Ocho grandes experiencias en el centro de Portugal para disfrutar de un territorio a¨²n desconocido
Sobrevolar la Serra da Estrela, caminar tras los pasos de los ganados trashumantes por la Ruta de la Lana o contemplar los cielos m¨¢s estrellados en la reserva natural de Faia Brava conforman el aut¨¦ntico coraz¨®n del pa¨ªs
Estremadura ¨Dcon ¡°S¡±¨D, Ribatejo o las Beiras ocupan el coraz¨®n central de Portugal, pero pasan desapercibidas, eclipsadas, por otras regiones lusas m¨¢s tur¨ªsticas como son el Algarve, la ribera del Duero, las grandes ciudades hist¨®ricas portuguesas o incluso el cada vez m¨¢s popular Alentejo.
Pero estas f¨¦rtiles tierras que conforman el centro del pa¨ªs lusitano han sido escenario de muchos cap¨ªtulos de la historia portuguesa, esconden c¨¦lebres monasterios, santuarios populares, vi?edos, playas, castillos, pueblos hist¨®ricos y las olas m¨¢s grandes de Europa. Aqu¨ª van algunas propuestas para disfrutar de su naturaleza y su mundo rural con mucha tranquilidad.
Parapente en Serra da Estrela
La meca del parapente en Por?tugal es la poco conocida Serra da Estrela, que parece olvidada por la comunidad outdoor de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica a pesar de sus impre?sionantes desniveles monta?o?sos, sus valles glaciares como el de Loriga o algunas caminatas impecables como la Ruta de las 25 lagunas. Es dif¨ªcil hacerse una idea de toda su exten?si¨®n, a menos que se haga desde el cielo, excelente elecci¨®n por las brutales vistas, de una belleza natural sin comparaci¨®n.
En Serra da Estrela las cimas m¨¢s altas del pa¨ªs ofrecen paisajes escarpados en las que se pueden practicar m¨²ltiples actividades al aire libre. Tambi¨¦n destacan las costumbres tradicio?nales de los pueblos rurales. En Torre, el punto m¨¢s alto de Portugal (que alcanza, artificialmente, los 2.000 metros gracias a un monumento de piedra), se hallan las ¨²nicas pistas de esqu¨ª del pa¨ªs y los excursionistas cuentan con una red de senderos con fabulosas vistas. Por debajo, pronun?ciadas carreteras de monta?as se abren paso por lagos y grandes afloramientos de granito mientras forman tirabuzones por los valles cubiertos por densos bosques. Los torrenciales r¨ªos de Serra, incluidos el Mondego y el Z¨ºzere, han proporcionado his?t¨®ricamente la energ¨ªa para hilar y tejer la lana local, aunque hoy el pastoreo tradicional est¨¢ dejando paso a una econom¨ªa de servicios dirigidos a los turistas de fin de semana.
Una buena forma de explorar la zona ser¨ªa comenzar por las bonitas poblaciones de monta?a Manteigas o Seia. Al sur, Covilh? es la poblaci¨®n m¨¢s grande y la que tiene m¨¢s servicios para los viajeros.
Más información en la guía Explora Portugal y en 1000 ideas para viajar por España de Lonely Planet y en lonelyplanet.es.
Saltar las olas en Nazar¨¦
En los ¨²ltimos tiempos, esta locali?dad, siempre muy modesta y orgullosa de su heren?cia pesquera, se ha convertido en territorio de apasionados surfistas, entre otras cosas por contar con las olas m¨¢s grandes del planeta. Si no formamos parte de esa ¨¦lite surfista, quiz¨¢ lo mejor sea tumbarse en las arenas doradas de su bah¨ªa, a la sombra del cabo de S¨ªtio, para contemplar la pericia de los m¨¢s audaces riders. La ola m¨¢s grande se ve como una diminuta mancha oscura en un inmenso muro de agua: los v¨ªdeos de surfistas cabal?gando olas gigantescas en Nazar¨¦ han cautivado al mundo en los ¨²ltimos a?os. Si se dan las condiciones adecuadas, las olas en esta zona pueden superar los 30 metros de altura, como un edi?ficio de ocho plantas. Son tan veloces y tan altas que los surfistas son remolcados en moto acu¨¢tica. Pero, ?por qu¨¦ son tan grandes? Las tormentas y los vientos del Atl¨¢ntico pueden generar olas por s¨ª solas, pero Nazar¨¦ cuenta con una peculiaridad que multiplica ese potencial: un ca?¨®n marino subacu¨¢tico de unos cinco kil¨®metros de profundidad que apunta directamente a la Praia do Norte.
M¨¢s all¨¢ de las olas, est¨¢ el pueblo de Nazar¨¦, que con su mara?a de callejas empedradas que desembocan en una extensa playa al pie de unos riscos es conocida como la localidad costera m¨¢s pintoresca de la hist¨®rica provincia portuguesa de Estremadura. En julio y agosto la arena est¨¢ totalmente cubierta de sombrillas multicolores y el centro est¨¢ lleno de marisquer¨ªas, ba?res y mujeres ataviadas con trajes regionales que ofrecen habitaciones de alquiler, sobre todo frente al mar, cerca de la avenida da Rep¨²blica. Un funicular lleva a la parte alta del pueblo, encaramada en un risco, el Promont¨®rio do S¨ªtio, con fant¨¢sticas vistas de la costa. La bajada se puede hacer a pie: es un agradable paseo y se evita as¨ª a la multitud de vendedores de baratijas. Hay muchos lugares donde alojarse y comer; incluso en el punto m¨¢s alto del promontorio.
Dos sitios m¨¢s a tener en cuenta: el faro, conocido como el farol, famoso por su tel¨®n de fondo de las im¨¢genes de surfistas, sobre todo al atardecer, y el Santu¨¢rio de Nossa Senhora da Nazar¨¦, una iglesia barroca del siglo XVII situada en el Promon?t¨®rio do S¨ªtio, decorada con bellos azulejos holandeses y que alberga la venerada imagen de la Virgen de Nazar¨¦. Se dice que es obra del mism¨ªsimo san Jos¨¦, que la esculpi¨® en el Nazaret de Galilea cuando Jes¨²s era ni?o; de ella procede el nombre de la localidad.
El encanto mar¨ªtimo de la Praia da Costa Nova y Aveiro
Se trata de una de las playas m¨¢s emblem¨¢ticas del centro de Portugal y una de las postales m¨¢s reconocidas del todo el pa¨ªs por sus casas coloridas de rayas, que albergan antiguos alma?cenes de pescadores. La situaci¨®n de la Praia da Costa Nova es fant¨¢stica, pues se coloca en una estrecha pen¨ªnsula que resguarda la r¨ªa de Aveiro, y forma un arenal amplio al pie de un tran?quilo paseo mar¨ªtimo lleno de elegantes y agradables restau?rantes, donde recuperar la com?postura tras visitar a pie la cer?cana Praia da Barra y su impre?sionante faro.
Aveiro est¨¢ situada al borde de un amplio sistema litoral de lagunas, y puede presumir de tener un bo?nito centro y un ambiente animado. Se conoce entre los lugare?os como ¡°la Venecia de Portugal¡± por su peque?a red de pintorescos canales. Pero mientras la ciudad italiana tiene g¨®ndolas, esta tiene moliceiros, las barcas tradicionales que realizan la recolecci¨®n de las algas, una de las fuentes de riqueza de la zona.
Una introducci¨®n a la naturaleza puede ser la reserva natural de las Dunas de S?o Jacinto, una tranquil¨ªsima zona que se extiende al norte desde S?o Jacinto, entre el mar y la pl¨¢cida laguna al oeste de Aveiro. Una red de senderos recorre los pinares y dunas, incluido uno circular de ocho kil¨®metros (unas tres horas de duraci¨®n), mientras varios escondrijos ofre?cen la oportunidad de observar aves (el invierno es la mejor ¨¦poca).
Para empaparse del ambiente marino de Aveiro una opci¨®n es visitar el maravilloso Museu Mar¨ªtimo de ?lhavo que ocupa un moderno edificio en la poblaci¨®n de ?lhavo, unos ocho kil¨®metros al sur de la localidad. Aqu¨ª se puede conocer la historia de la identidad mar¨ªtima de Portugal, desde la pesca del bacalao (con soberbios barcos pesqueros de los siglos XIX y XX) hasta las pinturas al ¨®leo en la proa de los moliceiros. Destaca el acuario de bacalhaus, donde se ve el bacalao atl¨¢ntico que los por?tugueses pescan y comen desde hace siglos.
Senderismo por la Ruta Carmelita
Un centenar de kil¨®metros co?nectan Coimbra y F¨¢tima, en un camino de peregrinaje tran?sitado hoy por muchos senderistas. Este itinerario est¨¢ inspirado en la vida y legado de la herma?na Luc¨ªa, una de los tres pas?torcillos que vieron aparecer a la virgen en F¨¢tima. Paisajes abier?tos, resplandecientes y exube?rantes acompa?an la Ruta Carmelita hacia uno de los grandes santuarios ib¨¦ricos, que suele hacerse a pie, aunque tam?bi¨¦n es muy c¨®modo para reco?rrer en bicicleta.
El camino empieza en el Carmelo de Santa Teresa en Coimbra (donde ingres¨® la monja en 1947), junto al memorial de la hermana L¨²cia; y el final es el santuario de F¨¢tima, al que se llega despu¨¦s de recorrer un camino de 111 kil¨®metros que ha sido dise?ado por los ayuntamientos de la ruta en base a seis etapas (entre 13 y 26 kil¨®metros cada una), con paradas en Condeixa-a-Nova, Raba?al, Ansiao, Bofinho, Seica y, finalmente, en F¨¢tima. A lo largo del camino se pueden hacer algunas paradas y desv¨ªos muy interesantes como las ruinas romanas de Con¨ªmbriga, en Condeixa-a-Velha, que se colocan dentro de los frondosos campos del suroeste de Coimbra. Es el yacimiento m¨¢s grande e impresionante de Portugal: una de las ciudades m¨¢s importantes de los romanos en la provincia de Lusitania, de la que quedan unas ruinas muy extensas y bien conservadas: las villas con elaborados mosaicos en el suelo 1sobre todo la Casa dos Re?puxos (Casa de las Fuentes), un muro defensivo del siglo III, los restos de las Grandes Termas do Sul, uno de los diversos ba?os de la ciudad; parte del acueducto de tres kil¨®metros, y el foro, en tiempos rodeado de p¨®rticos cubiertos.
Coimbra, la ciudad univer?sitaria m¨¢s evoca?dora de Portugal, es una antigua capital medieval a orillas del r¨ªo Mondego. Los estu?diantes deambulan por las calles y los fadistas tocan gratis bajo la puerta mo?z¨¢rabe o las cristaleras del Caf¨¦ Santa Cruz. Su evocador centro, repleto de historia, data de la ¨¦poca morisca, con sus oscuros callejones adoquina?dos y una monumental catedral.
Pero F¨¢tima es la clave y la meta de la ruta. M¨¢s all¨¢ de las creencias, es di?f¨ªcil no quedar impresionado por las grandes dosis de fe que conducen cada a?o a unos seis millones de personas al claro donde se dice que la virgen Mar¨ªa se apareci¨® el 13 de mayo de 1917 a tres ni?os atemorizados. All¨ª donde antes pastaban las ovejas hay ahora dos enor?mes bas¨ªlicas que se alzan en lados opuestos de una vasta explanada de un kil¨®metro de largo. La ciudad est¨¢ llena de pensiones y restau?rantes para los peregrinos, adem¨¢s de cientos de tiendas atestadas de v¨ªrgenes que brillan en la oscuridad o bustos del Papa de turno. El principal punto de inter¨¦s es la bas¨ªlica de Nossa Senhora do Ros¨¢?rio de F¨¢tima, de 1953, un edificio triunfal en blanco inmaculado con una columnata que recuerda a San Pedro del Vaticano. En las inmediaciones, la Capela das Apari??es (capilla de las apa?riciones) se?ala el lugar donde dicen que se apareci¨® la Virgen en cinco ocasiones en 1917. Y en el extremo oeste del reciento est¨¢ la ba?s¨ªlica da Sant¨ªssima Trindad, que concentra la mayor devoci¨®n. A la entrada del santuario hay un fragmento del Muro de Berl¨ªn, tributo a la supuesta intervenci¨®n divina en la ca¨ªda del comunismo. No se explica por qu¨¦ la Virgen esper¨® casi medio siglo para intervenir.
Geopark Naturtejo, el primer geoparque portugu¨¦s de la Unesco
Termas y playas fluvia?les, el cantar de abejarucos y ruise?ores, aldeas tan hist¨®ricas como olvidadas, y una veintena de monumentos geol¨®gicos como las Portas de R¨®d?o o los sorprendentes icnof¨®siles de Penha Garcia. ?Faltan m¨¢s ex?cusas para acercarse al geoparque Naturtejo de la Meseta Meridional, donde todav¨ªa hoy se vive al ritmo de la naturaleza?
Este es el primer geoparque portugu¨¦s reconocido por la Unesco (en 2006), que integra los recursos de muchos municipios del centro de Portugal, de la Raia a la Beira Interior, pasando por el Pinhal Interior hasta el Alto Alentejo. Es un espacio con un gran potencial tur¨ªstico y muchos atractivos geol¨®gicos, hist¨®ricos, naturales y culturales, en un territorio que se extiende por siete municipios ¡ªCastelo Branco, Idanha-a-Nova, Nisa, Oleiros, Penamacor, Proen?a-a-Nova, Vila Velha de R¨®d?o¡ª. Aqu¨ª est¨¢n representadas las principales etapas de la historia geol¨®gica de los ¨²ltimos 600 millones de a?os en 176 geositios, lugares de reconocido inter¨¦s geol¨®gico, de los que destacan 17 geomonumentos, como los icnof¨®siles de Penha Garcia o las Portas de R¨®d?o.
En este paisaje multimilenar se mezclan, adem¨¢s, las influencias paganas, romanas, ¨¢rabes, jud¨ªas y cristianas, que dejan su testimonio en forma de castillos, iglesias y museos aldeas hist¨®ricas como Idanha-a-Velha, donde se encuentran las ruinas de la catedral visigoda de Egitania.
Esta es una zona perfecta para practicar senderismo, bicicleta de monta?a, paseos en barco y en canoa por el Tajo y sus afluentes o hacer escalada. Tambi¨¦n hay muchos que acuden a observar aves, sobre todo en el parque natural do Tejo Internacional, un ¨¢rea protegida en la que se pueden ver alrededor de 154 especies de aves como buitres, cig¨¹e?as negras, ¨¢guilas imperiales o abejarucos.
El geoparque es una buena excusa para acercarse a la Beira Baixa, una regi¨®n que se parece mucho a la vecina Alentejo, con sus interminables llanuras onduladas. Es una tierra dura y cubierta de rocas que alberga extensas fincas agr¨ªcolas y humildes aldeas campesinas, as¨ª como varias fortalezas asom?brosas. Durante siglos estas fortificaciones re?motas montaron guardia ante las incursiones desde Espa?a. Cabe destacar la evocadora aldea de Monsanto ¡ªlocalidad que es considerada c¨®mo la m¨¢s portuguesa de Portugal¡ª y Sortelha con su castillo medieval en una ubi?caci¨®n espectacular. O como el centro medieval de Castelo Branco, la capital regional.
La cultura trashumante por la Ruta de la Lana
Una idea para adentrarse en la cara m¨¢s rural de Portugal es seguir la Ruta de la Lana (Traslana) que divide el pa¨ªs lusitano con Espa?a. El camino es todo un viaje por la memoria de aquellos hombres que recorrie?ron terrenos inh¨®spitos y aisla?dos acompa?ados de grandes reba?os. Este proyecto de itine?rario transfronterizo, nacido en el a?o 2007, recrea paisajes, tradiciones y conocimientos ancestrales a trav¨¦s de m¨¢s de un millar de puntos de inter¨¦s hist¨®rico y antropol¨®gico mientras se camina por sendas inmemoriales que unen Extremadura y Portugal.
Hoy es posible reconstruir de manera precisa una ruta formada por numerosos itinerarios que sigui¨® la trashumancia y el comercio de la lana, que unieron desde tiempos medievales sierras espa?olas y portuguesas, pastores y tejedores, productores y comerciantes de lana que durante siglos recorrieron los caminos serranos entre Malpartida de C¨¢ceres, donde compraban la lana merina espa?ola, y Covilh?, donde la vend¨ªan a las f¨¢bricas de producci¨®n m¨¢s importantes.
En 2007 comenz¨® un proyecto transfronterizo para estudiar e interpretar estas rutas ancestrales. Coordinado por el Museo de la Lana de la Beira Interior, este importante estudio en profundidad de las rutas laneras de las regiones de la Beira Interior portuguesa y de parte de la Extremadura espa?ola, concretamente la comarca de Tajo-Salor-Almonte, ha permitido identificar m¨¢s de mil locales de inter¨¦s hist¨®rico, cultural y antropol¨®gico para la historia del tratamiento de la lana. Pero, por encima de todo, ha permitido recrear una ruta hecha de paisajes, conocimientos y tradiciones, que se extiende por caminos de trazado inmemorial en el coraz¨®n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica.
Dos museos marcan el inicio y el fin de esta ruta. Empezando en el lado espa?ol, parte del Lavadero de Lanas de los Barruecos, en Malpartida de C¨¢ceres, donde actualmente se encuentra el Museo Vostell-Malpartida, un espacio que, desde el siglo XVIII, se us¨® para la esquila de los reba?os que pasaban por all¨ª en primavera con rumbo a los pastos del norte, as¨ª como para el lavado de las lanas merinas. Este gran edificio ligado a la producci¨®n lanera preindustrial abastec¨ªa a varias regiones de Europa, y era aqu¨ª adonde ven¨ªan peri¨®dicamente arrieros y comerciantes de lana de la Beira para adquirir materia prima para las f¨¢bricas de Covilh?. Partiendo de este complejo podemos reconstituir la ruta que, tras atravesar las llanuras de la Extremadura espa?ola, recorr¨ªan las carreteras de la sierra portuguesa, pasaban por Idanha, Penamacor y Fund?o, y terminaban su trayecto comercial en las f¨¢bricas de Covilh?. Es aqu¨ª, en el espacio de la antigua Real F¨¢brica Veiga, que hoy alberga el Museo de la Lana, d¨®nde termina el viaje.
Bajo las estrellas de Faia Brava
En el Vale do C?a se encuentran abruptas costas de granito, espacio de especial protecci¨®n para muchas aves marinas que anidan en sus explosivas pare?des. Buitres egipcios, ¨¢guilas reales y cig¨¹e?as negras se dan cita aqu¨ª cada temporada, lo que supone una excelente excu?sa para acudir a conocer este territorio severo, todav¨ªa sin contaminar, tal como demuestran sus cielos estrellados, que se pueden disfrutar en un magn¨ªfi?co Star Camp, una experiencia sostenible al m¨¢s puro estilo safari. Estamos en una regi¨®n llena de fortalezas, un mundo rural de frontera que vive hoy a un ritmo pausado.
En 2010, la reserva natural de Faia Brava fue clasificada por el antiguo Instituto de Conservaci¨®n de la Naturaleza y de la Biodiversidad (ICNB) como la primera ¨¢rea privada protegida del pa¨ªs y es actualmente una zona piloto del proyecto europeo Rewilding Europe para la creaci¨®n de ¨¢reas naturales silvestres y para el desarrollo del turismo de naturaleza en Europa. Son 850 hect¨¢reas en los pueblos de Castelo Rodrigo y de Pinhel, donde se reproducen diversas especies de aves, como, por ejemplo, los grifos, el buitre egipcio, el ¨¢guila real, el ¨¢guila de Bonelli, la cig¨¹e?a negra y la currula mirlona.
Uno de los recorridos estrella de esta zona es la Gran Ruta del Valle del C?a, con 222 kil¨®metros para caminar o recorrer en bicicleta, con etapas que enlazan los cinco municipios que recorre el r¨ªo, desde Sabugal hasta Vila Nova de Foz de C?a, donde el r¨ªo se enlaza con el Duero.
El encanto de Praia de S?o Pedro de Moel
Los aristocr¨¢ticos acantilados de S?o Pedro de Moel dejan la mira?da del visitante clavada en sus pintorescas formaciones rocosas y su llamativo faro Penedo da Saudade, que se impone sobre las aguas del Atl¨¢ntico. Esta playa pintoresca y brava que surge del pinar de Leiria debe marcarse en el listado de lugares para desconectar. Es, adem¨¢s, uno de los mejores arenales de la regi¨®n centro de Portugal.
Pertenece al condado de Marinha Grande, a medio camino entre Figueira da Foz y Peniche, una ciudad famosa por su industria del vidrio. Su playa llega como una sorpresa: un peque?o pueblo de casas encaladas dispuestas en forma de semic¨ªrculos conc¨¦ntricos, entre el monte y el mar. La localidad duerme en invierno, pero en verano sus elegantes casas se llenan de familias lisboetas para pasar un veraneo tranquilo. Sin muchos bares, ni hoteles, ni restaurantes, es todav¨ªa un lugar de playas casi salvajes entre pinos y el mar.
Y los que prefieren algo un poco m¨¢s salvaje, solo tienen que ir un kil¨®metro y medio m¨¢s al sur, a la playa das Valeiras. O hacia el norte, a distancia similar, a la Praia Velha, tambi¨¦n salvaje y rodeada por un frondoso pinar.
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