Cada vez menos sexo
Estamos en riesgo de echar a perder uno de los gozos m¨¢s redondos, esenciales y democr¨¢ticos del ser humano

Hace unas semanas sali¨® un interesante reportaje en EL PA?S que dec¨ªa que los humanos cada vez tenemos menos sexo. O eso es lo que sucede en los pa¨ªses industrializados, que es donde se han hecho estudios fiables. Una investigaci¨®n realizada en Estados Unidos mostr¨® que, a finales de los noventa, los norteamericanos ten¨ªan una media de 62 relaciones sexuales al a?o, y que a principios de 2010 la cifra hab¨ªa descendido a 53. Otros informes hechos en Alemania, Australia o Finlandia corroboran la tendencia a la baja. Seg¨²n una reciente encuesta del CIS, tras la pandemia la frecuencia sexual ha mejorado para un 8% de los espa?oles y empeorado para un 16%. O sea, que la cosa tampoco est¨¢ boyante entre nosotros.
Los desencadenantes que se manejan son diversos; el sentimiento de inferioridad ante el propio desempe?o por comparaci¨®n con la omnipresente y fantasiosa pornograf¨ªa; el desconcierto de los varones ante el nuevo papel de la mujer; la falta de trabajo fijo y casa propia; el aumento de la depresi¨®n en la sociedad y el uso de algunos antidepresivos que bajan la libido¡ Mucho hablar de que el sexo mueve monta?as, pero se dir¨ªa que en realidad el deseo er¨®tico es t¨ªmido y vol¨¢til. Y que a poquito que lo importunemos se nos declara en huelga. Hay noticias peores: al parecer la calidad del esperma de los humanos ha bajado a la mitad en los ¨²ltimos 50 a?os. Llevan tiempo investigando el tema, pero en noviembre de 2022 se public¨® un estudio especialmente preocupante; recog¨ªa datos de 53 pa¨ªses y demostraba que ocurre en todo el mundo; que la velocidad del deterioro se va incrementando, y que, si las cosas siguen as¨ª, en tan solo una d¨¦cada los hombres pueden tener problemas para ser f¨¦rtiles. ?La causa? Quiz¨¢ la exposici¨®n a contaminantes qu¨ªmicos desde el feto.
As¨ª que ya ven, cada vez m¨¢s dificultades para procrear y cada vez menos ganas de disfrutar de la gloria de la carne con la otra o el otro. Hace a?os, cuando salieron las primeras noticias sobre el aumento de la infertilidad, un bi¨®logo amigo me dijo que pod¨ªa ser cosa de Gaia. Fue el c¨¦lebre cient¨ªfico James Lovelock quien llam¨® Gaia a la Tierra, a la que supuso capacidad para autorregularse. No se trataba de una teor¨ªa tontamente antropom¨®rfica, no sosten¨ªa que nuestro planeta tuviera una conciencia, sino que era un Todo con ciertos recursos de compensaci¨®n. Y mi amigo dec¨ªa que, puesto que la superpoblaci¨®n se hab¨ªa convertido en un peligro tanto para nuestra especie como para la biosfera, la Naturaleza nos regulaba para tener menos hijos. No es una suposici¨®n tan disparatada: se sabe que hay m¨¢s de 130 especies de animales (como los osos, las focas, las nutrias¡) que son capaces de suspender hasta 11 meses el desarrollo de un embri¨®n fecundado si el entorno no es propicio: por ejemplo, si hay sequ¨ªa y la madre no est¨¢ bien alimentada. Esto es, paralizan su embarazo hasta que mejora la situaci¨®n. La vida es un misterio prodigioso.
A todas estas zozobras hay que a?adir la guinda de la inteligencia artificial. Hace pocos d¨ªas le¨ª tambi¨¦n en El PA?S que han salido unas cuantas aplicaciones de IA con las que puedes mantener relaciones rom¨¢nticas. Como Siri, pero en plan mimos¨®n. Una de ellas, Replika, de origen estadounidense, apareci¨® en 2017. Es una app para tener un amigo con quien hablar, pero en la versi¨®n premium, por 70 d¨®lares, la conversaci¨®n se erotiza y el amante virtual te llama ansiosamente varias veces al d¨ªa. O m¨¢s bien llamaba. Porque a principios de a?o hubo algunos problemas; la IA se despendol¨® y empez¨® a acosar sexualmente a algunos usuarios. As¨ª que desconectaron la parte rom¨¢ntica de la app. Por lo visto, hay foros de internet en los que varios humanos que hab¨ªan establecido una relaci¨®n de amor con la IA de Replika, y que se quedaron de la noche a la ma?ana sin su amante, lloraban amargamente la ruptura. Entre unas cosas y otras, en fin, me temo que estamos en riesgo de echar a perder uno de los gozos m¨¢s redondos, esenciales y democr¨¢ticos del ser humano: el espl¨¦ndido regalo de un cuerpo ajeno deseado (que, si encima es amado, ya es el para¨ªso). Porque, adem¨¢s, el sexo compartido tiene una ventaja imbatible frente al onanismo: se conoce gente. No es poca cosa eso, en este mundo.
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