El Opus Dei, en la encrucijada
Camino de su centenario, la Obra afronta tiempos decisivos despu¨¦s de que el papa Francisco le revocara su estatus de privilegio. Dirigentes, expertos y detractores explican la situaci¨®n
La sede principal del Opus Dei es un reflejo de su propia naturaleza. Villa Tevere, en el n¨²mero 73 de la calle Bruno Buozzi, en el adinerado barrio romano de Parioli, podr¨ªa ser invisible si uno pasa por delante distra¨ªdo. El antiguo palacio de la Embajada de Hungr¨ªa ante la Santa Sede no muestra m¨¢s que una fachada de ladrillo gris y una puerta tras la que aparece un recibidor con dos dispensarios con estampitas. Si uno avanza, sin embargo, ocho edificios interconectados componen el articulado de piedra del coraz¨®n de una de las organizaciones m¨¢s influyentes de la Iglesia cat¨®lica. El oratorio, inspirado en una bas¨ªlica de la ¨¦poca romana, as¨ª como la tumba del fundador, san Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, y de su primer sucesor, ?lvaro del Portillo, est¨¢n excavados en el subsuelo en una virguer¨ªa constructiva. Un universo nacido cuando el autor de Camino, cuaderno de bit¨¢cora de la Obra, decidi¨® trasladarse a Roma para expandir su visi¨®n religiosa. La maqueta del J. J. Sister, el buque mixto de carga y pasajeros en el que emprendi¨® aquel viaje un viernes 21 de junio de 1946, a las 17.46, desde el puerto de Barcelona, se encuentra en el sal¨®n que sirvi¨® para las primeras tertulias y que sus sucesores siguen usando en la prelatura personal de la Santa Sede. Ahora, quiz¨¢ m¨¢s que nunca desde la fundaci¨®n, con un Pont¨ªfice jesuita que ha diluido su jerarqu¨ªa en la Iglesia universal, el Opus Dei se encuentra de nuevo en una encrucijada que marcar¨¢ su futuro.
¡ªA san Josemar¨ªa le preguntaron una vez cu¨¢l era su iglesia preferida de Roma. Se asom¨® a este balc¨®n y dijo: ¡°Esa es¡± ¡ªexplica el director de comunicaci¨®n del Opus Dei, Marc Carroggio, se?alando hacia la calle, justo cuando el prelado Fernando Oc¨¢riz entra en la sala donde se producir¨¢ la breve entrevista con El Pa¨ªs Semanal, una de las escasas que concede el m¨¢ximo responsable.
La Obra, como tambi¨¦n la llaman sus miembros, es hoy una organizaci¨®n religiosa, social y econ¨®mica de una envergadura superior a lo que probablemente nunca pudo imaginar Escriv¨¢ cuando empez¨® a concebirla en 1928 y ech¨® a rodar en el primer centro en Madrid en 1934; ni siquiera muchos m¨¢s a?os despu¨¦s, cuando ya en Roma su criatura se convirti¨® en uno de los engranajes clave de la Iglesia tras la ca¨ªda del comunismo, pero tambi¨¦n cuestionada por supuestas pr¨¢cticas secretas, su promiscuidad con el poder o la tortuosa relaci¨®n mantenida con exmiembros. De gen¨¦tica espa?ola ¡ªsus tres prelados hasta la fecha lo han sido¡ª, est¨¢ hoy presente en 68 pa¨ªses y la integran unos 93.600 miembros laicos (57% mujeres y 43% hombres) y 2.095 sacerdotes, seg¨²n los datos de la propia prelatura, imposibles de contrastar. El Opus Dei es hoy una multinacional religiosa que ha trabajado duro en las ¨²ltimas d¨¦cadas para crecer fuera de Europa, aunque todav¨ªa represente el 57% de su masa social. Am¨¦rica constituye ya el 34%, ?frica el 4% y Ocean¨ªa el 1%.
Las cifras de la Obra, especialmente las econ¨®micas, son m¨¢s resbaladizas. Su estructura financiera e inmobiliaria, completamente descentralizada, no permite calcular su patrimonio m¨¢s all¨¢ de la prelatura en Roma o en Espa?a (la ¨²ltima estimaci¨®n la proporcion¨® el periodista John Allen cifr¨¢ndolo en unos 2.800 millones de d¨®lares, unos 2.590 millones de euros). La mayor¨ªa de los entes (escuelas, universidades, hospitales, propiedades inmobiliarias, templos¡) est¨¢n a nombre de fundaciones o sociedades cuyos patronos son miembros en todo el mundo y mantienen un v¨ªnculo jur¨ªdico con la Obra. La Obra son sus miembros, y sus miembros son los que funcionan como unidades econ¨®micas: esa es la gracia. Una situaci¨®n que aument¨® en los ¨²ltimos tiempos hasta la llegada de Francisco al Vaticano, y cuyo momento de esplendor, el periodo de mayor influencia, se produjo en el pontificado de Juan Pablo II, cuando en noviembre de 1982 el Opus Dei se convirti¨® en la ¨²nica prelatura personal del Papa a trav¨¦s de la carta apost¨®lica Ut sit (para que sea). Una organizaci¨®n que respond¨ªa ante el Pont¨ªfice y que constitu¨ªa en s¨ª misma una di¨®cesis flotante sin incardinaci¨®n geogr¨¢fica o sometimiento al poder de ning¨²n obispo. La culminaci¨®n de un largo camino. Un privilegio, en suma, que ahora expira.
Francisco promulg¨® el 8 de agosto un motu proprio (un documento emanado directamente del Papa), el segundo dirigido a reducir el poder de la Obra, por el que esa figura can¨®nica pierde su singularidad y se asimila a una simple asociaci¨®n clerical p¨²blica a cuyos fieles laicos ¡ªuna de las bases de la organizaci¨®n¡ª les corresponder¨¢ un p¨¢rroco en funci¨®n del domicilio donde viven. ¡°Como a cualquier hijo de vecino¡±, se?ala un alto cargo del Vaticano. Una medida que culmina un proceso hist¨®rico de reducci¨®n de poder y especificidad jur¨ªdica emprendido por Jorge Mario Bergoglio y que, entre otras cosas, amenaza la relaci¨®n legal de los laicos con la Obra, uno de los pilares en los que se basa su funcionamiento y raz¨®n de ser. John Allen, autor de Una visi¨®n objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza m¨¢s pol¨¦mica dentro de la Iglesia cat¨®lica (Planeta, 2006), lo llama ¡°un redimensionamiento¡±. ¡°La singularidad se reduce. Los miembros son ahora solo los cl¨¦rigos, los laicos ser¨¢n asociados y no miembros de pleno derecho. Y en ese sentido el Opus Dei pasa a ser mucho menos singular¡±. Tras la madeja jur¨ªdica se esconde un cambio hist¨®rico para la organizaci¨®n.
El 27 de junio por la ma?ana, el prelado entra en el sal¨®n de madera y piedra donde tradicionalmente se han relajado los m¨¢ximos representantes de la organizaci¨®n en Roma. Nacido en Par¨ªs hace 78 a?os, hijo de exiliados republicanos, licenciado en F¨ªsica, aficionado al tenis, delgado, vestido de negro y alzacuellos, Oc¨¢riz es discreto y poco dado a entrevistas, pero sabe que la Obra vuelve a estar ¨²ltimamente en boca de todos. Ad charisma tuendum (para tutelar el carisma), otro motu proprio promulgado por el Papa hace un a?o, abri¨® la veda y exigi¨® reformular la relaci¨®n de la organizaci¨®n con el Vaticano impidiendo, entre otras cosas, que la m¨¢xima autoridad del Opus pueda ser obispo y que pueda ordenar a otros sacerdotes de la Obra. Su t¨ªtulo ser¨¢ el de protonotario apost¨®lico supernumerario. Nada m¨¢s. La organizaci¨®n perder¨¢ independencia y pasar¨¢ a rendir cuentas al Dicasterio para el Clero, entidad que ser¨¢ la encargada de evaluar, y no el propio Opus Dei como hasta ahora, ¡°las cuestiones que en cada caso corresponda afrontar¡±, como la formaci¨®n de sus sacerdotes o ¡°eventuales controversias¡±. Un congreso celebrado en abril tuvo que reformular sus estatutos. Deshacer parte del camino. Se espera ahora la respuesta del Papa, que determinar¨¢ la naturaleza jur¨ªdica de la m¨¢s influyente organizaci¨®n cat¨®lica fundada desde la Compa?¨ªa de Jes¨²s, creada en 1534 por Ignacio de Loyola.
El Pa¨ªs Semanal ha pasado varios meses entrevistando a altos cargos, numerarios, supernumerarios, exmiembros de la organizaci¨®n y al propio prelado. Tambi¨¦n ha asistido a misas y reuniones en residencias y colegios mayores de la Obra en Roma para trazar un retrato de lo que es hoy el Opus Dei y de lo que deber¨¢ ser tras el veredicto del Papa. Francisco y la Obra rebajan en p¨²blico la importancia de la situaci¨®n y aseguran que se trata de un formalismo que har¨¢ bien a todos. Da la casualidad de que Jorge Mario Bergoglio es jesuita, una orden que ha mantenido hist¨®ricas tensiones con la organizaci¨®n de Escriv¨¢. Muchos ven en esta medida una continuaci¨®n de esa lucha. Una traslaci¨®n hoy de la vieja dial¨¦ctica entre progresistas y conservadores en el mundo cat¨®lico, recrudecida con el pontificado de Francisco. El prelado atiende en silencio a la reflexi¨®n.
¡ªAl Papa le hicieron una pregunta similar, y se?al¨® que era una interpretaci¨®n mundana, ajena a la dimensi¨®n religiosa. Pienso que demasiadas veces se tiende a una lectura de la realidad en clave de poder y polarizaci¨®n, con grupos que se oponen y no se entienden. Sin embargo, en la Iglesia la l¨®gica que debe imperar es la del servicio y la colaboraci¨®n. Todos remamos en la misma barca, abiertos a ser ayudados para mejorar. Y sobre el viejo conflicto que menciona, personalmente le puedo decir que soy antiguo alumno del colegio de la Compa?¨ªa de Jes¨²s en Madrid, y estoy muy agradecido por la formaci¨®n y el ejemplo que recib¨ª de los jesuitas.
Don Fernando, como se dirigen a ¨¦l sus colaboradores directos, habla suavemente durante los 12 minutos que dura la charla. La entrevista se produce en dos formatos: primero a trav¨¦s de un cuestionario por escrito y, posteriormente, cara a cara para matizar algunos de los puntos tratados, especialmente relacionados con la decisi¨®n del Papa de disolver la especificidad de la Obra dentro de la Iglesia.
¡ªPerm¨ªtame que disienta amablemente. La especificidad del Opus Dei descansa en el carisma o esp¨ªritu, m¨¢s que en su ropaje jur¨ªdico. En su n¨²cleo se encuentra la llamada universal a la santidad a trav¨¦s del trabajo y las realidades ordinarias de la vida. (¡) Por lo dem¨¢s, el Opus Dei no desea ser una excepci¨®n (¡). El hecho de que hasta ahora haya sido la ¨²nica prelatura personal ha podido percibirse como algo ¡°excepcional¡±, pero desde luego no es eso: al contrario, pienso que ser¨ªa muy bueno que hubiera otras prelaturas personales que contribuyeran a la evangelizaci¨®n de numerosos ¨¢mbitos especialmente necesitados de inspiraci¨®n cristiana.
La respuesta del Opus Dei ha sido obediente y educada. No est¨¢ en su naturaleza, profundamente adaptable, levantar la voz o el esc¨¢ndalo. Pero las aguas bajan revueltas desde hace un a?o en Roma. M¨¢s all¨¢ del poder visible y algo residual, concentrado en dos cardenales (Juli¨¢n Herranz y Juan Luis Cipriani) y unos cuantos obispos y monse?ores en lugares clave de la curia, las se?ales enviadas por el Papa ponen en crisis la organizaci¨®n y crean un marco para el debate p¨²blico, tambi¨¦n para cierto escarnio desde sectores opositores. El autor intelectual de este proceso es el cardenal Gianfranco Ghirlanda, jesuita, exrector de la Universidad Gregoriana, experto en derecho can¨®nico, especialmente en el control de otras instituciones de la Iglesia, y asesor del Papa en estas cuestiones. En la Obra, con extraordinarios canonistas, se evitan comentarios en p¨²blico sobre su trabajo. Pero es evidente que hay discrepancias: como m¨ªnimo, en los tiempos escogidos.
Giovanni Maria Vian es uno de los m¨¢ximos especialistas en historia de la Iglesia y fue director de L¡¯Osservatore Romano, el peri¨®dico del Vaticano y su voz durante m¨¢s de 11 a?os. Tambi¨¦n es el autor de la entrada sobre el Opus Dei en la Enciclopedia italiana Treccani. No oculta la tensi¨®n entre jesuitas y miembros de la Obra, ni que esa dial¨¦ctica se encuentre tambi¨¦n en la base de parte de estos movimientos tel¨²ricos en la Iglesia. Se trata, cree, de una cuesti¨®n de ¡°competencia¡± en muchos ¨¢mbitos, apunta. De visiones sobre lo que deb¨ªa ser la Iglesia moderna que se sobrepusieron o chocaron desde comienzos de los a?os cuarenta con jesuitas como ?ngel Carrillo de Albornoz y Manuel Mar¨ªa Verg¨¦s. Pero tambi¨¦n hay una variable supuestamente ideol¨®gica. ¡°Puede haber una tensi¨®n entre un ¨¢rea m¨¢s progresista y otra m¨¢s conservadora. Aunque ser¨ªa completamente err¨®neo pensar que todos los jesuitas sean progres, o todos los miembros del Opus Dei sean conservadores, aunque ese sea su rasgo identitario¡±, se?ala. Vian, en cambio, s¨ª considera muy relevante el cambio jur¨ªdico. ¡°Yo no lo llamar¨ªa degradaci¨®n. M¨¢s bien un intento de control, como ha hecho el Papa con muchas otras realidades. Yo dir¨ªa que lo del Opus Dei es un intento de normalizaci¨®n can¨®nica y de poder¡±, opina.
El pulso en Roma tiene su reflejo en Espa?a, donde la Obra conserva su m¨²sculo principal. No es solo la prestigiosa Universidad de Navarra y su red de hospitales, o los 35 colegios de Fomento, o la escuela de negocios IESE, o su influencia en la judicatura, la banca y las Fuerzas Armadas, la Obra est¨¢ a¨²n bien instalada en la derecha espa?ola, especialmente en el Partido Popular, donde varios de sus exministros (especialmente en los gobiernos de Aznar pero tambi¨¦n con Rajoy) eran supernumerarios o simpatizantes, como Isabel Tocino, Federico Trillo, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz o Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa. Y en Espa?a, hace un mes, el obispo de Barbastro-Monz¨®n, ?ngel P¨¦rez Pueyo, destituy¨® al rector del santuario de Torreciudad, a unos 24 kil¨®metros de Barbastro (Huesca), para colocar por primera vez en el cargo a un sacerdote ajeno a la instituci¨®n. El santuario es la joya de la corona del Opus Dei, el templo erigido junto a la ermita de la Virgen de los ?ngeles a la que se encomend¨® la madre de Escriv¨¢ de Balaguer cuando enferm¨® siendo un ni?o. Entrar y cambiar la cerradura. Una declaraci¨®n de guerra. Algo as¨ª como si un obispo desposeyese a los jesuitas de la gesti¨®n de Loyola. El templo, controlado hoy por un fondo de inversi¨®n de la Obra, recibi¨® el a?o pasado 190.000 personas y tuvo unos ingresos de m¨¢s de 1,2 millones de euros (214.751 euros en donativos). Y aunque paga a la di¨®cesis 19 euros simb¨®licos establecidos en el convenio firmado en 1962, sigue siendo deficitario por sus gastos (seg¨²n la Obra). La disputa con el obispo de Barbastro, encargado de una jurisdicci¨®n eclesi¨¢stica modesta, tiene un car¨¢cter econ¨®mico. No hay mucha duda. Pero nadie oculta que se produce en este momento porque se percibe una cierta debilidad. ¡°Parece claro que no se hubiera atrevido hace algunos a?os¡±, se?ala un responsable de la Obra.
El Opus Dei ha colaborado y ha dado facilidades para la realizaci¨®n de este reportaje. A diferencia de lo que es habitual en organizaciones religiosas cat¨®licas, no ha negado datos ni acceso a personajes relevantes. La instituci¨®n, que ha cultivado cuidadosamente la comunicaci¨®n en estos a?os, es consciente de las sospechas que levanta todav¨ªa entre una parte de la sociedad, especialmente agravadas por denuncias o cr¨ªticas de algunos numerarios y supernumerarios que lo abandonan: entre ellas, la que se acaba de presentar en el Vaticano por fraude normativo o la que un grupo de 43 numerarias auxiliares ¡ªsirvientas en tareas dom¨¦sticas de residencias de la Obra¡ª argentinas present¨® en 2022. No ayudan tampoco las acusaciones de pr¨¢cticas sectarias en las residencias, las de supuesto ¡°lavado de cerebro¡± a miembros para que, entre otras cosas, entreguen patrimonio familiar, incluyendo herencias (un responsable de comunicaci¨®n insiste en que siempre es todo voluntario). Tampoco su complicidad con el poder pol¨ªtico y econ¨®mico, especialmente durante el franquismo. ¡°Nos han hecho ministros¡±, fue la famosa frase atribuida a Escriv¨¢ cuando conoci¨® que varios de sus miembros hab¨ªan sido elegidos en los a?os sesenta por el dictador Francisco Franco para sus gobiernos. La encrucijada actual, a cinco a?os de la gran conmemoraci¨®n del centenario, tiene un car¨¢cter radicalmente distinto a todo lo dem¨¢s y obligar¨¢ a la direcci¨®n del Obra a trabajar duro en los pr¨®ximos meses.
El Opus Dei, cuya naturaleza es demasiado compleja para analizarla desde el fanatismo o los prejuicios, tuvo otros sobresaltos en las ¨²ltimas d¨¦cadas que lo forzaron a una mayor apertura y transparencia. La beatificaci¨®n de Escriv¨¢ en 1992 fue un desastre desde el punto de vista medi¨¢tico, recordaba a mediados de mayo en una cafeter¨ªa romana Juan Manuel Mora, entonces encargado de la comunicaci¨®n de la Obra y hoy vicerrector de la Universidad de la Santa Cruz (del Opus) en Roma. ¡°Se arm¨® un buen l¨ªo: protestas, cr¨ªticas¡ La gente dec¨ªa: ¡®?C¨®mo es posible que estos t¨ªos, una organizaci¨®n tan facha, vayan a canonizarle?¡¯. Era un momento de transici¨®n en el mundo: ca¨ªda de los pa¨ªses comunistas, cambios en la Iglesia, Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n. Hab¨ªa mucho en juego. Y no hab¨ªamos preparado suficientemente el momento. Si llegaba la canonizaci¨®n, nos dijimos, deb¨ªa ser m¨¢s tranquila¡±.
El momento lleg¨®, claro. Y fue m¨¢s parecido a lo que cabr¨ªa esperar del Opus Dei. El nuevo problema, sin embargo, apareci¨® en las librer¨ªas. Dan Brown acababa de lanzar El c¨®digo Da Vinci, un superventas mundial que despachar¨ªa 40 millones de copias y en el que la Obra contribu¨ªa a la mayor conjura de la historia de la Iglesia cat¨®lica. El Opus quer¨ªa en esas fechas relanzar su imagen, especialmente en EE UU, donde hab¨ªa adquirido un edificio de 14 pisos para su sede en Nueva York. Pero el libro ya causaba estragos. El villano de El c¨®digo era el obispo Manuel Aringarosa, presidente-general del Opus Dei. En la ficci¨®n, aquel tipo ten¨ªa un sicario, un monje albino llamado Silas, numerario de la Obra, que comet¨ªa asesinatos por orden del obispo. La historia tuvo tanto impacto, recuerda Mora, que cuando viajaba en avi¨®n ¡°algunos pasajeros se cambiaban de asiento si ten¨ªan a alguien del Opus Dei sentado al lado¡±.
El problema, aquella vez, ten¨ªa un car¨¢cter m¨¢s vaporoso que ahora, cuando la Obra se enfrenta a denuncias por tratar a mujeres como sirvientas, que ponen en cuesti¨®n la figura de las numerarias auxiliares, o debe digerir una decisi¨®n papal que afecta directamente a su naturaleza jur¨ªdica. Entonces hab¨ªa que combatir una historia de ficci¨®n. ¡°Nos hizo mucho da?o. El libro nac¨ªa de algunos estereotipos. Dan Brown no se lo invent¨®, claro. Consult¨® fuentes. Y mucho de ese material se hab¨ªa publicado en 1992, durante la beatificaci¨®n de Escriv¨¢ de Balaguer. Hab¨ªa muchos bulos. Pero resultaba veros¨ªmil. No la parte del monje albino asesino, claro, pero s¨ª sobre los estereotipos que hab¨ªa sobre el Opus y sobre la Iglesia. Y para nuestra desgracia, tuvo un ¨¦xito tremendo. Pero como solemos decir, si nos daban limones, har¨ªamos limonada¡±.
La limonada despert¨® la curiosidad de muchos cat¨®licos, que se acercaron y terminaron haci¨¦ndose miembros. Random House, que hab¨ªa publicado El c¨®digo Da Vinci, quiso redimirse y aprovechar el tir¨®n con Opus Dei: Una visi¨®n objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza m¨¢s pol¨¦mica de la Iglesia cat¨®lica, obra del ya citado John Allen. Y todo aquello empuj¨® a la segunda gran evoluci¨®n despu¨¦s de los privilegios otorgados por Juan Pablo II. La propia composici¨®n humana de la Obra cambi¨® sustancialmente: sus entonces 85.000 miembros ya no eran mayoritariamente espa?oles, ni mayoritariamente hombres, ni mayoritariamente numerarios. Desde entonces, sin embargo, los n¨²meros muestran un cierto estancamiento. Seg¨²n algunas fuentes, tambi¨¦n un descenso.
Allen, que surfe¨® aquella pol¨¦mica ola, cree que el momento es distinto, pero ¡°crucial¡±. ¡°Durante los a?os de Juan Pablo II, la organizaci¨®n era una excepci¨®n: como un hijo muy amado del Papa¡±, recuerda sobre una ¨¦poca en la que hasta el portavoz del Vaticano, Joaqu¨ªn Navarro Valls, era de la Obra. ¡°Con Francisco dej¨® de ser ese hijo predilecto y se ha convertido en otro pedazo del mosaico de la Iglesia. Y lo importante es que las controversias se reducir¨¢n. Con Juan Pablo II hab¨ªa ese temor de fondo de que el Opus Dei tomase el control de la Iglesia. Siempre fueron vistos como una fuerza creciente, un grupo de soldados, dentro de la Iglesia. Pero ahora que no ser¨¢n m¨¢s que otro mueble dentro del sal¨®n del catolicismo, ser¨¢ algo positivo para ellos porque reducir¨¢ la suspicacia. En cierto sentido es una normalizaci¨®n¡±, apunta. Una teor¨ªa que la organizaci¨®n interioriza estos d¨ªas buscando el lado positivo de la situaci¨®n cuando arrecia el oleaje.
El prelado ha pedido ¡°obediencia¡± y ¡°unidad¡± en todas sus comunicaciones. Pero la discusi¨®n jur¨ªdica no ha calado tanto entre los miembros. El 26 de junio, la v¨ªspera de la entrevista con El Pa¨ªs Semanal, Oc¨¢riz oficia una misa funeral por la muerte de Escriv¨¢ de Balaguer hace 48 a?os. En la iglesia de San Eugenio, en la falda de los montes de Parioli, erigida en honor del papa P¨ªo XII y confiada a la Obra por Juan Pablo II, como otras propiedades del Vaticano, se re¨²nen unos 1.300 fieles. El templo, en cuyos anexos viven algunos numerarios de la Obra, impone con su tama?o y obras de arte contempor¨¢neo. Dos vidrieras custodian el altar. Una dedicada a san Miguel, y la otra, al propio fundador de la Obra. Su rostro se reproduce en un gran busto en un peque?o oratorio lateral. La plana mayor de la Obra en Roma se encuentra en los primeros bancos. Tambi¨¦n embajadores, alg¨²n militar y profesionales reconocidos. La coreograf¨ªa de la ceremonia, que dura poco m¨¢s de una hora, transcurre en una fabulosa armon¨ªa. Tambi¨¦n los coros y la eucarist¨ªa, en la que el propio prelado entrega la comuni¨®n a fieles arrodillados. La cl¨¢sica imagen de las familias numerosas, bien arregladas y de aire conservador, podr¨ªa coincidir con el clich¨¦. Cada conversaci¨®n, sin embargo, es distinta. ¡°Haremos lo que toque hacer. No es ning¨²n problema¡±, se?ala Mar¨ªa, una de las asistentes a la misa interrogada por la cuesti¨®n. La mayor¨ªa de los sacerdotes porta una casulla con el s¨ªmbolo de la organizaci¨®n, dise?ado por Escriv¨¢, en el pecho: el mundo con una cruz dentro. ¡°La cruz deb¨ªa estar en el lugar donde viv¨ªa la gente, no arriba o imponi¨¦ndose¡±, explica un miembro de la Obra en la Iglesia. Representa, en suma, la idea clave de su visi¨®n, la santificaci¨®n del trabajo a la que el propio Oc¨¢riz alude en su homil¨ªa.
La imagen de la Obra, tambi¨¦n dentro de algunos sectores de la Iglesia y del Vaticano, no siempre coincide. Al d¨ªa siguiente de la misa, el prelado, antes de partir de viaje a Filipinas, desgrana su impresi¨®n de esa percepci¨®n externa. ¡°La mayor¨ªa de la gente que nos conoce nos tiene aprecio. Especialmente cuando sabe de las labores que se hacen: sociales, de educaci¨®n¡ Cuando entran en contacto con personas individualmente, porque ellos son las realidades. Incluso cuando piensan de otro modo. Luego hay otros ambientes en los que puede haber m¨¢s cr¨ªtica, por un prejuicio: por una concepci¨®n que se tiene de la historia de la Iglesia y de su papel en el mundo que puede desembocar en una valoraci¨®n no positiva. Es comprensible que haya aspectos que no encajen en el modo de pensar de algunas personas. Pero es el pluralismo. Lo ¨²nico importante es respetarnos: siempre podemos colaborar¡±.
El respeto puede verse de distintas maneras. Especialmente cuando no es rec¨ªproco, opinan algunos exmiembros. La entrada en la organizaci¨®n, relatan los interrogados ¡ªalgunos pidieron no aparecer¡ª, siempre es igual. Hay que escribir una carta al prelado pidiendo la admisi¨®n. Al cabo de seis meses suele ser concedida y, en un a?o, se produce la oblaci¨®n, que implica la incorporaci¨®n jur¨ªdica provisional por un a?o. Tras renovarla durante cinco a?os se llega a ¡°la fidelidad¡±, hasta la incorporaci¨®n jur¨ªdica permanente. Un esquema parecido a los votos temporales y los votos perpetuos de las ¨®rdenes religiosas. ¡°La salida que eligen algunos, sin embargo, siempre es m¨¢s compleja y traum¨¢tica. Y muchas veces necesitan ayuda psicol¨®gica¡±, se?ala Antonio Moya, un exnumerario que pas¨® 42 a?os en la organizaci¨®n (desde los 18 a?os) y que hoy lidera el mayor frente cr¨ªtico con la Obra. ¡°?Por qu¨¦? Porque tratan mal a sus miembros. As¨ª de sencillo. El Opus Dei lleva mintiendo desde siempre, empezando por sus miembros. El motivo fundamental de nuestra denuncia, justamente, es el fraude normativo e institucional a la Santa Sede y a sus propios miembros. Tarde o temprano, un miembro del Opus Dei, si piensa por s¨ª mismo, acaba d¨¢ndose cuenta de esa mentira. Es imposible corregirlo desde dentro porque su estructura es piramidal e intransigente. Obedeces o te vas. Y por eso la gente termina y¨¦ndose cabreada o desquiciada psicol¨®gicamente¡±.
El encuentro de El Pa¨ªs Semanal en Roma con Oc¨¢riz, de hecho, se produce pocos d¨ªas antes de la denuncia presentada en la Santa Sede por un grupo de exmiembros liderados por el propio Moya y cuyo fundamento rechaza un portavoz a este periodista. Desde hace un a?o, justo despu¨¦s del primer motu proprio, Moya emite semanalmente un programa en YouTube titulado Coloquios en libertad sobre el Opus Dei. Hay ya unas 40 conversaciones almacenadas. ¡°Comenz¨® como una peque?a charla retransmitida, y ahora tiene unas 5.000 visitas. Muchos de los espectadores son tambi¨¦n miembros del Opus Dei. Desde el coloquio 28, incluso empez¨® a asistir una numeraria argentina¡±. Las charlas, de alg¨²n modo, son tambi¨¦n una prolongaci¨®n del portal Opuslibros, una asociaci¨®n cultural fundada por Agustina L¨®pez de los Mozos, cuyo ep¨ªgrafe en la web reza: ¡°Gracias a Dios, ?nos fuimos! Opus Dei, un camino a ninguna parte¡±.
Oc¨¢riz, sin citar estos frentes, es consciente de esa visi¨®n: ¡°Los errores e incoherencias personales forman parte de la vida. Las cr¨ªticas ayudan a mejorar cuando tienen fundamento y vienen desde el conocimiento de la realidad. Me gustar¨ªa que se percibiera mejor la variedad de las personas del Opus Dei desde el punto de vista social y cultural. A veces se pone el foco en una persona de relevancia p¨²blica, y no en otras cien que tienen dificultades para llegar a fin de mes. En algunos casos se ha hecho del Opus Dei una lectura estereotipada, basada en clich¨¦s, que no ayudan a comprender una realidad m¨¢s amplia y plural. Tambi¨¦n desear¨ªa que se comprendiera a¨²n m¨¢s que las personas del Opus Dei son libres y responsables. Sus m¨¦ritos o errores en su actuaci¨®n profesional o en la vida civil, por ejemplo, se deben atribuir a ¨¦l o a ella, como sucede con cualquier otro cat¨®lico. Las opiniones o decisiones de un pol¨ªtico de izquierdas o de derechas son suyas y solo suyas, no atribuibles a la Iglesia o a una instituci¨®n; son realidades que se mueven en planos diversos. Hist¨®ricamente, este mecanismo de atribuir la actuaci¨®n personal a la pertenencia a un camino espiritual ha favorecido equ¨ªvocos que se prolongan hasta hoy¡±, concluye el prelado.
La decisi¨®n del Papa sobre los nuevos estatutos se espera para este inicio de curso. La realidad es que, como indica el t¨ªtulo del primer motu proprio (Ad charisma tuendum, para tutelar el carisma), la organizaci¨®n tendr¨¢ un nuevo tutor que, de momento, ser¨¢ un Papa jesuita. Muchos ven en este proceso una oportunidad para reconstruirse sobre la misma idea en la que se fund¨® todo. Otros, el comienzo del adelgazamiento inexorable de un viejo esfuerzo por ir siempre un paso m¨¢s all¨¢. La encrucijada actual, esa es la ¨²nica certeza, obligar¨¢ al Opus Dei a recorrer de nuevo un camino que parec¨ªa andado.
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