Vuelven las fiestas salvajes de Les Bains Douches, la disco-sala de ba?os m¨¢s famosa del mundo
En los ochenta, entrar a este club era tocar el cielo de Par¨ªs. Una bomba de energ¨ªa que mezclaba a famosos y an¨®nimos en un culto al buen gusto y el desfase. Tras hundirse, reabre como hotel con el mismo esp¨ªritu y un poco m¨¢s de lujo.
Habr¨¢ quien no lo recuerde, pero en los ochenta la beautiful people viajaba en el Concorde, un avi¨®n supers¨®nico que en tres horas y veinte minutos recorr¨ªa la distancia entre Nueva York y Par¨ªs. Sus habituales cog¨ªan un vuelo en el JFK para cenar en Par¨ªs, y luego desparramar en Les Bains Douches hasta las seis de la ma?ana. En el vuelo de regreso coincid¨ªan el 30% de los que hab¨ªan bailado en esa pista, y segu¨ªa la fiesta. Dos d¨ªas despu¨¦s se iban a Studio 54 y all¨ª estaban otra vez los mismos. Entrar en Les Bains Douches y en Studio 54 era tocar el cielo. Concorde mediante.
Entonces Jean-Pierre Marois, fundador del actual Les Bains, ten¨ªa 15 a?os. En los setenta su padre, Maurice Marois, profesor de la Escuela de Medicina de Par¨ªs, compr¨® un edificio haussmanniano en el coraz¨®n del tercer distrito. Lo hab¨ªa adquirido como inversi¨®n sin tener muy claro qu¨¦ hacer con ¨¦l. El inmueble ten¨ªa una distribuci¨®n extra?a, un s¨®tano con una piscina, un hammam, muchas habitaciones, demasiados pasillos¡ y vibraba de energ¨ªa. En el siglo XIX hab¨ªa sido la c¨¦lebre casa de ba?os Les Bains Guerbois y all¨ª hab¨ªan acabado tomando las aguas el grupo de Batignolles: C¨¦zanne, Renoir, Zola, Degas y Monet. Tambi¨¦n sol¨ªa dejarse ver Marcel Proust. Era un sitio frecuentado por gente creativa, desprejuiciada y libre. Como era el ¨²nico edificio de la calle con luz el¨¦ctrica, se le pod¨ªa divisar en la distancia. Hoy, dos farolas permanecen siempre encendidas junto a las cari¨¢tides de bronce de la entrada para recordar aquella luz fr¨¢gil e insinuante de finales del XIX.
Jean-Pierre a¨²n no se explica c¨®mo dos chicos de veintitantos a?os, Jacques Renault y Fabrice Coat, convencieron al cl¨¢sico profesor de Histolog¨ªa de que les alquilara el local para montar un negocio de la noche, en lugar de aceptar otra oferta de m¨¢s prestigio: Jacques Maisonrouge, entonces vicepresidente global de IBM, quer¨ªa convertir los ba?os en una tienda de ordenadores. Los chicos hicieron guardia para vender su proyecto al profesor, que no se sabe muy bien por qu¨¦ se sinti¨® m¨¢s seducido por un proyecto de club nocturno que por una tienda. Un club nocturno que el catedr¨¢tico nunca pis¨®, pero su hijo s¨ª. Con frecuencia, pasi¨®n y orgullo. En definitiva, su padre era en cierta forma el art¨ªfice de aquella maravilla. Jacques y Fabrice llamaron a un tercer amigo, Pierre Benaim, que a su vez trajo a un joven Philippe Starck que acept¨® el desaf¨ªo de convertir los ba?os en un local de finales del siglo XX. Puso neones, coloc¨® un monitor para refractar sus im¨¢genes en espejos e instal¨® una jaula que recorr¨ªa las paredes: dentro deambulaba una rata que, seg¨²n Vanity Fair, perec¨ªa a los pocos d¨ªas por una sobredosis de coca¨ªna.
Les Bains Douches abri¨® el 21 de diciembre de 1978. Muy pronto el s¨®tano se revel¨® el alma de la fiesta, all¨ª Starck hab¨ªa preservado la piscina y en su fondo hab¨ªa dispuesto un tablero de ajedrez cuyas piezas eran movidas por un hombre rana, siguiendo las alocadas ¨®rdenes de los jugadores. Adem¨¢s, abri¨® un agujero en la pared de azulejos para consumir pornograf¨ªa. Bandas legendarias del punk y la new wave como Joy Division y Dead Kennedys empezaron a aparecer por aquel s¨®tano de Le Marais. ¡°Aquellos chicos estaban muy bien relacionados con la escena musical del momento. Las mejores bandas recalaron en Les Bains Douches: Simple Minds, Depeche Mode y R.E.M. tocaban aqu¨ª abajo frente a 300 personas y a?os despu¨¦s llenaban estadios¡±, cuenta Jean-Pierre, que cree firmemente que este edificio ha sido un im¨¢n para talentos que luego har¨ªan una gran carrera. David Guetta fue DJ residente.
Jean-Pierre recuerda escaparse de casa con 15 a?os para entrar a Les Bains Douches. ¡°Tardaba 20 minutos, cuando llegaba, la cola daba la vuelta a la calle. En la puerta, uno de los personajes m¨¢s temidos de la noche parisiense, Marie-Line, rubia y poderosa portera del club, gestionaba la lista. La orden era rico o pobre, joven o viejo, famoso o desconocido, pero nunca ordinario¡±. Su juicio era inapelable. La frase m¨¢s temida de Par¨ªs era: ¡°Lo siento, esta noche no ser¨¢ posible¡±. ¡°Seleccionaba a la clientela como un pintor su paleta de colores¡±, recuerda Jean-Pierre. Marie-Line pod¨ªa rechazar a la chica m¨¢s guapa por llevar los pendientes inadecuados. Entre los rechazados: Catherine Deneuve y ?Keith Richards.
¡°Les Bains Douches me abri¨® los ojos, yo ven¨ªa de un ambiente muy cl¨¢sico y de repente me cort¨¦ el pelo a lo rockabilly y cambi¨¦ toda mi ropa. Recuerdo entrar, mirar a la derecha y ver a Mick Jagger con Jerry Hall, mirar a la izquierda y encontrarme con Iman y David Bowie. Ver en una mesa a John Galliano y Thierry Mugler y en la otra a Robert De Niro y a Roman Polanski¡±, dice Marois.
Las luces se apagaban, la pista se elevaba y todo era posible: un chico del extrarradio pod¨ªa pasarse toda la noche bailando con una actriz famosa, una superestrella pod¨ªa improvisar un concierto ¡ªpas¨® en 1979 con Joy Division y en 1992 con Prince¡ª.
No exist¨ªan los m¨®viles y solo entraban fot¨®grafos muy escogidos. La mitolog¨ªa del lugar era m¨¢s oral que gr¨¢fica. Hay quien jura haber visto a John Galliano subido a una mesa dando fe de que no llevaba nada debajo de su kilt, todo esto antes de tirar un cubo de hielo a la cabeza de Michael Hutchence, cantante de INXS.
¡°En Les Bains Douches se ten¨ªa la sensaci¨®n de entrar a una gran fiesta privada, a una reuni¨®n familiar con aut¨¦nticas estrellas que se sent¨ªan en un lugar seguro y tarde o temprano se desataban¡±, recuerda Jean-Pierre, que entre cenas y conciertos privados vio cumplir all¨ª hasta sus fantas¨ªas m¨¢s extravagantes.
Cuando en 2010 el edificio fue cerrado por riesgo de derrumbe, el cineasta, que hab¨ªa hecho carrera en Los ?ngeles, no tuvo coraz¨®n para dar el lugar por amortizado. ¡°Me recuerdo caminando por el s¨®tano y las habitaciones y sentir un silencio muy pesado. Por primera vez en 140 a?os este edificio estaba vac¨ªo¡±.
Despu¨¦s de una larga y complicada reforma y tras deso¨ªr la retah¨ªla esnob de sus amigos de Par¨ªs ¡ª¡±este local est¨¢ muerto, esa ¨¦poca ya pas¨®, vas a gastar tiempo y dinero¡±¡ª, Jean-Pierre anunci¨® en 2015 la vuelta de Les Bains como un hotel de cinco estrellas. En el nuevo Les Bains ya no habr¨ªa que dormir en los sof¨¢s, pues 39 suites de lujo estar¨ªan disponibles para pasar la resaca de los conciertos en vivo que se seguir¨ªan celebrando cada semana. Adem¨¢s, se instalar¨ªa un moderno spa en el que fuera el s¨®tano m¨¢s m¨ªtico de Par¨ªs.
Marois llam¨® a los mejores para el tercer renacimiento de Les Bains: Vincent Bastie para reformar el edificio y Tristan Auer para un interiorismo que preserva la huella del joven Philippe Starck y armoniza con gracia los estilos de varios siglos, desde un lavabo del XIX hasta una ducha dist¨®pica del XXI. Les Bains Guerbois, la boutique a la que se llega cruzando la calle, reproduce la magia de aquellas noches en perfumes redondos firmados por las mejores narices del mundo: 1992 Purple Night huele al concierto secreto de Prince; 1900 L¡¯Heure de Proust imagina las emanaciones de un ba?o de vapor del escritor antes de tomar el t¨¦; y 1986 ?clectique celebra el casting que hac¨ªa Marie-Line para escoger a los que entrar¨ªan por una noche en la tribu m¨¢s deseada de Par¨ªs.
En la primavera de 2024 Jean-Pierre hace balance de su osad¨ªa. Es posible que el desparrame en Les Bains ya no sea el mismo, pero siguen pasando cosas extraordinarias. En 2016 los Eagles of Death Metal volvieron a Par¨ªs a terminar el concierto interrumpido en la sala Bataclan por el ataque terrorista el a?o anterior. Al salir del Olympia fueron a Les Bains, Jean-Pierre les abri¨® el club, conectaron el tel¨¦fono al sistema de sonido y unas 25 personas, entre supervivientes y familiares, se quedaron all¨ª hasta el amanecer. Nunca se supo. Rick Owens se qued¨® a vivir tres meses en el nuevo Les Bains, Nicolas Ghesqui¨¨re, nueve. Bobby Brown lleg¨® de paso y se qued¨® tres semanas. Jacquemus celebr¨® el a?o pasado su fiesta de cumplea?os. Por lo que sea apenas se han visto fotos de todo esto.
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