Obviamente
Queremos creer que el progreso es una flecha que, como la del tiempo (teor¨ªas cu¨¢nticas aparte), no tiene retroceso
Si googleas el nombre de In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo, periodista y novelista (premio Nadal), en la entradilla de la Wikipedia puedes leer que es ¡°una escritora y periodista espa?ola lesbiana¡±. O al menos pod¨ªas leer eso hace 15 d¨ªas, que es cuando yo lo he mirado. Se da la circunstancia de que In¨¦s acaba de sacar un breve ensayo en Destino titulado Una homosexualidad propia, en el que desde luego no sale del armario, porque en su entorno era algo que todo el mundo conoc¨ªa (y adem¨¢s tiene pareja desde hace ocho a?os), pero que trata por primera vez de manera p¨²blica su orientaci¨®n sexual. Y lo hace en un texto sereno, eminentemente informativo, no testimonial ni reivindicativo, sino normalizador y explicativo. Una mera descripci¨®n de una parte de la realidad. En fin, ya es chocante y chirriante esa etiqueta a?adida de ¡°lesbiana¡±, ese sello absurdo, reductor y prejuicioso (imag¨ªnense poner en las entradas de otras personas cosas como ¡°escritora y periodista heterosexual¡±, ¡°escritor y periodista pajillero¡±, etc¨¦tera). Pero lo m¨¢s tremendo es que este libro sali¨® el 21 de junio, y tan s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s ya estaba la biograf¨ªa de In¨¦s marcada por ese adjetivo innecesario. Miedo da pensar en esos censores de la diferencia que, agazapados en los pliegues digitales, esperan dispuestos a saltar a toda prisa sobre la Red para clavar sus dogmas y su manchada mirada sobre el mundo. Este es tambi¨¦n, como sabemos, uno de los grandes peligros de la inteligencia artificial: que es alimentada por los prejuicios de quienes la construyen.
La celeridad con la que se le ha colocado a In¨¦s el sambenito discriminatorio corrobora la chocante sensaci¨®n que tuve al leer el interesante ensayo Una homosexualidad propia. Porque Mart¨ªn Rodrigo, que naci¨® en 1983, es mucho m¨¢s joven que yo, y, sin embargo, la pacater¨ªa hom¨®foba que describe en su entorno es mayor que la que a m¨ª me pareci¨® ver en los a?os setenta. Cierto, In¨¦s vivi¨® hasta la adolescencia en un pueblo y yo en Madrid, pero creo que adem¨¢s ha habido una clara involuci¨®n. Que los setenta e incluso los ochenta fueron rompedores, pero que a partir de los noventa volvieron a cerrarse en cierta medida las aguas del prejuicio. Por todos los santos, ?si en 1988 Bibiana Fern¨¢ndez presentaba junto a Carlos Herrera el programa de variedades de TVE de los s¨¢bados por la noche, un espacio muy blanco y muy familiar, sin que aquello pareciera nada extraordinario!
Por m¨¢s que la raz¨®n y la experiencia nos digan lo contrario, todos tendemos a caer en un error muy obvio: queremos creer que el progreso es una flecha que, como la del tiempo (teor¨ªas cu¨¢nticas aparte), no tiene retroceso. Y as¨ª, solemos pensar que vivimos en el mundo m¨¢s desarrollado posible y que cualquier valor actual est¨¢ en su grado m¨¢ximo, en comparaci¨®n con ¨¦pocas anteriores. Pero no es as¨ª. Las sociedades fluct¨²an de manera permanente entre la apertura y la represi¨®n, la lucha por el progreso es un continuo, las civilizaciones se derrumban y tanto los logros civiles como los conocimientos pueden quedar sepultados por un oc¨¦ano de tinieblas retr¨®gradas.
Y me temo que hoy estamos sufriendo en todo el mundo una de esas olas reaccionarias. Debemos prepararnos para sobrevivir, para mantener lo conseguido, para seguir sacando la cabeza sobre la sucia espuma. Porque adem¨¢s hay que tener en cuenta que toda reacci¨®n empieza con un ataque contra las mujeres e, inmediatamente despu¨¦s, contra las sexualidades alternativas, ya que los cavern¨ªcolas siempre aspiran a reinstaurar el machismo m¨¢s arcaico. No hay m¨¢s que ver los anuncios en los que Vox tira a la basura el feminismo y la bandera LGTBI. Ya que he citado el libro de In¨¦s, dar¨¦ algunos datos sobre la homofobia. Por ejemplo: Interior registr¨® en 2022 un aumento de casi un 70% en los delitos contra la orientaci¨®n sexual en Espa?a. En Italia, Meloni ya ha prohibido que en las familias de lesbianas se registren las dos mujeres como madres. Y el pasado mes de mayo, Conchi y Gema, pareja y madres de dos ni?os de cinco y seis a?os, fueron arrojadas al suelo y golpeadas ante sus hijos por 15 energ¨²menos en el Parque Warner de Madrid al grito de ¡°puta bollera asquerosa de mierda¡±. S¨ª, creo que el libro de In¨¦s puede ser muy ¨²til y es una manera de luchar contra el odio, la violencia y el horror que se nos echa encima. Otra es votar contra ellos, obviamente.
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