Cerveza, comida, lujo y ¡®vintage¡¯: M¨²nich se reivindica como destino de la vieja Europa
La capital b¨¢vara ha encontrado el modo de reivindicar su antigua nobleza y combinarla con una escena gastron¨®mica vibrante, una arquitectura despampanante, una continua invitaci¨®n al callejeo y a las compras
Pocas ciudades en Europa llevan con tanto aplomo la carga de la historia. Desde su rol como centro comercial y cultural en la Edad Media hasta su ascensi¨®n como referente art¨ªstico en el siglo XX, pasando por su papel en la creaci¨®n del partido nacionalsocialista alem¨¢n o su condici¨®n de escenario de la tragedia acaecida en los Juegos Ol¨ªmpicos de 1972, cualquier otro lugar hubiera sucumbido a la acumulaci¨®n de efem¨¦rides a sus espaldas. Pero M¨²nich (¡®por el Monje¡¯, en alem¨¢n antiguo) ha encontrado el modo de reivindicar su antigua nobleza y combinarla con una escena gastron¨®mica vibrante, una arquitectura despampanante y una continua invitaci¨®n al callejeo y la contemplaci¨®n.
La mejor idea para el primerizo es arrancar en Marienplatz, el coraz¨®n hist¨®rico de M¨²nich, con el Ayuntamiento y la famosa columna de Mar¨ªa como atracciones principales. A dos pasos se ubica el Viktualienmarkt, un mercado al aire libre con una amplia variedad de productos locales, desde comida hasta flores y artesan¨ªa. Los amantes del street food tienen all¨ª un aut¨¦ntico para¨ªso con infinidad de puestos que sirven salchichas, kebabs, pollo, pizza y toda clase de viandas de todos los rincones del globo.
Solo hay que andar unos metros m¨¢s para darse de bruces con la legendaria Hofbr?uhaus, una de las cervecer¨ªas m¨¢s antiguas de M¨²nich ¡ªseg¨²n presumen, fue fundada el 27 de septiembre de 1589¡ª y la m¨¢s conocida de la ciudad alemana. Beberse una cerveza en su hist¨®rico sal¨®n mientras se escucha m¨²sica tradicional en vivo es lo m¨¢s cerca que cualquier extra?o estar¨¢ de sentirse parte de la cultura b¨¢vara. La comida est¨¢ rica y es abundante, as¨ª que cuidado con pedir de m¨¢s, a menos que se tenga un saque importante. Los deliciosos schnitzels, filetes empanados cl¨¢sicos de la cocina austriaca, son del tama?o de los pretzels: gigantes.
Para digerir la comida (obviamente, es muy aconsejable acompa?ar la carne de una jarra de cerveza XXL, en la Hofbr?uhaus no gustan de servir nada en raciones peque?as) nada mejor que dar un paseo por los llamados Jardines de la Cervecer¨ªa, como el Augustiner o el Englischer Garten, donde muchos locales se relajan cualquier d¨ªa de la semana. El Englischer es uno de los parques urbanos m¨¢s grandes del mundo, y es dif¨ªcil no perder el sentido del tiempo paseando por sus senderos o sent¨¢ndose junto al r¨ªo y si uno dispone del tiempo adecuado es una actividad imprescindible. Como tantos otros lugares en Europa, M¨²nich tambi¨¦n tiene su propio complejo de museos, la Museumsinsel o isla de los museos. Es particularmente recomendable la Antigua Pinacoteca.
La gran atracci¨®n de M¨²nich en los ¨²ltimos meses es el hotel Rosewood. No hay celebrity que pase por la capital b¨¢vara y no se hospede en alguna de las incre¨ªbles suites del establecimiento, que abri¨® poco antes de Navidad y brilla con un ejercicio de arquitectura pocas veces visto en la ciudad y que ha consistido en la uni¨®n de dos edificios hist¨®ricos para crear uno completamente nuevo: la fusi¨®n del Palais Neuhaus-Preysing (de 1703) y la antigua sede del Banco de Bavaria (de 1894). El dise?o del alojamiento ha ca¨ªdo en manos de Tara Bernerd, una de las firmas m¨¢s prestigiosas del mundo, que ha creado un interiorismo que roza lo barroco y que luce especialmente en el delicioso hall, cuyo bar ya se ha convertido en lo m¨¢s concurrido de M¨²nich. El Montez, con alma de cabaret y un speak easy oculto, accesible solo para los clientes m¨¢s fieles, ofrece m¨²sica en vivo y una de las cartas de c¨®cteles m¨¢s trabajadas de la ciudad. Para recuperar fuerzas despu¨¦s del callejeo, los paseos y el arte, la Brasserie Cuvilli¨¦s, en el propio Rosewood, es una gran idea. Manejada por el chef de moda en M¨²nich, Caspar Bork, juega con un men¨² que mezcla las mil caras de la urbe: del perfecto clasicismo del schnitzel a la lubina a la sal, pasando por el pato, el risotto a la bavaresa o una espectacular bullabesa, el abanico es perfecto para los que busquen sabor y sofisticaci¨®n en un entorno de cinco estrellas.
Obviamente, M¨²nich ofrece una excelente selecci¨®n de restaurantes para todos los gustos: Brenner est¨¢ muy de moda por su habilidad a la hora de manejar las brasas y, a pesar del nombre, es un italiano en el que no hay que dejar de probar el carpaccio de gamba roja y el vitello tonnato, platos realmente espectaculares en su aparente sencillez. Pero la aut¨¦ntica especialidad del local es el grill y en eso nunca falla, por eso atrae a locales y extranjeros por igual: los calamares, la dorada y el entrecot son una apuesta segura.
Para los que quieran glamur, un toque foodie y una clientela ex¨®tica, Pageou es el lugar indicado. Fundado en 2014 por el chef turco Ali G¨¹ng?rm¨¹?, este restaurante se deleita en los sabores de la cocina oriental y ofrece dos clases de men¨² degustaci¨®n con una gran reputaci¨®n (el precio medio es de unos 100 euros).
Y para los aventureros y los amantes de lo cool, el look industrial y la comida con conciencia, el lugar se llama Mural Farmhouse, con una estrella Michelin. Es un bar, un restaurante, una cocteler¨ªa y una discoteca, todo en uno. A sus responsables les gusta llamarlo, ¡°granja urbana¡±, y son siete plantas que ofrecen cinco opciones distintas al visitante. Seguramente, la propuesta m¨¢s puntera de M¨²nich, comandada por el chef Rico Birndt y siempre llena hasta las topes, por lo que se recomienda reservar.
En el ¨¢mbito gastron¨®mico, y para rematar, los que quieran exprimir al m¨¢ximo su tiempo pueden montarse en el Dinner Hopping. Este proyecto consiste en subirse a un bus para recorrer los enclaves tur¨ªsticos m¨¢s importantes de la ciudad, mientras durante el recorrido se sirve comida en un men¨² previamente escogido por el pasajero. Todo en clave germano-yanqui, con muy buenas hamburguesas y una abundante selecci¨®n de cervezas, vinos y c¨®cteles. Una buena opci¨®n para los que vayan justos de tiempo y quieran exprimir sus horas en M¨²nich.
Finalmente, es imposible irse sin dar cuenta de las tiendas de la ciudad. Las chocolater¨ªas de L?derach son suizas, pero ideales para llevar como regalo. Si lo que gusta es la moda, est¨¢n tiendas como myTheresa o Apropos, perfectas para un d¨ªa de compras. Las dos encajan dentro del ep¨ªteto concept store, que tantos a?os lleva de moda en Europa con tiendas como Colette en Par¨ªs, Corso Como en Mil¨¢n o Dover Street Market en Londres, donde uno puede adquirir prendas de lujo, hojear revistas, tomarse un caf¨¦ o, simplemente, cotillear.
Ahora bien, si lo que apetece es algo distinto, el visitante est¨¢ de suerte: la capital b¨¢vara es un tesoro para los amantes del vintage y las prendas de segunda mano. Capricorn Store es, con toda seguridad, la visita obligada. La tienda est¨¢ en Glockenbachviertel, un barrio de M¨²nich en el que se han instalado todas las grandes marcas de moda, y destaca por su cuidad¨ªsima selecci¨®n y su famosa clientela, siempre en busca de ese bolso que se agot¨® en 2013 o ese abrigo de precio prohibitivo que ahora lo es menos.
Otro de los paseos imprescindibles es el que ofrece Haidhausen, un barrio camale¨®nico, eminentemente familiar, con una amplia oferta cultural y sede del parlamento b¨¢varo desde 1949. Cada vez m¨¢s de moda, resiste a¨²n el impulso de la gentrificaci¨®n con una nutrida oferta de negocios regentados por locales (desde tiendas de segunda mano a talleres de artesan¨ªa) y una potente oferta de ocio nocturna en la que destaca el Negroni, que abri¨® en 1998 y se ha convertido en una de las cocteler¨ªas de referencia en la ciudad alemana.
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