Lo que la adversidad ense?a
Aceptar el conflicto y renunciar a la necesidad constante de validaci¨®n son dos elementos clave para aprender a lidiar con la vida. Esto es lo que propone el doctor Phil Stutz, el terapeuta de las estrellas
Hace un par de a?os se estrenaba el documental Stutz, en el que el famoso psiquiatra afincado en Los ?ngeles conversaba con el actor Jonah Hill, su paciente y a la postre director del filme. A finales del a?o pasado, el terapeuta nacido en Nueva York public¨® el libro Lessons for Living (Lecciones para la vida), cuyo subt¨ªtulo reza: ¡°Lo que solo la adversidad puede ense?arte¡±.
Desde que Friedrich Nietzsche escribiera su c¨¦lebre ¡°Lo que no te mata, te hace m¨¢s fuerte¡± en su ensayo El crep¨²sculo de los ¨ªdolos, esta es una idea que se ha popularizado en el mundo del desarrollo personal a trav¨¦s de conceptos como la resiliencia.
Hay estudios sobre la correlaci¨®n entre el fracaso y el futuro ¨¦xito de una persona que sostienen que los inicios dif¨ªciles nos dotan de herramientas que no podr¨ªamos obtener de otra manera. Es una idea que tambi¨¦n sobrevuela estas lecciones para la vida del doctor Stutz, que tiene este punto de partida: ¡°Siempre habr¨¢ acontecimientos adversos. Su existencia no significa que falle algo en ti¡±.
Para que una dificultad sirva para algo es imprescindible abandonar el papel de ¡°pobre de m¨ª¡±. Mientras nos victimizamos, no puede haber ninguna lectura positiva o aprendizaje de lo que estamos viviendo. Es m¨¢s, desde esa actitud desempoderada, lo m¨¢s probable es que nos quedemos paralizados ante la adversidad. El primer paso para salir del estancamiento, seg¨²n Stutz, ser¨ªa aceptarla como parte normal de la vida. En sus propias palabras: ¡°Nos gusta creer que es posible evitar el conflicto (¡) Pero ?c¨®mo podemos mantener esa ilusi¨®n cuando vemos tanto conflicto a nuestro alrededor? (¡) En lo m¨¢s profundo de nuestro coraz¨®n creemos que estamos protegidos de todo esto¡±. Cuando esta expectativa se ve defraudada, surge la reacci¨®n victimista: ¡°?Por qu¨¦ a m¨ª?¡±, como si el resto del mundo no estuviera sufriendo de uno u otro modo.
Los lectores de cierta edad recordar¨¢n las desventuras de Calimero, un pollito negro con una c¨¢scara de huevo en la cabeza que siempre lamentaba su mala suerte. Este personaje televisivo de dibujos animados ha dado nombre a lo que en psicolog¨ªa se conoce como el s¨ªndrome de Calimero: cuando la persona hace de la queja una forma de vida, convencida de que todo lo malo le pasa a ella.
Seg¨²n Stutz, esta es una visi¨®n ingenua e infantil de la existencia, puesto que todo el mundo se enfrenta a problemas. En un relato cl¨¢sico del budismo se cuenta que una mujer acudi¨® a Buda con su hijo muerto para que lo reviviera. El iluminado le dijo que, para eso, ella deb¨ªa ir a la aldea y conseguir un grano de mostaza en una casa donde no hubiera muerto nadie. As¨ª fue como la madre descubri¨® que todos los hogares ten¨ªan sus p¨¦rdidas y que, por lo tanto, no estaba sola en su dolor. Aceptada esta realidad, fue capaz de enterrar a su reto?o.
Volviendo a nuestros desaf¨ªos cotidianos, la respuesta adulta, por lo tanto, no ser¨ªa ?por qu¨¦ a m¨ª?, sino ?c¨®mo lo resuelvo? y ?qu¨¦ me ense?a esta situaci¨®n para hacerlo mejor en el futuro? Desde esa perspectiva, lo del problema como oportunidad deja de ser un t¨®pico.
Los conflictos, sin embargo, no se limitan a los golpes del destino ¡ªun accidente, una enfermedad, una ruina econ¨®mica¡ª o a los ataques que recibimos de otras personas. Hay maneras m¨¢s sutiles de sufrir que no por ello son menos dolorosas.
Una de ellas, que ocupa un cap¨ªtulo del libro Lessons for Living, es nuestra necesidad de validaci¨®n. Desde ni?os, buscamos el amor y aprobaci¨®n de los mayores. Necesitamos esa seguridad para crecer hasta poder volar por nuestra cuenta. El problema viene cuando, siendo ya adultos, seguimos adictos a esa validaci¨®n. Algo que, adem¨¢s, jam¨¢s obtendremos de todo el mundo.
Veamos una situaci¨®n t¨ªpica. Una persona que acaba de ser contratada en un departamento quiere llevarse bien con todo el equipo, pero por mucha eficiencia y amabilidad que despliegue, no lo logra. Hay personas que no aprueban su llegada, sea porque le ven como una amenaza en sus aspiraciones de ascenso o, simplemente, porque est¨¢n peleadas consigo mismas y con el mundo.
Esta situaci¨®n puede afrontarse de dos formas. Desde la vulnerabilidad del ni?o que busca validaci¨®n, o desde la aceptaci¨®n adulta de que las cosas nunca ser¨¢n del todo como desear¨ªamos, incluyendo c¨®mo nos tratan ciertas personas.
No pasa nada si caes mal
— En 2018 se publicaba Atrévete a no gustar, donde los filósofos Fumitake Koga e Ichir¨ Kishimi debatían sobre la humana necesidad de complacer y lograr la aceptación de todo el mundo, algo muy arraigado en la sociedad japonesa.
— El drama de aspirar a eso en la edad adulta es que siempre habrá personas que no nos comprendan o que sientan aversión por nosotros, por mucho que nos esforcemos en gustarles. La solución es dejar de buscar la validación.
— De hecho, Maquiavelo ya nos advertía en El príncipe sobre la imposibilidad de gustar a todo el mundo.
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