Deliciosa Narbona, el coraz¨®n romano al otro lado de la frontera
Al Canal du Midi y su pasado romano la ciudad francesa suma otro atractivo igual de apetecible: una rica gastronom¨ªa que se puede disfrutar en su bello mercado de Les Halles, en las salinas de Gruissan o en Les Grands Buffets, el mayor buf¨¦ del mundo
A dos horas de Barcelona y a cuatro de Madrid en tren, la alta velocidad ha resituado Narbona en el mapa. Cada a?o, casi medio mill¨®n de espa?oles cruzan una frontera cada vez m¨¢s cercana para disfrutar de un plan mar¨ªtimo que ya es un secreto a voces: comer y beber en la ciudad romana y sus alrededores. Visitar, s¨ª, el Canal du Midi, las playas del Mediterr¨¢neo, el Museo Narbo Via dedicado a la historia romana de la ciudad francesa, la catedral g¨®tica de San Justo y San Pastor, las galer¨ªas romanas subterr¨¢neas¡ Pero la gastronom¨ªa y los vinos de la zona han pasado a la pole position. Narbona, la primera hija de Roma fuera de Italia fundada por los romanos en el a?o 118 a.C., encantadora y de momento poco masificada, est¨¢ llamando. Ya no es una ciudad de paso. Y a l¡¯art de vivre hay que decirle siempre que s¨ª.
Narboneses y turistas bons vivants cruzan sus caminos mientras compran en el declarado mercado m¨¢s bello de Francia en 2022, Les Halles. Una lonja cubierta donde se puede adquirir pan gourmet, queso, fruta, miel, aceite de oliva, especias de la zona¡ y comer en uno de los puestos abiertos al p¨²blico que regenta un exjugador de rugby. Se trata de Gilles Belzons, m¨¢s conocido como Bebelle, que da de comer carne en su local, Chez Bebelle, protagonizando un espect¨¢culo poco apto para corazones veganos. Al mando de su meg¨¢fono, pide a voces la comanda carn¨ªvora a la carnicer¨ªa del tendero de enfrente, a su vez al mando de un paisano de Ja¨¦n, Fran?ois Alcal¨¢, que se la lanza como una pelota de rugby. Belzons la recibe y la tira a sus cocineras que, cuidadosamente, frente a un p¨²blico absorto, la colocan sobre la plancha y voil¨¢, con la yema de un huevo colocado en medio hacen una especie de rosca de carne y preparan el plato estrella: steak hach¨¦ de cheval.
A las doce de la ma?ana ya hay lista de espera, gran parte turistas espa?oles que se distraen de pie en la barra viendo la carne volar mientras beben un G¨¦rard Bertrand. Los m¨¢s gourmets degustan su Ch?teau l¡¯Hospitalet Grand Vin, declarado en 2019 mejor vino del mundo en una cata a ciegas con 6.000 opciones. Es el sitio y es la zona. La regi¨®n Languedoc-Rosell¨®n, colindante con Andorra, con 200.000 hect¨¢reas de vi?edos, es la mayor productora de vinos de Francia.
Solo en esta zona ha podido reconvertirse el propio G¨¦rard Bertrand, otro exjugador de rugby, en el rey de los vinos ecol¨®gicos y biodin¨¢micos. Sin pesticidas y seg¨²n los ciclos de la Luna. Es el sur y es el mar. Es junto al Mediterr¨¢neo donde la vida se saborea con calma con una copa de vino y los narboneses, de coraz¨®n romano, lo saben bien. ?Ser¨¢ eso el savoir faire? Lo cierto es que el ahora empresario viticultor exporta sus vinos a 180 pa¨ªses del mundo, incluyendo Espa?a. Dirige a m¨¢s de 400 trabajadores repartidos por sus 17 vi?edos en Occitania. En muchos de ellos los visitantes tienen la oportunidad de hospedarse en sus castillos rodeados de vides. En Chateau l¡¯Hospitalet, con piscina, vistas al mar y un restaurante llamado L¡¯art de vivre, sobran las palabras. En sus 41 habitaciones han dormido desde el cantante y compositor belga Stromae hasta los concursantes de MasterChef. Los colores de las estancias son c¨¢lidos, la decoraci¨®n minimalista. El castillo est¨¢ integrado en la naturaleza que ama Bertrand. Es imposible que de all¨ª no haya salido el mejor vino del mundo. Bertrand es el primer exportador de vino ecol¨®gico de Francia y presume de estar introduciendo su ros¨¦ en nuestro pa¨ªs.
Un d¨ªa recibi¨® una llamada inesperada: el cantante Jon Bon Jovi quer¨ªa que le elaborase un vino. La experiencia de uno y el dinero de otro crearon Hampton Water, un rosado que despu¨¦s figur¨® entre los 100 mejores del planeta seg¨²n Winespectator¡¯s.
Uno de sus famosos rosados, el Gris Blanc, es el preferido para degustar ostras en las salinas de Gruissan, a media hora en coche de Narbona, donde se cultivan todo el a?o. Este ros¨¦ fr¨ªo marida estupendamente con el marisco crudo que se ofrece en este restaurante rodeado de mar y monta?as de sal. Azul y blanco se tornan en reflejos rosados. Caracoles, gambas, langostinos, mejillones, pan y mantequilla bien para comer sentados despu¨¦s de fotografiar a los salineros retirando la flor de sal bien para llevar. Al peso venden, adem¨¢s, la sal mezclada con las hierbas m¨¢s inesperadas (cilantro, laurel o romero), que los visitantes se llevan en sobres para regalar. El viento del campo y el mar. El vino y la sal.
Pero la visita a Narbona puede organizarse tambi¨¦n seg¨²n la agenda del restaurante Les Grands Buffets, ya que cuenta con hasta seis meses de lista de espera para comer en el mayor buf¨¦ del planeta, el restaurante que m¨¢s factura de toda Francia. Sirve a 400.000 comensales al a?o, 43.000 de ellos espa?oles. Todo en este establecimiento es pantagru¨¦lico. Su selecci¨®n de quesos ostenta el r¨¦cord Guinness por ser la mayor del mundo: se puede elegir entre m¨¢s de 100 quesos europeos, entre los cuales hay seis espa?oles. Unas 1.000 personas comen al d¨ªa en dos turnos de 500. Hay cientos y cientos de platos de cocina francesa a elegir para comer en cuatro grandes salones, a cual m¨¢s elegante. Langosta a la americana, liebre a la royale, vieira Saint Jacques en salsa nantesa, cassoulet, foie gras escalfado con crema de boletus¡ ?El plato estrella? El pato a la sangre. Se cocina entre llamas dos d¨ªas a la semana frente al p¨²blico. Otra cifra m¨¢s: tiene m¨¢s de 200 empleados, 30 de ellos cocineros incluyendo varios espa?oles.
¡°Esa es espa?ola¡±, susurran quienes cocinan a la vista de todos en la r?tisserie mientras dan forma a un vol au vent de mollejas de ternera. Lo saben porque a sus vecinos del sur se nos van los ojos con el queso y nos lo comemos de aperitivo mientras que los franceses lo sirven de postre. ?El precio? 60 euros sin incluir las bebidas, que se pueden llevar al precio del productor (la botella de M?et Chandon est¨¢ a 25 euros). Si queda hueco para el postre, es dif¨ªcil elegir entre la isla flotante, la pera Bella Helena o la cr¨ºpe Suzette, entre otras 80 opciones. Solo hay en la carta uno espa?ol: crema catalana. Valiente el que pruebe m¨¢s de 10 platos.
Las tardes en Narbona terminan sobre el canal de la Robine en el Kiosko de Katia. Con una copa de vino escuchando a los locales practicar su deporte favorito: bavarder, papoter¡ charlar de no importa qu¨¦ mientras el r¨ªo Aude busca lentamente el Mediterr¨¢neo. No es dif¨ªcil que en la mesa vecina haya espa?oles con un ros¨¦ y una tapa de salm¨®n con hinojo. Los bons vivants han descubierto ya la joie de vivre, y no queda tan lejos.
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