C¨®mo ser hijo sin ser del todo ingrato
Los padres se proyectan en sus hijos pero, con los a?os, he observado tambi¨¦n que los hijos nos vamos viendo en los padres
Todos los hijos somos ingratos, pero ¡ªal mismo tiempo¡ª todos los hijos nos hacemos la ilusi¨®n de que saber de esa ingratitud nos ayudar¨¢ de alguna manera a compensarla. En un hermoso ensayo, Daniel Cap¨® habla de la experiencia de la paternidad para a continuaci¨®n desvelar el significado de la mirada de los padres y las madres a sus hijos: ¡°Te conozco¡±, escribe, ¡°y s¨¦ que ninguna de las faltas que cometas te define de forma irreversible¡±. Al leer esta frase de Cap¨® solo pude acordarme del d¨ªa en que, para sorpresa de mis padres, comuniqu¨¦ que mi vocaci¨®n laboral, lejos de llevarme al derecho mercantil, me llevaba m¨¢s bien a ser librero. Estos d¨ªas cumplen 75 a?os ¡ªmi madre¡ª y 80 a?os ¡ªmi padre¡ª y yo a¨²n celebro que a mis 17 no me considerasen como un caso, en efecto, irreversible.
Los hijos no somos los ¨²nicos ingratos: nuestro propio entorno lo es. La pol¨ªtica discute sobre la familia sin que esa discusi¨®n haya pasado de las guerras culturales a los apoyos reales. Justamente la cultura no ayuda. El siglo XX puso bajo sospecha a las madres: si nuestros problemas no vienen de una ¡°madre frigor¨ªfico¡± que nos neg¨® su afecto, es porque vienen de una madre hiperprotectora que nos abrum¨® con ¨¦l. El siglo XXI ha atendido m¨¢s a los padres como c¨®mplices ¡ªlo quieran o no¡ª de una cadena heteropatriarcal de transmisi¨®n de valores. El arte y la literatura, en todo caso, ya les hab¨ªan dado a cada uno lo suyo. En la Carta al padre, de Franz Kafka, no es un grave spoiler decir que Kafka s¨¦nior no sale bien parado, mientras que en la gran pel¨ªcula espa?ola sobre la familia, El desencanto, el spoiler radica ya en el mismo t¨ªtulo. Parecer¨ªa, en fin, que cuando la familia no es una competici¨®n por los afectos, es una competici¨®n por los dineros. Andr¨¦ Gide lo resumi¨® mejor con su ¡°familias, ?os odio!¡± Y, sin embargo, quiz¨¢ lo m¨¢s justo que podamos decir sobre las familias es que no deber¨ªan funcionar pero de alg¨²n modo todas terminan funcionando.
Por mi parte, celebro haber nacido en un tiempo en que la palabra ¡°percentil¡± se escuchaba a los estad¨ªsticos y no a las abuelas y los ni?os no ten¨ªamos que o¨ªr a Bach desde el ¨²tero materno, aprender tenis y chino y ser competitivos cuando no perfectos. Agradezco que la familia fuera un paragolpes entre mi soledad y el mundo. Nunca sabremos a cu¨¢nta gente que nos importa hemos hecho felices o infelices, pero tambi¨¦n agradezco que ¡ª?como la mayor¨ªa¡ª el solo nacer pudiera significar una felicidad para otros. Y me planteo c¨®mo hubiese sido la vida sin haber tenido ese afecto temprano como un conjuro duradero contra los males del mundo: al fin y al cabo, es llamativo que ni el m¨¢s desgraciado de los seres humanos pueda salir adelante sin el cuidado del amor. Asomado a la mediana edad, yo mismo me noto ¡ªes un poema de Ajm¨¢tova¡ª ¡°el marchitar de los rostros, / el miedo asomar bajo los p¨¢rpados ca¨ªdos, / el sufrimiento cavar las mejillas¡±. Y pienso que quiz¨¢ no habr¨ªa estado tan mal en esta vida ser esa cosa ya algo antigua: un buen hijo. De momento, tomo nota, al ver a mis padres, de la lecci¨®n m¨¢s importante de la sabidur¨ªa: c¨®mo envejecer sin ser un cascarrabias.
Cada generaci¨®n reescribe a las anteriores: basta ver el arte o la pol¨ªtica. Dios le dice a Abraham: ¡°Vete de tu tierra y de tu patria y de casa de tu padre¡±. Los hijos debemos seguir nuestro camino. Pero, como a tantos lectores en la historia, me emociona la figura de Eneas, que ¡ª?al salir de Troya¡ª no solo coge de la mano a su hijo sino que toma sobre los lomos a su padre, como si nos dijera que no encontraremos futuro si no nos dejamos abrazar por el pasado. Los padres siempre se ven y se proyectan en sus hijos pero ¡ªcon los a?os¡ª he observado tambi¨¦n que los hijos nos vamos viendo en los padres. Yo mismo detecto a veces en alg¨²n sobrino el aire de una bisabuela, el gesto de un abuelo. Daniel Cap¨® dice que la familia es la gran educadora ¡°porque impide que el nihilismo tenga raz¨®n¡±. A m¨ª tambi¨¦n me gusta pensar que en la memoria perdida de la cuna hay un ant¨ªdoto contra la tentaci¨®n de desesperar. Porque nos habla de que el v¨ªnculo m¨¢s fuerte de este mundo es un v¨ªnculo de amor.
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