨ªa de los Valles Pasiegos, de los que el Miera forma parte. La visita tambi¨¦n permite conocer la fauna de los r¨ªos cant¨¢bricos, nutrias y varios acuarios con truchas, anguilas y esturiones, especies ya casi inexistentes en libertad. El museo acerca as¨ª al pulso del r¨ªo, y tambi¨¦n supone un elemento de concienciaci¨®n para su conservaci¨®n. Su impulsor, de hecho, es la Fundaci¨®n Naturaleza y Hombre, que trabaja en varios proyectos en torno a la bah¨ªa de Santander.
A esta amplia combinaci¨®n de historia y actividades entre colinas mojadas por el aliento del Miera se une su contrario, ¨ªntimo y recogido, y en las h¨²medas tardes siempre se podr¨¢ seguir la tradici¨®n en cualquiera de las cafeter¨ªas de Li¨¦rganes que sirven chocolate con churros o naufragar en alguno de los conciertos del Whisky Bar Los Picos, un local en el que tocan muchos de los grupos que hacen parada en Madrid, Barcelona o Bilbao.
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