Tirar una valla
He tenido que escribir algunos art¨ªculos muy complicados a lo largo de mi vida. Ninguno como este.
Todo empez¨® hace poco m¨¢s de un a?o. Revisi¨®n rutinaria, tumor maligno, buen pron¨®stico y a pelear. En aquel momento no quise dar la noticia porque necesitaba estar tranquila, confabularme con mi cuerpo y conmigo misma, pero en un a?o pasan muchas cosas. Tendr¨ªa que hab¨¦rseme ocurrido, pero no reaccion¨¦ a tiempo.
El c¨¢ncer, que es una enfermedad como otra cualquiera, desde luego un aprendizaje, pero nunca una maldici¨®n, ni una verg¨¹enza, ni un castigo, me ha acompa?ado desde entonces. Y me encuentro muy bien en general. Estoy en las mejores manos, segura, confiada, fuerte, y sin embargo, hace unas semanas tuve un tropiezo, tir¨¦ una valla, como les ocurre hasta a los atletas keniatas en las carreras de obst¨¢culos de larga duraci¨®n. Mientras los altavoces de la Feria del Libro de Madrid lanzaban a los cuatro vientos los nombres de los autores que estaban firmando en las casetas, entre ellos el m¨ªo, yo estaba en el hospital con una complicaci¨®n intestinal, que no era grave pero s¨ª pesada de resolver. As¨ª comprend¨ª que mi silencio hab¨ªa tenido un precio.
Yo ya sab¨ªa que soy una mujer afortunada porque hay mucha gente que me quiere. Ahora lamento que algunas de esas personas hayan estado tan preocupadas por m¨ª, por una ausencia que deber¨ªa haber explicado antes para ahorrarles el mal rato. He llegado a percibir su inquietud desde mi cama del hospital, y quiero pedirles perd¨®n, contarles c¨®mo me siento. Y disculparme de paso, de antemano, por mi silencio y mis ausencias futuras. Porque no me gustar¨ªa que alguien pudiera volver a preocuparse por no encontrarme en un lugar donde hayamos coincidido otras veces.
Mis lectores y lectoras, que me conocen bien, saben que son muy importantes para m¨ª. Siempre que me preguntan por ellos respondo lo mismo, que son mi libertad, porque gracias a su apoyo puedo escribir los libros que quiero escribir yo, y no los que los dem¨¢s esperan que escriba. Tambi¨¦n saben que la escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto, ni tan intensamente como ahora. Durante todo este proceso he estado escribiendo una novela que me ha mantenido entera, y ha trazado un prop¨®sito para el futuro que me ha ayudado tanto como mi tratamiento. Ahora necesito devolverle todo lo que me ha dado, encerrarme con ella, mimarla, terminarla, corregirla. Por eso voy a seguir desaparecida una buena temporada, y no devolver¨¦ mensajes, no contestar¨¦ llamadas, no dar¨¦ noticias. Imagino que muchas personas lo comprender¨¢n. Supongo que otras quiz¨¢s no lo hagan, pero conf¨ªo en que respeten mi decisi¨®n. Hasta que vuelva, aunque s¨®lo sea para mirar frente a frente el cielo de Madrid una vez m¨¢s, antes de volver a esconderme.
No s¨¦ cu¨¢ndo ser¨¢. Tal vez reaparezca con pelo, quiz¨¢s sin pelo, con una melena rizada o con el peinado de mi querida Josefina B¨¢quer, como la llamaba mi abuela, aquella que la vio bailar con una falda de pl¨¢tanos cuando las dos eran j¨®venes. Pero prometo solemnemente que volver¨¦ a sentarme en una caseta para firmar ejemplares y mirar a los ojos de mis lectores, de mis lectoras. Entre todos los personajes que existen, mis favoritos son los supervivientes, y no voy a defraudarme a m¨ª misma, mucho menos a mis propios protagonistas.
Y seguir¨¦ estando aqu¨ª, escribiendo un art¨ªculo en esta misma p¨¢gina cada dos semanas, y en la contraportada del diario todos los lunes. Ese espacio, sagrado para m¨ª, porque me permite mantener el contacto con mis lectores en cualquier circunstancia, nos permitir¨¢ encontrarnos, saber de nosotros, permanecer juntos.
En este art¨ªculo tan raro, tan dif¨ªcil de escribir, tal vez no haya cabido todo lo que me hubiera gustado decir, pero al menos me ha permitido contar algunas cosas que necesitaba explicar.
A partir de ahora, seguir¨¦ escribiendo sobre los p¨¢jaros de Finlandia y otros libros memorables, sobre lo que pasa en el mundo, sobre la ficci¨®n y la realidad, lo justo, lo injusto, la vida de tantas personas que tienen mucha menos suerte que nosotros, o m¨¢s, vete a saber. Pero no quiero despedirme sin agradecerles que hayan le¨ªdo este art¨ªculo que es tan importante para m¨ª.
Dentro de dos semanas, nos vemos por aqu¨ª.
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