El enga?o a los ojos
El asalto al Capitolio presenta similitudes con el oto?o catal¨¢n: un atentado contrala democracia en nombre de la democracia
Poco despu¨¦s del asalto al Capitolio de Washington, el 6 de enero de 2021, el diario The Guardian me pidi¨® un art¨ªculo comparativo entre aquel episodio y el asalto al Congreso de los Diputados del 23 de febrero de 1981. Declin¨¦ la propuesta: en aquel momento sent¨ª que la disparidad entre ambos acontecimientos era tan acusada que resultaba improductivo compararlos. Pero, a finales del a?o pasado, el polit¨®logo norteamericano Yascha Mounk me pregunt¨® por el mismo asunto en una entrevista para su podcast The Good Fight, y no tuve m¨¢s remedio que improvisar una respuesta breve e insuficiente; lo que sigue es una respuesta igualmente insuficiente, aunque no tan breve.
Las similitudes entre el asalto al Congreso norte?ame?ricano y el asalto al Congreso espa?ol me parecen superficiales, casi puramente escenogr¨¢ficas. Son enormes las diferencias que separan las dos algaradas. No me refiero a las m¨¢s notorias (el Capitolio fue asaltado por una masa ca¨®tica de civiles, mientras que quien invadi¨® el Congreso era un improvisado destacamento militar; cinco personas murieron en el asalto al Capitolio, mientras en el asalto al Congreso, asombrosamente, no muri¨® ninguna); me refiero a diferencias profundas. Sobre todo, dos. La primera es que Tejero y sus jefes y subordinados estaban abiertamente contra el sistema: transcurridos seis a?os desde la muerte de Franco y tres desde la promulgaci¨®n de la Constituci¨®n, hab¨ªa llegado el momento de acabar con la democracia (sustituy¨¦ndola, en la versi¨®n m¨¢s suave del golpe, por una democracia rebajada, una semidemocracia); en cambio, los asaltantes del Capitolio, al menos la mayor¨ªa de ellos, estaban convencidos de que iban a salvar la democracia, que se hallaba en peligro: envueltos por Trump y su gente en una red de mentiras, seg¨²n la cual el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre anterior hab¨ªa sido ama?ado por los dem¨®cratas, aquellos republicanos fervorosos irrumpieron en el Capitolio para evitar que el fraude se consumase y Biden resultara elegido presidente. La segunda diferencia esencial entre ambos sucesos es que quienes asaltaron el Congreso en Madrid lo hicieron instigados por militares insurrectos contra el orden democr¨¢tico, mientras que quienes asaltaron el Congreso en Washington lo hicieron instigados por el m¨¢ximo representante del orden democr¨¢tico: el presidente Trump. En otras palabras: a diferencia del golpe de Tejero, el de los trumpistas fue un golpe contra la democracia en nombre de la democracia; tambi¨¦n, un golpe desde el poder (es decir, un autogolpe). Visto as¨ª, resulta palmario que el asalto al Capitolio presenta muchas m¨¢s similitudes de fondo con el oto?o catal¨¢n de 2017: al fin y al cabo, ¨¦ste tambi¨¦n fue un atentado contra la democracia en nombre de la democracia, alentado o directamente asestado por los representantes del Estado democr¨¢tico (la Generalitat es la representaci¨®n del Estado en Catalu?a). Con much¨ªsimas diferencias, por supuesto, y no s¨®lo que el oto?o catal¨¢n, no menos asombrosamente que el golpe de Tejero, no registr¨® ning¨²n muerto. Menciono las m¨¢s evidentes. Una: tras el asalto, Trump perdi¨® el poder, mientras que nuestros secesionistas permanecen en ¨¦l. Dos: hasta donde alcanzo, ning¨²n sector de la izquierda norteamericana aplaudi¨® o fue c¨®mplice de la tropel¨ªa del Capitolio, mientras que parte sustancial de la izquierda espa?ola no s¨®lo respald¨® o se hizo el sueco ante el atropello secesionista, sino que particip¨® en ¨¦l: baste recordar que los l¨ªderes principales de En Com¨² Podem votaron en el refer¨¦ndum fraudulento de octubre, por supuesto a favor de la secesi¨®n.
Como la de Tejero, la intentona trumpista fracas¨® felizmente, pero todo indica que Trump ha aprendido la lecci¨®n y est¨¢ preparando para 2024 una jugada m¨¢s sutil, m¨¢s pr¨®xima a lo conseguido en los ¨²ltimos a?os por el nacionalpopulismo en Rusia o Hungr¨ªa o Polonia o Venezuela (o a lo que intent¨® en Catalu?a). Los golpes flagrantes a lo Tejero son golpes a la vieja usanza, modernos; en su hip¨®crita, ladina perversi¨®n, los otros son posmodernos. A m¨ª los primeros ya casi no me dan miedo; los segundos, cada d¨ªa m¨¢s.
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