Templos, cuevas, un pueblo museo... Diez rincones inesperados en Espa?a
Explorar el pecio del ¡®Sirio¡¯ en aguas del Cabo de Palos, visitar la art¨ªstica villa malague?a de Genalguacil o navegar en kayak por uno de los r¨ªos subterr¨¢neos m¨¢s largos de Europa. Grandes experiencias viajeras sin ir muy lejos
Desde una iglesia dedicada al skate en el Principado de Asturias o una peque?a Atapuerca alternativa en Galicia hasta uno de los r¨ªos subterr¨¢neos navegables m¨¢s largos de Europa o unos paisajes casi alpinos en medio de Soria¡ estas son algunas de las sorpresas y parajes in¨¦ditos que aguardan a quienes viajan por Espa?a con los ojos bien abiertos.
1. Valle Salado de A?ana (?lava, Pa¨ªs Vasco)
La t¨ªpica escena de los turistas flotando sobre las aguas saladas del mar Muerto podr¨ªamos encontrarla en un paraje muy cerca de Vitoria-Gasteiz, a unos 30 kil¨®metros, en el Valle Salado de A?ana. Este peque?o mar Muerto vasco tiene una salinidad de 200 gramos por litro, algo m¨¢s baja que la del mar de referencia (350 gramos por litro), pero su densidad es muy similar. Las salinas de A?ana se han explotado desde hace m¨¢s de 7.000 a?os: los iberos obten¨ªan la sal calentando la salmuera en ollas de cer¨¢mica, pero los romanos perfeccionaron su extracci¨®n construyendo las primeras eras con arcilla apisonada. Y as¨ª las encontramos hoy.
Más información en España inédita (GeoPlaneta) y en lonelyplanet.es.
Hoy se pueden visitar (desde 2017 son patrimonio agr¨ªcola mundial), pasear por sus sendas y seguir los canales de madera que distribuyen el agua salada de los manantiales. Tambi¨¦n es posible ejercer de salineros por un d¨ªa; descubrir especies ¨²nicas como la Artemia parthenogenetica, un crust¨¢ceo diminuto que ti?e de rosa las superficies blancas de las salinas y que ha facilitado el ingreso del valle salado en la lista Ramsar de humedales de importancia mundial; participar en una cata de sales, o disfrutar de los beneficios terap¨¦uticos de su spa salino.
La casa rural Madera y Sal, en Salinas de A?ana, alquila apartamentos a grupos durante todo el a?o.
2. La iglesia Skate de Llanera (Asturias)
El skate naci¨® en California en la d¨¦cada de los cincuenta del pasado siglo cuando un grupo de surfistas intentaron trasladar su deporte favorito a tierra. En Espa?a lleg¨® a finales de los sesenta, pero no se populariz¨® hasta los ochenta. Desde entonces no han parado de construirse y adaptarse espacios para su pr¨¢ctica, aunque ninguno tan original como la iglesia Skate, o Kaos Temple, de Llanera, entre Oviedo y Gij¨®n. La iniciativa fue de un joven empresario de la capital del Principado de Asturias que en 2007 adquiri¨® esta iglesia desacralizada, y abandonada durante d¨¦cadas, y junto a un colectivo de aficionados se dedicaron a repararla y montar una primera pista de skateboard.
La segunda parte del proyecto tuvo como protagonista al pintor, escultor y dise?ador Okuda San Miguel (nombre art¨ªstico de ?scar San Miguel), antiguo grafitero reconvertido en artista polifac¨¦tico de ¨¦xito. En 2014 decidi¨® pintar los muros interiores y b¨®vedas de la iglesia, gracias a una campa?a de micromecenazgo. El resultado es realmente sorprendente: el exterior es el de un templo convencional, pero el interior es un espacio lleno de vida y de color desde el suelo al techo, con una sorprendente b¨®veda pintada con figuras humanas y animales que emergen de figuras geom¨¦tricas. Lo m¨¢s llamativo es la propia pista de skate, que se extiende por toda la nave. Eso s¨ª, actualmente est¨¢ cerrada por rehabilitaci¨®n.
3. Les Coves de Sant Josep (La Vall d¡¯Uix¨®, Castell¨®n)
El r¨ªo subterr¨¢neo que atraviesa Les Coves de Sant Josep en La Vall d¡¯Uix¨® (Castell¨®n) es uno de los m¨¢s largos de Europa, con m¨¢s de tres kil¨®metros de longitud. La visita, de una duraci¨®n aproximada de unos 40 minutos, incluye un tramo en barca de 800 metros y un recorrido a pie de 250 metros.
La empresa Viunatura tambi¨¦n organiza una actividad que combina la navegaci¨®n en kayak con la espeleolog¨ªa en Les Coves de Sant Josep. Las traves¨ªas, en grupos reducidos y equipados con trajes de neopreno y material t¨¦cnico, duran unas dos horas. La excursi¨®n tambi¨¦n incluye un paseo a pie de 250 metros por una de las galer¨ªas secas.
El conjunto de cuevas que alberga este curso fluvial se form¨® durante el Tri¨¢sico, hace unos 250 millones de a?os. Las excavaciones arqueol¨®gicas revelan que fue habitado desde el Paleol¨ªtico superior. Los romanos encauzaron su agua hasta la parte baja del valle, us¨¢ndola para consumo y regad¨ªo y como fuerza motriz de molinos.
A La Vall d¡¯Uix¨® se viaja tambi¨¦n para conocer su patrimonio monumental, como el acueducto ¨¢rabe, las iglesias del Santo ?ngel y de la Ascensi¨®n y antiguos poblados iberos, algunos de los cuales se pueden visitar.
4. Pecio del ¡®Sirio¡¯ (Cartagena, Regi¨®n de Murcia)
El Mediterr¨¢neo tiene tambi¨¦n su propio Titanic: el pecio del vapor Sirio, un buque italiano de 4.126 toneladas que transportaba pasajeros desde G¨¦nova hasta Brasil y Argentina. El Sirio naufrag¨® en las islas Hormigas, a unas tres millas de la costa de Cabo de Palos (Cartagena), el 4 de agosto de 1906, seis a?os antes de que se fuera a pique el legendario barco de la White Star Line. A bordo viajaba cerca de un millar de personas (sin incluir el pasaje ilegal que viajaba en la bodega), y fallecieron m¨¢s de 400. Lo m¨¢s curioso y tr¨¢gico es que ese d¨ªa de verano, a las cuatro de la tarde, hab¨ªa una completa visibilidad y calma absoluta en las c¨¢lidas aguas.
Cuando se hundi¨®, el barco estaba muy cerca de la costa, pero la mayor parte del pasaje no sab¨ªa nadar y la confusi¨®n fue enorme. Cuando se anegaron los compartimentos de popa y explotaron las calderas, el capit¨¢n Jos¨¦ Piccone y la mayor¨ªa de la tripulaci¨®n ignoraron los mandamientos sagrados de la mar, se subieron en los botes salvavidas y abandonaron a los pasajeros a su suerte. Los pescadores de Cabo de Palos hicieron lo que pudieron, pero a¨²n as¨ª la tragedia fue terrible. Entre los fallecidos hab¨ªa muchos emigrantes, y tambi¨¦n algunas figuras de la ¨¦poca, como la famosa cantante de ¨®pera Lola Milan¨¦s, que viajaba para hacer las Am¨¦ricas. Quien quiera conocer bien los detalles solo tiene que leer la magn¨ªfica novela de amor y aventuras Lo que esconden las olas (2015), de Emma Lira.
Hoy los restos del Sirio descansan en dos niveles de profundidad: la popa, a 40 metros y la proa, a unos 70 metros, lo que permite identificarlos con facilidad. Los buceadores expertos pueden acercarse a ellos, siempre que tengan la titulaci¨®n necesaria. El Sirio se suma a otros 50 pecios en la zona, barcos como el Naranjito, y seis buques torpedeados durante la II Guerra Mundial, adem¨¢s de los restos romanos que durante siglos naufragaron en las costas de la antigua Cartago Nova (Cartagena), la isla de Escombreras o la Punta de Algas (La Manga). Todo ello, unido a la riqueza biol¨®gica de la reserva marina Cabo de Palos-Islas Hormigas, ha convertido este rinc¨®n de la costa murciana en una de las mecas del buceo del litoral mediterr¨¢neo.
5. Valle del Tera (Soria, Castilla y Le¨®n)
El valle del Tera es conocido como la Suiza Soriana. Est¨¢ en un rinc¨®n de la sierra de Cebollera, con suaves pendientes cubiertas por sauces, fresnos, robles y hayas por donde no hace mucho caminaban los pastores trashumantes en busca de pastos frescos para unas vacas que daban la leche con la que siempre se ha elaborado la famosa mantequilla de Soria. Un producto l¨¢cteo que cuenta con su propia ruta a 1.200 metros de altitud y un museo en el pueblo de Molinos de Raz¨®n.
Tambi¨¦n est¨¢n aqu¨ª algunos de los mayores conjuntos glaciares de Espa?a, el de las lagunas de Cebollera, prolongaci¨®n oriental de los Picos de Urbi¨®n. En torno a estos lagos alpinos se produce la berrea de los ciervos que retumban en los valles en oto?o. El descubrimiento es completo si remontamos el curso del Tera para asomarnos a pueblos como Chavaler, perteneciente al municipio de Garray, con lavaderos de lana y una iglesia del siglo XVIII; Gallinero, o la finca Casa fuerte San Gregorio, del siglo XV. En Garag¨¹eta crece uno de los acebales m¨¢s importantes del sur de Europa, y a las afueras de Almarza, un bosque de robles centenarios.
6. Un museo habitado en Genalguacil (M¨¢laga, Andaluc¨ªa)
Arte contempor¨¢neo y mundo rural se dan la mano en Genalguacil, y resulta curioso ver c¨®mo este pueblo malague?o de poco m¨¢s de 600 habitantes est¨¢ lleno de esculturas, pinturas, fotograf¨ªas, gatos de cer¨¢mica en los tejados, figuras humanas descansando sobre sus tapias o llamativos dragones que se asoman a las callejuelas estrechas y blancas.
Genalguacil, en el valle malague?o del Genal, presume de ser el ¨²nico pueblo museo habitado del mundo. Lo consigue gracias una iniciativa, los Encuentros de Arte, que desde hace dos d¨¦cadas se lleva celebrando en la primera quincena de agosto (cada dos a?os). Artistas de todo el mundo llegan aqu¨ª, incluso con sus familias, para dejar una obra de arte original en sus calles. Por aqu¨ª han pasado centenares de artistas que adem¨¢s desarrollan conferencias y participan de las Noches al fresco, con proyecciones, conciertos o verbenas populares. Y eso sin olvidar el museo de arte contempor¨¢neo Fernando Centeno L¨®pez, que convive perfectamente con los edificios antiguos restaurados, como la iglesia de San Pedro de Verona, del siglo XVIII.
7. La Quinta de Selgas (Cudillero, Asturias)
Por toda Asturias hay muchas historias de indianos que invirtieron las fortunas ganadas en Am¨¦rica en construir mansiones en pueblos, ciudades y aldeas. Pero la historia del palacio La Quinta de Selgas, a las afueras de Cudillero, es diferente. No se trata de indianos, sino de dos hermanos, Ezequiel y Fortunato Selgas, que amasaron una de las mayores fortunas del siglo XIX. Uno de ellos se dedicaba a las finanzas y el otro, a la historia, el arte y la arqueolog¨ªa. El resultado de esta combinaci¨®n fue la reforma de la primitiva casa solariega El Pito, que convirtieron en una especie de Versalles en miniatura, concebido como un palacete tipo franc¨¦s, con un pabell¨®n de tapices de dise?o italianizante y una casa para el servicio (el chalet) de reminiscencias suizas. Se comenz¨® a construir en 1883, y durante 12 a?os no escatimaron en recursos, a?adiendo las colecciones de arte que hoy adornan las habitaciones.
El exterior fue completado con unos jardines proyectados por un jardinero formado en Versalles que ya hab¨ªa dise?ado los jardines del palacio de Liria, en Madrid. Mezcl¨® con acierto la tradici¨®n espa?ola y algunos elementos extranjeros que estaban de moda y as¨ª salieron tres jardines: uno franc¨¦s, m¨¢s geom¨¦trico; otro de estilo italiano, y otro ingl¨¦s. Adem¨¢s, Selgas cuenta con un museo escolar, un invernadero de hierro y cristal y una galer¨ªa. La Quinta se puede visitar en verano.
8. Cova Eir¨®s, en Triacastela (Lugo, Galicia)
En todo el norte de la Pen¨ªnsula los m¨¢s curiosos pueden encontrar multitud de yacimientos paleontol¨®gicos, pero pocos tan interesantes y completos como el de Cova Eir¨®s, en Triacastela (Lugo), donde en 2009 se descubrieron 70 pinturas y grabados del Paleol¨ªtico, los primeros conocidos en Galicia. Entre las piezas halladas destaca un peque?o colgante hecho con el diente de un zorro que se habr¨ªa tallado cuando un mar de nieve cubr¨ªa los montes gallegos.
Cova Eir¨®s est¨¢ en la ladera noroeste del monte Penedo, en la sierra de Oribio, un lugar tranquilo y apartado a 78 metros de altura perteneciente al municipio de Triacastela. Como ocurre en Altamira, la cueva original no est¨¢ abierta al p¨²blico, pero hay un centro de interpretaci¨®n justo al lado, con diferentes espacios expositivos. Se encuentra muy cerca del albergue de peregrinos del Camino de Santiago.
9. El ¨²ltimo templo mas¨®nico (Santa Cruz de Tenerife, Canarias)
Resulta muy emocionante encontrar en los viajes edificios curiosos que uno no esperaba, incluso cuando no est¨¢n abiertos al turismo convencional. Es el caso del templo mas¨®nico de Santa Cruz de Tenerife, un original edificio que se alza en el n¨²mero 25 de la calle de San Lucas, declarado Bien de Inter¨¦s Cultural en noviembre de 2007.
Su grandiosidad y equilibrio arquitect¨®nico han hecho que los expertos lo comparen con los mejores templos mas¨®nicos de Londres y Washington. Lo cierto es que el edificio ha pasado por muchas vicisitudes a lo largo de su historia, desde que se puso la primera piedra en 1904 para albergar a la Gran Logia de Canarias. En 1936 fue confiscado y sus archivos fueron enviados a Salamanca. Pas¨® a ser sede de Falange, luego escuela para pobres y, m¨¢s tarde, dep¨®sito de la farmacia militar. Con la Transici¨®n su estado de conservaci¨®n fue decayendo a¨²n m¨¢s y tuvo que ser clausurado, aunque ahora est¨¢ en fase de recuperaci¨®n.
No est¨¢ abierto al p¨²blico, aunque se organizan grupos para visitas guiadas con historiadores de arte. Aun sin entrar, se puede apreciar lo original de la construcci¨®n, con sus reminiscencias egipcias en la fachada y un front¨®n que en su t¨ªmpano representa un enorme ojo con rayos radiantes. No faltan las esfinges de guardia, en memoria del templo de Salom¨®n, y en el interior se puede ver el pavimento ajedrezado y el sal¨®n de Tenidas donde, entre columnas y bajo un falso techo, se celebraban las ceremonias inici¨¢ticas.
10. Catedral de Santa Mar¨ªa de la Asunci¨®n de Coria (C¨¢ceres, Extremadura)
El claustro de la catedral de Santa Mar¨ªa de la Asunci¨®n de Coria, en la provincia de C¨¢ceres, encierra una fascinante reliquia: el supuesto mantel utilizado por Jes¨²s y los 12 ap¨®stoles en la ?ltima Cena. All¨ª est¨¢, con su ribete azul, como el que pint¨® el mism¨ªsimo Leonardo Da Vinci en su obra para el refectorio Santa Maria delle Grazie, en Mil¨¢n. Se trata de una pieza de lino de 4,42 metros de largo y 92 cent¨ªmetros de ancho, blanca por un lado y con sencillos adornos en azul por el otro, que se descubri¨® en el siglo XIV, aunque su origen no est¨¢ demasiado claro. Podr¨ªa haberlo tra¨ªdo Santa Elena, la madre del emperador Constantino, junto con el famoso lignum crucis que hay en el monasterio de Santo Toribio de Li¨¦bana. Tambi¨¦n podr¨ªa haber llegado desde Francia tras la conquista de Coria por los cristianos en 1142, y hay quien asegura que pod¨ªa haber sido un regalo de San Luis Rey de Francia al emperador Rodolfo de Habsburgo. En esto de las reliquias siempre hay confusi¨®n sobre los or¨ªgenes, pero lo importante es que su presencia, en este caso en Coria, dio lugar a una corriente de peregrinos para besar y tocar aquel trozo de tela.
En el caso del mantel de la ?ltima Cena, la tintura azul que decora sus bandas es ¨ªndigo natural, colorante de uso com¨²n en la Antig¨¹edad. Esto lleva a pensar que el mantel podr¨ªa ser el mismo (o similar) al que Leonardo da Vinci pint¨® en su fresco, decorado de forma similar. Su tejido, sometido a varios an¨¢lisis cient¨ªficos, es de procedencia ar¨¢biga, coincidiendo las dimensiones del mantel casi id¨¦nticamente con las del lienzo que se conserva en Tur¨ªn (la S¨¢bana Santa), lo que parece indicar que ambos fueron usados conjuntamente en la ?ltima Cena.
La excusa para verlo, en cualquier caso, es perfecta para visitar Coria, una de esas villas cacere?as con aires medievales a las que no les falta un detalle: catedral, castillo (el de los duques de Alba), unos restos de muralla romana y un casco hist¨®rico cargado de historia y arte.
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