En las entra?as de Casa Org¨¢nica, el hogar que simula la vida dentro de un vientre materno
Javier Senosiain siempre ha buscado acercar al hombre a las formas de la naturaleza. El arquitecto mexicano, exponente del modernismo org¨¢nico, nos recibe en una de sus construcciones m¨¢s emblem¨¢ticas, Casa Org¨¢nica, en Naucalpan de Ju¨¢rez, para recordar la urgente necesidad de volver a la tierra.
Cuando los animales van a construir sus casas usan las redondeces de sus cuerpos para moldear la guarida que proteger¨¢ sus carnes blandas. En las aves, por ejemplo, la hembra se echa y el macho empieza a esculpir con miles de pajas a su alrededor hasta darle forma a un nido c¨®ncavo ideal para los polluelos. El conejo usa su propio cuerpo para cavar el interior de la madriguera con sus movimientos hasta moldear la tierra profunda y lograr empotrarse perfectamente. El molusco recurre a un mecanismo similar, pero con diferente tecnolog¨ªa: con su propia baba y excremento va fortaleciendo la concha que lo resguarda, haciendo que eso que lo cubre no sea m¨¢s que la traducci¨®n de sus formas internas.
El humano, sin embargo, ha roto tajantemente el patr¨®n. A diferencia de otros animales, crea su casa sin pensar en las formas de su cuerpo. Construye cajas cuadradas, erige sobre s¨ª l¨ªneas rectas ausentes en toda la naturaleza hasta que consigue olvidar las curvas, las sinuosidades, las irregularidades que lo circundan y de las que contundentemente est¨¢ hecho. De ese olvido es justamente del que nos quiere despertar el arquitecto mexicano Javier Senosiain.
¡°Mi trabajo arquitect¨®nico es un regreso al origen, es ir a la idea m¨¢s esencial de espacio que tenemos: el del vientre materno. Si nos ponemos en el lugar del beb¨¦, es evidente que estamos en un espacio abrigado, en penumbras, tibiecito, sin ruidos, un jacuzzi con recirculaci¨®n constante. Dif¨ªcilmente vas a replicar ese nivel de confort m¨¢s adelante en tu vida¡±, explica el arquitecto que hace 40 a?os construy¨® Casa Org¨¢nica (1984), un proyecto situado en Naucalpan de Ju¨¢rez, a las afueras de Ciudad de M¨¦xico, que con sus di¨¢logos con lo vern¨¢culo y con las formas de la naturaleza parece la m¨¢s contempor¨¢nea de las construcciones.
Lo parad¨®jico, replica Senosiain, ¡°es que ese vientre nos anticipa que en el universo no existe la l¨ªnea recta, prevalece la curva, el espiral, desde el microcosmos hasta el macrocosmos, desde la mol¨¦cula del ADN hasta las galaxias, pero desde la prevalencia de la raz¨®n nos hemos separado de las formas de nuestro cuerpo humano, y de las formas de la naturaleza que siempre hemos buscado dominar¡±.
Desafiando los mandatos de la escuela racional funcionalista, en donde se form¨® con otros renombrados arquitectos, Javier Senosiain se obsesion¨® desde joven con encontrar otros modelos constructivos que, en lugar de romper el ambiente natural, se acunaran en ¨¦l. ¡°Su b¨²squeda no solo es en el sentido de la forma org¨¢nica, sino tambi¨¦n en el de la experimentaci¨®n con los procedimientos constructivos que las vuelven posible arquitect¨®nicamente¡±, consign¨® el arquitecto mexicano Humberto Ricalde en el libro Arquitectura org¨¢nica, dedicado a la obra de este ¡°alfarero de la construcci¨®n¡±.
Sus exploraciones han estado alentadas por una pregunta esencial: ?por qu¨¦ hemos vivido tan separados de la naturaleza si la naturaleza posee la mejor de las tecnolog¨ªas? Desde ah¨ª, el arquitecto se ha entregado a crear una teor¨ªa diferente para el desarrollo de nuevas formas de habitar el espacio desde tres principios que siempre defiende: el ambiental, el f¨ªsico y el psicol¨®gico. De esa combinaci¨®n fue que naci¨® Casa Org¨¢nica, una majestuosa y desconcertante casa que el arquitecto construy¨® para vivir con su esposa y sus hijas y que hoy es museo de su obra.
Todo empez¨® con una c¨¢scara de cacahuete. Senosiain pens¨® en dos grandes espacios ovales conectados por un corredor estrecho y en penumbra. En el primer ¨®valo se erigieron los espacios para el d¨ªa: la estancia, la cocina, el comedor. En el otro se le dio lugar a la experiencia de la noche, los cuartos para dormir.
Sobre el terreno, que originalmente ten¨ªa una pendiente de tres metros, se fue haciendo la construcci¨®n. Se fue enterrando en la tierra, antes que salirse de ella. Se respetaron los ¨¢rboles y los altibajos naturales y as¨ª, entre pastos y jardines, fueron emergiendo cuartos y ventanales.
Entrar a la casa es ingresar a una cueva que va tomando colores naranjas, azules y rojos por los efectos que las claraboyas y los vitrales van creando en el espacio. Se entra con los pies descalzos. Es un mandato para quienes la visitan y lo fue para los habitantes de la casa que por m¨¢s de 20 a?os vivieron ah¨ª. Los pies desnudos crean de inmediato una cercan¨ªa con una alfombra que replica un acolchado c¨¦sped que peina un suelo que no es plano. Caminar por dentro de Casa Org¨¢nica es como caminar por una monta?a, sinuosa, una experiencia que desaf¨ªa lo esperado.
Adentro hay silencio y el clima es ideal, es fresco a pesar de que afuera arrecia el calor, pero sin ser muy fr¨ªo (22 grados todo el a?o). ¡°?Es porque la tierra es un aislante natural!¡±, dice Senosiain mientras recorre como un ni?o las irregularidades de los pasillos que se envuelven en s¨ª mismos y que siempre llevan a un lugar nuevo de la casa. Todo este entramado se logr¨® gracias a la maestr¨ªa que el arquitecto y su equipo lograron con el ferrocemento, una forma constructiva que usa una malla de gallinero en el interior y otra en el exterior para blandir formas curvas y luego poner cemento mezclado con arena de un grosor de cuatro cent¨ªmetros.
Por fuera la casa es a¨²n m¨¢s deslumbrante, porque mientras se baja por unas monta?as verdes y se camina por prados impolutos, aparece de repente un gran ventanal que deja intuir que ah¨ª, debajo de los pies, hay una sala iluminada. ¡°Me sorprendi¨® mucho toda la revoluci¨®n que ocurri¨® con los muros verdes, cuando ya desde hac¨ªa d¨¦cadas yo hab¨ªa pensado en que los muros de las casas deber¨ªan ser verdes. La ventaja de tener la tierra y el pasto sobre tu casa es que el pasto y los ¨¢rboles al transpirar producen ox¨ªgeno. Se crea un microclima de tal forma que la vegetaci¨®n filtra las emisiones de carbono y a la vez oxigena el ambiente. Aqu¨ª, alrededor de la casa, hay una b¨®veda de aire limpio que entra al interior¡±, explica Senosiain, quien propone una interesante ecuaci¨®n: ¡°Un metro cuadrado de pasto de un cent¨ªmetro produce un metro c¨²bico de ox¨ªgeno, pero si ese metro cuadrado lo vuelves c¨²bico al recubrir toda tu casa, eso produce 100 metros c¨²bicos de ox¨ªgeno. Es maravilloso que tu casa produzca su propio ox¨ªgeno¡±.
Al arquitecto le sorprende que sus originales ideas sobre arquitectura tardaran m¨¢s de cinco d¨¦cadas en hacerse realmente populares. ¡°Deber¨ªamos estar viviendo en un estilo m¨¢s org¨¢nico. Las formas en las que hemos construido no solo han arrasado con nuestro entorno natural, sino que han hecho que se pierdan tres aspectos esenciales para nosotros: la libertad, la espontaneidad y la creatividad. Apostar por las formas org¨¢nicas, por volver a lo que tiene que ser, demanda olvidar la raz¨®n para construir de nuevo¡±.
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