Arist¨®teles, Yung Beef y el poliamor: todo brilla en el YouTube de Ernesto Castro
El joven fil¨®sofo espa?ol ha sabido explotar los nuevos medios. Es un transgresor con sentido del espect¨¢culo que fusiona el rigor erudito con una mirada aguda de la cultura popular.
El fil¨®sofo Ernesto Castro (Madrid, 30 a?os) vive en el distrito de Arganzuela, en el mismo barrio donde creci¨®, donde estudi¨® ¡ªen el instituto Juan de la Cierva, inventor del autogiro, antecedente del helic¨®ptero¡ª y donde form¨® parte de dos pandillas: Tribu Rapera Grafitera (TRG) y Los Putos Notas (LPN), tiempos en los que firmaba por las calles como okis o taun, hipocor¨ªstico de su mote, Pernesquitaun, producto de una loca mutaci¨®n de su nombre de pila por influencia de la sublengua de Chiquito de la Calzada. Hoy es un destacado intelectual de su generaci¨®n que combina un pensamiento original, mezcla de rigor erudito y gusto por la cultura popular, con un talento para la comunicaci¨®n que le ha permitido ir m¨¢s all¨¢ de la academia y crecer como divulgador v¨ªa YouTube.
Durante un tiempo le interes¨® teatralizar su personaje y crear situaciones chocantes. En el Halloween de 2017, por ejemplo, acudi¨® a la Universidad Complutense a dar una clase sobre santo Tom¨¢s vestido de torero. ¡°En cuanto a la divisi¨®n entre esencia y existencia, que introduce principalmente para solventar el problema de si los ¨¢ngeles son acto puro o no¡¡±, explicaba a sus alumnos con su chaquetilla verde y oro, el pelo te?ido de rojo y una lata de Burn en la mano para meterle a¨²n m¨¢s pasi¨®n al tema de la escol¨¢stica. Pero esa fase perform¨¢tica ha pasado. ¡°Ya he hecho las travesuras que ten¨ªa que hacer¡±, dice, ¡°y mi pretensi¨®n ahora es ir hacia la seriedad¡±, como pueden ver en la fotograf¨ªa que abre este art¨ªculo, tomada en la sala de estar de su casa: americana, camisa, un Castro formal.
La entrevista fue el d¨ªa antes de las fotos y, como ya era tarde y no iba a haber c¨¢maras de por medio, se hab¨ªa puesto c¨®modo. Llevaba un pijama de algod¨®n y unas pantuflas. Sirvi¨® dos vasos de agua y tom¨® asiento en una butaca de flores. A sus espaldas hab¨ªa una librer¨ªa donde estaban Las confesiones de San Agust¨ªn y las de Rousseau. Su ¨²ltima obra, Memorias y libelos del 15M, reci¨¦n publicada por Arpa, son, digamos, sus confesiones y su cr¨ªtica retrospectiva de aquel movimiento que a partir de su tercera semana de existencia, escribe, ¡°se disolvi¨® en la sociedad espa?ola como un azucarillo en caf¨¦ caliente¡±.
El libro es un b¨®lido, sobre todo las primeras 200 p¨¢ginas del 15-M visto 10 a?os despu¨¦s, tituladas ¡®Memorias¡¯. Su relato del origen, ¨¦xtasis y ca¨ªda de la famosa acampada de la Puerta del Sol, es una combinaci¨®n formidable de cr¨®nica, ensayo, s¨¢tira y alegre seppuku. Igual que sabotea su propia reputaci¨®n ¡ªcomo ¨¦l dice¡ª, libera hacia el pr¨®jimo una moderada cantidad de ¨¢cido, y, Jes¨²s, Mar¨ªa y Jos¨¦, c¨®mo pone al difunto St¨¦phane Hessel, referente moral de los indignados. En cuanto al 15-M, en s¨ªntesis, recuerda con simpat¨ªa el valor de su din¨¢mica asamblearia ¡ªque un mont¨®n de gente dispar se juntase y se callase cuando hablaba el otro¡ª y se?ala el ¡°onanismo autorreferencial que caracteriz¨® al movimiento desde sus or¨ªgenes¡± y llev¨®, seg¨²n sostiene, a su propia destrucci¨®n. La segunda parte del libro, ¡®Libelos¡¯, es una reedici¨®n de ensayos y rese?as de 2011 a 2014, entre ellos su primer libro, un op¨²sculo titulado Contra la postmodernidad que public¨® cuando ten¨ªa 20 a?os y su escritura era ¡°lent¨ªsima¡±, nos cuenta, pero no por cuidadosa, sino por ¡°obsesiva y paranoica¡±, porque pretend¨ªa hacer prosa como si fuera poes¨ªa, que fue su puerta de entrada a la literatura. A los 16 o 17 a?os, leyendo a Gustavo Adolfo B¨¦cquer, se dijo: ¡°Hostia, si esto lo puedo hacer yo¡±, y comenz¨® a elaborar poemas como uno sobre la figura de la amada y otro antitabaco. Unas Navidades, pasaba los d¨ªas tan atrincherado en su cuarto y se mostraba tan celoso de lo que hac¨ªa en su ordenador que sus padres, ambos fil¨®sofos, pensaron que estaba ofuscado con el porno. Cuando su padre le pidi¨® que le dejase ver a qu¨¦ andaba, descubri¨® que escrib¨ªa versos: ¡°Lo que es mucho m¨¢s obsceno¡±, bromea.
Decidi¨® estudiar Filosof¨ªa en vez de Filolog¨ªa porque tem¨ªa que la Filolog¨ªa matase su ¡°genio po¨¦tico¡±, pues todav¨ªa quer¨ªa ser como Mallarm¨¦, Baudelaire o Apollinaire. En la carrera ya se enganch¨® al pensamiento teor¨¦tico ¡ªprimero a saco con Kant y Hegel, luego con Popper y Kripke, tambi¨¦n con el marxismo¡ª y al terminar hizo un m¨¢ster de Filosof¨ªa Anal¨ªtica, pero sigui¨® padeciendo durante a?os la astricci¨®n narrativa que le produjo su relaci¨®n primeriza con la poes¨ªa. No se solt¨® hasta que en 2018 empez¨® a escribir un diario. Coge unos libros y dice: ¡°Mira, esto es lo que hice entre 2011 y 2018¡±, sostiene con la derecha Contra la posmodernidad (2011) y Un palo al agua. Ensayos de est¨¦tica (2016), ¡°y esto lo que hice de 2018 hasta ahora¡±, y en la izquierda muestra el buen tochete formado por El trap. Filosof¨ªa millennial para la crisis en Espa?a (2019), Realismo poscontinental. Ontolog¨ªa y epistemolog¨ªa para el siglo XXI (2020), ?tica, est¨¦tica y pol¨ªtica. Ensayos (y errores) de un metaindignado (2020) y el libro del 15-M. Liberado de aquel cors¨¦ de la escritura mani¨¢tica, se encuentra en un periodo de producci¨®n intensiva. Cada ma?ana, de ocho a nueve, redacta en su diario unas 2.000 palabras sobre el d¨ªa anterior, y est¨¢ avanzando en otros dos libros, uno en el que explora el formato de los di¨¢logos a la manera plat¨®nica y otro sobre el antrop¨®logo Alberto Card¨ªn (1948-1992), a quien define como ¡°el abuelo de la teor¨ªa queer en Espa?a¡±.
Sin querer, golpea un vaso que se cae al suelo y se rompe. Recoge los trozos y dice: ¡°No pasa nada, ya te traigo otro para poder romperlo¡±.
Castro parece entusiasmado con la idea de enfocarse cada vez m¨¢s en la escritura, de seguir construyendo una obra sustantiva, ambiciosa. Est¨¢ releyendo cl¨¢sicos de la literatura (se?ala en un estante el Quijote y el Fausto) y su prop¨®sito es cepillarse todos los que aparecen en la lista de El canon occidental, de Harold Bloom. As¨ª, tambi¨¦n est¨¢ acelerando su ritmo de lectura. Hace unas semanas se qued¨® tieso de un tir¨®n en la espalda y, guardando reposo sin usar ni un boli para subrayar, se ley¨® de una patada El discurso vac¨ªo, de Mario Levrero. Quedarse un rato medio tullido le ha hecho reflexionar sobre lo bueno de recorrer una obra sin atrancos, ¨²nicamente concentrado, ¡°y en cu¨¢ntos a?os lleva una cosa tan cotidiana como aprender a leer¡±. Lo dice un hombre que tiene tantos libros que hasta aprovecha el canap¨¦ de la cama para guardar los que llama ¡°libros ideol¨®gicos¡±. Levanta el soporte y muestra dentro de la base, a un lado, los de extrema izquierda m¨¢s o menos apolillada y, al otro, los de feminismo, cerca de los de la onda alt right.
Con tanto que hacer y para evitar la cr¨®nica dispersi¨®n cognitiva de nuestro tiempo, se ha salido de las redes sociales, no usa ?Whats?App y se comunica apenas por correo electr¨®nico. Quiere estar enfocado en lo que importa. ¡°Mi modelo a imitar es Javier Mar¨ªas actualizado. Me gusta su elegancia de no participar de la mel¨¦¡±, dice del escritor y columnista de El Pa¨ªs Semanal.
Donde contin¨²a es en YouTube, un medio que ha sido clave en su carrera y en el que ha publicado ya m¨¢s de 300 v¨ªdeos, la mayor¨ªa clases de la universidad y conferencias (entre tantas otras, sobre Arist¨®teles, con 66.000 visualizaciones; antiespecismo, 57.000; Plotino y Longino, 27.000; monogamia y poliamor, 25.000) y tambi¨¦n entrevistas, como su mayor ¨¦xito de audiencia, la que le hizo al m¨²sico de la calle Yung Beef (382.000), o la del fil¨®sofo Antonio Escohotado, ambos expertos en drogas. Cuenta con 93.000 suscripciones a su canal, gratuitas, y el mes pasado activ¨® la funci¨®n de hacerse miembro, que por 4,99 euros al mes permite dejar comentarios en sus v¨ªdeos y una vez al mes hacerle preguntas en directo. ¡°Haci¨¦ndote miembro, adem¨¢s, me apoyar¨¢s econ¨®micamente, lo cual es muy de agradecer teniendo en cuenta la precariedad econ¨®mica en la que nos solemos encontrar los fil¨®sofos¡±, dijo. Este trimestre est¨¢ haciendo una sustituci¨®n en la Aut¨®noma de Madrid para ense?ar la Cr¨ªtica de la raz¨®n pura y la Fenomenolog¨ªa del Esp¨ªritu. Dice que ya dijo Ortega y Gasset lo demandante que es ser intelectual en Espa?a. Escribi¨® don Jos¨¦ en el Pr¨®logo para alemanes: ¡°Yo tengo que ser, a la vez, profesor de la Universidad, periodista, literato, pol¨ªtico, contertulio de caf¨¦, torero, hombre de mundo, algo as¨ª como p¨¢rroco y no s¨¦ cu¨¢ntas cosas m¨¢s¡±.
Al terminar la entrevista, el fil¨®sofo Ernesto Castro cenar¨¢ un bol de semillas variadas, pepino y garbanzos, y, como cada noche, se subir¨¢ a su bici est¨¢tica para pedalear una hora mientras ve una pel¨ªcula. Hoy ser¨¢ una de Albert Serra, titulada Libert¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.