Gento a distancia
Gento era famoso por sus salidas nocturnas con ¡®vedettes¡¯. Leo nos cont¨® que todo eso eran habladur¨ªas y que ella era su novia | Columna de Javier Mar¨ªas
Con la muerte de Gento quedan cada vez menos jugadores madridistas vivos de mi primera colecci¨®n de cromos, conocida como ¡°los cabezudos¡±, de 1958-59. Perd¨ª el ¨¢lbum o se lo qued¨® mi hermano Fernando, pero mi amigo Antonio Iriarte me consigui¨® un ejemplar en buen estado hace unos a?os, as¨ª que aqu¨ª tengo la alineaci¨®n, que por otra parte me s¨¦ de memoria: Alonso; Atienza, Santamar¨ªa, Lesmes; Santisteban, Z¨¢rraga; Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento.
Nadie pod¨ªa competir con Di St¨¦fano, ¡°La Saeta Rubia¡± como se lo llamaba entonces (hasta hubo una pel¨ªcula con ese t¨ªtulo). Para los europeos ¡ªque poco ve¨ªamos a Pel¨¦¡ª era el mejor jugador del mundo, y para muchos merengues lo sigue siendo, porque era m¨¢s completo y constante que Cruyff, infinitamente m¨¢s inteligente que Maradona y mejor director de orquesta que Messi. Pero reconozco que a uno no es f¨¢cil cambiarle las convicciones y mitificaciones de la infancia. En segundo lugar, sin embargo, ven¨ªa Gento. Era m¨¢s de fiar que Puskas, que lleg¨® al Madrid ya a?oso y gordo, lo cual no le imped¨ªa deshacerse de dos o tres rivales con un quiebro imposible de su ancha cintura, y a continuaci¨®n lanzar un tiro tan potente y colocado que a menudo entraba por la escuadra. Con Gento se pod¨ªa contar para que desatascara un partido y sembrara el p¨¢nico entre los contrarios. Su rapidez era tan extraordinaria que, como se ha contado estos d¨ªas tras su muerte, hubo de aprender a frenarse para dar tiempo a que sus compa?eros se incorporaran a las posiciones de ataque. Y bien que lo aprendi¨®: su frenada en seco era diab¨®lica; dejaba a los defensas corriendo, y cuando intentaban retroceder, Gento aceleraba de nuevo y los perd¨ªa de vista definitivamente. Y si a alguno le quedaba resuello para perseguirlo de nuevo, volv¨ªa a frenar en el momento m¨¢s maquiav¨¦lico. Galopando por la banda izquierda, con su 11 invariable en la camiseta, se sab¨ªa que nadie lo alcanzar¨ªa. Pero es que tambi¨¦n era due?o de una gran t¨¦cnica: centraba de maravilla, bajaba con el empeine balones lanzados desde muy lejos, regateaba, recurr¨ªa a taconazos eficaces y disparaba con una fuerza y colocaci¨®n s¨®lo inferiores a las de Puskas. Era imposible detenerlo.
Como yo era zurdo y veloz en los 100 metros, lo imitaba cuanto pod¨ªa en los partidos de infantiles. En ellos vest¨ªa el 11, porque fue mi segundo ¨ªdolo, o al que hab¨ªa una infinit¨¦sima posibilidad de asemejarse (a Di St¨¦fano nunca nadie). Para mayor apego a su figura, Gento fue durante a?os casi de mi familia. (Esto lo he contado en alg¨²n sitio, pero no fue aqu¨ª y hace largo tiempo.) Mis hermanos y yo tuvimos una tata llamada Leo (de Leonides), tan cari?osa y simp¨¢tica como infantil era su car¨¢cter risue?o, as¨ª que se sent¨ªa en su salsa con los ni?os, tan cr¨¦dulos como ella. Gento, antes de casarse, era famoso por sus salidas nocturnas y su pasi¨®n por las vedettes. Leo nos cont¨® que todo eso eran habladur¨ªas y que ella era su novia. Y, con su enorme inventiva (con frecuencia le ped¨ªamos que nos contara ¡°alguna del Gordo y el Flaco¡±, y ella, sin vacilar, nos relataba aventuras ap¨®crifas e improvisadas de Laurel y Hardy), nos informaba fantasiosamente de las vicisitudes del Madrid y por supuesto de Gento. ¡°?C¨®mo ve ¨¦l el pr¨®ximo partido contra el Bar?a?¡±, le pregunt¨¢bamos. ¡°Pues le preocupa el portero, que es muy bueno¡±. ¡°Ramallets, claro¡±, dec¨ªamos. Ella no conoc¨ªa el nombre, pero se apuntaba el tanto con reflejos: ¡°Ese mismo, Rams¨¦s¡±. O bien le inquir¨ªamos: ¡°Di St¨¦fano est¨¢ lesionado. ?Qu¨¦ dice Gento? ?Se recuperar¨¢ para la Copa de Europa?¡± Y ella sal¨ªa airosa del paso: ¡°S¨ª, le pisaron un juanete y le duele, pero dice Gento que a Di St¨¦fano hay que matarlo para que se pierda un partido¡±. As¨ª que cre¨ªamos contar con informaci¨®n privilegiada, que transmit¨ªamos en el colegio, y a Leo le d¨¢bamos mil recados para su ¡°novio¡±. Si alguna vez le hubieran llegado, se habr¨ªa sentido apabullado. Nosotros est¨¢bamos seguros de que s¨ª, por la v¨ªa m¨¢s directa y segura.
He le¨ªdo estas semanas que Gento nunca alardeaba de sus 6 Copas de Europa (el futbolista que m¨¢s ha ganado) ni de sus t¨ªtulos y triunfos. Que cuando iba a Chamart¨ªn, jam¨¢s se sentaba en el palco, sino entre la multitud, con gorra y gafas oscuras para pasar inadvertido. Al parecer llev¨® una vida familiar y discreta tras su retirada, y dec¨ªa: ¡°A veces, cuando me despierto, me creo que estoy jugando en el campo ante 100.000 espectadores. Vivo de mis recuerdos¡±. No me extra?a, ese es el sino triste y alegre de todos los futbolistas. Su muerte me ha tra¨ªdo a la memoria sus cabalgadas y las m¨ªas modestas por la banda, los cromos de ¡°los cabezudos¡± y a la Leo, que nunca se cas¨® con nadie pero fue novia de Gento para nosotros. Y tambi¨¦n al afectuoso Juan Garc¨ªa Hortelano, que era colchonero ac¨¦rrimo y sin embargo aseguraba: ¡°Para saber si alguien entiende o no de f¨²tbol, le pregunto qui¨¦n ha sido el mejor extremo izquierdo de la historia. Si me contesta que Collar, o Czibor, o Corso, o Best, o Ga¨ªnza, s¨¦ que es un forofo o un pedante y que no entiende. El mejor de siempre, mal que me pese, fue Gento. Y a distancia¡±.
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