Girona, capital ciclista de Europa
Girona se ha convertido, con el paso de los a?os, en toda una capital del cicloturismo de alta gama. El impacto econ¨®mico en la ciudad es evidente, con toda una industria hostelera erigida en torno a las dos ruedas¡ y la consiguiente gentrificaci¨®n. Los visitantes extranjeros protagonizan un fen¨®meno cuyo origen radica en la fascinaci¨®n de ases del ciclismo profesional por las tierras gerundenses.
La ciudad est¨¢ dormida. Las campanas de la catedral de Santa Mar¨ªa de Girona acaban de repicar las nueve de la ma?ana pero las calles tardar¨¢n a¨²n unas horas en llenarse. De pronto, el silencio del barrio Vell se quiebra con un clic clic clic infinito. Es tenue pero, sobre los adoquines medievales de una ciudad dormida, el ruido que producen la u?eta y el trinquete del pi?¨®n de una bicicleta suena como una carraca en manos de un ni?o en Semana Santa. La Canyon color crema es la primera bicicleta de la ma?ana. En los siguientes minutos pasar¨¢ una Trek roja, varias Specialized y alguna Focus. Sobre todas ellas, unas figuras andr¨®ginas y estilizadas, con los m¨²sculos definidos como los maniqu¨ªs de una tienda de deporte. Concentrados. Mirada al frente. A esta hora de la ma?ana, ir a la moda en Girona es llevar una camiseta fina y apretada, un culote acolchado, gafas de sol polarizadas, casco aerodin¨¢mico y unas zapatillas con ajuste de calas que se enganchan a los pedales convirtiendo la bicicleta en una extensi¨®n mejorada del cuerpo humano. M¨¢s r¨¢pida, m¨¢s potente, m¨¢s gr¨¢cil. M¨¢s acorde para moverse por la capital del ciclismo europeo.
Aunque todo comenz¨® con Johnny Weltz, todo explot¨® con Lance Armstrong. El primero lleg¨® a Girona en 1986 y fue el encargado de defender la provincia dentro de la comunidad ciclista profesional. Pero en 2001, Armstrong, convencido por Weltz, se instal¨® en la ciudad arrastrando detr¨¢s a todo su equipo. As¨ª llegaron Hamilton, Van de Velde, Landis y todo el US Postal, el primer equipo ciclista profesional internacional en convertir Girona en su sede. La ubicaci¨®n estrat¨¦gica para los entrenamientos con vistas al Tour y el buen clima fueron los atractivos principales de la ciudad para los profesionales. El emprendimiento de exciclistas y las promociones de marcas hicieron el resto.
¡°Siempre ha habido un colectivo ciclista en Girona, pero a partir de 2018 hubo un boom y empez¨® a crecer much¨ªsimo gracias a la apertura de tiendas, cafeter¨ªas y turoperadores¡±, indica Eugeni Torres, director del hotel Ultonia. Seg¨²n Torres, de las 800 camas que tiene el establecimiento, el 15% las ocupan ciclistas que vienen, normalmente, a trav¨¦s de una de las agencias de la ciudad que ofrecen tours con gu¨ªas, rutas, alojamiento y comidas.
En 2008, el ciclista profesional Christian Meier y su esposa, Amber, canadienses, llegaron a Girona persiguiendo el sue?o de Christian, que entonces compet¨ªa en el equipo Orica, que hab¨ªa establecido su base en la ciudad. Siete a?os despu¨¦s, tras el retiro de Meier del mundo profesional, los dos fundaron La F¨¢brica, la primera cafeter¨ªa en servir caf¨¦ de especialidad en la ciudad y uno de los primeros locales bike friendly de Girona. Un a?o despu¨¦s, en 2016, el ingeniero mec¨¢nico Lee Comerford y la ciclista profesional Louise Laker abr¨ªan su local Eat, Sleep, Cycle, dedicado a vender bicicletas profesionales y a organizar tours por la provincia enfocados a los ciclistas amateurs que quer¨ªan rodar por los mismos sitios por los que entrenaban sus ¨ªdolos. ¡°Empezamos con una tienda de siete bicicletas que compramos con una tarjeta de cr¨¦dito, un local peque?o y una primera ruta por la que cobramos 600 euros¡±, rememora Comerford. Ahora son due?os de una de las mayores agencias de turismo de la ciudad, con cuatro locales que se dividen en tienda de ropa, cafeter¨ªa, tienda de bicicletas y alquiler y taller, con la que facturan seis millones de euros al a?o. Girona estaba en el mapa.
El precio medio de una excursi¨®n de las que organizan es de unos 3.000 euros por cinco d¨ªas. ¡°Nuestros clientes principales son estadounidenses, y para un estadounidense gastar de 5.000 a 10.000 por una semana de vacaciones est¨¢ bien porque vienen dispuestos a vivir una experiencia ¨²nica y a pagar lo que sea. Sabemos que los tours son muy caros para un espa?ol, pero es que son para extranjeros y las salidas sociales que organizamos son nuestra oferta para la comunidad¡±, explica Comerford. A finales de marzo, Eat, Sleep, Cycle organiz¨® la primera salida gratuita de la temporada, a la que se apuntaron m¨¢s de 50 personas. La oferta consist¨ªa en dos rutas, una de gravel y otra de carretera, de m¨¢s de 70 kil¨®metros cada una.
De entre todos los asistentes ese d¨ªa, solo hab¨ªa tres ciclistas locales. El resto eran turistas que hab¨ªan venido por su cuenta a rodar en bicicleta, como el grupo formado por Marye Plantinga, Huub Segers y Arno van Mullem, belgas y holandeses de entre 44 y 60 a?os que aprovechaban unas vacaciones en Girona para las que hab¨ªan alquilado una casa y se hab¨ªan tra¨ªdo sus propias bicicletas en furgoneta. Eso s¨ª, su diagn¨®stico es implacable: Girona morir¨¢ de ¨¦xito. ¡°Hay muchas bicicletas. En las rutas como esta, donde salimos 50 o 70 personas, el pelot¨®n es demasiado grande y es insostenible porque saturamos la carretera¡±, asegur¨® Plantinga, administrativa en Amberes.
Aunque no hay datos oficiales, seg¨²n el doctor Llu¨ªs Mundet i Cerdan, de la Universitat de Girona, autor de un estudio sobre esta ciudad como destino de cicloturismo, unos 20.000 ciclistas extranjeros recalan cada a?o llamados por un clima bueno, buenas carreteras, terreno en el que puedes encontrar toda clase de dificultades, unos conductores respetuosos y un ecosistema de caf¨¦s, hoteles, tiendas de alquiler, talleres y fisioterapeutas que se ha desarrollado alrededor de la bicicleta. Y aunque todo comenz¨® como un lugar de entrenamiento para los profesionales, con los a?os los equipos ciclistas se han ido moviendo a Andorra y Girona ha quedado como lugar preferido de los amantes no profesionales de las bicis.
Mayoritariamente, el perfil corresponde a anglosajones (con estadounidenses, canadienses y australianos a la cabeza). Tienen un nivel adquisitivo muy alto, ya que el presupuesto para una buena bicicleta suele empezar en los 4.000 euros, y el 75% de ellos son hombres, ¡°aunque cada vez vemos m¨¢s mujeres¡±, asegura Mundet i Cerdan. ¡°Se gastan 5.000 euros a la semana y quieren calidad y gu¨ªas que sean exciclistas profesionales. Suben una monta?a y al otro lado los est¨¢n esperando con la mesa puesta. El tema cultural los deja bastante fr¨ªos, as¨ª que quieren buenos restaurantes y vinos¡±, sostiene. Los que no van dentro de un tour sino que vienen con su bicicleta, por d¨ªa suelen gastar de 150 a 300 euros.
Desde CicloTurisme, una empresa especializada en rutas ciclistas desde 1996 y la m¨¢s antigua de Girona, su CEO, Eduard Kirchner, sostiene que el turismo ciclista beneficia a la ciudad. ¡°Rehabilita el casco antiguo, as¨ª que bienvenida la gentrificaci¨®n. Pero claro, yo soy empresario, no anticapitalista. Una cosa es evitar la injusticia, que eso lo tiene que hacer la Administraci¨®n, y otra es echarle la culpa de todo a los ciclistas¡±, sostiene. Josep Rubio, empresario y due?o de Hors Cat¨¦gorie, un restaurante y cafeter¨ªa especialmente dedicado a los ciclistas y sus bicicletas, va un poco m¨¢s all¨¢. ¡°Antes hab¨ªa yonquis y se quejaban. Ahora hay ciclistas que dejan dinero en la ciudad y se quejan. Siempre se quejan. El Ayuntamiento actual quiere comercio de proximidad. Pues el comercio de proximidad no da dinero¡±, sentencia.
Las quejas vienen por parte de los vecinos del barrio Vell de la ciudad. Siendo un espacio peatonal en el que est¨¢n prohibidos los coches, los vecinos se encuentran a diario a ciclistas que vienen en su furgoneta al apartamento que han alquilado e invaden las calles porque Google Maps no les indica que en esa zona no se puede conducir. ¡°Se est¨¢ despoblando el barrio por el Airbnb y la subida de los alquileres. No tenemos vecinos locales, no tenemos ni?os, y los que vienen a montar en bicicleta no se adaptan a la vida de barrio. Tienen sus cafeter¨ªas y sus tiendas y no forman parte del tejido vecinal. Es como si tuvieras constantemente okupas que invaden tu casa¡±, asegura una vecina que forma parte de la asociaci¨®n de vecinos del barrio Vell y que prefiere no revelar su nombre. ¡°Los alquileres han subido de precio, es verdad. Pero ?de qui¨¦n son los pisos? Son todos de propietarios gerundenses que saben que solo los extranjeros los podemos pagar. Son ellos mismos los que echan a los locales¡±, justifica Lee Comerford.
Esther, sentada ante un caf¨¦ con leche en uno de los nuevos establecimientos del centro hist¨®rico, cuenta que ahora el caf¨¦ cuesta 4 euros. Hace unos meses estaba a 3,50. ¡°Es caro, car¨ªsimo, yo lo pago, pero claro, no es un precio que puedan pagar los locales. ?Pero sabes por qu¨¦ voy a este sitio? Porque aqu¨ª puedo dejar mi bicicleta. Porque estos sitios de extranjeros est¨¢n todos adaptados para eso y los bares de toda la vida no nos dejan ni entrar con ella ni tienen lugares afuera para dejarla¡±. Esther es de Girona, de toda la vida, y monta en bicicleta, tambi¨¦n desde ni?a. Al igual que Anna Gibert, lleva a?os observando el boom ciclista que vive la ciudad. A Gibert, de 44 a?os y gerundense, se le ocurri¨® un d¨ªa que por qu¨¦ no aprovechar el ambiente ciclista y hacer salidas colectivas y locales a rodar. Hizo una convocatoria por WhatsApp a la que invit¨® a sus amigas. Vinieron siete, las primeras integrantes de lo que, tres a?os m¨¢s tarde, se ha convertido en el Girona Gravel Girls, un club ciclista solo de mujeres que ya tiene 215 miembros. ¡°Es una forma de empoderarnos, sin duda, pero tambi¨¦n de compartir, de hablar, de tomar un caf¨¦ antes de la salida y una cerveza despu¨¦s y hablar de nuestras cosas¡±, cuenta Gibert, mosso d¡¯esquadra en la unidad de atenci¨®n a la mujer. ¡°Probablemente mi profesi¨®n me ha influido en crear un grupo solo para mujeres¡±, reconoce y prosigue: ¡°En casi todas las salidas que se organizan, la mayor¨ªa de los integrantes son hombres y el ambiente es muy diferente. Siempre hay alguno que acelera de m¨¢s en un tramo en el que ni siquiera es necesario, solo para marcar territorio. Para demostrar que pueden¡±.
¡°Mi marido me puso los cuernos despu¨¦s de 22 a?os de matrimonio y dos hijas. Un d¨ªa, metida en Instagram, di con el grupo de las Gravel Girls. Sub¨ª mi bicicleta al coche y fui a rodar con ellas. El chute de energ¨ªa, independencia¡ Me sent¨ª superempoderada. Me di cuenta de que no necesitaba ni autoayuda ni psic¨®logos. Mi terapia es la bicicleta y estar con ellas, que son como mi familia¡±, cuenta M¨®nica, una de las integrantes que vive cerca de Barcelona, pero cada fin de semana se desplaza a Girona para montar. En el grupo, cuyas salidas son gratuitas ya que ninguna de ellas se dedica a este negocio, admiten a cualquier mujer con bicicleta gravel ¡ªuna modalidad de carretera con ruedas de monta?a m¨¢s finas¡ª que quiera rodar con ellas. El d¨ªa de la salida de un s¨¢bado a finales de marzo se respira buen ambiente y se hablan dos idiomas: el catal¨¢n de las locales y el ingl¨¦s de las turistas o expats que viven en Girona. Est¨¢n M¨®nica, Anna, Mar¨ªa o Esther, pero tambi¨¦n Claudia, una londinense que est¨¢ pasando sus vacaciones en Girona, o Julie, una gu¨ªa de Nueva York que hace rutas para turistas. Tambi¨¦n alguna participante ilustre, como Connie Carpenter, medalla de oro en ciclismo de pista en los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles. El d¨ªa en el que las Gravel Girls hacen su excursi¨®n a finales de marzo coincide con la salida social de Eat, Sleep, Cycle. Despu¨¦s de rodar cada uno por sus rutas, los dos grupos, locales y turistas, se re¨²nen en una terraza con m¨²sica, bebida y picoteo.
La ciudad se ha despertado. Los turistas pedestres llenan las calles del centro. Los ciclistas vuelven despu¨¦s de transitar los caminos que en su d¨ªa recorri¨® Armstrong o en los que ahora entrena el Education First o sigue rodando Robert Gesink. Es hora de comer. Las carreteras, rutas de gravilla o los puertos de monta?a pueden esperar hasta ma?ana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.