Ponerse en pie
Vivimos inmersos a perpetuidad en un pantano de angustias, que se han hecho mucho m¨¢s procelosas en la pandemia. | Columna de Rosa Montero.
El otro d¨ªa me lleg¨® por Twitter un meme prodigioso (los memes son, ya saben, esas im¨¢genes difundidas de manera masiva por internet). Es un v¨ªdeo muy breve de un ni?o asi¨¢tico de tres o cuatro a?os que est¨¢ flotando boca arriba en el agua. S¨®lo se ve el cuerpo del chaval, no el entorno, pero debe de ser un r¨ªo, porque el agua es lodosa y opaca y adem¨¢s hay corriente. El ni?o se agarra con desesperaci¨®n a una maroma blanca; la corriente parece arrastrar su cuerpecillo y el pobre cr¨ªo berrea con un terror y una angustia tan absolutos que te rompe el coraz¨®n; est¨¢ claro que cree que no tiene fuerzas suficientes para seguir sujeto, que piensa que el agua se lo va a llevar y que se ahogar¨¢. Entonces aparece sonriente una adolescente de 12 o 13 a?os, puede que su hermana, que coge al peque?o, lo pone r¨¢pidamente en pie y despu¨¦s se va. Y es que el agua apenas le llega al ni?o a medio muslo, es decir, no corre ning¨²n peligro. Nada m¨¢s darse cuenta de que hace fondo de sobra, deja instant¨¢neamente de llorar, como si lo hubieran desenchufado. Se suelta de la in¨²til maroma y se rasca una oreja, yo dir¨ªa que desconcertado y un poco abochornado. Intentando comprender qu¨¦ ha sucedido. El v¨ªdeo acaba ah¨ª.
Qu¨¦ tremendo es el miedo. Me refiero al que parasita, al que se convierte en un sentimiento que esclaviza y enferma, al terror desbordante. Porque el miedo, ya lo he dicho muchas veces, es una herramienta de defensa muy ¨²til. Sin esa sirena de alarma biol¨®gica que prepara el cuerpo para la lucha o la huida estamos perdidos. Hay una dolencia rara, la de Urbach-Wiethe, que produce la destrucci¨®n de la am¨ªgdala cerebral y la ausencia completa de miedo entre quienes la padecen. Pues bien, los enfermos de Urbach-Wiethe ponen su vida mucho m¨¢s en riesgo que la gente sana, porque son incapaces de reconocer el peligro. Bienvenido sea, pues, el temor que alerta y salva.
Lo malo es que en la sociedad actual casi nadie se limita a ese temor. Vivimos inmersos a perpetuidad en un pantano de angustias, que adem¨¢s se han hecho mucho m¨¢s procelosas desde la pandemia. Y es que el verdadero problema es no ser capaces de desconectar el sistema de alarma. Lo que llamamos estr¨¦s es justamente eso: quedarse a vivir para siempre jam¨¢s dentro del miedo. Imag¨ªnate que est¨¢s en una guerra; pongamos que, por ejemplo, resides en Londres cuando el Blitz, que fue el periodo de los bombardeos nazis sobre la ciudad entre 1940 y 1941. Y ahora imag¨ªnate que esas sirenas anti?a¨¦reas que todos hemos o¨ªdo en las pel¨ªculas no se hubieran apagado nunca. Que durante a?o y medio los londinenses hubieran tenido que vivir d¨ªa y noche bajo ese ulular. Se hubieran vuelto locos. Y eso es m¨¢s o menos lo que nos sucede con el estr¨¦s.
El neurocient¨ªfico Eric Kandel, premio Nobel de Medicina, dice en su libro La nueva biolog¨ªa de la mente que el estr¨¦s hace que la gl¨¢ndula suprarrenal libere cortisol, una hormona beneficiosa durante breves periodos de tiempo, porque ¡°aumenta la atenci¨®n como respuesta a una posible amenaza¡±, pero que, en dosis excesivas y continuas, como sucede con el estr¨¦s, ¡°destruye las conexiones sin¨¢pticas entre las neuronas del hipocampo, la zona del cerebro m¨¢s importante para la memoria, as¨ª como las neuronas del c¨®rtex prefrontal, que regula la voluntad de vivir e influye en la toma de decisiones y de nuevo en la memoria¡±. En grandes dosis, el cortisol es t¨®xico. Un verdadero veneno.
Ahora comprendo, en fin, por qu¨¦ mi cabeza es como un agujero negro que nada recuerda. Teniendo en cuenta que tuve ataques de p¨¢nico en mi juventud y que mi nivel medio de ansiedad va de mucho a demasiado, me imagino que voy chutada de cortisol hasta las cejas. Adem¨¢s soy una persona muy imaginativa, y siempre he sostenido que cuanta m¨¢s imaginaci¨®n tienes, m¨¢s miedoso eres, porque puedes anticipar mil y un futuros terror¨ªficos. Como ese ni?o que se ve¨ªa arrastrado y muerto. Yo me he sentido muy identificada con el chaval del r¨ªo: cuantas, cuant¨ªsimas veces en mi vida me he sentido ahogar en un palmo de agua, una frase hecha que el meme del cr¨ªo ha escenificado maravillosamente. La pr¨®xima vez que me d¨¦ un soponcio intentar¨¦ recordar (con mi cabeza amn¨¦sica) que es probable que baste con algo tan sencillo como ponerse en pie y abrir los ojos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.