Rudy Kurniawan, el gran falsificador de vinos, ha vuelto
Fue condenado a 10 a?os de prisi¨®n y liberado en 2021. Este a?o ha vuelto a ponerse manos a la obra, pero esta vez con la bendici¨®n de sus clientes. Sus falsificaciones se han convertido en objetos de culto
A principios de noviembre, Maureen Downey, una experta en fraudes vin¨ªcolas, alertaba en su blog de la participaci¨®n de un famoso criminal en una exclusiva cena celebrada en julio en Singapur. Los siete invitados contrataron a Kurniawan para que creara versiones falsas de un Roman¨¦e-Conti de 1990 y de un P¨¦trus del mismo a?o. El juego consist¨ªa en comparar falsificados con originales. La mayor¨ªa, desvel¨® Downey, prefirieron las falsificaciones. ¡°Aqu¨ª estamos de nuevo para experimentar la magia y el conocimiento de Rudy¡±, dec¨ªa la nota de uno de los asistentes. ¡°El se?or Kurniawan es un genio del vino¡±.
Han pasado m¨¢s de veinte a?os desde el d¨ªa en que Rudy Kurniawan, indonesio, entr¨® en Estados Unidos con un visado de estudiante, y puso un pie en la tienda Woodland Hills Wine Company. Ten¨ªa 24 a?os. Le atendi¨® Kyle Smith, que se convertir¨ªa en su mentor y amigo. Quer¨ªa saberlo todo de los vinos franceses. Tomaba apuntes, memorizaba aromas. Pronto demostrar¨ªa tener un paladar superdotado. En las catas a ciegas a las que acud¨ªa, deslumbraba.
Seg¨²n se cuenta en el documental Sour Grapes (2016), Kurniawan empez¨® a aparecer en todas las subastas de California, gastando alrededor de un mill¨®n de d¨®lares al mes en botellas. ¡°Nadie se hab¨ªa gastado tanto dinero tan r¨¢pido¡±, describi¨® Downey, que actu¨® como consultora para el FBI durante la investigaci¨®n sobre el falsificador. En cada cena a la que le invitaban, se presentaba con botellas casi imposibles de encontrar. Se extendi¨® el rumor de que su familia era distribuidora de la cerveza Heineken en China, aunque despu¨¦s se descubrir¨ªa que su dinero proven¨ªa de los negocios criminales de dos de sus t¨ªos.
El siguiente paso fue ofrecer sus propios lotes. Lo hizo con ayuda de John Kapon, propietario de una peque?a boutique llamada Acker Merrall, que entre 2003 y 2006 subast¨® botellas de Kurniawan por 35 millones de d¨®lares. Eran vinos que no se hab¨ªan visto nunca en el mercado. El cat¨¢logo de las subastas promocionaba al propietario de aquellos caldos como uno de los coleccionistas m¨¢s confiables. Acker Merrall se convirti¨® en la mayor casa de subastas de vino en el mundo.
La ca¨ªda fue lenta. Primero un error en 2003, con un lote de Burdeos con etiquetas falsas. Despu¨¦s unas magnum de Ch?teau Le Pin de 1982 que fueron denunciadas por representantes de la bodega. Por ¨²ltimo, el CEO del Domaine Ponsot, fabricantes de vino de Borgo?a desde 1911, cogi¨® un avi¨®n hasta Los ?ngeles para conocer en persona al coleccionista que estaba falsificando su vino.
En 2012, el FBI irrumpi¨® en la casa de Rudy Kurniawan y hall¨® un laboratorio con cientos de vidrios vac¨ªos, miles de etiquetas y corchos esparcidos por toda la casa, e incluso botellas a remojo dentro de la pila, para poder despegar el adhesivo. Su modus operandi consist¨ªa en combinar distintas cosechas hasta conseguir una mezcla perfecta que se asemejara a esos vinos imposibles de encontrar que inclu¨ªa en sus lotes.
Fue condenado a diez a?os de prisi¨®n en Estados Unidos y liberado finalmente en 2021. Downey advierte que muchas de sus botellas a¨²n circulan en el mercado, valoradas en miles de d¨®lares. Su aparici¨®n en Singapur evidencia que, para algunos, las falsificaciones de Kurniawan se han convertido en objetos de culto. Un hecho que conecta con una cita de la pel¨ªcula F de Fraude, de Orson Welles: ¡°La verdadera calidad de una pintura no radica en si es buena o mala, sino en si constituye una buena o mala falsificaci¨®n¡±.
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