Por qu¨¦ cada vez tenemos menos sexo: ¡°Entre las series, el trabajo, Pornhub y lo que me cruzo en Tinder... qu¨¦ pereza¡±
La pr¨¢ctica cl¨ªnica y los datos reflejan que cada generaci¨®n mantiene menos relaciones que la anterior y las razones que apuntan son m¨²ltiples; desde la influencia de la tecnolog¨ªa hasta la precariedad laboral, la vivienda o el feminismo
Cuando Mariana coge el tel¨¦fono no est¨¢ muy segura de querer contar nada, cree que es algo que solo le pasa a ella. Naci¨® cuando 1990 empezaba, tiene un trabajo que nunca crey¨® que tendr¨ªa porque fue el que siempre quiso, duerme ¡°como una bendita¡±, hay rachas con ¡°un poco de estr¨¦s, eso s¨ª¡±, y comparte piso con dos personas. De lunes a jueves hay deporte, viernes y s¨¢bados sale con su grupo, los domingos toca familia, a veces cine los mi¨¦rcoles y, de vez en cuando, se cuela el sexo.
¡ªMuy, muy de vez en cuando. Hay semanas que ni lo pienso. Entre que llego y pongo series, el horario que tengo, Pornhub y lo que me cruzo en Tinder¡ es que, qu¨¦ pereza, prefiero a veces hacerme mis cosas yo sola. Y creo que es poco sexo. Con otra persona, digo.
Eso es lo que Mariana piensa que solo le pasa a ella.
Si algo es mucho o poco depende de multitud de variables, como m¨ªnimo de qu¨¦ es ese algo y qui¨¦n lo mide. Si ese algo es sexo, es a¨²n m¨¢s subjetivo. Lo que no es subjetivo ni le pasa solo a Mariana es que cada vez hay menos. Menos sexo en general, y menos para cada generaci¨®n que llega. Con o sin pareja. ¡°Lleva ocurriendo cuatro d¨¦cadas¡±, apunta Jos¨¦ D¨ªaz, el presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Sexolog¨ªa Cl¨ªnica (AESC). Y a?ade Eusebio Rubio-Aurioles, ya expresidente de la Asociaci¨®n Mundial para la Salud Sexual y ahora asesor de WAS (por sus siglas en ingl¨¦s), que se da en ¡°lo que se entiende por Occidente¡±, los pa¨ªses industrializados, ¡°donde ha ido cambiando la econom¨ªa, la estructura tradicional de sociedad, de familia¡±. No ocurre en Asia, ?frica o Latinoam¨¦rica. ¡°Las realidades son diferentes, y la calidad y cantidad de informaci¨®n en el mundo est¨¢ desequilibrada. A estas investigaciones, costosas, no se dedican fondos¡±, detalla.
Donde s¨ª se hacen estudios, esa realidad ¡°es una tendencia clara¡±, anota Rubio-Aurioles. Y m¨¢s perceptible desde hace m¨¢s de una d¨¦cada. O al menos m¨¢s visible. Lo apuntan cifras, expertos, terapeutas y profesionales sanitarios. El porqu¨¦ no es uno ni firme. Y, matiza el tambi¨¦n cirujano y doctorado en Sexualidad Humana en la Universidad de Nueva York, a esto es ¡°dif¨ªcil responder con rigidez acad¨¦mica¡±.
¡°Llega un momento que decido no dedicar m¨¢s energ¨ªa a esa persona¡±
S¨ª hay media docena de posibles razones que se?alan los especialistas, y se cruzan: precariedad o jornadas que se alargan, estr¨¦s y depresi¨®n, relaciones cada vez menos estables o la confusi¨®n, sobre todo entre los j¨®venes, que les provoca la libertad sexual creciente de las mujeres.
Aunque la tendencia parece clara para los expertos, tener una foto exacta es complicado. M¨¢s cuando no hay estudios cada cierto tiempo para conocer la evoluci¨®n. En Estados Unidos, recuerda D¨ªaz, s¨ª hay dos longitudinales, a lo largo de 20 a?os.
El resultado del primero fue que los estadounidenses practicaban sexo nueve veces menos al a?o a principios de la d¨¦cada de 2010 que a finales de los a?os noventa: en promedio, pasaron de tener 62 relaciones sexuales por a?o a tener 53. El segundo fue la investigaci¨®n en la frecuencia sexual entre 2000 y 2018: la inactividad sexual aument¨® entre los hombres y las mujeres j¨®venes (hasta los 34 a?os), pero sobre todo en ellos y sobre todo entre los 18 y los 24, y principalmente entre los solteros. Se vieron las mismas bajadas en Alemania, entre 2005 y 2016; en Finlandia, entre finales de los noventa y mediados de los 2000; o en Australia, entre 2001 y 2013.
En Espa?a, la tercera oleada de la Encuesta sobre relaciones sociales y afectivas en tiempos de pandemia del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, de marzo, da una panor¨¢mica del presente. Preguntaron ¡°qu¨¦ situaci¨®n¡± describ¨ªa mejor ¡°la situaci¨®n sentimental y sexual¡± de ese momento: un 17% ¡°no mantiene ning¨²n tipo de relaci¨®n ni sentimental ni sexual con nadie¡±, y un 5,5% tiene ¡°una relaci¨®n afectiva sin relaciones sexuales¡±. Adem¨¢s, tras la pandemia, la frecuencia hab¨ªa mejorado para un 8%, y empeorado para un 16%.
A Sara, en la treintena, le ocurri¨® con su pareja: ¡°En enero de 2022 empezamos a discutir a menudo, a engordar, a estar menos a gusto con nuestros cuerpos. La depresi¨®n de ella tambi¨¦n empeor¨®¡±. A Roser, sin relaci¨®n estable: ¡°Vivo en Barcelona, me veo obligada a compartir piso. A veces pienso m¨¢s en la persona al otro lado de la pared que en mi propio placer, por no molestar. Me mud¨¦ aqu¨ª y hay mucha gente, pero tambi¨¦n me cuesta que me guste, coincidir, que quiera usar protecci¨®n, quedar satisfecha y que haya funcionado lo suficiente como para repetir¡±. Tiene 33 a?os y habla de las apps: ¡°Es bastante locura, puedes hablar con mucha gente, pero luego hay que concretar. Es dif¨ªcil, te marean y llega un momento que decido no dedicar m¨¢s energ¨ªa a esa persona. Cuando s¨ª, casi nunca es para tanto. Y para qu¨¦, pienso a veces¡±.
Como el de Roser, seg¨²n el INE, hay m¨¢s de medio mill¨®n de hogares compartidos. Eso, derivado de unos precios de alquiler y compra desorbitados, unido a una precariedad laboral, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes, y la incertidumbre sobrevolando m¨¢s que nunca desde la pandemia, influye. Lo hace ¡°cualquier elemento de estr¨¦s¡±, subraya D¨ªaz, el presidente de la AESC. ¡°Y el estr¨¦s no es un concepto abstracto. Produce cambios en el sistema hormonal que, entre otras cosas, genera niveles altos de cortisol y de prolactina, dos hormonas que disminuyen a su vez el nivel de testosterona, que es la hormona del deseo, en hombres y en mujeres. El estr¨¦s cr¨®nico produce una disminuci¨®n del deseo¡±, dice el psiquiatra y psicoterapeuta.
Tambi¨¦n la ansiedad y la depresi¨®n, a¨²n m¨¢s disparadas tras la crisis sanitaria en un pa¨ªs que ya es donde m¨¢s benzodiacepinas se consumen en el mundo. El informe sobre salud mental Headway Mental Health 2022 coloc¨® a Espa?a como el segundo con m¨¢s casos de trastornos de salud mental en Europa, solo por detr¨¢s de Portugal. Afecta sobre todo mujeres, y cada vez m¨¢s a los adolescentes. Lleva a?os sucediendo en todo el mundo: m¨¢s de 320 millones de personas padecen depresi¨®n, un 18% m¨¢s que hace una d¨¦cada.
Brenda, de 27 a?os y residente en Ciudad de M¨¦xico, es una de ellas. Tuvo que volver con sus padres, su sexo menguante lo hila a eso, a la depresi¨®n y la medicaci¨®n: ¡°Sertralina y, despu¨¦s, fluoxetina. Lo que me llam¨® la atenci¨®n es que tambi¨¦n disminuy¨® mi actividad sexual individual. Antes disfrutaba mucho de tocarme, ahora no siento nada¡±.
Ansiedad y depresi¨®n ¡°son enemigas del deseo y el disfrute de la vida sexual. Uno de los s¨ªntomas de la depresi¨®n es la falta de deseo, no solamente sexual, incluso de vivir¡±, explica D¨ªaz, que matiza que no todos los antidepresivos lo disminuyen ¡ªlo hacen los inhibidores selectivos de la recaptaci¨®n de la serotonina, como son los que toma Brenda¡ª, y que hay otros que ¡°claramente lo estimulan¡±. El sexo individual, la masturbaci¨®n, unido al aumento de la visualizaci¨®n de porno y el acceso a ello a edades cada vez m¨¢s tempranas, tambi¨¦n est¨¢n entre las posibles razones que apuntan diferentes especialistas.
El complejo de Nacho Vidal
Antoni Bolinches, psic¨®logo cl¨ªnico y autor de Sexo sabio, liga la disminuci¨®n de la frecuencia de las relaciones sexuales a dos variables: ¡°Una es la vida estresante y compleja de los trabajos¡±. Una como la que lleva Andr¨¦s, de 34: ¡°Llego a casa sobre las 10 de la noche, tan agotado y con tantas cosas en la cabeza, que apenas me da para cenar y dormir¡±. O la de Nuria, de la misma edad, que no tiene pareja, pero s¨ª turnos rotatorios de ma?ana, tarde, noche y fines de semana. ¡°Y as¨ª es dif¨ªcil coincidir¡±.
La otra es ¡°el miedo de los hombres al desempe?o¡±. Un miedo unido a dos cuestiones m¨¢s. ¡°El complejo de Nacho Vidal, motivado por el agravio comparativo con los referentes de los penes en erecci¨®n de la pornograf¨ªa¡±, y el cambio de roles entre hombres y mujeres ¡°que se ha producido en dos generaciones¡±, la paulatina desaparici¨®n ¡°del hombre demandante y la mujer aceptante¡±, dice este psic¨®logo cl¨ªnico de 76 a?os, con 45 de carrera.
¡±Cuanto m¨¢s libre se muestra la mujer, m¨¢s miedo da en el hombre¡±, dice el psic¨®logo, produci¨¦ndose as¨ª la paradoja de que ¡°cuanta m¨¢s libertad sexual, m¨¢s refugio en una sexualidad aut¨®noma y masturbatoria¡±. De las historias que llegaron a este peri¨®dico para este reportaje, muchas hicieron alusi¨®n concreta a lo que apunta Bolinches.
¡ªA m¨ª o me lo dicen claro o no entro. No s¨¦ si es miedo al rechazo, a pasarme de la l¨ªnea que tenga ella puesta o qu¨¦ (Mau, 23 a?os).
¡ªEl feminismo, las masculinidades¡ Ahora nos hacemos preguntas que antes no, y nos cohibimos y autocensuramos en muchos casos. Antes el flirteo era un acto de conquista del hombre y entrega de la mujer. Ya es mucho m¨¢s horizontal, en el caso de los heteros. En general, de repente hacerse preguntas emascula a muchos de ellos en vez de celebrar que todo es eso, m¨¢s horizontal, aunque quede por hacer (Marco, casi 33).
¡°A veces a algunos les da como miedo hasta acercarse. Pero es f¨¢cil ver cu¨¢ndo hay inter¨¦s o cu¨¢ndo est¨¢s molestando, ?no? Lo que s¨ª creo es que hay cosas que antes las t¨ªas pas¨¢bamos y ya no. ?Bromas machistas? Fuera. ?Gilipolleces racistas? Fuera¡±, dice Claudia, de 25, y a?ade que solo son dos de ¡°una buena lista de tonter¨ªas¡± que no va a ¡°aguantar¡±, y es ¡°dif¨ªcil¡± que ¡°alguno no tenga algo de esa lista¡±. Nuria, la mujer de los turnos rotatorios de ma?ana, tarde y noche, cree que cada vez se cede menos: ¡°Hemos subido much¨ªsimo el list¨®n, sabemos lo que queremos y lo que no queremos, antes ced¨ªas m¨¢s o menos, pero ced¨ªas, hoy es un ¡®yo pongo mis exigencias y, si no las cumples, siguiente¡±.
Susana, en la cincuentena, habla de algo parecido: ¡°Una ya es mayor. No encuentro ning¨²n tipo que merezca mi atenci¨®n. Mi vida tambi¨¦n es muy casera, trabajo en casa y es dif¨ªcil conocer gente. Y en el pasado, el 80% de mis relaciones fueron sexualmente bastante mediocres, tirando a malas. Uso y disfrute, un morreo, un magreo y meterla. El sexo oral, escaso y, cuando lo hab¨ªa, generalmente malo. Tipos muy influenciados por el porno, muy f¨¢licos. Yo ya paso de eso¡ Me agota, me cabrea¡±.
Las relaciones: inmediatez y esporadicidad
D¨ªaz, el psiquiatra, apunta a que en esas situaciones no se da una relaci¨®n entre dos personas ¡°sino entre dos genitales¡±, y que eso ¡°empobrece la calidad de vida de los seres humanos¡±. Lo ve Mariona Gabarra desde hace ocho a?os. Es sex¨®loga y su teor¨ªa, por su experiencia, tiene que ver con la forma en la que cada vez m¨¢s se producen las relaciones: ¡°De forma espor¨¢dica¡±. Con esa dificultad creciente para ¡°mantener lazos estables¡± que apunta en su teor¨ªa sobre el fin del amor la soci¨®loga Eva Illouz.
Gabarra, tambi¨¦n asesora de Gleeden ¡ªuna plataforma dedicada a encuentros no mon¨®gamos donde uno de sus ejes es que est¨¢ pensada ¡°por y para mujeres¡±¡ª, conoce cada vez a m¨¢s personas j¨®venes, en la veintena, con problemas sexuales. En los hombres, disfunci¨®n er¨¦ctil o eyaculaci¨®n precoz. Entran ah¨ª las expectativas aprendidas, ¡°entra el porno, que no es malo de por s¨ª, pero s¨ª como suplente de la falta de educaci¨®n sexual que existe¡±. Eso de dar la talla frente a alguien que no se conoce realmente.
¡°Las generaciones no est¨¢n aprendiendo que aunque una relaci¨®n sea espor¨¢dica, es una relaci¨®n. Si no hay complicidad, qu¨ªmica ni conexi¨®n, llega un momento que el sexo no te aporta nada. Tienen libertad, han desaparecido muchos prejuicios, pero no disfrutan del sexo, y te lo dicen. Acaban pensando que no merece la pena el tiempo ni el esfuerzo de entablar esa relaci¨®n¡±. Eso est¨¢ en medio del relato de Jaime desde un pueblo asturiano. Tiene ahora 27 y el confinamiento lo hizo ¡°acostumbrarse¡± a estar solo. Le ¡°cuesta mucho m¨¢s que antes¡± intentar empezar algo, tiene ¡°un coste de tiempo y esfuerzo¡± al que no siempre est¨¢ dispuesto.
Eusebio Rubio-Aurioles, de WAS, cree que la evoluci¨®n del mundo occidental, cada vez m¨¢s individualizada y donde todo se pospone, est¨¢ teniendo un impacto enorme en la forma en la que nos relacionamos: ¡°?La consecuencia? Menos contacto, menos placer compartido¡±. De eso habla Fernando (nombre ficticio), de 57 a?os. A ¨¦l se le uni¨® el fin de una relaci¨®n con un trabajo en el que hab¨ªa pocas posibilidades de conocer gente. Luego, la covid le hundi¨® el negocio y el ¨¢nimo. La ¨²ltima vez que tuvo una ¡°relaci¨®n sexual m¨¢s o menos satisfactoria fue espor¨¢dica y dur¨® pocas semanas¡±. Era 2018.
Ahora ve ¡°dif¨ªcil¡± que una mujer lo ¡°motive intelectualmente¡±, le guste o le atraiga lo suficiente. As¨ª, dice, ¡°se va olvidando, durmiendo o aletargando la necesidad, el placer y el deseo; y el sexo se va convirtiendo en un recuerdo¡±. Y concluye: ¡°Con 57 a?os, aparte de la gente que conozco y con la que mantengo amistad y nos vemos de vez en cuando, ya no entra nadie nuevo en mi vida¡±.
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