Chloe & Michael Humphreys: los l¨ªmites del paisaje
Lo primero que hace la pareja de paisajistas formada por Chloe y Michael Humphreys cuando se enfrenta a un proyecto es acercarse al paisaje como alumnos, ¡°con el cuenco vac¨ªo¡±, para escuchar. Luego ahondan en ¨¦l para comprender su historia, su cultura, su vegetaci¨®n¡ Un trabajo de campo fundamental para proponer respuestas de dise?o cuidadosas y soluciones claras y ecol¨®gicamente sensibles. Cultivar la tierra no para extraer, sino para devolver a ella. Su filosof¨ªa consiste en ¡°sanar lo m¨¢ximo e intervenir lo m¨ªnimo¡±.
Chloe y Michael Humphreys se conocieron en Santiago de Chile, ciudad natal de ¨¦l y adonde ella se traslad¨® para trabajar con la prestigiosa paisajista Teresa Moller. Ambos provienen de las bellas artes, de ah¨ª que en la conversaci¨®n aparezcan como referentes la propia Moller, el pintor Antoni T¨¤pies, el escultor y artista de land art brit¨¢nico Richard Long y el arquitecto Geoffrey Bawa.
Juntos fundaron en Nairobi, de donde es ella, el estudio The Landscape, una firma de dise?o y arquitectura del paisaje. Ese desaf¨ªo les permiti¨® cristalizar proyectos en Uganda, Kenia y Tanzania, donde aprendieron a manejar presupuestos limitados y materiales locales. En Nairobi, donde las islas de calor complican la formaci¨®n de plantaciones en las alturas, lograron crear un bosque en la azotea de un centro comercial; y en el parque natural de Lewa, en Kenia, el Savannah Circle, un ¨¢rea de observaci¨®n de la naturaleza circular, a la altura de los pastos de la sabana, como lo hacen los animales que all¨ª habitan.
Con ese bagaje se trasladaron a Les C¨¦vennes, Francia, y ahora acaban de instalarse en Barcelona. ¡°En Europa vemos una gran necesidad de curaci¨®n de la naturaleza y de fomentar los beneficios, especialmente en el entorno urbano¡±, dicen. Para Michael, una de sus mayores recompensas es ¡°dejar un sitio m¨¢s rico en ecolog¨ªa y biodiversidad de lo que lo encontramos¡±. Cuenta Chloe que hay clientes que llegan con listas de requisitos interminables. ¡°En Londres nos han dicho: ¡®Quiero un jard¨ªn mediterr¨¢neo¡¯, y nosotros respondemos que para qu¨¦, si tenemos especies originarias que hablan del lugar y aportan identidad¡ Ahora terminamos un proyecto de jard¨ªn en Les Baux-de-Provence y, obviamente, damos prioridad a especies de romero, tomillo, bulbos de Allium, olivo y otras plantas locales¡±.
Hoy, en pleno proceso de transformaci¨®n de las ciudades, Michael y Chloe opinan que ¡°arquitectura y urbanismo han orquestado el desarrollo de lo que entendemos como ciudad, quiz¨¢s dejando de lado la naturaleza, un actor fundamental. Se requieren muchas capacidades para levantar edificios, pero el medio ambiente es el espacio donde viven esos edificios, y el paisajista es quien lo prepara, porque conecta a la gente con la naturaleza. Buscamos propuestas que permitan vivir en una comuni¨®n sana, respetuosa y que preserve nuestro medio ambiente. Plantar un ¨¢rbol no significa acceder a la biodiversidad¡±.
La pareja no interpreta el jard¨ªn como un bien dise?ado cien por cien por el hombre, sino como se entend¨ªan los claustros, ¡°lugares de observaci¨®n, meditaci¨®n y aprendizaje en los que apenas se interven¨ªa¡±. ¡°Lo contrario de lo que ocurre con los ¨¢rboles, que se podan, se podan y se podan hasta transformarse en cub¨ªculos, una constante en Francia. ?C¨®mo? ?Si no pueden respirar!¡±.
Sale el nombre de Richard Long y sus creaciones que trazan en el territorio l¨ªneas para caminar, y Chloe precisa: ¡°Eso es arte; lo nuestro es resolver a trav¨¦s del dise?o problemas de espacio a los ni?os en un colegio, por ejemplo, y encontrar una comuni¨®n entre nosotros y el medio ambiente para entender de forma respetuosa y sensible que con los paisajes existen l¨ªmites igual que con las personas¡±.
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