La metamorfosis de Ricardo Dar¨ªn: ¡°Soy de los que creen que las cosas nunca van a mejorar¡±
Pel¨ªculas como ¡®Nueve reinas¡¯, ¡®El hijo de la novia¡¯, ¡®Relatos salvajes¡¯ o ¡®Truman¡¯ convirtieron al antiguo gal¨¢n Ricardo Dar¨ªn en el mejor actor latinoamericano. Y en uno de los mejores del mundo
Es el mes de septiembre de 2004 y, como cada primavera austral, en la Patagonia argentina florece la retama, un arbusto cuyas flores amarillas diluyen la hostilidad de las monta?as. El director est¨¢ all¨ª para filmar su segunda pel¨ªcula ¡ªla primera, cuatro a?os atr¨¢s, lo coloc¨®, junto al actor que ahora permanece tumbado sobre el suelo de un bosque l¨²gubre, en el olimpo¡ª y tiene 45 a?os. El actor es apenas m¨¢s grande ¡ª47¡ª, pero ha trabajado en decenas de pel¨ªculas, programas de televisi¨®n y obras de teatro. Este rodaje deb¨ªa transcurrir en un paisaje oscuro y h¨²medo, pero nadie tuvo en cuenta la retama, de modo que cuando el equipo desembarc¨® en la ciudad de Bariloche, sumida en un paisaje optimista y amarillo, el director dijo: ¡°No filmo, esto parece Heidi¡±. El actor le dijo: ¡°No pod¨¦s trasladar a 100 personas hasta la Patagonia y suspender¡±. Discutieron. Finalmente, el director pens¨® que el actor ten¨ªa raz¨®n y aqu¨ª est¨¢n, en un bosque umbr¨ªo, milagrosamente sin retama, rodando la escena en la que el taxidermista interpretado por el actor percibe el aura, un estremecimiento prof¨¦tico que antecede a la convulsi¨®n epil¨¦ptica. En Buenos Aires, durante meses, el director y el actor han investigado sobre la epilepsia hasta comprender que cada ataque es distinto y han decidido que el actor construya su propia convulsi¨®n. Ahora, en el bosque, el director ha dispuesto las c¨¢maras y espera. El actor est¨¢ de pie con un arma en la mano. Da un paso, otro, hasta que el rostro se apaga, encandilado por una luminiscencia opaca. La mano deja caer el arma. El cuerpo se derrumba, blando sobre el suelo, y se arquea como si los tendones intentaran fundirse con los huesos. Es algo m¨ªnimo y atroz, una entrega, un ¨¦xtasis. La toma sigue hasta que el director ordena cortar. El actor se queda tendido sobre las hojas h¨²medas. El director corre hacia ¨¦l, se arrodilla a su lado. No le pregunta si est¨¢ bien. Le pregunta: ¡°?C¨®mo es?¡±. El actor, como quien ha pasado por una experiencia que nunca tendr¨¢ en un cuerpo que no es el suyo, le contesta, con la voz cargada de pena y espanto: ¡°Es muy doloroso¡±.
La pel¨ªcula es El aura y se estrenar¨¢ en 2005.
El director es Fabi¨¢n Bielinsky y morir¨¢ en 2006.
El actor es Ricardo Dar¨ªn y, al momento de filmar esa escena, hace tiempo que ha consumado su metamorfosis.
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Ricardo Dar¨ªn compr¨® esta casa en el barrio de Palermo, Buenos Aires, en 1999, cuando se separ¨® por un par de a?os de su mujer, Florencia Bas. La hab¨ªan visto juntos, les hab¨ªa gustado pero la descartaron ¡ªnecesitaban un cuarto m¨¢s¡ª, y cuando se separaron, ¨¦l la compr¨® porque pens¨®: ¡°Pase lo que pase, es una casa que a ella le gusta¡±. Se mud¨® con un colch¨®n en el que ¨¦l y sus dos hijos ¡ªel Chino, Clara, por entonces de 11 y 6¡ª dorm¨ªan amontonados. Despu¨¦s, la pareja volvi¨® a unirse y comenzaron a vivir aqu¨ª. Tiempo atr¨¢s, el matrimonio due?o de una carpinter¨ªa contigua recibi¨® la oferta de un grupo inmobiliario que planeaba construir un edificio. La mujer le advirti¨® a Dar¨ªn que se fuera: la mole iba a dejarlo hundido en la sombra. Pero la venta a¨²n no se hab¨ªa concretado y ¨¦l jug¨® su carta: ¡°Yo te la compro¡±. La mujer dijo que s¨ª y ahora los Dar¨ªn (Ricardo y Florencia; los hijos se independizaron hace tiempo) viven en dos casas unidas por un jard¨ªn con piscina, que remata en un galp¨®n gigante donde se hab¨ªa montado un cine que ya no se usa, antecedido por una sala de estar y una cocina. Florencia Bas est¨¢ all¨ª con Clara, la hija menor.
¡ªAc¨¢ cocinamos ¡ªdice Dar¨ªn.
¡ªJe, cocinamos ¡ªdice Clara con iron¨ªa.
¡ªBueno, soy inclusivo ¡ªdice Dar¨ªn, ri¨¦ndose.
En el patio hay una parrilla, una mesa baja de m¨¢rmol, un par de sillas BFK color tabaco.
¡ª?Quer¨¦s que conversemos ac¨¢, prefer¨ªs adentro? ¡ªdice, se?alando la mesa baja¡ª. ?Qu¨¦ te puedo ofrecer?
Sus entrevistadores remarcan que produce la sensaci¨®n de ser alguien a quien se conoce desde siempre aun cuando se lo vea por primera vez. Eso sucede en parte por los mismos motivos por los que podr¨ªa suceder lo contrario. Ha protagonizado telenovelas y comedias populares en televisi¨®n, ha hecho decenas de temporadas de teatro, es el ¨²nico actor argentino que particip¨® en tres pel¨ªculas nominadas al Oscar (y protagoniz¨® dos): El hijo de la novia y El secreto de sus ojos, dirigidas por Juan Jos¨¦ Campanella, y Relatos salvajes, dirigida por Dami¨¢n Szifron, todas cosas que podr¨ªan rodearlo de un halo inaccesible. De modo que es y no es natural que este hombre abra la puerta de su casa, presente a su familia, diga que est¨¢ haciendo dieta porque es flaco pero tiene panza.
Lleg¨® hace poco de Punta del Este, Uruguay, donde pas¨® una larga temporada despu¨¦s de terminar el rodaje de 1985, un filme dirigido por Santiago Mitre ¡ªuna coproducci¨®n entre Amazon; Kenya, la productora de los Dar¨ªn, y La Uni¨®n de los R¨ªos, la productora de Mitre¡ª, cuyo tema es el Juicio a las Juntas que se llev¨® a cabo ese a?o en la Argentina, un proceso que someti¨® a la justicia civil a integrantes de las Juntas Militares de la dictadura que comenz¨® en 1976 y termin¨® en 1983. La pel¨ªcula hace eje en el juicio y en las vidas del fiscal a cargo, Julio C¨¦sar Strassera, ya fallecido, y del fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo. En ella, Dar¨ªn hizo algo que siempre hab¨ªa evitado: interpretar a una persona real, Strassera, el hombre que al terminar de leer la acusaci¨®n a los militares dijo una frase que qued¨® en la historia: ¡°Se?ores jueces, quiero utilizar una frase que pertenece ya a todo el pueblo argentino: ¡®Nunca m¨¢s¡±.
¡ªYo siempre le raj¨¦ a hacer personajes que hayan existido. No pod¨¦s competir contra alguien que existi¨®. Cuando est¨¢bamos filmando 1985, yo estaba caracterizado de Strassera. En un descanso fui hacia la motorhome y me para un matrimonio grande. ?l me dice: ¡°Yo fui muy amigo de Strassera. No te parec¨¦s en nada, pero est¨¢s igual¡±. Muchas veces me preguntan: ¡°?C¨®mo te acerc¨¢s a un personaje?¡±, y yo no tengo un m¨¦todo. Si estoy cerca de ver c¨®mo siente y c¨®mo piensa, siento que la cosa va fluida. Eso me pasa con Strassera. Y lo que me dijo ese se?or me tranquiliz¨®, porque no buscamos una similitud f¨ªsica, sino saber c¨®mo funcionaba el tipo, c¨®mo pensaba.
Ahora, a pocas semanas de partir hacia Espa?a para comenzar una gira con Escenas de la vida conyugal, junto a Andrea Pietra, dice que de su paso por Strassera solo conserva los anteojos que lleva puestos.
¡ªSon medio viejitos, como vintage. Me los qued¨¦.
Tiene 65 a?os y una de esas memorias que ya no se usan: acaudalada. La voz, con una gradaci¨®n de texturas extraordinaria, es veh¨ªculo de una sintaxis precisa, cambios de ritmo y r¨¦plicas r¨¢pidas que arrancan carcajadas o destruyen toda posibilidad graciosa. Sus padres, los actores Ricardo Dar¨ªn y Ren¨¦e Roxana ¡ªuna deformaci¨®n de Rohuana, el apellido liban¨¦s original¡ª, se conocieron en la radio.
¡ªY se quedaron pegados. Se casaron el 26 de abril de 1955.
Desde los 18 a?os, su padre pas¨® una d¨¦cada en Europa, donde form¨® parte de la Legi¨®n Extranjera, fue guardaespaldas de Charles de Gaulle.
¡ª?Todo eso lo hizo antes de conocer a tu¡?
¡ª?Todo eso es comprobable? ¡ªdice, en un movimiento que ejecutar¨¢ muchas veces: cuestionarse antes de que lo cuestionen, mofarse de s¨ª mismo antes de que lo haga otro¡ª. Pap¨¢ era poeta, aviador, creativo, muy cambiante. Y mam¨¢ era casi fenicia, estaba obligada a cuidar la familia, la guita. Si no hubiera sido por ella, no hubi¨¦semos tenido nunca un lugar donde vivir.
Fue por ella que consiguieron una hipoteca y, cuando ¨¦l ten¨ªa tres o cuatro a?os, se mudaron a un departamento en pleno Once, un barrio comercial y popular con zonas de prostituci¨®n callejera, mafiosos menores, ladrones de ocasi¨®n.
¡ªHab¨ªa mucho lumpenaje criminal y yo conoc¨ªa a todos esos tipos. Siempre fui muy callejero. Mis amigos eran m¨¢s grandes y nuestro deporte favorito era salir a caminar. Nos pon¨ªamos traje, corbata, a los 15, 16 a?os, y camin¨¢bamos desde Once hasta el centro. Nos met¨ªamos en una casa de dise?o de oficinas y ped¨ªamos presupuesto para una oficina que supuestamente nos hab¨ªan encargado. Jug¨¢bamos a que ¨¦ramos tipos con proyectos importantes.
Su hermana Alejandra naci¨® cuando ¨¦l ten¨ªa cinco a?os, y apenas despu¨¦s Dar¨ªn empez¨® a trabajar haciendo doblajes, participando en programas de radio y televisi¨®n.
¡ªMe empez¨® a ir muy bien, sent¨ªa que ayudaba en mi casa. Yo no quer¨ªa ser actor. Tampoco quer¨ªa no serlo. Pero lo estaba siendo. Me tomaba el colectivo 131, con mi libretito, e iba a Canal 9. Y me encantaba. Era muy chico y ya era un veterano de la televisi¨®n.
Cuando se escribe sobre ¨¦l, se menciona su arista sencilla y jocosa, pero muchas de las cosas que cuenta en tono divertido, despojadas de las inflexiones y los gestos, son cosas m¨¢s bien tristes.
¡ªIba al colegio con una valija. Era un malet¨ªn grande y me llevaba ropa, incluso. Me parece que pensaba: ¡°En cualquier momento me rajo, por las dudas me llevo todo¡±. Mi viejo y mi vieja no estaban bien desde hac¨ªa rato. Mam¨¢ trabajaba en teatro, en televisi¨®n, en radio. Y pap¨¢ no era as¨ª.
Pap¨¢ era poeta, pap¨¢ se quedaba con su hijo de 7, 9, 10 a?os hablando hasta las dos de la madrugada, dici¨¦ndole cosas como ¡°nunca tenga nada, todo lo material es un ancla¡±.
¡ªTodas sus frases atentaban contra el materialismo, el capitalismo. Pero mis padres discut¨ªan mucho por cuestiones econ¨®micas y un poco tambi¨¦n por el alcohol. Mi viejo era alcoh¨®lico. Cuando hab¨ªa discusiones, yo era el ¨²ltimo en dormirme, no pod¨ªa permitirme dormir y que la discusi¨®n siguiera, ten¨ªa que estar atento. Eso habr¨¢ ocurrido durante dos o tres a?os. Hasta que lleg¨® ese fat¨ªdico 5 de enero, cuando mi viejo volvi¨® tocado y con el gato.
El 5 de enero del a?o en que Dar¨ªn ten¨ªa 12, su padre lleg¨® un poco bebido y, como no ten¨ªa un peso y el 6 era D¨ªa de Reyes, decidi¨® regalarle un gato callejero. La madre vio a su marido borracho con el gato y estall¨® una pelea sideral. Cuando termin¨®, Dar¨ªn se acerc¨® a su padre y le dijo: ¡°Te ten¨¦s que separar, no seas boludo¡±. Su padre le pregunt¨®: ¡°?Est¨¢ seguro?¡±.
¡ªY le dije: ¡°S¨ª, estoy seguro¡±. ¡°Muy bien¡±, dijo. Cerr¨® la puerta y se fue.
Eso inaugur¨® una etapa desconocida. De tener un padre que le insuflaba escepticismo y le mostraba los caminos de la creaci¨®n y la utop¨ªa, pas¨® a tener una ausencia.
¡ªLo vi un a?o y medio despu¨¦s. Me invit¨® a almorzar. Me dijo: ¡°Quiero que sepa que tiene una hermana. Reci¨¦n nacida. ?Le gustar¨ªa conocerla?¡±. Le dije: ¡°S¨ª¡±. Y nos fuimos a conocer a mi hermana Daniela, producto de la relaci¨®n con su nueva mujer. Yo creo que era un muy buen hombre, armado para otro tipo de contiendas, no para el matrimonio.
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La actriz Alejandra Dar¨ªn dice que no tiene casi ning¨²n recuerdo de las peleas entre sus padres.
¡ªRicardo s¨ª las recuerda. Yo recuerdo la presencia absoluta de mi madre y la ausencia, por largu¨ªsimos periodos, de mi pap¨¢. Y me parece que Ricardo asumi¨® un poquito de esa paternidad. Yo siempre me sent¨ª muy protegida por ¨¦l. ?Viste cuando te dicen que hagas una lista de las personas que m¨¢s quer¨¦s? En mi lista estaba mi hermano primero. Despu¨¦s mi mam¨¢ y mi pap¨¢.
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Clara Dar¨ªn estudi¨® Bellas Artes, hizo camisetas estampadas con serigraf¨ªa, abri¨® con amigas un showroom para 40 marcas independientes de ropa. Ahora tiene un emprendimiento de objetos de cer¨¢mica llamado Teta.
¡ªMi pap¨¢ es mucho m¨¢s protector que mi mam¨¢. ¡°Av¨ªsame cuando llegues a tu casa, no tomes mucho alcohol¡±. Es muy miedoso. Creo que al estar con mi mam¨¢ se tuvo que adaptar a una vida un poco m¨¢s aventurera y arriesgada, porque ella es as¨ª. Nosotros hicimos un viaje a Kenia y lo llevamos arrastrado. En ese viaje se meti¨® una abeja enorme en el cuarto y fue un esc¨¢ndalo. Nos gritaba: ¡°?No entren, hay una abeja gigante!¡±. Por supuesto, entr¨® mi mam¨¢ a resolver la situaci¨®n. Nos re¨ªmos bastante de ¨¦l. Pero tambi¨¦n es muy sensible, se angustia mucho, ve el noticiero y llora.
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¡ªSoy alarmista, fatalista y pesimista. Soy de los que creen que las cosas nunca van a mejorar, pero como defensa y supervivencia soy altamente positivo. Del vamos para adelante y qu¨¦ hay que hacer. Pero soy alarmista. Si estoy en la calle, tengo un esc¨¢ner perif¨¦rico. Florencia es todo lo contrario. Ella siempre cree, y generalmente tiene raz¨®n, que todo va a estar bien. Si yo no me hubiera cruzado con Flor, ahora estar¨ªa adentro de una bolsa negra con esa tarjetita que te agarran del dedo que dir¨ªa: ¡°Un pesimista¡±. El otro d¨ªa hab¨ªamos convocado un almuerzo con mi hija, su pareja, mi hermana, su hijo. Empiezo a llamar a mi hija a las doce. No me contesta. Doce y media, no me contesta. A la una, no me contesta. Ten¨ªa el fuego prendido, la carne en el asador. Y me fui a la casa. Les toqu¨¦ el timbre. Apareci¨® su pareja, cara de dormido. Le dije: ¡°Perd¨®n, ?est¨¢n bien?¡±. ¡°S¨ª¡±. ¡°Es todo lo que quer¨ªa saber¡±. Me sub¨ª al auto y me volv¨ª. Es decir¡, yo s¨¦ que no es as¨ª. Pero ?c¨®mo hago?
La infancia y la adolescencia transcurrieron entre el colegio, la calle, programas de televisi¨®n como La pandilla del tranv¨ªa, telenovelas como Pablo en nuestra piel.
¡ªDej¨¦ el colegio secundario en tercer a?o. Me iba muy mal, ten¨ªa la sensaci¨®n, equivocada, de que en el colegio estaba perdiendo el tiempo. Era un momento en que la calle ard¨ªa. Era el 73, 74, mucha movilizaci¨®n callejera. Yo particip¨¦, durante un a?o y medio, de un grupo que se llamaba TERS, Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista. Sal¨ªamos a hacer pintadas. Era un brazo pretendidamente intelectual, de reuni¨®n y discusi¨®n. Cuando empez¨® la dictadura, en el 76, yo estaba trabajando en Canal 9. Tengo la sensaci¨®n de haber estado bastante ajeno, por una sobrecarga de trabajo, pero est¨¢bamos cagados en las patas porque salir a la calle de noche era jug¨¢rtela. Por cualquier motivo terminabas en cana.
Entre 1979 y hasta 1980 actu¨® en una serie de filmes llamados La carpa del amor, La playa del amor, La discoteca del amor, tramas que mezclaban romance, enredos, amistad de barrio. Un productor tuvo la idea de reunirlo junto a Ra¨²l Taibo, Carlos Olivieri y Gustavo Rey en un grupo llamado Los Galancitos. Recorr¨ªan teatros con obras ligeras dejando a su paso una huella de gritos, susurros, l¨¢grima y carm¨ªn. Su nivel de exposici¨®n era considerable cuando, en 1978, conoci¨® a Susana Gim¨¦nez, vedette, actriz popular¨ªsima que le llevaba 13 a?os. Se hab¨ªan conocido en un bar, y volvieron a encontrarse en el hotel Hermitage, de Mar del Plata, jugando a las cartas.
¡ªEmpezamos a jugar juntos. Y as¨ª nos frecuentamos. Pero la pareja gener¨® controversia. Por la diferencia de edad, por caracter¨ªsticas f¨ªsicas. Yo era un fideo. Al lado de semejante mina.
Estuvieron juntos casi ocho a?os. Hicieron una comedia musical, Sugar, que estuvo en cartel desde 1986 y hasta 1989. Pero, antes de eso, fueron poco clarividentes con relaci¨®n al futuro del otro. Cuando ella recibi¨® la propuesta para hacer un programa de juegos en la televisi¨®n, ¨¦l le aconsej¨® que no lo hiciera. Ella acept¨® y ese ciclo ¡ªHola, Susana¡ª fue un ¨¦xito. Cuando en 1982 ¨¦l recibi¨® la propuesta de la directora de televisi¨®n Diana ?lvarez para hacer Nosotros y los miedos, ella le dijo que no era para ¨¦l, que ten¨ªa que hacer otra telenovela.
¡ªYo sent¨ªa que ten¨ªa una caja de herramientas despoblada, con cierta agilidad y picard¨ªa para la comedia, muy poco m¨¢s. Hasta Nosotros y los miedos.
Nosotros y los miedos fue un ciclo de unitarios con un elenco de prestigio que marc¨® ¨¦poca: la gente lo comentaba durante d¨ªas hasta la siguiente emisi¨®n.
¡ªDiana se pele¨® por m¨ª. No me quer¨ªan ah¨ª. Yo era un galancito. Con ella sent¨ª la confianza de alguien que te dice: ¡°Dale, ten¨¦s con qu¨¦¡±. A partir de ah¨ª empec¨¦ a sentir respeto de la gente, de los colegas.
En un oficio que se caracteriza por la falta de continuidad, nunca tuvo que pedir trabajo. Las propuestas siempre vinieron a ¨¦l, y casi siempre dijo que s¨ª. Al prestigioso ciclo Compromiso (1983), a la telenovela Estrellita m¨ªa (1987), a la telenovela Rebelde (1990).
¡ªYo tuve todas las suertes. Es un poco injusto que yo tenga tanta y mis viejos no hayan tenido. Pero es como un b¨¢lsamo saber que, en t¨¦rminos familiares, se equilibr¨®. Ser¨ªa justo reconocer que trabaj¨¦ mucho en funci¨®n de no desaprovecharla. Y noto que tengo una nueva suerte. Ahora se me juzga por todo, no por lo ¨²ltimo. Si no tengo una buena nota en el ¨²ltimo trabajo, me lo dejan pasar porque estuvo bueno lo anterior.
Despu¨¦s, mientras acompa?a hacia la puerta, dice que siempre est¨¢, como los malabaristas chinos, haciendo girar todos los platos.
¡ªUna vez un analista me dijo: ¡°?Alguna vez prob¨® ver qu¨¦ pasa si los platitos se caen?¡±. Y le dije: ¡°?Que se caigan todos? Para m¨ª que se caiga uno ya es una cat¨¢strofe¡±.
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¡ªPienso que esa versatilidad que en muchos de nosotros se ve a partir de una gran composici¨®n, de un cambio de look o de comportamiento muy importantes, en ¨¦l se da por un minimalismo muy sutil ¡ªdice Mercedes Mor¨¢n, que trabaj¨® con ¨¦l en pel¨ªculas como Luna de Avellaneda y El amor menos pensado¡ª. Es una tarea delicada y dif¨ªcil, porque lo que lo diferencia es una manera de mirar, de pensar, de justificar lo que hace el personaje.
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Un jueves de marzo, a media tarde, Dar¨ªn come una pera y un durazno, sentado a la mesa del patio. Si los ojos de un celeste acu¨¢tico inervaban un atractivo cardiaco en la extrema juventud, el tiempo sum¨® matices a un rostro que devino m¨¢scara capaz de trasuntar ternura amarga ¡ªen El hijo de la novia¡ª, violencia amoral ¡ªen Nueve reinas¡ª o una indescifrable potencia mefistof¨¦lica en La cordillera.
El avistaje de Florencia tiene varias versiones: ¨¦l estaba en una pizzer¨ªa, ella pas¨® caminando y retrocedi¨® para mirarlo; ella estaba en una esquina, ¨¦l la vio y le dijo algo. Todas terminan en lo mismo: la combusti¨®n brutal.
¡ªYo estaba en una pizzer¨ªa, en la calle Corrientes. Nos vemos, la sigo, le hago un chiste y ella no me da bola. Al otro d¨ªa apareci¨® en la misma pizzer¨ªa con una amiga. En vez de hablarle a ella le habl¨¦ a la amiga. Para molestarla. Nos re¨ªmos, nunca m¨¢s nos separamos. Ella era un cachorro. Ten¨ªa 18, 19 a?os. Yo un tipo de 30, ya medio ajetreado. Seg¨²n ella me confes¨®, yo no estaba dentro de sus personajes favoritos. Ven¨ªa de una gran exposici¨®n, pareja de Susana, apedreado en p¨²blico. No era lo mejor que te pod¨ªa pasar andar conmigo por la calle.
¡ªDebe haber sido dif¨ªcil contarle a Susana.
¡ªNo lo habl¨¦ con ella al principio. Era una relaci¨®n deteriorada, est¨¢bamos de salida. Con Flor fuimos muy prudentes. Estuvimos medio clandestinos. Hasta que un d¨ªa le cont¨¦ a Susana que me iba a casar. Me dijo: ¡°Yo te conozco, vos no te cas¨¢s con alguien a quien conociste hace tres meses¡±. ¡°No, la conozco desde hace m¨¢s de un a?o¡±. ¡°Okey¡±. Eso fue todo. Y las dos tuvieron la hidalgu¨ªa de incorporar a la otra: si nos queremos, nos queremos todos. Somos familia.
Florencia Bas se crio en San Nicol¨¢s, a 230 kil¨®metros de Buenos Aires, hija de una psic¨®loga y un obstetra, y se mud¨® a la capital a los 17 para estudiar traductorado de ingl¨¦s, pero los estudios quedaron de lado. Se casaron el 18 de abril de 1988. El padre de Dar¨ªn enferm¨® de c¨¢ncer casi al mismo tiempo en que Florencia qued¨® embarazada, y se neg¨® a que su enfermedad fuera tema de preocupaci¨®n: solo quer¨ªa saber del ni?o por venir. Muri¨® el 5 de enero de 1989 y 10 d¨ªas despu¨¦s, el 15, naci¨® el Chino, llamado Ricardo Mario por sus dos abuelos. Muchas veces se ha reproducido ese momento: Dar¨ªn y su hermana Alejandra llegando a la casa donde viv¨ªa su padre para descubrir, con sorpresa, que no ten¨ªa nada. Por supuesto, no hubo sorpresa.
¡ªYo hab¨ªa ido a esa casa dos o tres veces, pero sab¨ªamos que no ten¨ªa nada. Todo lo que ten¨ªa cab¨ªa en una caja de zapatos. Que conservo.
¡ª?Qu¨¦ dec¨ªa tu padre de tu trabajo?
¡ªCero. Nunca me dijo qu¨¦ estaba bien ni qu¨¦ estaba mal. Pero la sensaci¨®n que tengo es que ¨¦l no estuvo de acuerdo con que yo trabajara desde chico. Es como si hubiese querido que yo fuese otra cosa.
En 2016, gan¨® un premio Goya por su actuaci¨®n en Truman, dirigida por Cesc Gay. All¨ª interpreta a un hombre con una enfermedad terminal que se prepara para vivir los ¨²ltimos d¨ªas sin autocompasi¨®n. Cuando ley¨® el libro, le dijo a Cesc Gay: ¡°Para m¨ª es imposible no pensar que el protagonista de esta pel¨ªcula es mi viejo. Esa acidez, ese humor, ese fatalismo¡±. En la entrega del premio, cerr¨® su agradecimiento diciendo: ¡°Quiero hacer extensivo esto¡ a¡ mi padre¡±. Aunque parec¨ªa dispuesto a decir m¨¢s, se fue, ahogado por una evidente congoja.
¡ªMi vieja era muy distinta. Falleci¨® en 2018. Era una fortaleza imbatible. Contaba que mis abuelos eran due?os de una aldea en el L¨ªbano. Estuvo en relaci¨®n con la Embajada del L¨ªbano en Buenos Aires, tramitando volver para reclamar propiedades. Nosotros le dec¨ªamos: ¡°No, mam¨¢, te van a cagar a tiros, imag¨ªnate que lleg¨¢s al L¨ªbano y dec¨ªs: ¡®Andate, esto es m¨ªo¡±. Al final no fue porque all¨¢ estall¨® un conflicto infernal. Si no, se iba al L¨ªbano.
En 1993, el a?o en que naci¨® su hija Clara, Alberto Lecchi lo dirigi¨® en Perdido por perdido. Fue el primer director que lo invit¨® a tener m¨¢s participaci¨®n en el rodaje: ¡°As¨ª se ve esto, ?ves algo para corregir?¡±.
¡ªPara m¨ª, el actor hac¨ªa lo suyo y listo. Con Lecchi empec¨¦ a entender la interdependencia. Me preocupa saber si el tipo que est¨¢ cuidando la motorhome comi¨® o no comi¨®. ?Ser¨¢ una forma de tener control? Puede ser.
En 1999 Juan Jos¨¦ Campanella lo convoc¨® para El mismo amor, la misma lluvia, la primera de una serie de pel¨ªculas que lo ubic¨® cada vez m¨¢s cerca de ser lo que es: el m¨¢s popular de los actores de culto. O viceversa.
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Cuando lleg¨® a Buenos Aires desde su ciudad natal, Florencia Bas trabaj¨® un tiempo como modelo y actriz.
¡ªPero no me gust¨® la exposici¨®n. Lo padec¨ªa. Yo creo que disfruto de la exposici¨®n de Ricardo pero no me gusta la exposici¨®n propia. ?l es famoso desde que lo conozco personalmente y desde que lo conozco por las noticias. Pero lo lleva con mucha sencillez.
¡ªHabla de vos como si fueras una fuerza de la naturaleza.
¡ªHay un poco de mitolog¨ªa. ?l es un tipo con una fortaleza enorme. Yo soy muy pr¨¢ctica. Me gusta construir, arreglar un enchufe. A ¨¦l eso no le interesa. No le interesa ir al banco, ocuparse del contador. Sin embargo, ha sido un excelente padre-madre de mis hijos. Es el que llama para preguntarles si llegaron bien, si tienen fiebre. Es mucho m¨¢s maternal que yo. Tiene un sentido del humor maravilloso, y eso hace que sea muy dif¨ªcil pelearse con ¨¦l. Cada vez que discuto, me pone muy nerviosa porque todo lo minimiza. Se r¨ªe, chiste, chiste.
¡ªEn 1999 ustedes se distanciaron.
¡ªLos hijos estaban m¨¢s grandes, ten¨ªan necesidad del padre. Y Ricardo filmaba, hac¨ªa televisi¨®n, teatro. El planteo fue que, para no tener un marido, prefer¨ªa no tenerlo. Todo eso llev¨® a que tuvi¨¦ramos un colapso matrimonial que ten¨ªa mucho m¨¢s que ver con nuestras rutinas y la rutina del colegio. A m¨ª me result¨® muy traum¨¢tico el paso de mis hijos por el colegio. Las maestras, las mamis, los chats, las camperitas. Toda esa rutina que dec¨ªs: ¡°Yo quer¨ªa disfrutar de mi hijo y no tener que hacer el pool de mamis para ir a buscarlos a nataci¨®n¡±. Necesitaba sacarme todo de encima. Lo extra?¨¦ mucho. Pero no extra?aba al Ricardo que trabajaba 24/7 sin parar. Extra?aba a Ricardo, mi pareja. Empezamos a tener reencuentros despu¨¦s de un tiempo, y recompusimos nuestra relaci¨®n.
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¡ªLo pas¨¦ muy mal al principio, cuando nos distanciamos. Iba a la esquina de casa, donde estaban viviendo Flor y los chicos, me quedaba en el auto mirando las ventanas y me tranquilizaba cuando apagaban las luces.
Poco antes del colapso matrimonial, un hombre joven, con 20 a?os de experiencia como asistente de direcci¨®n, buscaba financiamiento para su ¨®pera prima y lo rechazaban, hasta que present¨® el proyecto en un concurso y lo gan¨®. El hombre era Fabi¨¢n Bielinsky y la pel¨ªcula era Nueve reinas, la historia de Marcos, un estafador callejero a quien se le presenta la oportunidad de hacer dinero gracias a un dato que le pasa Juan, interpretado por Gast¨®n Pauls, un supuesto aprendiz de delincuente. Aunque el personaje de Marcos parece un truhan de poca monta, oculta una amoralidad rastrera. El actor elegido para interpretarlo fue el entra?able Ricardo Dar¨ªn.
¡ªEl papel, originalmente, era para otros actores. Fabi¨¢n me hizo una lista de reparos que ten¨ªa conmigo. El primero era que yo le parec¨ªa demasiado simp¨¢tico. ¡°Te hac¨¦s el payaso, y no es ese el clima que yo quiero en el rodaje¡±. Yo pod¨ªa entender la dualidad moral del personaje. Yo conoc¨ª a esos tipos en el Once. Eran ruines, pero se hac¨ªan cargo de los chicos del barrio y no permit¨ªan que nadie nos tocara.
Nueve reinas fue un hito ¡ªla gente la elogiaba con un insulto: ¡°No parece argentina¡±¡ª, y la actuaci¨®n de Dar¨ªn levant¨® ovaciones. En 2020, al cumplirse 20 a?os del estreno de la pel¨ªcula, Javier Porta Fouz escribi¨® en La Naci¨®n: ¡°Ricardo Dar¨ªn no era una estrella tan grande ni era el sin¨®nimo del ¨¦xito asegurado en el que se convertir¨ªa despu¨¦s (¡) esta fue la pel¨ªcula clave para su legitimaci¨®n como actor; podr¨ªamos decir que lo impuls¨® como ninguna otra a su consagraci¨®n definitiva y a avanzar notablemente en su camino a convertirse en estrella¡±. Despu¨¦s de 30 a?os de oficio, era una revelaci¨®n. La metamorfosis ¡ªde gal¨¢n a mejor actor argentino¡ª estaba consumada.
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Andrea Pietra protagoniza junto a Dar¨ªn Escenas de la vida conyugal desde 2017, despu¨¦s de que ?rica Rivas dejara la obra, y en este momento est¨¢ con ¨¦l, de gira con esa pieza por Espa?a.
¡ªYo tuve apenas un mes de ensayo para el estreno en 2017, en Madrid. Temblaba. ?l me dijo: ¡°Tranquila, porque cualquier cosa que pase yo te atajo¡±. No es lo mismo salir as¨ª que con un compa?ero que te dice: ¡°Ojo con lo que hac¨¦s, porque me cag¨¢s la obra¡±. Cada noche volv¨ªamos del teatro a nuestras casas en metro, y en el vag¨®n iban muchos de los espectadores que hab¨ªan estado viendo la obra un ratito antes. Lo miraban sin poder creer. ¡°Disculpe, ?usted es Ricardo Dar¨ªn?¡±. ?l hablaba con todos hasta que lleg¨¢bamos. La sensatez de Ricardo es poner en el trabajo lo que hay que poner en el trabajo y en la vida lo que hay que poner en la vida.
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Si se confeccionara un documento de Excel con los premios que gan¨®, las casillas estar¨ªan desiertas hasta 1998. A partir de 1999, con el C¨®ndor de Plata por El mismo amor, la misma lluvia, empezar¨ªan a llenarse, rebalsar¨ªan en Nueve reinas (Premio del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, Premio Sant Jordi), y nunca volver¨ªan a estar vac¨ªas. En 2001 se estren¨® El hijo de la novia, dirigida por Juan Jos¨¦ Campanella, en la que interpreta a Rafael Belvedere, un hombre abatido que regentea el restaurante de sus padres, interpretados por H¨¦ctor Alterio y Norma Aleandro, internada en un geri¨¢trico con alzh¨¦imer. La pel¨ªcula se proyect¨® en Espa?a al mismo tiempo que Nueve reinas. Si hasta el momento era casi un desconocido en el pa¨ªs, esa conjunci¨®n hizo que todo cambiara.
¡ªTuve suerte. Un tipo al que nadie conoc¨ªa tiene dos pel¨ªculas que le gustan a todo el mundo, con dos personajes absolutamente distintos. Si lo plane¨¢s, no te sale tan bien.
En 2002, El hijo de la novia qued¨® nominada a un Oscar como mejor pel¨ªcula extranjera. No lo gan¨®, pero Dar¨ªn sigui¨® imparable. En 2003 comenz¨® una gira por Espa?a con Arte, que hab¨ªa estado en cartel durante cinco a?os en la Argentina, y fue uno de los mayores ¨¦xitos de la temporada de teatro en Madrid. En 2004 protagoniz¨® Luna de Avellaneda, dirigida por Campanella, y en 2005 El aura, la segunda pel¨ªcula de Fabi¨¢n Bielinsky, en la que interpret¨® a un taxidermista epil¨¦ptico que imagina la ejecuci¨®n del atraco perfecto.
¡ªCon Fabi¨¢n investigamos mucho sobre los pacientes epil¨¦pticos. Y me acuerdo del d¨ªa en que decidimos no seguir ninguna de las historias porque hab¨ªa tantas versiones de epilepsia como pacientes. Nos volteamos media botella de whisky de la felicidad que nos dio descubrir que ten¨ªamos la libertad de hacer lo que quisi¨¦ramos. Pero cuando llegamos a Bariloche para rodar hab¨ªa florecido la retama, esa florcita amarilla, y ¨¦l quer¨ªa construir esta historia en un bosque h¨²medo y oscuro, y dijo: ¡°No filmo, esto es Heidi¡±. Tuvimos discusiones. Le dije: ¡°No pod¨¦s hacer eso, estamos todos ac¨¢¡±.
El diario Clar¨ªn public¨® esta rese?a sobre El aura: ¡°Dar¨ªn (¡) est¨¢ estupendo como el motor de esta historia atrapante (¡), pensar El aura sin ¨¦l es sencillamente imposible¡±. Todo indicaba que el binomio Dar¨ªn-Bielinsky se transformar¨ªa en otra dupla de ¨¦xito paranormal, como Dar¨ªn-Campanella, solo que m¨¢s arriesgada, pero en junio de 2006 Bielinsky falleci¨® en S?o Paulo de un ataque cardiaco.
¡ªHab¨ªa hablado la noche anterior con ¨¦l. Me hab¨ªa dicho: ¡°Se me acaba de ocurrir una comedia negra que te va a gustar¡±. Le pregunt¨¦: ¡°Pero ?de qu¨¦ se trata?¡±. Me contest¨®: ¡°Te lo cuento todo el jueves¡±. Nunca supe qu¨¦ era. No la ten¨ªa escrita en ning¨²n lado.
Desde entonces, actu¨® en muchas pel¨ªculas de directores consagrados ¡ªFernando Trueba, Campanella¡¡ª, y en varias de directores que proven¨ªan del cine independiente, como Pablo Trapero ¡ªCarancho (2010); Elefante blanco (2012)¡ª y Santiago Mitre, que lo dirigi¨® en La cordillera, en 2017, donde interpret¨® a Hern¨¢n Blanco, un hipot¨¦tico presidente argentino construido con gestualidad m¨ªnima: una forma ambigua de sonre¨ªr (que ni siquiera es falsa), una forma reconcentrada de mirar por la ventana (que podr¨ªa ser perfidia o preocupaci¨®n).
¡ªHay que buscar la posibilidad de ir a otras l¨ªneas. Si no, es recostarse en un perfil en el que ya sab¨¦s que and¨¢s bien. A m¨ª me pas¨® eso muchas veces, que das un examen en una materia y te quieren hacer repetir esa materia para que saques una buena nota. Yo quiero correr el riesgo de no sacarme una buena nota.
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Santiago Mitre escribi¨® el guion de 1985 pensando en Dar¨ªn como protagonista, tal como hab¨ªa hecho en La cordillera.
¡ªEra dif¨ªcil encontrar un actor que pudiera sostener el peso y el misterio de ese personaje que no fuera Ricardo. Hern¨¢n Blanco parece cristalino, pero oculta todo. Es un envase. La forma en que surgi¨® 1985 es muy pedestre. Un d¨ªa est¨¢bamos comiendo con Ricardo y le digo: ¡°Tengo ganas de hacer una pel¨ªcula del Juicio a las Juntas¡±. Y me dijo: ¡°Yo te hago de Strassera¡±. Si me dec¨ªa: ¡°No te conviene¡±, yo no s¨¦ si la hubiera hecho. ?l tiene un sistema de afinaci¨®n, una conciencia de c¨®mo suena como instrumento, que puede afinar m¨¢s arriba o m¨¢s abajo con una claridad total.
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En 2009 encarn¨® a Benjam¨ªn Esp¨®sito, un ex funcionario judicial obsesionado por un crimen ocurrido en 1974, en su cuarta colaboraci¨®n con Campanella, El secreto de sus ojos. La pel¨ªcula qued¨® nominada a un Oscar como mejor pel¨ªcula extranjera, lo gan¨®, y Dar¨ªn recibi¨® ofertas de toda clase, entre ellas interpretar a un narcotraficante mexicano en Hombre en llamas, dirigida por Tony Scott, que rechaz¨®. ¡°?Por qu¨¦ los latinoamericanos tenemos que hacer siempre de narcotraficantes?¡±, dijo para explicar los motivos de su rechazo, en a?os en los que los cuestionamientos a los t¨®picos hollywoodienses eran todav¨ªa t¨ªmidos.
¡ªPero no era solo por eso. Hab¨ªa estado de gira por Espa?a y quer¨ªa volver a casa. ?Es tan dif¨ªcil de entender que te quieras volver a tu casa? No quiero ser millonario. A lo mejor termino si¨¦ndolo, pero no quiero hacer eso.
En 2014 protagoniz¨® uno de los seis episodios de Relatos salvajes, dirigida por Dami¨¢n Szifron. La pel¨ªcula arras¨® en la taquilla, obtuvo much¨ªsimos premios, incluido el Goya a la mejor pel¨ªcula iberoamericana y el Bafta a la mejor pel¨ªcula no inglesa, y qued¨® nominada al Oscar, aunque no gan¨®.
¡ªQu¨¦ genio Szifron. Es un placer laburar con un tipo como ¨¦l, que te da herramientas y te dice: ¡°Dale, te sigo¡±. ?No ten¨¦s fr¨ªo?
¡ªEst¨¢ fresco, s¨ª.
¡ª?Vamos adentro?
En su estudio hay un par de sillones tapizados en cuero color chocolate, un escritorio antiguo, una biblioteca de piso a techo. Un lugar ordenado, con el razonable oleaje de alguien que usa el espacio a diario.
¡ªAc¨¢ leo y tambi¨¦n boludeo. Juego a la Play. Al p¨®quer online, pero no por guita. Ya tuve problemas con el juego. El casino me mordi¨® fuerte durante cinco a?os. Un tarado mental. Si tenemos algo es por Flor.
El 22 de marzo de 1991, por orden de un juez que investigaba una causa de autos ingresados al pa¨ªs por una ley que permit¨ªa a los discapacitados importarlos sin pagar impuestos, fue detenido. Hab¨ªa comprado una camioneta que hab¨ªa entrado al pa¨ªs en esas circunstancias. Otros 2.000 autos estaban en la misma situaci¨®n, pero no hubo m¨¢s detenciones. En 1995, un juez firm¨® la prescripci¨®n, la C¨¢mara la revoc¨®, y la causa prescribi¨® definitivamente en 2017.
¡ªConmigo nada prescribe. Si alguno me quiere atacar, lo primero que hace es agarrar eso. Estuve tres d¨ªas detenido por comprar un auto en la concesionaria oficial m¨¢s grande de la Argentina. Estaban confabulados los de la concesionaria, compraban autos con descuento para discapacitados y los vend¨ªan. Me trataron como si fuera un delincuente, la poca guita que ten¨ªamos la perdimos con un abogado. Yo siento que a esta altura la gente tiene una idea de qu¨¦ clase de persona soy, pero muchos pensar¨¢n: ¡°Es un impostor¡±.
En 2018, la actriz Valeria Bertuccelli, que hab¨ªa trabajado con ¨¦l durante 2013 y 2014 en Escenas de la vida conyugal, cont¨® en una entrevista los motivos de su alejamiento: ¡°No quiero entrar en ning¨²n detalle. Creo que alcanza con que ¨¦l reflexione y pida disculpas (¡). Dej¨¦ una obra exitosa porque no resist¨ªa los malos tratos¡±. Dar¨ªn se refiri¨® al tema diciendo: ¡°Cuando una mujer declara una incomodidad, un destrato (¡) hay que prestarle atenci¨®n. Que yo no est¨¦ de acuerdo con Valeria y muchas de las cosas que dijo no significa que no haya que prestarle atenci¨®n¡±, y cont¨® que durante la obra hab¨ªan tenido un malentendido que hab¨ªan solucionado conversando. Pero ?rica Rivas, que hab¨ªa sustituido a Bertuccelli y tambi¨¦n se hab¨ªa alejado, public¨® un mensaje en su cuenta de Instagram, dirigido a Bertuccelli, que dec¨ªa: ¡°Sos valiente. Sos hermosa. Gracias. Tus palabras reparan¡±.
¡ªEsa es la otra nube que me va a acompa?ar. Yo dije que no me voy a defender, porque soy de los que creen que el tiempo pone las cosas en su lugar. Va a tardar, porque cada tanto aparece alg¨²n comentario del tipo: ¡°Este mejor que se calle, que es un maltratador de mujeres¡±. No logro entender el porqu¨¦ de lo que hicieron. No puedo terminar de incorporar que alguien me odie tanto. Por la relaci¨®n que tuvimos previa, no lo puedo entender. Es razonable entender que despu¨¦s de siglos de derechos vulnerados, ahora tengamos que atravesar un periodo de reacomodamiento y es l¨®gico que algunos sufran. Yo lo lamento por m¨ª, porque me metieron en una bolsa en la que considero que no merezco estar. A lo mejor esto es algo que me persigue toda la vida. Ser¨¢ parte de lo que hay que pagar para contrabalancear tanta suerte.
Entonces Florencia se asoma y, con voz amable, dice:
¡ªPerd¨®n que los interrumpa. Richard, en 15 minutos viene¡
¡ªUy, me olvid¨¦. Perd¨®n, amor.
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Cuando termin¨® el colegio secundario, el Chino Dar¨ªn, que est¨¢ ahora en la Argentina grabando la segunda temporada de El reino, la serie de Netflix, pens¨® en seguir ingenier¨ªa industrial, pero entendi¨® que no era lo suyo y empez¨® a estudiar cine y a tomar clases de teatro.
¡ªMi padre y yo tenemos recorridos muy distintos. Mis elecciones no fueron producto de una necesidad. ?l tuvo un camino casi ineludible. Me tom¨¦ mucho tiempo para preguntarle qu¨¦ le parecer¨ªa que yo me dedicara a la actuaci¨®n. Y la respuesta fue normal: ¡°Me parece perfecto, ten¨¦s que hacer lo que quieras¡±. ?l tiene much¨ªsimos recursos, pero transfunde cierta cercan¨ªa a trav¨¦s de la pantalla. La vez pasada me dijo algo que me hizo pensar. Me dijo que actuar es el arte, o el oficio, de hacerles creer a los dem¨¢s que est¨¢s pensando lo que est¨¢s diciendo. Me parece que parte de su concepto de la actuaci¨®n tiene que ver con los procesos mentales detr¨¢s de las palabras, y creo que eso es algo muy dif¨ªcil.
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Es un d¨ªa de humedad extrema. El sol baja hacia la tierra con una languidez hastiada. A las cuatro menos un minuto de la tarde, la puerta de la casa de Dar¨ªn se abre, ¨¦l se asoma gesticulando con la mano ¡ªven¨ª, ven¨ª¡ª, y habla en un susurro mientras camina hacia el patio.
¡ªSal¨ª antes para que no tuvieras que tocar el timbre, porque est¨¢n todos durmiendo.
Esta ma?ana fue a jugar al tenis, el calor plomizo le hizo da?o y lo oblig¨® a dormir una siesta.
¡ªYo juego con personas mayores, como yo ¡ªdice, sent¨¢ndose ante una larga mesa de madera del patio.
Una noche, cuando era chico, iba con su padre en un desvencijado Renault 4L cuando los detuvo un polic¨ªa que apoy¨® el ca?o del arma en la ventanilla y le pidi¨® los documentos. El padre grit¨®: ¡°?Saque eso ya mismo de ac¨¢!¡±. Se baj¨® y sigui¨® gritando: ¡°??No ve que hay una criatura!?¡±. El polic¨ªa, creyendo que estaba ante un superior de civil, le dijo: ¡°Perd¨®n, se?or, ?con qui¨¦n estoy hablando?¡±. El padre de Dar¨ªn grit¨®: ¡°?Con un ciudadano, pelotudo!¡±. El polic¨ªa, demudado, le dijo: ¡°Perd¨®n, se?or, siga¡±. El padre se subi¨® al auto, mir¨® al hijo, paralizado en el asiento del acompa?ante, y le dijo: ¡°Tranquilo, no pasa nada¡±.
¡ªY me pregunto: ?yo ser¨ªa capaz de hacer algo as¨ª?
Ayer, por alg¨²n motivo, se acerc¨® a la caja en la que guarda las cosas de su padre: postales, cartas, poemas.
¡ªYo hered¨¦ algo de la emocionalidad de mi viejo, pero no su cabeza, no su dolor. ?l ten¨ªa un dolor que yo no hered¨¦. Tengo otros.
Una madrugada de 2008, tres hombres entraron a esta casa a robar. Estaban Florencia y Clara. Florencia evalu¨® la situaci¨®n: j¨®venes, sin armas, asustados. Detect¨® al cabecilla y le dijo: ¡°No me importa lo material, pero encerrame en el cuarto con mi hija y los perros¡±. ?l la encar¨®: ¡°Te est¨¢s poniendo muy nerviosa, callate¡±. Entonces ella lo aferr¨® por el cuello: ¡°Me voy a poner muy nerviosa si no me hac¨¦s caso¡±. Y el sujeto obedeci¨®. Al d¨ªa siguiente, cuando se supo del robo, Dar¨ªn declar¨® a los medios: ¡°No me imagino tomar represalias con esos chicos. La responsabilidad de formarlos es nuestra y no creo que estemos haciendo lo debido para que tengan educaci¨®n, salud, y que sus padres tengan trabajo (¡). Hay que pensar qu¨¦ es lo que hacemos por los chicos y no en bajar la edad de imputabilidad o la mano dura¡±. Ha contado la historia varias veces, no para hacer alarde de la bravura de su mujer, sino para resaltar la precariedad de la vida de quienes los asaltaron.
¡ªVoy a sonar muy ingenuo, pero todo eso es falta de amor. Son pibes que miran para adelante y no ven nada bueno, y no reconocen en su pasado gente que los haya querido. Son cosas que me angustian mucho. A veces siento que me interesan o me conmueven cosas que no¡ que a nadie¡ que no.
En una escena de Truman, Dar¨ªn y Javier C¨¢mara, que interpreta a su mejor amigo, entran a una librer¨ªa. De pronto, Dar¨ªn se balancea levemente y dice: ¡°Me estoy mareando¡ un poco¡±. Una enunciaci¨®n simple, sin quejas, pero el tempo y la textura que le imprime bastan para entender el estoicismo con que su personaje enfrentar¨¢ la muerte. Hay muchos momentos como ese, en sus pel¨ªcu?las y en su vida: una frase apenas dicha que lo dice todo.
¡ªNo voy mucho a esa caja donde guardo las cosas de mi viejo. Me hace mal. Siempre me pregunt¨¦ qu¨¦ hubiera pasado si mi viejo hubiese tenido un poco m¨¢s de cuidado o de suerte, en t¨¦rminos de estabilidad econ¨®mica. Pero la vida es lo que es, no lo que uno quiere que sea. Una vez le puse el t¨ªtulo a un poema que ¨¦l hizo.
¡ª?Lo record¨¢s?
¡ªS¨ª. Cuando Dios se equivoca.
A veces, cuando se r¨ªe, parece que tuviera ganas de llorar.
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