Las manos maestras del Palacio Real
Relojer¨ªa, tapicer¨ªa, guarnicioner¨ªa, dorados y estucos¡ Los talleres de restauraci¨®n del Palacio Real son cofres de sabidur¨ªa con maestros en oficios de otra ¨¦poca
A las once en punto de la ma?ana suenan las campanadas de un reloj tocando el Ave Mar¨ªa. ¡°Creo que a las monjas les gustar¨¢¡±, dice, satisfecho, el encargado de relojer¨ªa de Patrimonio Nacional, Manuel Santolaya. Este reloj del monasterio de las Descalzas es uno de los que est¨¢ arreglando en su taller del Palacio Real, en Madrid. Unos segundos antes, adelantado, a¨²n habr¨¢ que ajustarlo, hab¨ªa dado la hora un reloj de pared con tapa de marqueter¨ªa y esfera de alabastro. Las 730 piezas de relojer¨ªa de Patrimonio est¨¢n al cuidado de Santolaya, quinta generaci¨®n de familia madrile?a de relojeros, de 64 a?os y demasiado cerca de la jubilaci¨®n ¡ªmayo¡ª para lo que le gustar¨ªa al Estado, encarnado en esta ma?ana de abril por ?ngel Balao, jefe del Departamento de Restauraci¨®n de Patrimonio Nacional: ¡°Nos va a suponer un problem¨®n encontrar sustituto para Manolo¡±.
Da gusto, la verdad, cuando el Estado habla en cristiano.
Santolaya consigui¨® su plaza en 1982 por oposici¨®n. Precisa que su oficio es la ¡°relojer¨ªa de ¨¦poca¡±. Sobre la mesa de trabajo tiene un reloj bracket ingl¨¦s del siglo XVIII. ¡°Este es del Palacio Real de Aranjuez y est¨¢ en mantenimiento. Los desarmamos enteros, les limpiamos la grasa seca, les corregimos los desajustes, revisamos las cuerdas, los montamos otra vez, los volvemos a engrasar y se quedan unos d¨ªas en observaci¨®n hasta meter la maquinaria de nuevo dentro de su mueble y devolverlos a su localizaci¨®n habitual¡±. La pieza m¨¢s antigua que tienen es de 1583, un reloj con candil que serv¨ªa de l¨¢mpara y que fue de Felipe II. Est¨¢ en El Escorial. En el taller se ven curiosidades como un reloj con la figura de un perro con un farol de ferroviario. Es el perro de la estaci¨®n de Monistrol de Montserrat, famoso hace un siglo por darle la salida a los trenes agitando la bandera con la boca. Se lo obsequiaron a Alfonso XIII. El grueso de la colecci¨®n es de tiempos de Carlos IV (1748-1819), aficionado a los relojes en pleno auge de la relojer¨ªa francesa.
En la mu?eca izquierda, Manuel Santolaya lleva uno suizo.
¡ª?A veces mira la hora en el tel¨¦fono m¨®vil?
¡ª?En el m¨®vil? No, nunca.
Patrimonio tiene 12 talleres de restauraci¨®n. Tambi¨¦n est¨¢ en el Palacio Real el de tapicer¨ªa. Su encargada es Bel¨¦n Curiel. Tiene 54 a?os y lleva aqu¨ª desde los 17, es otro ejemplo de que el dominio maestro de viejas artesan¨ªas como estas es un asunto que toma d¨¦cadas. Sentada ante un tapiz del XVI, R¨®mulo dictando leyes, atribuido al tejedor flamenco Wilhelm Pannemaker, explica: ¡°Aqu¨ª nos llegan tapices que tienen aberturas por el paso del tiempo o que tienen cosidos anteriores, mal hechos, que levantamos y volvemos a coser; ?ves?, como en esta trama que tengo aqu¨ª, que se hizo con hilo amarillo y mejor debe llevarlo marr¨®n para que no se aprecien las puntadas¡±. ?Y cu¨¢ndo y por qu¨¦ se usar¨ªa el amarillo? ¡°?Uy!, eso adiv¨ªnalo t¨². A saber¡±.
La radio est¨¢ encendida en el taller de Bel¨¦n Curiel y suena Get Down on It, de Kool & The Gang. Resulta divertido escuchar de fondo este hit discotequero de los ochenta mientras se observa la solemne escena romana tejida en un pa?o renacentista de oro, plata, seda y lana.
Un sonido diferente es el que hace Francisco Serrano con su cuchillo al cortar una tira de piel de becerro. Es, dice, como ese desgarr¨®n s¨²bito y de escalofr¨ªo que, si uno est¨¢ cerca del ruedo y tiene o¨ªdo, se oye cuando le entra la estocada al toro. ?l anda siempre rajando y cosiendo pieles porque es el responsable y ¨²nico integrante del taller de guarnicioner¨ªa, dedicado a los correajes que se ponen a las caballer¨ªas. De Serrano depende el cuidado de las muchas piezas que se le ponen a los caballos cada vez que se usan para actos protocolarios, como cuando se conduce a los nuevos embajadores en carroza hasta el Palacio Real para que presenten sus credenciales al Rey.
El guarnicionero tiene 52 a?os y ya ha pasado 34 en este taller. Empez¨® como ayudante y aprendi¨® de su maestro Teodoredo Toboso. Cuando le entra una duda, echa mano de un manual de 1861, pero la mayor parte de su saber la guarda en su memoria, donde se acumulan un sinf¨ªn de t¨¦cnicas y t¨¦rminos. Habla de los correajes y se abre un lindo diccionario de palabras relativas como ¡°coller¨®n¡±, ¡°manoplillas¡± o ¡°baticola¡±, o de herramientas como los ¡°sacabocados¡±, la ¡°ruleta de costura¡± o la ¡°pu?eta o cuchillo de mano¡±.
Todo lo cuenta con una pasi¨®n genuina, aunque es consciente de que no se le puede explicar a nadie en un rato un arte viejo hecho de tanta especificidad. ¡°Es que f¨ªjate todo lo que te podr¨ªa contar, para m¨ª es un mundo muy intenso. Te digo de verdad que mi vida no tendr¨ªa sentido sin este oficio¡±. Las manos las tiene hechas cisco de tantos a?os de trabajo, como si todo el esplendor que ¨¦l le confiere a los correajes se lo cobrasen su piel, sus u?as, sus articulaciones que van de camino a la artritis.
A diferencia de otros talleres para los que no resulta tan dif¨ªcil encontrar relevos, con Serrano pasa como con el relojero Santaolalla. Lo que hacen es bien singular y es improbable que si se saca una plaza a oposici¨®n para reemplazarlos aparezca alguien con el perfil adecuado. Al guarnicionero todav¨ªa le quedan unos a?os por delante y en Patrimonio Nacional se plantean disponer una plaza de ayudante para que alguien m¨¢s joven aprenda de Serrano. ¡°Si me traen a alguien, yo lo amoldo¡±, promete.
En otra estancia del Palacio Real sonaba Las bodas de F¨ªgaro hasta que Lucio Maire Dorado, para centrarse en la entrevista, le dio a pause a Mozart en su ordenador. Tiene 65 a?os y en 2023 cumple medio siglo en el taller de dorado y estuco.
¡ª?El apellido es coincidencia?
¡ªCreo que s¨ª ¡ªsonr¨ªe el hombre que le susurra al pan de oro.
Los panes vienen en libros de 25 unidades. Extrae uno con un cuchillo plano, lo posa sobre una almohadilla y le aproxima los labios para soplarlo con delicadeza y que se alise su fr¨¢gil superficie. ¡°Es como un golpe seco de trompeta¡±, dice. Corta un trozo del pan con el cuchillo. Se pasa por la mejilla la polonesa ¡ªun pincel plano que se usa para dorar¡ªpara que coja ¡°un poquito de grasa y de electricidad¡±, porque ayuda a que el pan se prenda mejor a las cerdas. Hecho el truco, toma con la polonesa el trozo que cort¨® y lo pone en un punto desdorado del marco que est¨¢ restaurando, de un cuadro del barroco Juan Bautista Mart¨ªnez del Mazo. Con el estuco (yeso, cola de conejo y pigmento) imita el m¨¢rmol, incluido su veteado, para ¡°reintegrar¡± superficies con p¨¦rdidas de m¨¢rmol o de estuco.
El relevo generacional lo ve complicado, pero conf¨ªa en el talento de la cantera. ¡°Los espa?oles lo llevamos en la sangre¡±, afirma. ¡°Eso es as¨ª¡±.
Patrimonio tiene 22 escuelas taller (para menores de 25 a?os) y talleres de empleo de oficios hist¨®rico-art¨ªsticos, integrados en el Servicio P¨²blico de Empleo Estatal. En el de encuadernaci¨®n, la veintea?era Laura Vento restaura un papel¨®n, nombre de los papeles pegados que se usaban antes del cart¨®n para encuadernar libros. Con un espatul¨ªn y un hisopo de algod¨®n trata de ir despegando las hojas, una de ellas de tipograf¨ªa g¨®tica y lengua alemana, posiblemente parte de un incunable de inicios del siglo XVI. La aprendiz opera con tacto; esos papeles de sabe Dios cu¨¢ndo bajo su mirada a la moda de ojos delineados con mucho rabillo.
Al lado de Vento, el coordinador de las escuelas taller, Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, recuerda que este programa comenz¨® en 1985 como una prueba experimental con el arquitecto y vi?etista Peridis como ¡°ide¨®logo¡± y celebra que siga 37 a?os despu¨¦s. ¡°Hay una frase que no es m¨ªa, pero que me gusta para definir el programa¡±, dice. ¡°Es la herramienta ideal para darle futuro a nuestro pasado¡±.
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