El debate territorial en Espa?a, un rompecabezas de nunca acabar
C¨®mo organizar los territorios es la clave para la supervivencia del Gobierno de coalici¨®n. Un asunto que marc¨® el nacimiento de la Constituci¨®n de 1978 y provoc¨® la crisis del ¡®proc¨¦s¡¯, cuyas r¨¦plicas a¨²n se hacen sentir. Pedro S¨¢nchez tiene en el debate territorial su gran reto.
La tentaci¨®n ser¨ªa empezar diciendo que en 2024 volver¨¢ el debate territorial, si no fuera porque nunca se ha ido: acompa?a la vida p¨²blica espa?ola desde hace m¨¢s de un siglo. Constituy¨® uno de los grandes escollos para sacar adelante la Constituci¨®n de 1978, tanto que el embri¨®n de lo que hoy es el PP se opuso al T¨ªtulo VIII que regula el Estado de las autonom¨ªas. Hace apenas seis a?os provoc¨® en Catalu?a una de las mayores crisis en 45 a?os de democracia, cuyas consecuencias siguen marcando la pol¨ªtica de hoy. C¨®mo organizar los territorios de Espa?a, esa vieja cuesti¨®n existencial, revive de forma imperiosa bajo un Gobierno cuya supervivencia depende del modo en que consiga afrontarla.
¡°Esta ser¨¢ la legislatura del debate territorial¡±, concedi¨® Pedro S¨¢nchez, apremiado por sus aliados nacionalistas, momentos antes de ser investido de nuevo presidente, el pasado noviembre. No hay deporte pol¨ªtico de riesgo que el l¨ªder socialista haya rehuido en su intr¨¦pida trayectoria. Pero ninguno tan osado como este: resolver un rompecabezas que nadie, ni los celebrados padres de la Constituci¨®n, ha conseguido jam¨¢s completar. S¨¢nchez se propone al menos encauzarlo, en una atm¨®sfera de extrema polarizaci¨®n pol¨ªtica, frente a unos nacionalistas que exigen ir m¨¢s lejos que nunca y una derecha instalada en un f¨¦rreo inmovilismo. ?La cuadratura del c¨ªrculo? ¡°Ciertamente, muy complicado¡±, reconoce el expresidente socialista de la Generalitat Jos¨¦ Montilla.
Y a pesar de todo hay quien echa mano del refr¨¢n ¡°la oportunidad la pintan calva¡±. ¡°En los grabados del Renacimiento¡±, explica el ensayista gallego Ant¨®n Baamonde, ¡°se pinta la oportunidad como una figura calva con una coleta por encima de la frente a la que se puede agarrar por ese manojo de pelo¡±. Baamonde cree posible aferrarse a esa coleta a pesar del choque tect¨®nico entre el ¡°nacionalismo espa?ol excluyente¡± y el ¡°irredentismo¡± catal¨¢n. ¡°De acuerdo, pocos preve¨ªan este escenario, pero de la necesidad puede nacer la oportunidad. Los resultados del 23-J parecen mostrar que hay m¨¢s ciudadanos que optan por una soluci¨®n integradora que por una autoritaria. Espa?a es plural y quien no lo acepta lo que hace es expresar enfado por la Espa?a real¡±.
Otro fil¨®sofo cercano al nacionalismo perif¨¦rico, en este caso el vasco Daniel Innerarity, tambi¨¦n ofrece una visi¨®n esperanzada: ¡°Es un momento interesante porque las fuerzas que han pactado con el PSOE comparten una agenda que podr¨ªamos llamar plurinacional y van a exigir que se avance en esa direcci¨®n. Ahora se necesita que todos entiendan las limitaciones del otro. El PSOE debe entender que no se puede consolidar su Gobierno si no es ambicioso y explora todas las posibilidades. Y los nacionalistas tienen que entender las limitaciones del PSOE¡±.
Esas posibilidades, seg¨²n Innerarity, se pueden explorar sin salirse de la Constituci¨®n, cuya reforma requerir¨ªa un acuerdo, hoy por hoy quim¨¦rico, entre los dos grandes partidos. Pero todo indica que el PP se opondr¨ªa tambi¨¦n a cualquier acuerdo de menor calado entre el PSOE y los nacionalistas. Esa pol¨ªtica de trincheras inamovibles es la que alimenta el pesimismo de otros, como el catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad del Pa¨ªs Vasco Alberto L¨®pez Basaguren, quien ve ¡°imposible¡± la reforma: ¡°Cualquier reforma del PSOE con partidos nacionalistas no tiene garantizada la estabilidad, es una v¨ªa de confrontaci¨®n pol¨ªtica e institucional y est¨¢ llamada a tener problemas futuros. Y m¨¢xime con un mapa auton¨®mico ampliamente dominado por el PP¡±.
Cuando se le pregunta a Teresa Freixes, catedr¨¢tica de la misma disciplina en la Universitat Aut¨°noma de Barcelona, si podr¨ªan salir grandes cosas del di¨¢logo entre el Gobierno y los nacionalistas, replica: ¡°Espero que no, ser¨ªa para echarse a temblar¡±. Freixes, muy cr¨ªtica con el independentismo, conviene en que ninguna soluci¨®n resultar¨¢ viable sin consenso entre PP y PSOE. ¡°El problema no es el independentismo, que se ha debilitado¡±, a?ade. ¡°El problema es cuando se le otorga una posici¨®n pol¨ªtica que no le corresponde por su fuerza real¡±.
La reforma del Estado auton¨®mico no es solo una bandera de los que reclaman m¨¢s poder para sus territorios o los que abogan, como Vox, por volver a un r¨¦gimen centralista. ¡°El sistema necesita, desde hace m¨¢s de 20 a?os, una reforma crecientemente urgente¡±, afirma L¨®pez Basaguren. ¡°Hay un enorme d¨¦ficit de regulaci¨®n constitucional, la inmensa mayor¨ªa de la regulaci¨®n relativa al sistema auton¨®mico ya no cumple ninguna funci¨®n. Eso afecta profundamente a la legitimaci¨®n social del sistema¡±. La Constituci¨®n estableci¨® un modelo muy abierto, falto de concreci¨®n, que pronto revel¨® la necesidad de una reforma para delimitar las competencias, concuerda Freixes. ¡°Pero ha habido p¨¢nico en los dos grandes partidos para abordarla. Y eso nos ha llevado a esta debacle¡±.
La ¡°debacle¡± vivi¨® su apoteosis con el drama de 2017 en Catalu?a. Ante la inacci¨®n de los partidos de Estado, la iniciativa del cambio de sistema la han llevado los nacionalistas. Y aquel octubre de hace seis a?os los catalanes amagaron con romper la baraja. Ese es ahora el gran desaf¨ªo que enfrenta el Gobierno, m¨¢s all¨¢ de la amnist¨ªa.
Los socialistas han ratificado su apuesta por el di¨¢logo con ERC y han emprendido otro camino paralelo y m¨¢s incierto con Junts, el partido de Carles Puigdemont. Su sue?o ser¨ªa retomar el esp¨ªritu del Estatut anulado en parte por el Tribunal Constitucional en 2010 para desactivar las urgencias independentistas. ¡°Pero ese esquema reformista, desde una ¨®ptica catalana, est¨¢ periclitado¡±, advierte Joan Ridao, director del Instituti d¡¯Estudis de l¡¯Autogovern de la Generalitat y exdiputado de ERC. Las dos cuestiones que se plantean ahora son m¨¢s rupturistas: un sistema de financiaci¨®n que aporte recursos adicionales a Catalu?a y un acuerdo para celebrar una consulta de autodeterminaci¨®n. Ridao ha recibido el encargo del president Pere Aragon¨¨s para, a partir de un informe realizado por un equipo de polit¨®logos, proponer una norma de ¡°claridad¡± como la que se elabor¨® en Canad¨¢ a fin de fijar las condiciones del refer¨¦ndum en Quebec. El Gobierno asegura que jam¨¢s permitir¨¢ una consulta as¨ª, contraria a la doctrina del Tribunal Constitucional (TC). Ridao no desiste y argumenta: ¡°Esa doctrina ha ido endureci¨¦ndose en los ¨²ltimos a?os, a ra¨ªz del proc¨¦s. Pero hasta 2014 no era exactamente as¨ª¡±.
En el acuerdo firmado con el PSOE, Junts tambi¨¦n aboga por un refer¨¦ndum al amparo del art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n. ¡°Eso es hacerse trampas al solitario¡±, descarta el expresident Montilla. ¡°Un refer¨¦ndum solo en Catalu?a no cabe en el marco legal, el TC lo bloquear¨ªa. Y aunque no fuera as¨ª, yo me opondr¨ªa, ser¨ªa tremendamente divisivo¡±. Montilla opina que los problemas del Estado auton¨®mico ¡°no tienen tanto que ver con el nivel competencial, que es muy elevado, m¨¢s incluso que en Estados federales¡±, sino con la falta de recursos financieros suficientes para las comunidades. ¡°Y sin recursos¡±, remacha, ¡°es muy dif¨ªcil tener autonom¨ªa pol¨ªtica¡±. Justamente ah¨ª reside una de las partes m¨¢s enrevesadas del rompecabezas de S¨¢nchez. El sistema de financiaci¨®n auton¨®mica no se toca desde hace 14 a?os por la inmensa dificultad para conciliar las demandas de todos. El Gobierno se propone ahora actualizarlo lidiando al tiempo con los nacionalistas y con 11 comunidades en manos del PP, dispuestas a ejercer la zancadilla a la m¨ªnima.
Aun sin los apremios del independentismo catal¨¢n, los nacionalistas vascos tambi¨¦n quieren pisar el acelerador esta legislatura. Antes del verano celebrar¨¢n elecciones auton¨®micas con una fuerte competencia entre PNV y EH Bildu por el voto abertzale. El partido que ha gobernado Euskadi casi ininterrumpidamente desde hace cuatro d¨¦cadas esgrime la demanda de la ¡°excepci¨®n foral¡±, que implicar¨ªa conceder al Pa¨ªs Vasco el derecho a negociar cualquier ley estatal susceptible de afectar a sus competencias, un privilegio que, a juicio de L¨®pez Basaguren, comportar¨ªa ¡°efectos nocivos y distorsionadores sobre el conjunto del sistema¡±.
La aspiraci¨®n gen¨¦rica del PNV se sit¨²a en lograr el ¡°reconocimiento nacional de Euskadi¡±. Y aqu¨ª topamos de nuevo con el TC, que en 2010 dictamin¨® que ¡°la Constituci¨®n no conoce m¨¢s naci¨®n que la espa?ola¡± y proscribi¨® el uso de ese t¨¦rmino en el Estatut catal¨¢n. Aun as¨ª, cuenta con defensores. Y no solo nacionalistas. ¡°Yo siempre me identifiqu¨¦ con la idea de Espa?a como ¡®naci¨®n de naciones¡±, comenta Montilla. ¡°El car¨¢cter de naci¨®n no implica un Estado independiente. A mucha gente le molesta que se diga que Catalu?a es una naci¨®n y, sin embargo, nadie se escandaliza de que Navarra se defina como reino¡±. L¨®pez Basaguren se?ala la coincidencia entre los nacionalismos espa?ol y vasco o catal¨¢n cuando vinculan necesariamente la idea de naci¨®n a ¡°titularidad de soberan¨ªa¡±. ¡°En Europa eso se rechaza desde hace mucho tiempo¡±, explica. ¡°Y se acepta con naturalidad que sean compatibles el sentimiento de pertenencia nacional a una ¡®naci¨®n¡¯ minoritaria y a una naci¨®n c¨ªvica vinculada al Estado¡±.
Disquisiciones nominales, debates jur¨ªdicos, sentimientos profundos, intereses pol¨ªticos de corto plazo¡ Todo eso se agita en la coctelera que llamamos debate territorial. Y a todo eso se enfrenta S¨¢nchez entre un cierto escepticismo general. ¡°Hay que tener ilusi¨®n¡±, se consuela su compa?ero Montilla, aunque de inmediato matiza: ¡°Sin ser iluso, eso s¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.