La palabra cig¨¹e?a
Los Estados se organizan, a veces, para impedirlo, pero migrar es lo normal, es la naturaleza humana y es justicia
Miro cig¨¹e?as por Espa?a. Las miro, quiero decir, a trav¨¦s de Espa?a, no en defensa o reivindicaci¨®n de Espa?a, que no es lo m¨ªo, no porque sea Espa?a, que al fin es mi casa, sino porque Espa?a es una patria y las patrias siempre traen problemas y los enfrentan atacando, acusando, rechazando a cualquiera que no parezca ser de all¨ª. Por eso, una vez m¨¢s, miro cig¨¹e?as, me gustan las cig¨¹e?as. Por Espa?a, porque ahora est¨¢n en Espa?a. Por ahora. Las miro porque por ahora.
Miro cig¨¹e?as y averiguo. La palabra cig¨¹e?a es casi banal: no cambi¨® desde que los latinos llamaban ciconia ¡ªy el clasificador Lineo Ciconia ciconia¡ª a ese mismo animal un poco torpe, un poco grit¨®n, que se vuelve en el aire puro lujo.
Su vuelo es elegante, flecha blanca, y es probable que eso le haya valido su calidad m¨¢s conocida: durante siglos la palabra cig¨¹e?a ¡ªy alguna imagen de la cig¨¹e?a misma¡ª se asoci¨® extra?amente a la reproducci¨®n humana. La idea circul¨® por el folclore alem¨¢n desde la Edad Media y termin¨® de consagrarla y difundirla un raro cuento lleno de acosos y rencores y venganzas ¡ªLas cig¨¹e?as (1839)¡ª de Hans Christian Andersen. A partir de entonces ¡ªeran tiempos en que Europa todav¨ªa creaba las ficciones globales¡ª medio mundo simul¨® creer que los beb¨¦s llegaban a las casas de sus padres colgados del pico de ese p¨¢jaro. La imagen es m¨¢s que conocida, aunque se va perdiendo; lo impresionante es pensar que hace unas pocas d¨¦cadas la mayor¨ªa de los padres contaba a sus hijos esa f¨¢bula para no tener que hablar de sus sexos y su reproducci¨®n, para no tener que hablar. Lo impresionante es recordar c¨®mo sociedades enteras se pusieron de acuerdo para mentir a sus ni?os con tal de no ¡°arruinar su inocencia¡±: c¨®mo sociedades enteras pueden creerse que ¡°hacen el bien¡± cuando se enga?an.
Pero la palabra cig¨¹e?a, ya alejada de las maternidades y las paternidades, sigue designando a un p¨¢jaro m¨¢s grande y largo que muchos otros p¨¢jaros: un animal de un metro de largo por dos de ancho cuya caracter¨ªstica principal es que viaja, viaja, viaja. Las vemos: cada a?o, con la primavera, llegan a sus nidos en tantos rincones ¡ªtantas iglesias, tantas casas, tantos ¨¢rboles¡ª de Espa?a. Son, dicen, cada a?o unas 70.000 las que buscan estas tierras para aparearse y parir, y las dejan con el oto?o muchas m¨¢s. Viajan: vuelan en bandadas de cientos o miles a 1.000 o 2.000 metros de altura durante mes y medio o dos. Viajan: llegan desde Kenia, Uganda, Zambia, Sud¨¢frica; recorren muchos miles de kil¨®metros para volver cada a?o a sus nidos de verano, y muchos miles para volver a irse a los de invierno ¡ªque son, en sus lugares, de verano. En sus milenios de viajes aprendieron a evitar los peligros del Mediterr¨¢neo: vuelan sobre tierra ¡ªlos vientos del mar son traicioneros¡ª y cruzan por Turqu¨ªa o Gibraltar, porque nadie se lo impide, y llegan y se instalan y se reproducen y las festejamos.
Es un gusto, cada a?o, recibirlas: traen la imagen de un nuevo comienzo, son migrantes. En estos tiempos en que lo natural est¨¢ tan valorado ¡ª?tan sobrevalorado?¡ªimporta recordar que hay pocas cosas m¨¢s naturales: animales como las cig¨¹e?as que cada a?o se lanzan a los cielos para buscar un lugar donde vivir mejor, donde reproducirse, donde ofrecerles a sus cr¨ªas las condiciones necesarias para desarrollarse. Que nada es m¨¢s natural, que tantos lo hicieron siempre y lo siguen haciendo. Ya no solo los hombres ¡ªque siempre hemos migrado, que seguimos migrando desde que salimos de ?frica hace un par de millones de a?os¡ª; tambi¨¦n los animales.
Los Estados se organizan, a veces, para impedirlo: tambi¨¦n es normal, los Estados se organizaron para impedir. Pero migrar es lo normal, es la naturaleza, es la naturaleza humana, y es justicia. Hay quienes quieren tapar el sol con la mano: siempre los hay. No lo consiguen, pero se pasan un rato mir¨¢ndose la mano ¡ªy a veces hasta se creen que es el sol. Despu¨¦s, cuando se queman, manotean alguna patria y cantan algo, y salen a pegar.
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