Peque?as enormes vidas
Llevo a?os guardando ejemplos de seres maravillosos que mueren por ayudar a los dem¨¢s. Los admiro, son mis santos laicos
Ya conocen la famosa frase del fil¨®sofo alem¨¢n de ascendencia jud¨ªa Theodor Adorno: ¡°Despu¨¦s de Auschwitz, escribir poes¨ªa es un acto de barbarie¡±. Yo no estoy de acuerdo; es m¨¢s, creo que sucede lo contrario: que el arte y la b¨²squeda de la belleza son nuestras mejores armas contra el Mal. Pero entiendo muy bien que, horrorizado por el reciente apocalipsis nazi, Adorno dijera algo as¨ª. Como tambi¨¦n comprendo que el joven y prometedor cineasta senegal¨¦s Doudou Diop, ante la interminable tragedia de la emigraci¨®n ilegal de su pa¨ªs, se viera impelido, urgido, moralmente obligado a hacer que su primer largometraje tratara sobre un viaje en cayuco a las islas Canarias. C¨®mo hablar de otra cosa, si tu entorno chilla tanto. C¨®mo escribir poes¨ªa rodeado de dolor.
Doudou ya hab¨ªa hecho cortos y documentales sobre temas candentes: una mujer que vive en un vertedero, o la falta de alcantarillado de un barrio. El nuevo proyecto, dice Jos¨¦ Naranjo en un reportaje de EL PA?S, contar¨ªa el tercer intento de llegar a Canarias de un inmigrante llamado Tapha. Doudou empez¨® a rodar la pel¨ªcula cerca de su casa, en la ciudad de Saint Louis; meti¨® a 12 actores en una barca, pero el resultado no le convenci¨®. As¨ª que el 18 de julio, tras pagar unos 600 euros por cabeza al mercader del viaje, sin decir nada a nadie, Doudou y sus amigos Babacar y Tapha se subieron a un gran cayuco con el material necesario: disco duro, c¨¢maras, bater¨ªas, micr¨®fonos. Todo se perdi¨® en el mar.
Tenemos el testimonio de Babacar, que sobrevivi¨®. Se alimentaban de cusc¨²s con leche y az¨²car, pero al quinto d¨ªa se acab¨® la comida. El tiempo empeor¨®, se levantaron unas olas tremendas, se extraviaron, estaban empapados y helados. Diop sigui¨® rodando hasta el s¨¦ptimo d¨ªa, que empez¨® a vomitar. Al d¨ªa siguiente se desmay¨®, y poco despu¨¦s tambi¨¦n Babacar perdi¨® el sentido. Cuando lo recuper¨®, en un hospital marroqu¨ª, supo que la Marina de Marruecos hab¨ªa conseguido rescatar a 71 j¨®venes del cayuco, y que otros 14 hab¨ªan muerto. Doudou era uno de ellos. Ten¨ªa 30 a?os. He encontrado en internet un texto sobre ¨¦l en una p¨¢gina llamada FilmFreeway. No consta su fallecimiento. Lo que s¨ª aparece es la energ¨ªa de Diop, el orgullo por los proyectos ya terminados, las ganas de seguir haciendo pel¨ªculas, de comerse la vida y de cambiar el mundo.
Llevo a?os guardando ejemplos de seres maravillosos que mueren por ayudar a los dem¨¢s. Peque?as enormes vidas. Los admiro, les agradezco su coraje, son mis santos laicos, me iluminan las sombras. Revis¨¢ndolos ahora, advierto que muchos son profesionales de la salud. Como el heroico doctor Umar Khan, el ¨²nico vir¨®logo de Sierra Leona, que dirigi¨® en su pa¨ªs, en 2014, la desesperada lucha contra la epidemia de ¨¦bola, esa enfermedad aterradora y letal que mata con hemorragias atroces. Pues bien, sabiendo todo esto mejor que nadie, ese hombre permaneci¨® all¨ª cuidando de los enfermos hasta contagiarse. Ten¨ªa 39 a?os. O como el doctor Wasim Maaz, el ¨²ltimo pediatra que quedaba en la destrozada Alepo durante la guerra civil siria. Sus familiares huyeron a Turqu¨ªa, pero ¨¦l sigui¨® haciendo su trabajo hasta caer bajo un bombardeo, en 2016, con 36 a?os. ?O como los sanitarios que dieron su vida con estoica generosidad durante la covid! Seg¨²n la OMS, fueron al menos 115.000 entre enero de 2020 y mayo de 2021. Gracias, muchas gracias.
Doudou Diop tambi¨¦n falleci¨® por ayudar a otros y por querer denunciar un sufrimiento invisible. Honremos su memoria hablando de ello. De que, en los ocho primeros meses de este a?o, han llegado a Canarias en cayuco 11.439 emigrantes, 802 m¨¢s que el a?o pasado. Y de que, hasta finales de junio, han muerto en la traves¨ªa 778 personas, unas cinco al d¨ªa. Todo esto lo sabemos y adem¨¢s nos agobia y apena, pero debemos reconocer que no lo consideramos prioritario. Por eso lo borramos de la mente tan deprisa que no llegamos a buscar soluciones y a¨²n menos a exigirlas. Nos ayuda a olvidar nuestra perezosa memoria de ameba: un estudio hecho en 2019 por Schema, Axios y Google Trends descubri¨® que incluso las noticias m¨¢s impactantes poseen una vida media de siete d¨ªas. As¨ª que seguro que ma?ana ya no pensaremos en Doudou ni en el mar asesino. Pero esta noche, cuando apague la luz, por lo menos intentar¨¦ recordarme que han muerto otros cinco.
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